Acaba de consolidarse una Leyenda: ha muerto Bernard Haitink. Digo consolidarse porque, seamos sinceros, el gran director neerlandés era ya una leyenda viviente, y todas sus últimas apariciones en público fueron acontecimientos no sólo por su dominio absoluto de oficio musical, sino porque aquellos (privilegiados) auditorios sabían que las apariciones del Maestro serían episodios para atesorar siempre.
Uno siente también como si se hubieran cortado amarras con un periodo trascendente del siglo pasado, cuando la vieja guardia de
Haitink fue un gran campeón del repertorio sinfónico y lírico de Europa central, con cierta predilección por el romanticismo tardío de
Admito que la partida del Maestro me tomó por sorpresa. Aun con sus 92 años a cuestas, uno guardaba la esperanza de que el reloj del Destino marcara las horas más lentamente y así, demorar el momento de la despedida. Pero ha llegado. Y para recordarlo, aquí les dejo su interpretación de la Sinfonía Alpina de Richard Strauss con la Filarmónica de Viena, en 2012: