viernes, 30 de mayo de 2014

HINDEMITH Sinfonía »Harmonia Mundi« + HONEGGER »Sinfonía Litúrgica« / Mravinsky, Filarmónica de Leningrado


Dedicado especialmente a mi amigo Fernando en su cumpleaños
Hoy pisaremos tierra extranjera en lo que a mis gustos habituales se refiere: música de vanguardias del siglo XX, no la senda radical de Schönberg sino las rutas personales de Paul HINDEMITH (* Hanau [Alemania] 16 Nov. 1895 ~ † Frankfurt am Main, 28 Dic. 1963) y Arthur HONEGGER (* Le Havre [Francia] 10 Mar. 1892 ~ † París, 27 Nov. 1955).

Se trata de dos autores relevantes en el volátil panorama musical del siglo pasado. Afiliados a corrientes de vanguardia, ni uno ni otro dependió de cualquier ideología artística, antes bien tomaron las influencias que mejor les pareció y así maduraron un estilo personal, arduo, sin duda, pero distintivo.

Hindemith, la otra vanguardia

Hindemith
El primero es Paul HINDEMITH, quien cinceló una expresión musical ajena a la dominante presencia de Schönberg, aunque aspiró como éste a organizar los sonidos en un nuevo sistema racionalizado y coherente. Fue una figura destacada y polémica desde su juventud, cuando reacciona contra el Romanticismo (pese a que Brahms y Reger dejan honda huella en su estilo inicial) y hace suyos los postulados de la “Nueva Objetividad”, negándose a utilizar la música como vehículo de emociones personales o descripciones.

Creador fecundo, HINDEMITH incursionó en todos los géneros musicales. La ópera entra en su catálogo varias veces, y en dos ocasiones el compositor asume también la escritura del libreto. Una de estas ocasiones llegó con la ópera «DIE HARMONIE DER WELT» (La Armonía del Mundo, 1957), cuyo personaje principal es nada menos que Johannes Kepler, el genial astrónomo-matemático alemán, autor entre otras obras de «Harmonices Mundi» (Armonía de los Mundos, 1619). Allí se encuentra la tercera ley del movimiento planetario en su primera formulación; pero al compositor lo atrajo algo diferente: Kepler desarrolla en el libro la relación pitagórica entre las proporciones del cosmos y los intervalos musicales. Según esta idea, cada astro del firmamento “vibra” en una afinación específica al girar en torno al sol. El estudio del movimiento planetario traduciría matemáticamente esa vibración en intervalos, a su vez traducibles en música, la “música de las esferas”.

Aproximación a la música universal según los cálculos de Kepler

HINDEMITH recupera así una de las teorías místico-musicales más longevas, no obstante su conocido antirromanticismo. Las ideas de Kepler acerca de una armonía superior presente en la mecánica misma del universo, armonía posible de representar en música, se avienen con los arreglos hechos por el compositor al sistema tonal, cuando su evolución estilística había llegado ya a una forma de neoclasicismo (en un sentido muy amplio que admite influencias desde la música medieval hasta el jazz).

Este alejamiento de la vanguardia “dura” movilizó contra el compositor el ácido desdén de cierta crítica, clavándole banderillas de retrógrado e inadmisible, aunque su lenguaje no fuera sino una sumatoria personalísima de las influencias adquiridas a lo largo de una extensa trayectoria.

Nuestro compositor, dueño de especiales aptitudes para la expresión instrumental, compuso su Sinfonía «Harmonia Mundi» mientras trabajaba todavía en la ópera. La dividió en sólo tres movimientos, cada uno de los cuales lleva nombre latino. Tomando la explicación del cuadernillo que acompaña el disco, «toda la jerarquía del Universo queda reflejada en los títulos de las tres partes: I. Musica instrumentalis – la música instrumental, edificada sobre la armonía de acordes; II. Musica humana – la música del hombre, expresión de la armonía entre alma y cuerpo; III. Musica mundana – la música de la globalidad del espacio, personificando la armonía del macrocosmos. Hindemith asciende por esta ruta de armonía global que fijara Boecio

Honegger y el dolor de su tiempo

Honegger
Por su parte Arthur HONEGGER tenía sus afinidades artísticas en Francia; integró Les Six, relevante grupo de jóvenes compositores unidos por amistad pero de estilo independiente. A partir de este núcleo de creativa intimidad, HONEGGER pudo trabar contacto con artistas de diferentes áreas cuyos nombres guardará la Historia: Erik Satie, Jean Cocteau, Pablo Picasso, Tristan Tzara...

Pero la Segunda Guerra Mundial y muy especialmente la ocupación nazi cambiaría por completo el panorama. La brillante bohemia de París, prestigiosa e influyente, fue abatida por una utopía totalitaria que, como sus homólogas en Rusia y luego en China, pugnaba por crear un “hombre nuevo”. Duro golpe en especial para las vanguardias, dispersadas sin miramiento. Nuestro compositor registrará la tragedia en su producción: entre 1945 y 1946 escribe su Tercera Sinfonía, «Litúrgica», concebida durante un viaje nocturno en tren desde Basilea a Berna. Esta obra, también tripartita, plasma las crudas experiencias que la guerra llevó a todas partes en el Viejo Mundo. HONEGGER tituló cada movimiento con citas de la misa católica de difuntos (Dies irae / De profundis / Dona nobis pacem), aunque apenas como referencia expresiva porque su moderno lenguaje musical es ajeno a cualquier canon litúrgico. Sin duda una de sus páginas más viscerales y mejor conseguidas.

La interpretación de estas dos sinfonías corren por cuenta de un equipo formidable: la Filarmónica de Leningrado [San Petersburgo] dirigida por su incomparable titular Yevgeny Mravinsky, en un concierto ofrecido el año 1965. ¡Disfrútenlo!

» D E S C A R G A

MP3 ABR ~256 kbps 48 kHz | 6 pistas | libreto PDF | RAR 119,6 MB | mega

martes, 13 de mayo de 2014

Jazz para vacas... y mariachis para una Beluga

Tal como suena. Música para regocijar animales. Primero jazz tocado para vacas. Vacas en la campiña francesa. Frente a ellas, miembros de un grupo de jazz (The New Hot 5) con sus instrumentos de bronce improvisando melodías en esa anchura tranquila y deliciosa del campo. Los apacibles animales no quedan indiferentes al concierto...

En segundo término, un grupo de mariachis asentados en Connecticut (EE.UU.), luego de llevar música a una boda celebrada en un Acuario turístico, descubren que tras las vitrinas tienen una hermosa y albina seguidora...

Los Cuatro Músicos de Bremen / Walter Crane

miércoles, 7 de mayo de 2014

Aniversario de BRAHMS: SINFONÍA número 1 en Do menor, op. 68 / Christoph ESCHENBACH, Sinfónica de HOUSTON

Johannes Brahms en un daguerrotipo de la época

Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Johannes BRAHMS en un barrio popular del puerto de Hamburgo, en 1833.

Sensible y huraño a la vez, el compositor llevará impreso en su carácter los recuerdos de su cuna. Tanto la simpatía por influencias populares (canciones estudiantiles, folklóricas, melodías de tierras húngaras, etc.) como la contención emocional del carácter nórdico se abrirán camino en la producción de este genio, uno de los más grandes de la escuela alemana y complemento (que no antagonista) de Richard Wagner: mientras este último apuntaba a las últimas consecuencias del estilo musical romántico, BRAHMS reconciliaba de manera perfecta el mismo estilo con la admirable tradición procedente de Bach y aun antes. No en vano fue llamado “el más clásico de los románticos” por su capacidad de equilibrar fondo y forma, el gran desafío para todo creador. Recuperó formas caducas y les dio uso en la música de su tiempo, algo que él describía como “poner vino viejo en odres nuevos”.

Pero —y esto es mera impresión personal— quizá su faceta más conmovedora sea el rasgo “otoñal” que se ha apuntado muchas veces en su música: una especie de nostalgia profunda que la impregna más y más a medida que los años pasan. No es terca inflexibilidad sino la sensación de, como leí en algún autor, “quizá haber nacido demasiado tarde”, lo suficiente para sobrevivir a las tradiciones que amaba y servirles de colofón, pero también de percibir que toda una época estaba pronta a sucumbir.

Comparado a menudo con Beethoven, BRAHMS fue un genio eminentemente sinfónico, que hizo suyas las aspiraciones musicales de su mentor y amigo Schumann. Llevó la concisión de las ideas y la profundidad de la expresión a un nivel que no sería igualado después y, contra todo pronóstico, llegó a influir sobre la rupturista Segunda Escuela Vienesa gracias a su capacidad para desarrollar, dividir y reorganizar los temas y motivos musicales.

Con motivo de este aniversario, amigos y amigas, les dejo la sensacional Sinfonía número 1 en Do menor, escrita pasados los 40 años de edad y dueña, por eso mismo, de una madurez extraordinaria. La versión corre por cuenta de Christoph Eschenbach al frente de la Sinfónica de Houston, firmando una interpretación estupenda e intachable:

» D E S C A R G A

WMA CBR 320 kbps 44.1 kHz | 4 tracks | RAR 120,1 MB

 
Ir abajo Ir arriba