“¿Qué miran?” — Bach en su querido órgano de tubos
Las transcripciones de Bach han causado más de algún sarpullido. A la larga, la culpa es del siglo XIX. En esta maravillosa centuria ocurrieron dos cosas (entre otras): se asentó el concepto de “genio”, y los grandes artistas fueron mitificados. Aunque no era una época precisamente devota, aquellas dos actitudes asumieron ribetes religiosos. El nacionalismo (sin zeta todavía) ascendía en ese conglomerado de estados alemanes que buscaban una nueva identidad, y los músicos geniales del pasado fueron, para un pueblo profundamente musical, una credencial de validación histórica. Ponerles una mano encima era poco menos que sacrílego.
Pero el bueno de Bach, ajeno a tales discusiones, se lo pasó muy bien copiando italianos (y franceses y otros más). Particularmente a un italiano. Cura además. Y Rojo. Mucho antes que hubiera un Ernesto Cardenal, ya Venecia tenía su Prette Rosso: el Padre Antonio Vivaldi, músico genial en todo el alcance del término, virtuoso del violín (de lo demás no se sabe), estupendo organizador de espectáculos artísticos, de formas musicales (le debemos el concierto tripartito) e inimitable pintor de la naturaleza. Pero nada dura para siempre: la popularidad, amante voluble, se olvidaría de su presbítero, quien a su vez sacudiría las musicales sandalias para marcharse a Viena, donde acabaría sus días. Quizás nunca supo ese violinista pelirrojo, asmático y aventurero que uno de sus más fervientes admiradores vivía en tierras germánicas y había convertido varias de sus piezas en magníficos Conciertos de órgano, echándole además una manito en aquello del contrapunto, técnica donde don Juan Sebastián no tenía rival.
Compartiré con ustedes, en entregas sucesivas, los tres Conciertos de órgano de Bach basados en otros tantos de Vivaldi. Comenzaremos AQUÍ con el Concierto en La menor BWV 593, transcripción del Concierto vivaldiano para dos violines en la misma tonalidad — Me saludan a Prokofiev, yo me quedo hoy por aquí.
Pero el bueno de Bach, ajeno a tales discusiones, se lo pasó muy bien copiando italianos (y franceses y otros más). Particularmente a un italiano. Cura además. Y Rojo. Mucho antes que hubiera un Ernesto Cardenal, ya Venecia tenía su Prette Rosso: el Padre Antonio Vivaldi, músico genial en todo el alcance del término, virtuoso del violín (de lo demás no se sabe), estupendo organizador de espectáculos artísticos, de formas musicales (le debemos el concierto tripartito) e inimitable pintor de la naturaleza. Pero nada dura para siempre: la popularidad, amante voluble, se olvidaría de su presbítero, quien a su vez sacudiría las musicales sandalias para marcharse a Viena, donde acabaría sus días. Quizás nunca supo ese violinista pelirrojo, asmático y aventurero que uno de sus más fervientes admiradores vivía en tierras germánicas y había convertido varias de sus piezas en magníficos Conciertos de órgano, echándole además una manito en aquello del contrapunto, técnica donde don Juan Sebastián no tenía rival.
Compartiré con ustedes, en entregas sucesivas, los tres Conciertos de órgano de Bach basados en otros tantos de Vivaldi. Comenzaremos AQUÍ con el Concierto en La menor BWV 593, transcripción del Concierto vivaldiano para dos violines en la misma tonalidad — Me saludan a Prokofiev, yo me quedo hoy por aquí.
4 comentarios:
Ey..¿qué pasa por acá? ¿por qué tanta gente? ¿regalan algo?.
Quinoff, transmití tu afectuoso saludo a Sergei y me dio un recado para tí: te recomienda los cuartetos (completos) de Arnold.
Ya decía yo que a estos disonantes uno les da la mano y se toman el pie... Pues mira, dile al Proko que no me jorobe, que ya bastante tengo untándome los oídos con su particular estilo como para acudir al Señor Doce Tonos. A don Arnoldo Montaña Hermosa lo aprecio mucho como arreglista, le celebro su aprecio por Brahms, y al igual que Gabriel me place su “Noche Transfigurada”. Y hasta ahí llego. El resto de ese siglo XX es música para otros, no para mí. Prefiero irme al retiro de Sibelius en Ainola.
Mara, tendrás más adelante aquí los cuartetos (completos) de Arnold, de Bela y algunas sorpress más.
No asustes al amigo Quinoff.
Danos tiempo.
Todo se andará, pasito a pasito.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra
Muy interesante y oportuno, gracias! Yo exploraba recientemente algunas otras transcripciones en mi blog - seguir el proceso (al revés!) con transcripciones de Bach por otro cuasi-sacerdote, Ferenc Liszt...
Considerando el renacimiento de Bach del 19no siglo, podemos notar, interesante, que la fuerza principal, Mendelsohn, era judía, y sus propios trabajos fueron prohibidos más tarde por el régimen naZi!
felicidades, Rho @ State of Wonder (www.wonderstate.blogspot.com)
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