viernes, 19 de noviembre de 2010

SCHUMANN / Réquiem para Mignon

mignon

El Romanticismo en sus etapas de inicio y plenitud (aprox. 1800-1850) tenía lo que podría llamar “pureza de intención”. Se deparaba ante la creación artística respetuoso y deslumbrado, como ante un misterio. Al reaccionar contra la idolatría a la norma y la racionalización omnímoda que caracterizó antes al Iluminismo, se levantaba también contra el artificio, contra el afán de encorsetar la realidad viva en fórmulas inflexibles.

Es toda una postura frente a la vida. El racionalismo a ultranza arriesga convertirse siempre en una reducción, pues ni el más brillante de los hombres logra abarcar, desmenuzar y contener en una elaboración mental las infinitas posibilidades latentes en el universo. Y al parecer, según la experiencia muestra, tampoco las que anidan en ese otro universo —tanto o más insondable— llamado corazón humano. En ambos casos la sola razón queda corta ante realidades que se divierten en eludirla.

Conviene matizar, eso sí, que el valor otorgado por los románticos a lo espontáneo e inmensurable no significaba un repudio minucioso de la racionalidad, como a veces se piensa. Robert Schumann, epítome del Romanticismo musical, produjo como pocos un arte de efervescente originalidad, pero también supo discernir con agudeza el potencial de la estructura musical como soporte de la inspiración, intentando fundir la libertad de su ideas con la forma clásica. Preveía que ese logro difícil —equilibrar lo imprevisible con lo premeditado— generaría obras de inusitado alcance.

SchumannHay quien dice que esa tensión entre polos tan opuestos agotó la frágil psiquis del compositor. Lo dudo. Mejor sería admitir que esa clase de “originalidades” son el meollo más interesante del músico de Zwickau. De la misma manera que su cuasi-discípulo Brahms o su querido amigo Mendelssohn, Schumann valoró el pasado y tomó de él elementos para su propia obra; compartió la fascinación por las poderosas novedades de Beethoven y supo celebrar la genialidad de muchos contemporáneos suyos (Brahms otra vez, Weber, Chopin...). Nunca perdió “la aptitud para el eureka”, para el asombro que precede al descubrimiento. Por eso fue un renovador.

En la galería de personajes célebres con que Goethe enriqueció la literatura, encontraremos a una jovencita italiana llamada Mignon. El escritor la hizo aparecer en su novela “Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister”. Encarna un tipo femenino grácil, encantador pero maltratado por el destino, ambiguo en el travestismo circense. Goethe le añade otra faceta más metafísica: la inocencia clarividente. En efecto, la muchacha, secuestrada por una trouppe de cómicos ambulantes, demuestra una misteriosa y trascendente espiritualidad, en pugna con la tragedia de su origen, el incesto. Causó tanta sensación esta figura, que otra trouppe (esta vez de artistas reales) se precipitó sobre los versos goethianos para trasvasarlos a nuevas formas. Aquí es donde emerge Robert Schumann, con su infrecuente combinación de talento musical y literario. Compone formalmente la música que Goethe simplemente alude en la novela. Así nació el “Requiem para Mignon”, Op. 98b, inusual variante del “género fúnebre” dedicado no a un ser real, sino imaginario. Sobra decir que no tiene uso litúrgico ni se ciñe a credo alguno, pero sí tiene sentido ritual y expresa el clima —digno, reflexivo, tierno y trascendente— que un oficio de difuntos debiera comunicar. Todo ello expresado con el ímpetu propio del compositor, su inquietud armónica y su melodismo sensible y apasionado.

NOTA en 2020: Un dato interesante para entender mejor esta obra es que en 1848 Schumann había fundado en Dresde una exitosa Sociedad Coral (llegó a tener 70 miembros) con el fin de explorar y difundir la música sacra de Palestrina, Bach, Mozart y Haydn, entre otros. El Réquiem para Mignon fue compuesto al año siguiente, centenario de Goethe, y en el estilo coral se percibe influencia de los compositores redescubiertos en aquella Sociedad.

Disfruten esta breve e inspirada obra maestra:


Visite esta galería de antiguas postales europeas referidas a Mignon

3 comentarios:

Mari dijo...

No habia nunca oido hablar de esta obra
Muy bien visto y dicho tu explicación de la "pureza de intención" que caracterizaba a los artistas de este momento
En cuanto a Goethe ,hay pocos escritores ,que hayan enriquecido tanto el mundo musical como él
Por cierto esta vez nos lo has puesto muy acicalado y reposado
Gracias Joa por este bonito despertar dominguero
En cuanto a Mignon "elle est très mignonne!

q u i n o ƒ ƒ dijo...

jajaja, Mary, qué gusto y qué risa: ciertamente Goethe se preparó mejor esta vez, visto que habría de posar ante público tan observador. Este "Réquiem de Mignon" es la primera parte del disco que compartiré completo; la segunda parte consiste en la Misa en Do menor.
Por cierto, cometí un crimen: ni siquiera mencioné a los intérpretes. Son el Coro y Orquesta de la fundación Gulbenkian de Lisboa. Los solistas los identificaré con la otra entrega.

Cariños Mary!

Mari dijo...

En una ocacion,Joa,ví una exposición de libros antiguos con las "reliures" magnificas que venia de la fundación Gulbenkian
Eran unos libros antiguos maravillosos
Un precioso arte tambien el de la "encuadernación",me lo has recordado al leer el nombre de la orquesta

 
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