viernes, 26 de agosto de 2011

SEICENTO ITALIANO

Carracci Angeles

El siglo XVII presenció un gran momento en la historia de la música, particularmente en Italia. Ese período del mil seiscientos, en italiano Seicento, fue la época triunfante de la música instrumental, en franco desarrollo desde la centuria anterior, aunque entonces opacada por el esplendor de la polifonía renacentista.

En efecto, grandes músicos como Josquin, Palestrina, Victoria, Morales o Lassus eran conocidos por su relevante obra coral, que otros artistas trasladaban después a una amplia variedad de instrumentos. Era la manera en que la mejor música desbordaba su marco original —litúrgico o palaciego— e iba a impregnar los variados espacios de la vida corriente.

Aparte, los grandes maestros eran también músicos de oficio, intérpretes a menudo notables de algún instrumento para el cual podían dejar (o no) creaciones específicas; pero esta parcela era menor, mucho menor. La orquesta aún estaba por nacer y los instrumentos se agrupaban al azar según la ocasión, generando un desorden brillante de laúdes, tiorbas y violas, flautas y sacabuches y cornetas curvas, todo ello mezclado con la argentina sonoridad del cémbalo (clavecín).

Este archipiélago de posibilidades inspiró las cavilaciones de los artistas italianos ya a fines del siglo XVI, motivando en ellos esa característica creatividad mezclada con precisa lucidez. Fijaron normas, formas y tamaños para los instrumentos, que así se constituyeron en verdaderas obras de arte; experimentaron con múltiples combinaciones, estudiaron la armonía para enriquecer los antiguos modos griegos en pos de lo que hoy conocemos como tonalidad, en fin, podríamos decir que persiguieron un absoluto artístico, en el cual podremos encontrar las bases del fenomenal desarrollo musical de Europa en los siglos siguientes.

Ángel de Bernini

Durante el siglo XVII, la música instrumental logró equipararse a la música vocal. Y a partir de la centuria siguiente, cuando llegue la escala temperada merced a teóricos extraordinarios como Andreas Werckmeister (1645-1706), lo instrumental tomará la delantera definitiva. Pero hasta entonces, una eclosión maravillosa emerge primero en Italia, con la particularidad de que no volvería a repetirse hasta entrado el siglo XX. Pues la riqueza instrumental quedaría eclipsada pronto por la ópera, baluarte casi exclusivo de la música italiana durante doscientos años hasta la aparición de, por ejemplo, Respighi.

Bernini Apolo y Dafne

»Apolo y Dafne«, de Bernini (1625)

La Italia del Seicento presencia además la transición del Renacimiento al Barroco temprano. Estamos en una era que aprecia el contraste, la audacia, la tensión, así como el detalle exquisito. Elocuente ejemplo de esta tendencia es la obra del escultor, pintor y arquitecto Gian Lorenzo Bernini. En Venecia se experimenta un arte singular, la policoralidad, favorecida por la sensación espacial de la Basílica de San Marco, y Giovanni Gabrieli escribe por primera vez obras requiriendo la oposición deliberada entre piano y forte; nace la dinámica musical. Las composiciones no arriesgan una duración excesiva, y van variando sus tonalidades para no cansar a las audiencias; no obstante, derrochan inspiración e ingenio.

La península se ha consolidado por entonces como una meca del arte, atrayendo creadores de todo el continente que viajan para conocer los nuevos estilos. Nace con ello “el viaje a Italia”, verdadera institución cultural que marcará las biografías de innumerables artistas venideros. Algunos permanecen largo tiempo en las ciudades itálicas, señaladamente Roma; otros llegan para no volver más a sus tierras de origen. También a la inversa, los reyes europeos ofrecen su mecenazgo a artistas que ostentan un prestigio envidiable, y riegan Europa con su personalidad e influencia.

En el ámbito musical, la efervescencia creativa de esta época va siendo redescubierta hoy en día por agrupaciones de primera línea, como la que les invito a conocer:

La Accademia Bizantina nació en Rávena, Italia, el año 1983. Gestionada por sus propios miembros, en 1996 éstos confiaron la dirección al clavecinista Ottavio Dantone, profundizando el conocimiento de los estilos y prácticas musicales del barroco, y elevándose a un grado eminente de jerarquía interpretativa.

El disco que hoy les comparto incluye un repertorio formado por obras de:

  • Johannes Hieronymus Kapsberger ( c. 1580 — † Roma, 17 Ene. 1651), nacido de padres alemanes en Venecia, virtuoso de la tiorba y compositor de gran personalidad;

  • Giovanni Trabaci ( Monte Pelusio, c. 1575 — † Nápoles, 31 Dic. 1647), de estilo elegante y vivaz;

  • Girolamo Frescobaldi ( Ferrara, 13 Sep. 1583 — † Roma, 1 Mar. 1643), gran virtuoso del teclado y el más influyente creador del primer barroco italiano;

  • Andrea Falconiero ( Nápoles, c. 1585 — † ibídem, 29 Jul. 1656), músico asiduo de las cortes europeas y, por ello, puente entre estilos musicales de diversos rincones;

  • Tarquinio Merula ( Busseto, 24 Nov. 1595 — † Cremona, 10 Dic. 1665), uno de los exponentes principales de la música instrumental italiana durante la primera mitad del siglo XVII;

  • Biagio Marini ( Brescia, 3 Feb. 1597 — † Venecia, 17 Nov. 1665), violinista de habilidad prodigiosa que amplía con sus obras el lenguaje de las cuerdas, empleando innovaciones como el trémolo, la scordatura, etc.;

  • Dario Castello ( c. 1590 — † c. 1630), músico ingenioso pero de biografía ignorada, lo cual ha hecho pensar que se trate en realidad de un noble veneciano imposibilitado, por su rango, de dedicarse a la música;

  • Giovanni Battista Buonamente ( c. 1595 — † Asís, 1642), cura franciscano y violinista que escribió obras de notable elegancia y rigor formal;

  • Giovanni Picchi ( Venecia, c. 1575 — † ibídem, 1643), organista, clavecinista, laudista y compositor del que se sabe poco, salvo que su actividad floreció de 1600 a 1625, diferenciando los primeros atisbos de géneros como la sonata y la canzona instrumental; y por fin,

  • Bernardo Storace ( c. 1637 — † c. 1707), otro autor del cual se sabe poco, y de cuya obra sólo ha quedado la colección »Selva di varie compositioni d'intavolatura per cimbalo et organo«, considerada el nexo perfecto entre la tradición de Frescobaldi y las innovaciones de Pasquini.

Disfruten pues, queridos amigos, esta maravillosa visita a los sonidos del Seicento.

» D E S C A R G A

MP3 HQ (VBR) | 21 tracks | folleto escaneado | .7z 110,2 MB

»Venus y Cupido«, de Alessandro Allori (aprox. 1570)

4 comentarios:

coppinsuk dijo...

Hi,

Some very interesting music - a pity about the intrusive advertising, both visual and aural.

For the sake of the music i will have to persevere.

Douglas (UK).

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Hi,
Really good music indeed (and musicians... bravo Accademia Bizantina!)

"Intrusive advertising"... what do you mean, exactly?

Be welcome here, Douglas, and come back!

washington dijo...

Muchas gracias por este precioso aporte.
W.

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Whashington, te agradezco tus palabras de aprecio hacia esta música excepcional.

 
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