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martes, 5 de noviembre de 2013

Un clásico SIBELIANO · Obras orquestales del finés en versión de BARBIROLLI y la orquesta HALLÉ

Edelfelt En alta mar (Merellä) / Albert Edelfelt, 1883

El gran director inglés John Barbirolli (1899-1970) fue un consumado intérprete de la música de Jean Sibelius. Aptitud bastante británica, por lo demás, dada la ilustre afinidad de músicos de la isla con el compositor escandinavo; pero el don de Barbirolli era la maestría en amalgamar tempi amplios con una enorme potencia emocional y ojo lúcido para cuidar el detalle, surcando las partituras con el instinto seguro de los marineros ingleses de otrora. Quizá la única «marca de otra época» en sus registros sea el concepto orquestal, con los timbres mucho más empastados de lo que hoy se estila al interpretar la música de Sibelius.

Sibelius por EdelfeltRetrato de Sibelius por Albert Edelfelt, 1904

carátulaEl disco que hoy les comparto fue un imperdible en la década del 60 del siglo pasado: Obras Orquestales de Jean Sibelius a cargo de Sir John Barbirolli y su emblemática Orquesta Hallé de Manchester. El maestro inglés revive aquí algunas de las páginas más célebres del escandinavo, como su tópica «Finlandia», op.26, los tres movimientos de la Suite «Karelia», op.11, los poemas sinfónicos «La hija de Pohjola», op.49 y «El regreso de Lemminkäinen», op.26, o el nostálgico Valse Triste, op.44.

Sibelius era un fervoroso patriota en una época especialmente álgida para los de su condición: Finlandia pugnaba por abandonar la órbita del Imperio Ruso. En ese intríngulis, todo patriota finés acudía a la fuente más pura de su identidad, la gran epopeya mitológica Kalevala, para abrevar en ella sus sentimientos. De este cantero literario el compositor tomará los temas para algunos de sus mejores títulos.

La historia de la Música recuerda a Sibelius como genuino maestro de la Sinfonía. No obstante, al inicio de su carrera despuntó como autoridad de la orquesta y de la narración instrumental merced a sus poemas sinfónicos o su música incidental para el teatro. En este disco pueden ustedes encontrar la razón de tan justa fama. ¡Disfrútenlo, queridos amigos y amigas!

» D E S C A R G A

MP3 ABR ~ 320kbps 48 kHz | 7 tracks | RAR 105 MB | mega

Edelfelt Paisaje / Albert Edelfelt, 1889

viernes, 4 de octubre de 2013

SIBELIUS :: Segunda y Quinta sinfonías :: Jukka-Pekka Saraste

Grullas volando hacia el ocaso

Fragmento de la Quinta Sinfonía, mov. final. Se dice que Sibelius concibió este segmento al contemplar el paso de una bandada de cisnes (otros dicen que fueron grullas)


Las dos sinfonías más bienvenidas de Jean Sibelius han sido siempre la Segunda y la Quinta, si tomamos como indicador su popularidad. Por supuesto que no pretendemos la “canonización artística”: la cúspide del sinfonismo sibeliano se halla más bien en otras producciones de la serie. Pero, a lo que parece, estas dos obras han sabido robarse el corazón de los auditorios.

Sibelius fumando
El ascenso de Sibelius en el reconocimiento de su país y el mundo coincidió con el cambio de siglo y la ebullición nacionalista que cundió en el Gran Ducado de Finlandia, entonces súbdito de Rusia. La nación en ciernes encontró en el gran músico su cantor nacional, el artista que interpretaba su hondo sentir, más o menos como Italia se celebró a sí misma en el arte de Verdi. Y sin duda que el compositor nórdico “tradujo” su querida tierra natal en música de impresionante calidad.

No obstante, existe un elemento que me llama la atención en este risorgimento finlandés, tan distinto del italiano: la recurrencia a la ancestralidad del mito para asentar su propia identidad. El Kalevala, ciclo mitológico compilado por Elias Lönnrot a partir de la tradición oral todavía vigente en el siglo XIX, es, como dice la Wikipedia, una “reminiscencia y conceptualización metafísica de la generación mítica del pueblo finés, a la manera de los cantares de gesta medievales”.

Es decir, aunque en términos formales Finlandia adoptara la concepción del Estado acuñada por la Revolución Francesa, en términos psicológicos buscó sus arquetipos en las tradiciones autóctonas más venerables. Sibelius sacó gran provecho de este cantero creativo, ya en sus poemas sinfónicos, ya en sus sinfonías; estas últimas, aun sin ánimo descriptivo, demuestran un capacidad evocadora que nos remite, digamos “por afinidad espiritual”, a un pueblo notoriamente receptivo de su naturaleza agreste.

Bardos

Dos bardos fineses salmodiando el ancestral Kalevala / Era costumbre que los bardos, al tiempo que recitaban, mecieran sus cuerpos adelante y atrás, sentados uno frente al otro como en la fotografía. Gran parte de la poesía popular era cantada del mismo modo.

 

Caricatura de SibeliusHoy les ofrezco las Sinfonías 2 y 5 de Sibelius, exponentes rotundos de lo que podríamos llamar el estilo heroico del compositor, en donde el pensamiento musical abstracto refleja a la vez su talento «pictórico», su arte para generar grandes frescos mediante ideas fragmentarias que crecen en nitidez sucesivamente, obedeciendo una lógica interna muy meditada, o también, claro que sí, su consumada habilidad como instrumentador.

Cito a José Luis Comellas:

«Aliento épico, orquesta poderosa (puede recordar a Wagner, también a los mejores rusos, pero siempre con rasgos de originalidad muy personal), un descriptivismo muy vivo que nunca sabremos lo que describe, algunos fragmentos líricos que recuerdan canciones populares, pero, por mucho que busquemos, no encontraremos canciones populares parecidas, ni en Finlandia ni en ninguna otra parte. Podemos imaginarnos bosques umbríos, lagos helados, desenfrenadas carreras de trineo en noches de luna... (...) Lo cierto es que con aquella poderosa capacidad expresiva, utilizando todos los recursos de la orquesta, encontrando siempre frases originales que no parecen tener solución y alcanzan finalmente una desembocadura gloriosa y deslumbrante, se convirtió en el gran cantor de Finlandia, en el símbolo de su patriotismo irredento.»

Sus años de aprendizaje en Alemania dejaron huella en su música, y junto al ejemplo de Wagner (cuyo manejo de los instrumentos de metal le admiraba), Sibelius asimiló elementos de Bruckner, como el característico murmullo de las cuerdas antes de lanzar un tema.

Les dejo estas admirables sinfonías en versión del director Jukka-Pekka Saraste al frente de la Sinfónica de Radio Finlandia. Este equipo firma versiones ejemplares de las dos obras, capaces de competir de igual a igual con otras de mayor nombradía (como las de Maazel u Ormandy) y comprendiendo como pocos el personal universo sonoro de Sibelius. ¡Disfrútenlas!

» D E S C A R G A

MP3 ABR ~ 205 kbps 48 kHz | 7 tracks | RAR 110 MB

martes, 16 de abril de 2013

[repost] El Sibelius de Davis

cubierta
Con motivo del deceso del gran director inglés Sir Colin Davis vuelvo a colocar, como homenaje, un post que fuera publicado en junio de 2011 con una selección de obras de Jean Sibelius a cargo del extinto músico junto a la Sinfónica de Londres.

El célebre compositor finés encontró fieles seguidores entre los músicos (y audiencias) de habla inglesa. Thomas Beecham o John Barbirolli —figuras señeras de la conducción orquestal durante el siglo XX— declararon abiertamente su simpatía y trabaron amistad personal con el creador escandinavo. En la línea del mismo entusiasmo llegaría más tarde Colin Davis a labrarse un nombre como intérprete de la música sibeliana. Vale la pena conocer su visión. Pueden pinchar en enlace bajo estas líneas:


viernes, 21 de septiembre de 2012

Sibelius :: ANDANTE FESTIVO


Hay ciertas músicas en que la inspiración del compositor parece hallarse en «estado de gracia», por así decir. Tan elocuentes y conmovedoras llegan a ser. No se trata de páginas ambiciosas —al menos no necesariamente— sino de momentos de musicalidad pura, simples combinaciones armónicas, actos creativos sin alarde... pero capaces de sumergirnos de golpe en universos nuevos.

Hoy traigo una de estas páginas: el celebérrimo Andante festivo de Sibelius.


“A mis soledades voy…”

Hacia el año 1922 Jean Sibelius enmudecía como creador de grandes obras. Retirado a su finca campestre de “Ainola”, el brillante músico finés decidió “colgar la lira” y en vez de componer, abocarse a recorrer los bosques colindantes, escuchar radio durante horas, disfrutar los habanos, la compañía de su familia, los halagos de notabilidades y, a lo sumo, retocar obras previas. Pese a los anuncios de “inminentes” nuevos estrenos, lo cierto es que para entonces los títulos mayores de su producción habían sido publicados. Ninguno más se añadiría al catálogo. El mayor héroe cultural de Finlandia daba por cerrada su carrera.

Este silencio intriga a eruditos y aficionados. ¿Qué razones hacen desistir a un genio? En su momento, el gran Rossini abandonó intempestivamente la producción de óperas, abriendo un vacío que sólo vino a llenar Verdi años más tarde. Mi querido Brahms se retiró formalmente de la composición, y sólo volvió a escribir cuando el virtuosismo del clarinetista Mühlfeld le proveyó nueva inspiración.

Por su parte, Sibelius era un hombre contradictorio, unas veces jactancioso y soberbio, otras timorato e inseguro; con sus aptitudes renovaba tanto el lenguaje orquestal como las posibilidades de la sinfonía contemporánea; era un cantor de mitos ancestrales en una época que los había relegado, y evitó transitar la modernidad rupturista en pos de su propio concepto sonoro, ese que él mismo llamaba “agua pura de manantial”. Pero el manantial se secó y la voz del norte guardó silencio.

Murmullos de Ainola

Con todo, era un mutismo flexible. En su retiro Sibelius seguía recibiendo invitaciones y encomiendas. Algunas de ellas motivaron ciertos “murmullos” en forma de obras menores. Menores en escala, aclaremos, que no en calidad.

Justo antes de la Navidad de 1922, el médico Walter Parviainen propuso a nuestro artista la creación de una cantata festiva para celebrar los 25 años de los aserraderos y molinos de Säynätsalo. Sibelius no escribió música nueva, pero revisó sus apuntes y encontró una obra de pocas páginas, pensada para cuarteto de cuerdas y cuyos orígenes parecen remontar a un oratorio proyectado por él a principios del siglo XX, “Marjatta”. Ésta fue la pieza que ofreció a Parviainen... y supongo que esa circunstancia —la conmemoración en Säynätsalo— explica además el rótulo de festivo en una obra cuya cualidad emocional apunta más bien a una conmovida nostalgia.

El Andante festivo en su concepto original para cuarteto de cuerdas / fragmento del
2º día del Festival Sibelius 2011, organizado por la Sinfónica de Lahti


En 1929 contrajo matrimonio una nieta del compositor, Riita Sibelius, y el Andante Festivo sonó en la boda, esta vez ampliado a doble cuarteto de cuerdas. Puede que el compositor haya retocado entonces la obra, tan dado como era a revisar concienzudamente su producción.

Sibelius sentado junto a su aparato de radio / fotografía de Life (detalle)

En los años 30 del siglo pasado, el compositor se recreaba durante horas junto a su aparato de radio. Pero, como relata un sitio dedicado a la vida y obra del músico, “le molestaban los imperfectos parlantes de su tiempo, llevándolo a pensar que para la radio había que componer de forma distinta a como se hacía para la sala de conciertos. Esta idea la llevó a la práctica cuando su amigo Olin Downes, crítico del New York Times, le pidió dirigir una pieza musical que representara el saludo de Finlandia al mundo, durante una emisión radial destinada a celebrar la Feria Mundial de Nueva York [de 1939]. Sibelius, a la sazón con 73 años de edad, aceptó volver a empuñar la batuta tras un receso de más de una década. Preparó una versión del Andante festivo para orquesta de cuerdas y timbal con vistas a la transmisión por radio. Esa grabación es el único documento que existe de Sibelius en su faceta de director. El tempo elegido es solemne y bastante lento. La pieza fue grabada luego de ensayarla antes una sola vez.”

Desde el comienzo, el Andante festivo apela al registro más agudo de las cuerdas, en lo que se ha denominado a veces “sonido Lohengrin”. El ingreso de las secciones graves, apoyadas por el timbal, causa un efecto sencillo pero extraordinario de amplitud sonora. Se cuenta que tras aquel único ensayo previo a la grabación de la obra en 1939, el compositor hizo una sola observación significativa a los músicos: “toquen con más humanidad”. De aquí se desprende también el, digamos, espíritu de la pieza.

A continuación, como saludo de primavera y a un día del aniversario de la muerte de Sibelius (falleció un 20 de septiembre), les dejo algunas versiones de esta preciosa obra. Primero, Mariss Jansons y la Filarmónica de Oslo:


A continuación, la que dirigió Jean Sibelius en 1939, con una reforzada Orquesta Sinfónica de la Radio Finlandesa:

viernes, 16 de marzo de 2012

WORLD ENCORES / Mariss Jansons + Filarmónica de Oslo

sellos postales
Llegando el fin de semana nada mejor que música, buena música, para cambiar de ritmo y disipar presiones. En esta ocasión, de la mano de Mariss Jansons y la Filarmónica de Oslo, podemos dar una vuelta al mundo a través de páginas inolvidables de la música clásica, muchas de ellas ofrecidas habitualmente como bises (encores) en los conciertos. Jansons seleccionó con cuidado un repertorio que nos lleva por el muy ancho mundo de la música, desde las nieves escandinavas hasta la calidez del trópico, pasando por Corea del Sur, Japón, Grecia, Hungría, España, etc.

Una preciosa selección que espero disfruten intensamente.

aquí

mp3 HQ VBR | librillo en PDF | RAR 141,3 MB | yandex

1. Obertura de «Candide» / BERNSTEIN (Estados Unidos)

2. Elegía / KIM (Corea del Sur)

3. Vallflickans Dans / ALFVÉN (Suecia)

4. Pas de deux nº 14 de «Cascanueces» / CHAIKOVSKY (Rusia)

5. Danza Eslava nº 15 / DVOŘÁK (República Checa)

6. Vals Triste / SIBELIUS (Finlandia)

7. Wild Bears / ELGAR (Inglaterra)

8. Amanecer de «Peer Gynt» / GRIEG (Noruega)

9. Farandole de «L’Arlésienne» / BIZET (Francia)

10. Aria para la cuerda en Sol / BACH (Alemania)

11. Intermezzo de «Háry János» / KODÁLY (Hungría)

12. Intermezzo de «Cavalleria rusticana» / MASCAGNI (Italia)

13. Toccata / VILLA-LOBOS (Brasil)

14. Danza de los Celestiales / TOYAMA (Japón)

15. Danza de los Hombres / TOYAMA

16. Hora Staccato / DINICU (Rumania)

17. Preludio de «La Revoltosa» / CHAPÍ (España)

18. Polka «Unter Donner und Blitz» / STRAUSS hijo (Austria)

19. Tango: Jealousy / GADE (Dinamarca)

20. Finale de la suite «Zorba» / THEODORAKIS (Grecia)

miércoles, 18 de mayo de 2011

SVENDSEN | Rapsodias Noruegas

Kittelsen

Fragmento de la «Rapsodia Noruega nº 2»

Me llama mucho la atención cierta cualidad abundante en la música noruega: su lirismo. Es un rasgo nítido en el mayor compositor de esa nación de fiordos, Grieg, y lo es también en otro notable músico que fue su contemporáneo: Johan Severin Svendsen (* Cristianía, actual Oslo, 30 Sep. 1840; † Copenhague, 4 Jun. 1911).

Sin gozar de la misma inspiración que el creador de Peer Gynt, y con no más de 33 obras en su catálogo, Svendsen fue no obstante una figura de primera importancia en la historia artística de Noruega y Dinamarca durante el siglo XIX. De hecho, solamente Grieg superó en trascendencia la labor dinámica y fecunda de Svendsen como catalizador de un lenguaje musical propiamente escandinavo, en la senda del nacionalismo romántico alentado por Liszt.

Johan Svendsen (sentado a la derecha), Edvard Grieg (de pie) y Edmund Neupert retratados en Copenhague hacia 1870

La memoria de las generaciones suele condensar una época entera en un puñadito de nombres y fechas, olvidando el matizado contexto que hace posible una realidad. Por ello, no creamos que Noruega se reducía al poético Grieg, ya que ni él mismo estaría de acuerdo. En efecto, en una de sus cartas estampó las siguientes palabras:

[Svendsen] tiene todo lo que me falta. Él es, en mi opinión, el mayor artista... de todos los países escandinavos, y uno de los pocos grandes espíritus de Europa.

No le faltaba razón a esas apreciaciones. Si Grieg fue llamado “el Chopin del Norte” por su amplia literatura para el piano, Svendsen dejó en el género orquestal lo mejor de su producción. Firmó dos sinfonías (el manuscrito de la tercera fue echado al fuego por su mujer en un arrebato de ira...), dos conciertos (uno para violín, otro para chelo), así como un puñado de obras breves que testimonian su sabiduría instrumental. Y es que la orquesta se convertiría en su gran bastión: Svendsen fue el más eminente director escandinavo de su tiempo, responsable de introducir en los círculos musicales del Norte repertorios tan exigentes como las sinfonías de Beethoven o las óperas de Wagner.

Esta faceta interpretativa la ejercitó especialmente a partir de septiembre de 1883, cuando aceptó el cargo de kapellmeister en el Teatro Real de Copenhague. Durante el siguiente cuarto de siglo, Svendsen elevó la vida musical danesa a una nueva categoría, estimulando la aparición de músicos locales; no por nada el más grande de estos últimos, Carl Nielsen, sirvió en la orquesta del Teatro Real bajo la batuta del noruego.

Años atrás, en 1867, cuando visitara Reykjavik, Svendsen había dado un impulso similar a la carrera de Sveinbjörn Sveinbjörnsson, el primer compositor significativo de Islandia y autor de la música el hermoso himno nacional de aquel lejano país.

Knud Bergslien

«Atardecer en una cabaña de ganaderos» / Knud Bergslien, hacia 1858.

Svendsen siempre se interesó en la música popular de su país, la cual, dicho sea de paso, figura entre las más ricas del folklore septentrional. Quizá esos largos inviernos nórdicos, confinando a los habitantes al interior de sus hogares, hayan sido estímulo involuntario a la creatividad popular. El caso es que hacia 1840 se produjo la primera recopilación seria de tonadas populares por parte de Ludvig Mathias Lindeman. Diecisiete temas de Lindeman fueron utilizados por Svendsen en sus Cuatro Rapsodias Noruegas (1876-1877), inspiradas en las rapsodias lisztianas, y en las cuales se aprecian los rasgos que mejor distinguen al músico, así resumidos por la Wikipedia:

“La música de Svendsen recogió la herencia del conservatorio de Leipzig y si bien fue un romántico, no desarrolló un estilo radical y siempre empleó las formas clásicas. Su lenguaje armónico reveló cercanos lazos con Liszt y Wagner. Su instrumento era toda la orquesta y la exploró tanto creativa como interpretativamente, consiguiendo un brillante manejo de la instrumentación y un imaginativo tratamiento del colorido orquestal.”
Preikestolen, Noruega
carátulaDisfruten las 4 Rapsodias Noruegas y las fantasías orquestales Romeo y Julieta y Zorahaida, de Johan Svendsen, en interpretación de la Orquesta Sinfónica de Jutlandia del Sur, dirigida por Bjarte Engeset...

aquí

mp3 | 320 kbps | rar 140,8 MB | scans

martes, 10 de mayo de 2011

Bombones Finlandeses

kiira korpi
...y no me refiero a la bellísima Kiira Korpi


FINLANDIA tiene la particularidad de carecer de himno oficial: Maamme, el que hace las veces de tal, nunca ha sido oficializado. Fue escrito originalmente en sueco y además su música, de autor alemán, funge también como himno nacional... de Estonia. Pero el país encontró un temprano cantor entre sus artistas: Jan Sibelius; al margen de los múltiples análisis, lecturas, distingos, oposiciones y fervores suscitados por el compositor finés en el mundo artístico desde su aparición, para sus compatriotas la verdad es una sola: Sibelius es Finlandia en música.

La nación de los cien mil lagos (188 mil, para ser exactos) y las espléndidas auroras boreales se encontraba en plena eclosión nacionalista a fines del siglo XIX, cuando Sibelius ocupó su lugar en el panorama cultural de la nación en ciernes. Otros músicos habían ensayado caminos, y la saga mítica Kalevala —serie de cantos ancestrales tomados de la tradición oral— asumió el rol de “Gran Relato” desde donde conjurar la propia identidad.

Segmento con el «Himno de Finlandia» en el poema sinfónico de Sibelius

aurora boreal Aurora boreal

Las relaciones con la Rusia de los Zares atravesaban entonces un mal momento. Finlandia era un Gran Ducado semi-autónomo del Imperio ruso: se gobernaba con leyes propias, mantenía su religión ajena al gobierno de los popes ortodoxos, y a sus hombres exentos del servicio militar obligatorio para la mayoría de las provincias. Pero en 1899 el Zar Nicolás II firmó el “Manifiesto de Febrero” con el cual aprobaba la política de rusificación del país. Las protestas no se hicieron esperar. Nuestro compositor se sumó al avivamiento de los ánimos con su arte, y así fue como escribió la Música para las Celebraciones de la Prensa [op. 25/26] aquel mismo año, consistente en una corta obertura y seis tableaux (cuadros vivos) sobre escenas históricas, autoría de Kaarlo Bergbom, con textos de Eino Leino y Jalmari Finne. El último tableaux se tituló “Finlandia despierta”, y caló hondo en el auditorio. Sibelius lo revisó por separado al año siguiente y desde su publicación como poema sinfónico independiente, cobró una popularidad que no se ha marchitado. Al propio compositor le acabó disgustando recibir cartas, durante su retiro en Ainola, que alababan su arte citando meramente “Finlandia” y el “Vals Triste”...

El “Himno de Finlandia” que suena en determinado momento de la obra inició una carrera propia. Fue arreglado para coro de voces masculinas con palabras de Wäinö Sola, en 1937, y de Veikko Antero Koskenniemi en 1940. Conservando la letra de este último, el himno fue trasladado a coro de voces mixtas en 1948.

Veikko Antero Koskenniemi, 1940

Oi, Suomi, katso, sinun päiväs' koittaa,
Yön uhka karkoitettu on jo pois,
Ja aamun kiuru kirkkaudessa soittaa,
Kuin itse taivahan kansi sois'.
Yön vallat aamun valkeus jo voittaa,
Sun päiväs' koittaa, oi synnyinmaa.

Oi, nouse, Suomi, nosta korkealle,
Pääs' seppelöimä suurten muistojen.
Oi, nouse, Suomi, näytit maailmalle,
Sa että karkoitit orjuuden,
Ja ettet taipunut sa sorron alle,
On aamus' alkanut, synnyinmaa.

Traducción aproximada

Finlandia, tu día por fin se levanta;
La noche y sus amenazas caen ante la luz,
Canta de nuevo la alondra al rayar el alba,
Llenando el aire hasta los altos cielos,
La mañana resplandece sobre la oscuridad vencida;
Ha llegado tu día, mi tierra natal.

Levántate, oh Finlandia, mira con orgullo al porvenir,
Recuerda otra vez tus valientes hazañas;
Levántate, oh Finlandia, y a la vista del mundo
Borra de tu frente la mancha de vil esclavitud.
No te quebrantó el dominio del opresor;
Ha llegado tu día, mi tierra natal.

Precisamente les comparto hoy el Poema Sinfónico “Finlandia” Op. 26, en versión de Leif Segerstam y la Filarmónica de Helsinki, con la particularidad de incluir un coro de voces masculinas en la sección del Himno. AQUÍ.

Y además, la versión a capela, AQUÍ.

sábado, 3 de julio de 2010

SINDING: SINFONÍAS 1 y 2

Hans Dahl
Hans Dahl: «Muchacha caminando frente al fiordo»

Pensar en la música clásica de Escandinavia nos lleva invariablemente a un par de figuras estelares: Grieg y Sibelius. Por su fama se diría que ambos nombres resumen en sí mismos toda música posible en aquellas tierras. Pero no es cierto. La realidad se nos descubre distinta, más variada y mucho más interesante.

El lejano Norte responde a las mismas leyes de cualquier otro lugar: todo artista emerge de un contexto y toda gran obra se apoya en muchas otras no tan grandes. No tan grandes, cierto, pero muy importantes, como balas trazadoras que anticipan el tiro perfecto. Eso nos otorga un amplio territorio donde caben gratos descubrimientos, uno de los cuales, sin duda, es el compositor noruego Christian August Sinding (* Kongsberg, 11 Ene. 1856; † Oslo, 3 Dic. 1941).



Christian Sinding en su vejezEste prolífico autor corresponde a la generación inmediatamente posterior a Grieg, por lo cual fue visto como heredero natural del primer gran creador noruego. Al igual que éste, Sinding partió a perfeccionar sus estudios en el Conservatorio de Leipzig, donde fue alumno de Salomon Jadassohn. Sinding pasaría en Alemania largos 40 años de su vida, asimilando los modelos musicales de la órbita germana: Schumann, Liszt, Strauss y especialmente, Wagner. Esta impronta germánica concierne a la música sinfónica de Sinding, tonal, bien orquestada, atractiva, contrastada, pero no innovadora; en cambio, sus creaciones de cámara siguen de cerca la pista de Grieg.

El gobierno noruego le concedió ayudas económicas regulares desde 1880, que se convertirían en pensión anual a partir de 1910. En efecto, para entonces Sinding se había hecho un nombre en toda Europa, y en Noruega fue homenajeado como el compositor más grande desde Grieg. Sin embargo, esa fama se eclipsó desde su muerte.

Una comprensible razón fue la agria etapa que atravesó entonces Occidente, con el alzamiento de los nacionalismos políticos, sus actos criminales y la desolación de la postguerra. En 1941, ocho semanas antes de fallecer, Sinding se afilió a la sucursal noruega del partido nazi… o al menos eso consignaron los documentos, porque la voluntad y lucidez del compositor estaban perdidas para entonces: sufría demencia senil desde la década anterior. Como sea, la vida noruega de postguerra lo ignoró, hasta que el paso del tiempo permitió un análisis más sereno de toda aquella circunstancia — aun así, la controversia no se ha agotado.

Vigeland

Esculturas del Parque Vigeland, Oslo

Es comprensible que el posrromanticismo de Sinding lo haya alejado de los gustos y estilos europeos de mediados del siglo XX. No obstante, la calidad y belleza de sus sinfonías, particularmente la primera de ellas —considerada la mejor de las cuatro que escribió— ameritan el homenaje de este blog a su indiscutible talento.

Disfruten las Sinfonías n° 1 en Re menor y n° 2 en Re mayor de Christian Sinding, en la interpretación de la Orquesta de Radio Noruega... AQUÍ

domingo, 20 de junio de 2010

ACCEDIENDO A SIBELIUS

Sibelius

CON FRECUENCIA han visto en esta página al gran compositor finés Jean Sibelius. Me gusta su música. Me convence su postulado artístico. Y además disfruto una enormidad su arte de orquestador, uno de los más finos que se conozcan, quizá beneficiado por el fenómeno de la sinestesia — esa “peculiar cualidad sensorial según la cual, a partir de la estimulación en uno de los sentidos, se produce una respuesta automática en otro de ellos. Dicho de otra manera las personas con sinestesia pueden llegar a oír colores, ver sonidos o asignar un sabor a una determinada textura” (fuente). Tal riqueza de percepciones fue, muy probablemente, lo que alentó una equivalente riqueza en la traducción instrumental de sus ideas, originando “frescos sonoros” llenos de sutileza y poder.

Mar Báltico

El impacto de la naturaleza fue crucial en la inspiración de Sibelius. Su extraordinaria capacidad evocadora llevó los parajes nórdicos a la sala de conciertos, habituándonos a los fiordos, la aurora boreal, los bosques nevados o la fría majestad del Báltico.

Vainamoisen Aquí encuentra su hábitat otra gran fuente inspiracional de nuestro compositor: la mitología nórdica contenida en el Kalevala. Sin embargo, no se piense que estas innatas condiciones descriptivas puedan sujetar a Sibelius a elementos circunstanciales. Lo suyo fue recrear los materiales donde descubría inspiración.

Al mismo tiempo, fue un maestro consumado del lenguaje “abstracto”, legándonos un corpus sinfónico personalísimo en el cual, un poco a la manera de Beethoven, cada creación difería de sus predecesoras para explorar nuevos territorios, siempre atento al difícil equilibrio entre forma y contenido.

Sibelius, en suma, es un universo. Y para adentranos en él, el sello ONDINE agrupó un puñado de obras e intérpretes representativos en el disco que hoy les comparto. Los títulos son reconocibles:
  • Suite Karelia, Op. 11
  • Valse Triste (de 'Kuolema'), Op. 44/1
  • La Hija de Pohjola (Pohjolan tytär), fantasía sinfónica, Op. 49
  • El Cisne de Tuonela, poema sinfónico, Op. 22/2
  • Andante Festivo, arreglo para orquesta de cuerdas... dirigido por el propio Sibelius
  • Tres piezas de 'La Tempestad', Op. 109
  • ... y la infaltable Finlandia, poema sinfónico Op. 26

¡Que disfruten una agradable travesía rumbo al Norte!


jueves, 1 de abril de 2010

SIBELIUS: CONCIERTO para VIOLÍN [Versión original]

El Concierto para violín en Re menor de Jean Sibelius se ha consolidado en el repertorio estándar de este instrumento. Suele ser programado como compañero de otras grandes páginas nacidas en el siglo del Romanticismo, aunque cronológicamente haya aparecido después (1903/1904), constituyéndose en uno de los grandes conciertos del siglo XX. Sin embargo, esta obra maestra necesitó tiempo y una revisión para conquistar la fortuna, que le fue muy esquiva el día de su estreno en Helsinki.

En 1905 Richard Strauss y la Filarmónica de Berlín (casi nada...) ofrecieron el estreno de la versión revisada por el autor, quien suprimió numerosos pasajes, concentrando las ideas y en general mejorando la obra. Las dificultades técnicas que entraña son célebres, pero a diferencia de otros grandes compositores, Sibelius conocía personalmente las posibilidades del violín —alguna vez pretendió la carrera de virtuoso— y no necesitó un “consultor técnico” como Brahms, Beethoven o Mendelssohn.

Mientras la versión definitiva se asentaba, la familia Sibelius mantuvo en su poder el manuscrito con la versión de 1903 (vetada por el compositor). En 1990 permitió que se la volviera a interpretar y a grabar.

Un examen mucho más acabado y lúcido de esta partitura original lo encontrarán visitando este LINK.

Hoy les ofrezco el Concierto para violín en Re menor de Sibelius en su versión original, interpretado por Leonidas Kavakos en el violín, la Orquesta Sinfónica de Lahti y la dirección de Osmo Vänskä... AQUÍ

sábado, 13 de febrero de 2010

SIBELIUS: PIEZAS BREVES PARA PIANO

Así como el Cisne de Tuonela trajo reminiscencias impresionistas a los oídos del Gatosierra, tiempo atrás, son para mí estas páginas pianísticas las que vinculan a Sibelius con una atmósfera cercana al impresionismo francés. También rondan los espíritus de Grieg, Schumann o Chaikovsky pero, si la palabra “impresionismo” no existiera, sería preciso acuñarla para calificar varias de estas piezas breves, donde el poder de evocación que caracteriza al finés se amolda a las posibilidades del instrumento.

Recordemos que no era el piano el favorito de Sibelius, sino el violín, pero eso no impide las armonías difuminadas, la inventiva rítmica, la generación de motivos a partir de breves figuras melódicas, el equilibrio entre imaginación poética y rigor lógico, en fin, todo aquello que perfila al maestro nórdico. Con frecuencia, el compositor escribió piezas pianísticas para sostener a su familia; ello, sin embargo, no rebajó su calidad, y en más de una ocasión Sibelius manifestó la fe que depositaba en esta parcela de su producción.

En las páginas del presente álbum destacan dos colecciones denominadas a partir de árboles o flores de su Finlandia querida; es en ellas donde aquel “impresionismo” evocador queda más patente. El piano, convertido en paleta de colores, desmenuza su sonido para revivir casi las fragancias, casi el viento que mece, casi la luz oblicua que tiñe y destiñe las campánulas, los alerces, los pinos de ese remoto confín del mundo.

El Bardo de Ainola nos infiltra en su propia contemplación de la belleza septentrional. ¡Disfruten esta música para piano de Jean Sibelius, interpretada por Erik T. Tawaststjerna!

árboles de Finlandia
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sábado, 19 de septiembre de 2009

EL BARDO DE LA AURORA


Las auroras boreales son uno de los espectáculos más hermosos de toda la naturaleza. Finísimos velos de partículas iridiscentes transfiguran la noche, esparciendo colores casi mágicos desde una altitud difícil de precisar, mientras el viento solar anima sus impredecibles ondulaciones.


El esplendor majestuoso de la Naturaleza ha cautivado a menudo la imaginación de grandes artistas, infundiendo ideas en ellos como si les comunicara una visión del Absoluto. Dicen que un monje intuyó las ojivas del gótico en dos ramas entrecruzadas. Yo les confieso que las auroras boreales me remiten directamente a los ostinati de Sibelius, esa “pátina sonora” que emerge de las cuerdas mediante la insistente repetición de un motivo breve, arropando en su murmullo la melodía que está a punto de nacer. David Revilla, en su excelente blog dedicado a Sibelius, analiza muy bien esta característica a la que llama el “aura” sibeliana. De mi parte, me permito sólo una recomendación quizás ingenua: cuando escuchen a Sibelius, piensen en las auroras boreales.

Para explicarme mejor, les propongo un experimento. Abajo coloqué una filmación de auroras boreales durante una noche noruega. Más abajo, un reproductor contiene música de Sibelius: el inicio de su poema sinfónico “En Saga”. Pinchen primero el video, dejen que caiga la noche (aprox. 00:15) y entonces pinchen la música. Perciban la mezcla, la manera en que las sensaciones sonoras se adecuan a la naturaleza nórdica. ¡La esencia del Norte hecha música!



SibeliusEl Poema Sinfónico “En Saga” Op.9 (1892, rev. 1902) es uno de los logros rotundos del compositor en este género. Traduce el ambiente legendario del »Kalevala« pero no se ciñe a un episodio determinado; es una evocación genérica, abstracta. En las décadas siguientes Sibelius seguirá moviéndose hacia lo abstracto hasta fundir la libertad del poema tonal con la lógica del molde sinfónico en su Opus 105, la Séptima Sinfonía en Do mayor (1924). Pero esa ya es otra historia. Hoy escucharán “En Saga”, con su maravillosa imaginación tímbrica. Interpretan Vladimir Ashkenazy junto a la Orquesta Philharmonia, AQUÍ (o pinchando el semblante del maestro.)

viernes, 21 de agosto de 2009

EL CISNE DE LOS MUERTOS

franja

Tuonela es la isla de los muertos en la mitología finesa, isla a la que rodea Tuoni, un río de aguas negras sobre las cuales canta un cisne negro. Decían antiguamente que estas hermosas aves sólo cantaban para anunciar su muerte; hay, pues, un poético acierto en concebir al negro cisne de los muertos como un ave cantora.

No me gustaba mucho este poema sinfónico de Sibelius, pese a su fama o quizás a raíz de ella. Pero hace poco tiempo atrás me tomó por sorpresa.

Su acorde inicial desprende una belleza terrible, sobrecogedora, a medida que desplaza su centro por la familia de las cuerdas desde el grave profundo al extremo del agudo, como si el tiempo se detuviera en una exclamación definitiva. Luego, el corno inglés emite su hipnótica melodía, y el cisne de Tuonela surge en nuestra imaginación. Como ha notado alguien, esta obra parece despojarse del tiempo y discurrir sólo a partir de las emociones, quizá para describir mejor un lugar donde las proezas de la vida han quedado irrecuperablemente atrás.

El cisne encarnado por el corno inglés, su melodía oscilante, la vastedad desoladora que irradian las cuerdas y el poder de sugerencia que habita esta composición logran conmover como sólo sabe hacerlo un gran maestro. Pues, aunque fue nórdico, bardo de parajes gélidos, Sibelius nos recuerda que el hielo también quema...

Disfruten El Cisne de Tuonela, poema sinfónico de Jean Sibelius, interpretado por Neeme Järvi y la Sinfónica de Gotemburgo, AQUÍ.

lunes, 10 de agosto de 2009

EL CONTEMPLATIVO MAESTRO DEL NORTE

Sibelius. Siempre me ha parecido el suyo un nombre llamativo. En rigor es sólo el apellido, pero como es costumbre con los grandes compositores, la leyenda fabrica después con ese apellido una fórmula concisa. Casi una cábala, o ya que hablamos de un nórdico, casi una runa. Basta ese apellido para evocar la totalidad que se llamó Johan Julius Christian Sibelius.

Es un compositor que me inspira muchas veces cierta sensación de hechicero, de conjurador sabio y meditabundo que destila las esencias de aquella naturaleza que le fue familiar. Pues, si comencé hablando de fórmulas breves que evocan realidades mayores, el arte de composición de Sibelius está basado justamente en esa rara cualidad. Él fue (y sigue siendo) capaz de reproducir en lengua sinfónica los acantilados, la marea, el bosque profundo, la nieve, las aguas dormidas de un gran lago en invierno, la aurora boreal reflejada en su superficie... No como simples postales, sino como elaboraciones vívidas, diría quintaesenciadas. Ahondando ese propósito con fervorosa severidad a través de los años, Sibelius fue llegando a la concisión máxima, hasta desembocar en el silencio. Uno de los más resonantes de que se tenga memoria en la Historia de la Música, a juzgar por la inquietud que causa en quienes hemos buscado sus razones.

Pero ahora, volvamos a las etapas del comienzo, cuando el Maestro compuso un poema sinfónico titulado “La Ninfa del Bosque”. La descripción de cuanto hay en el bosque más allá del bosque mismo nos atrapa desde sus primeros ostinati de las cuerdas, esa “aura” que anuncia una fórmula musical a punto de producirse.

Disfruten esta maravilla AQUÍ.


Metsänhaltija (La Ninfa del Bosque) Op. 15, balada para orquesta (1894)

Alla marcia ~ Vivace assai ~ Molto vivace ~ Tempo primo ~ Moderato ~ Molto lento

Osmo Vänskä & Orquesta Sinfónica de Lahti
Cello solo: Timo Keinonen

WMA VBR Quality 98 48 kHz


 
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