viernes, 30 de septiembre de 2011

FLAMENCO: la SOLEÁ / 2


Cante, toque y baile
en el flamenco todo es Arte


flamenco - divisa


Volvamos a los apuntes de nuestro amigo Elgatosierra acerca del Flamenco. En esta ocasión visitaremos de nuevo uno de los palos fundamentales:


El cante por SOLEÁ se compone de dos fragmentos cadenciales de cerca de ocho compases cada uno, repitiéndose éstos de forma más ornamentada, resultando 4 tercios (versos melódicos).

El primer fragmento se realiza sobre los dos primeros versos de la copla, al que sigue un ritornello instrumental, tras el cual se canta el segundo fragmento. Se repite el primero y por fin el cuarto, que suele ser repetición del segundo. Esto da un total de 32 compases. Las repeticiones no se hacen siempre, por lo que esta medida puede considerarse académica.

En los estilos trianeros destaca la estructura clásica con extensiones melódicas que van del grave al agudo, o bien se canta entera en el registro agudo.

Guitarra


La SOLEÁ ha sido siempre unos de los géneros que más han utilizado los guitarristas flamencos de concierto en sus composiciones, ya que la elasticidad de su compás y sus estructuras tanto armónica como melódica la convierten en un género ideal para su recreación en la guitarra flamenca.

La estrofa sobre la que se canta la SOLEÁ es de cuatro o tres versos octosílabos con temática triste, contrariamente a lo que eran las coplas de jaleo.

El tema central de las letras por SOLEÁ, según González Climent, es la experiencia vital.

Cuando las bailaba la mujer, según Pepe de la Matrona, se llamaba giglianas y cuando era un hombre, jaleos. Se trata, sin embargo, de un baile muy apropiado para la mujer debido a la profusión de movimientos de brazos, caderas y cintura.

  • Y dejaré aquí dos SOLEARES más: la primera “Alma gaditana”, unas SOLEARES DE BAILE por Sabicas y Castellón al toque y La Mejorana al baile:

  • y la segunda, “En el puente de Nicoba”, unas SOLEARES DE GUITARRA por Niño Miguel al toque:

Manos flamencas

martes, 27 de septiembre de 2011

FURTWÄNGLER / Sinfonías de FRANCK y SCHUMANN


cubierta disco

Si en el post anterior abordamos una estupenda sinfonía francesa, pero recordando la desventaja de los músicos galos en este campo, hoy les traigo una obra reconocida ampliamente como la mejor producción sinfónica nacida en Francia durante el siglo XIX. Y aunque los juicios perentorios mueven a la (sana) desconfianza, en este caso me atrevo a respaldarlos.

Franck tocando el órgano

César Franck sentado ante el órgano

César-Auguste-Jean-Guillaume-Hubert Franck (1822-1890) nació en Bélgica, pero las ambiciones de su padre lo llevaron a París, ciudad que nunca más abandonó. Se nacionalizó francés, cursó estudios (brillantes) en el Conservatorio e inició carrera como virtuoso bajo la tutela paterna; pero luego se enamoró, se rebeló contra su estricto progenitor e inició una “segunda vida” distanciada de la notoriedad, que le permitió cimentar poco a poco su enorme valía. Llegó a ser un organista extraordinario, un teórico musical estupendo y un profesor de éxito, rasgos éstos que nos evocan a Bruckner. Con este último compartía además la arraigada fe católica y la tenacidad paciente pero infatigable de su trabajo. Órgano, paciencia, espiritualidad... ¡he llegado a sospechar que estos factores no se ligan casualmente!

En fin, el 17 de febrero de 1889 la Sinfonía en Re de Franck fue estrenada en el Conservatorio de París, dedicada a Henri Duparc. La crítica reaccionó con ácida severidad, ignorando todas las virtudes de la obra y acusándola de wagnerianismo, si tal cosa existe. Para entender esta agresividad hay que recordar la estruendosa victoria prusiana de 1870 sobre los ejércitos franceses, la cual había generado un violento repudio anti-alemán. Así las cosas, las influencias de Liszt y Wagner que había aceptado Franck eran simplemente inadmisibles por motivos muy ajenos a la música.

No obstante, el maestro había firmado una obra maestra. La sinfonía se divide en tres movimientos, contrariando la costumbre, y hace gala de una sonoridad maciza, evocadora del órgano que Franck dominaba a cabalidad. Dicho de otro modo, si la Tercera de St. Saëns otorga un rol sobresaliente al órgano en su instrumentación, la Sinfonía de Franck hace del órgano el espíritu que inspira a la orquesta. La concepción estructural es cíclica, es decir, temas que aparecen al principio retornan a mitad de la obra y al final, aportando una nueva cohesión arquitectónica. Además, el compositor recurre a su genio para las modulaciones armónicas, y también emplea una “construcción lenta”, en donde el discurso ignora cualquier apuro. Esto no impide la frecuencia de momentos llenos de emoción y fuerza, debidos sobre todo a la profunda claridad que la obra, y el compositor, poseen acerca de sus propios recursos y propósitos. Es, digámoslo así, una obra dotada con vida interior, de la cual extrae todas sus razones.

Un estupendo análisis de la obra lo podrán encontrar en el blog del maestro leiter, aquí.

Courbet - hombre desesperado

»Hombre desesperado«, célebre lienzo de Courbet

La segunda obra compartida en el disco es la luminosa Primera Sinfonía, llamada «Primavera», de Robert Schumann. Todo lo que en Franck es opacidad tímbrica y seriedad de discurso, acá se transforma en color, alegría y atrevimiento. El feliz compositor celebraba en esta obra su batallado enlace con la mujer de su vida, Clara Wieck. Aflora aquí la característica “ebullición expresiva” del genio alemán, con sus reiteraciones y su lirismo a la vez dulce y vibrante.

Dos compositores, dos mundos diferentes, pero que encuentran un intérprete consumado en el genial Wilhelm Furtwängler junto a la Filarlmónica de Viena, en estos dos registros de comienzos de los cincuenta del siglo pasado. Mientras con Franck es una lectura compenetrada e idiomática, en Schumann es un sorprendente alarde de improvisación que jamás agravia las ideas contenidas en la partitura. Queridos amigos y amigas, les invito a disfrutar estas interpretaciones históricas...
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MP3 VBR | 7 tracks | RAR 120,4 MB

Furtwängler en el blog

viernes, 23 de septiembre de 2011

ST. SAËNS / Sinfonía nº 3 ‘con Órgano’ + Concierto para piano nº 4 / Les Siècles, Roth

carátula

Movimiento final de la Sinfonía nº 3, »Órgano« / fragmento

St. SaënsEn la música francesa del siglo XIX Camille Saint-Saëns ocupa un lugar bastante único por la amplitud de sus intereses y capacidades. No fue únicamente músico, sino intelectual de amplio espectro, capaz de debatir sobre lo humano y lo divino (o más bien lo esotérico) con quien se le pusiera delante; la Wikipedia, en el artículo que le dedica, detalla los intereses de St. Saëns en arqueología, botánica, astronomía y astrología, acústica, filosofía, poesía, dibujo, entre otras disciplinas.

Pero ninguna de estas disciplinas resultaba tan ardua, al menos para un músico francés, como la tarea de componer una sinfonía. A la luz de los hechos, tal forma musical no parecía asequible al espíritu meditarráneo no obstante los compositores que habían aceptado el desafío. Salvo la excepcional Fantástica de Berlioz —que bordea más el nicho de la música programática— no hubo sinfonistas galos equiparables a la larga nómina de creadores germánicos. Y lo que es peor, el propio mundillo artístico francés estaba empeñado entonces en una lucha de camarillas en que no había espacio para el reconocimiento del otro.

St. Saëns tocando el órgano St. Saëns tocando el gran órgano de la iglesia de St. Sulpice, París

St. Saëns, hombre de carácter, había chocado ya muchas veces contra esa maraña de vanidades. Alternaba su trabajo de organista estable en la Iglesia de la Madelaine con largas giras de conciertos y de aprendizaje cuyo éxito encarnizaba las odiosidades, como suele suceder.

En 1886, la Filarmónica de Londres lo invitó a participar en una de sus temporadas con una obra escrita para la orquesta. El compositor echó mano de una obra ya comenzada y no le fue difícil concluirla a tiempo. Así surgió la Sinfonía nº 3, “con órgano”, que requiere al gran instrumento en los movimientos segundo y cuarto, y además emplea un piano tocado a cuatro manos como si fuera un instrumento más de la orquesta. Todo ello aderezado con su exquisito buen gusto en la instrumentación —admirado sinceramente por su discípulo, el mismísimo Ravel—, su refinamiento armónico, elegancia melódica y maestría en la elaboración temática, cualidades arquitectónicas que lo hacen “el más alemán de los compositores franceses”, como fue catalogado alguna vez.

El disco se complementa con el Cuarto Concierto para Piano y Orquesta, el más innovador de los cinco que compusiera St. Saëns y que demuestra la misma capacidad de elaboración temática que podemos descubrir en la Tercera Sinfonía.

Este concierto fue por mucho tiempo tan popular como el Segundo, si bien este último ha prevalecido en el tiempo. Consta de tres movimientos, pero la segunda sección —Andante— está ligada al movimiento inicial, y de hecho todo el concierto puede tocarse como si fuera un único movimiento. En el referido Andante, el compositor introduce una melodía de carácter hímnico en las maderas, que tiene semejanza con la melodía equivalente en el Finale de la Tercera Sinfonía. Como se ve, la elección de ambas obras tiene mucho sentido.

Aplausos - Daumier
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MP3 192 kbps | 8 tracks |
folleto | .7z 113,7 MB


Les invito a escuchar la estupenda versión de la Orquesta de Cámara “Les Siècles”, dirigida por François-Xavier Roth, en la interpretación de ambas obras del relevante autor francés.

En el concierto, el solista es Jean-François Heisser, y en la sinfonía, el organista es Daniel Roth, padre del director. No está de más destacar que el órgano elegido es el magnífico instrumento fabricado por Aristide Cavaillé-Coll para la Iglesia de St. Sulpice, con 15.368 tubos. Sin duda, uno de los instrumentos más extraordinarios del mundo... como podrán comprobar en la audición. Un agradecimiento al amigo Ernesto Nosthas, quien ha compartido con nosotros este registro, y un saludo al amigo Robin, coterráneo del compositor.

martes, 20 de septiembre de 2011

“Desde lejos”

Bonifacio Bautista“Desde lejos” se titula un pasillo colombiano, música de baile compuesta por el maestro Bonifacio Bautista Gélvez (* Pamplona [Colombia] 1908 — † Cali, 1999), considerado uno de los grandes compositores de la hermosa nación cafetera. Digamos también que el pasillo es un ritmo ternario (tres por cuatro) como el vals, justamente el ritmo del cual deriva, aunque avivando la rapidez del movimiento, que en lo coreográfico puede llegar hasta lo vertiginoso. Sin embargo, al comienzo era una pieza puramente instrumental. Y así la escucharemos esta vez, por obsequio de un querido amigo de Venezuela.

Con ustedes, el pasillo “Desde Lejos”, arreglado para violín y piano e interpretado por Rubén Reina y Cameron Roberts.

domingo, 18 de septiembre de 2011

IN MEMORIAM SANDERLING


Kurt Sanderling
A los 98 años de edad (algunos medios dicen 99, y es que sólo le faltó un día para llegar a su cumpleaños) falleció en Berlín una leyenda viviente de la dirección orquestal: Kurt Sanderling. Su condición de judío le llevó a escapar del nazismo huyendo a la Unión Soviética en 1936, donde desarrolló una brillante carrera primero al frente de la Sinfónica de Radio Moscú, y desde 1942 compartiendo podio con Mravinsky en la dirección de la Filarmónica de Leningrado. Ahí se quedó hasta 1960, cuando fue autorizado a regresar a su patria. Allá, fue titular de la Sinfónica de Berlín y de la Orquesta Estatal (Staatskapelle) de Dresden. Estuvo muy vinculado también a la Orquesta Filarmonía de Londres.

Se había retirado de la dirección orquestal en 2002, aunque su hijo Thomas ha seguido sus pasos con una carrera desarrollada también en Rusia, para más coincidencia.

Un homenaje a este maestro inolvidable, gran intérprete del repertorio centroeuropeo, aunque también incursionó con éxito en la música rusa, especialmente de la mano de su amigo Shostakovich.

Con música rusa, pues, les invito a recordarlo:

martes, 13 de septiembre de 2011

El extraño monsieur MORHANGE

Gárgola

No es raro que la vida del artista sea provocadora, desafiante, incluso deliberadamente rupturista. Abrir senderos causa alarma e implica enfrentamientos. Pero aun entonces el artista se halla vinculado a una sociedad, por medio de la cual (o contra la cual) define su universo expresivo, su postura, y que despierta en él la ambivalencia de la atracción y el repudio. Tardaríamos poco en evocar nombres célebres para ilustrar esta realidad. Beethoven, agresivo e iconoclasta, clamó por la fraternidad universal en su última sinfonía; el hosco Brahms contruyó un círculo de íntimos para defenderse de la soledad; Wagner hizo lo propio pese a su egoísmo manipulador; Mahler se enfrentó al mundo pero anheló un futuro reconocimiento; Schönberg se refería a la ciudad que lo rechazaba como »la amada y odiada Viena«...

En cambio, es mucho más extraño descubrir un hombre lleno de potencial que elige alienarse de su propia época, cortar las amarras sociales y recluirse en la vida privada con impenetrable desdén. Tal es el caso de Monsieur VALENTIN ALKAN, compositor francés coetáneo de Berlioz, Chopin, Liszt, y verdadero monstruo del virtuosismo pianístico.

Valentin Alkan

Una de las dos únicas fotos de Alkan... y ni siquiera le interesó mirar de frente

ALKAN no siempre fue Alkan. Vino al mundo en la Rue des Blancs-Manteaux, París, el 30 de Noviembre de 1813, el mismo año que otros grandes creadores como Wagner o Verdi, nada menos. El pequeño nació en el seno de una familia judía, y le dieron el nombre de Charles-Valentin Morhange. Fue el segundo de los seis hijos que tuvieron Alkan Morhange y Julie Abraham. Tempranamente los vástagos adoptaron el nombre de su padre como apellido familiar, y así serían recordados en adelante.

La música era parte de la familia. El padre tenía una escuela privada de música en Le Marais (el barrio judío de París), y los hermanos del compositor fueron también músicos talentosos: Napoléon Alkan enseñó solfeo en el conservatorio, Maxim Alkan escribió piezas de música ligera para teatros de la capital francesa, y la hermana mayor, Céleste, fue pianista.

Jurado del Conservatorio de París Jurado del Conservatorio de París / R. Fenwick

Charles-Valentin, niño prodigio, ingresó al Conservatorio de París a los seis años de edad para estudiar piano y órgano bajo la tutela de Pierre-Joseph-Guillaume ZIMMERMANN, músico y maestro extraordinario que tuvo por alumnos a nombres clave de la música francesa como Bizet, Franck o Gounod. A los siete años ya fue capaz de ganar el primer premio en solfeo y otros más en piano, órgano y armonía. A los siete años y medio se presentó en público como violinista (!), y a los doce hizo su debut como pianista con sus propias composiciones. A los veinte años ocupaba ya un sitio bien ganado en la primera fila de los grandes virtuosos instrumentales del Romanticismo, deambulando en los brillantes salones parisinos que aplaudían a Paganini, a Chopin o a Liszt. En efecto, ALKAN fue quizá el mayor virtuoso francés del piano en su época, llegando a merecer sinceros elogios del genial pianista húngaro, con quien trabó una sólida amistad.

Hacia 1838 ALKAN, por entonces con 25 años, está en el apogeo de su carrera. Su amistad con los citados Chopin y Liszt se traduce en frecuentes conciertos conjuntos. Fétis, el crítico musical más influyente de París, lo alaba en sus artículos. El temperamento de ALKAN se mostraba más equilibrado que el del polaco, con su melancólica introversión, o el del húngaro, extrovertido apasionado. Pero ocurre entonces un primer período de inflexión: el joven músico francés decide retirarse a pulir su técnica (ya alabada por el severo Cherubini) y a componer. Volvió a los escenarios en 1844, pero entre abril de 1846 hasta fines de 1848 desaparece nuevamente, abocándose a su faceta de compositor.

A fines del año revolucionario de 1848, ALKAN decidió mejorar su situación económica y artística postulando a la titularidad de la cátedra de piano en el Conservatorio, vacante tras el retiro de su antiguo maestro Zimmermann. Pero Francia atravesaba entonces un período de gris monotonía, y el nuevo director del establecimiento, Daniel Auber, favoreció la candidatura de un ex discípulo del propio ALKAN, Antoine Marmontel, cuyas mejores habilidades para el puesto fueron las maniobras que realizó para conseguirlo.

NOTA en 2014: Maticemos que Monsieur Marmontel no andaba falto de méritos propios, ya que demostraría ser un gran profesor de su instrumento y pianista de talento él mismo; el punto es que Francia tuvo en esos días al más inigualado exponente de su escuela pianística llamando a la puerta, y decidió no abrirle. Eso es falta de visión.

AlkanEste revés marcó la despedida social del compositor. Aparte de dos conciertos ofrecidos en 1853, abandonó su antigua vida para recluirse en su casa por casi veinticinco años. De este ostracismo sabemos muy poco, salvo lo que consta en su epistolario, el cual siguió cultivando con viejos amigos como Ferdinand Hiller. Brotó también en ALKAN una religiosidad que evoca a Liszt o a Gounod, dedicándose al estudio de la Biblia y del Talmud, incluso elaborando una traducción al francés para uso personal, que acabó destruyendo. En terrenos más humanos, el misántropo no se libró del aguijón de la soledad, que el paso de los años volvía dolorosa. Se presume que tuvo un hijo en su juventud con una de sus elegantes alumnas; este hombre, Élie-Miriam Delaborde, llegó a ser un gran pianista y también pintor, atleta y músico de nutrida vida social, a diferencia de su padre.

En su última década de vida ALKAN reapareció brindando una serie de conciertos, que lo pusieron en contacto con una generación nueva de músicos franceses. Había seguido publicando sus obras, pero el retiro social infundió en él una independencia de las convenciones artísticas entonces en boga. Por ejemplo, la música francesa se había decantado por un estilo melódico y dulzón, la “romanza”. ALKAN, en cambio, no teme la expresión vehemente, violenta, frecuentemente ligada a una viva fantasía de tono macabro o incluso sombrío. Me recuerda un poco a Beethoven en sus últimos años y sus “malos modales” expresivos, su rudeza, su causticidad, sus días negros alternados con días soleados. Por supuesto que ALKAN no llegó a poseer la garra expresiva, el genio, en fin, del alemán, pero sí creó una obra originalísima que, sin duda a causa de su extrema dificultad, ha sido descuidada.

NOTA en 2014:En los años transcurridos desde la publicación de esta entrada hasta hoy, mi admiración hacia el talento de Valentin Alkan no ha hecho sino crecer. He podido escuchar su música con suficiente frecuencia como para reconocer en él a un compositor meritísimo, dueño de una voz segura y definida, con madera de genio en el terreno pianístico.

ALKAN falleció a los 74 años, aplastado, según cierta leyenda, por una estantería de su amplia biblioteca. Sus restos descansan en el cementerio de Montmartre.

» D E S C A R G A

MP3 HQ VBR | 10 pistas | folleto escaneado | RAR 131 MB


carátula AlkanLes comparto la monumental SINFONÍA PARA PIANO SOLO de Charles-Valentin Alkan, en la versión antológica del pianista canadiense Marc-André Hamelin. Redondean el disco otras obras del francés, verdaderos tour de force para cualquier pianista, pero que Hamelin resuelve con una limpieza sobrecogedora. Abajo les dejo una presentación del canadiense con el final de la Sinfonía..., una cabalgata desbocada que recuerda, por ejemplo, la »Balada de Lenore« de Bürger.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Lecciones de vida


Un video precioso cortesía de nuestro expedicionario número uno, ElGatoSierra, recién llegado de una travesía consagrada a aplanar cuanta sala de baile encontrara en su camino... ;-)

Disfrútenlo, medítenlo, créanlo...


viernes, 2 de septiembre de 2011

[poesía] QUEVEDO


QuevedoA Roma sepultada en sus ruinas



Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí proprio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que Blasón Latino.

Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos

 
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