jueves, 27 de agosto de 2009

KAYAH & BREGOVIC

Bregovic y Kayah

Hoy les sirvo un plato étnico. En 1999 Goran Bregović se reunió con la cantante polaca Kayah (Katarzyna Szczot) en uno de los discos más premiados de Europa oriental. Lo titularon sin mayores rodeos “Kayah y Bregović”.

Las diez pistas del álbum dieron ocasión al talentoso compositor de Sarajevo para deslumbrar nuevamente con su encendida mezcla de estilos, esta vez “hilvanados” mediante la voz poderosa y dúctil de la vocalista. Bregović podría destronar a Händel en la lista de los compositores dados a reciclar su propia obra; pero cada una de las 10 piezas de “K&B” reinventan el original.

La fusión de ritmos y armonías, maravillosas por cierto, son mucho más que “música gitana”. Los Balcanes han sido durante siglos una sufrida geografía tan llena de bellezas naturales como de trágicas confrontaciones. Los musulmanes europeos que habitan allí, derelicto de antiguas ocupaciones, malconviven junto a ortodoxos y católicos con quienes les une la sangre y de quienes les aparta la fe... Imposible no recordar a España y su cultura, donde confluyen tantas vertientes, y por supuesto a Latinoamérica, amalgama nueva de pueblos y tradiciones. No es casual, creo yo, que Emir Kusturica, cuyas películas afamaron a Bregović, sea en nuestra región tan reconocido como en su tierra natal. Supongo que nos entendemos bien.

En fin, este disco opera como una cita entre dos mundos: Polonia eslava, católica (pero también ortodoxa), resonancias gitanas e islámicas de los Balcanes. El fervor de la mezcla es casi incontenible. La genialidad de Bregović estriba justamente en esto: crear un todo coherente con elementos tan disímiles, y hacer de la música un ejemplo de integración con que decirle a su propia tierra: “Hey, somos así, podemos esto!”. A quien no haya oído esta música antes, le animo a hacerlo. Sentirán una enorme sorpresa que quizás los desconcierte al principio, pero créanme, pronto se sentirán conquistados por este desborde de magia, estremecimiento y seducción.

  • Tomen el disco desde AQUÍ.
MP3 VBR 71 MB

PIXAR, “Partly Cloud”


PIXAR se ha vuelto la nueva cara de Disney, y lo ha hecho con creatividad. Aparte de las películas ya bien conocidas que han generado los últimos años, merecen atención sus cortometrajes como éste, que invita a ver Elgatosierra: “Partly Cloud”.

miércoles, 26 de agosto de 2009

BRAHMS: CONCIERTO PARA VIOLÍN [Menuhin, Furtwängler, 1949]


La suma de ciertos nombres ya le sube a uno la presión de pura expectativa. Prueben por ejemplo esta combinación: Brahms + Yehudi Menuhin como solista + Wilhelm Furtwängler como director... ¿Tartamudeo? Comprensible. Esta es la legendaria versión del Concierto de violín de Brahms registrada el año 1949 en el Festival de Lucerna, con dos intérpretes como ha habido pocos y que caracterizaron su oficio con la entrega sin reservas a la partitura, junto a un magnífico entendimiento sin palabras que lo lleva a uno a creer en la telepatía. Existen quienes suenan más precisos, más afilados o más incendiarios que Menuhin; pocos, en cambio, más sinceros, vitales y llenos de espíritu. De Furt, ni se diga. En consecuencia, esta versión se distingue por su elocuente virtud interpretativa, esto es, por recuperar de la letra escrita el espíritu que la concibió.

Y valga mencionar también que eran los tiempos en que Menuhin se jugaba por reivindicar al gran director alemán.

Descargar AQUÍ.

lunes, 24 de agosto de 2009

CANTANDO LA LLUVIA....

Inagotables posibilidades de la imaginación. Es lo que me viene a la mente cuando veo esta clase de ocurrencias. Gracias a la Dra. Mara por avisar de esta sorpresa.

sábado, 22 de agosto de 2009

UN PROKOFIEV MÁS ÍNTIMO

Prokofiev irónico

Don Proko está de vuelta

por Ernesto NOSTHAS


Nuestro buen amigo QUINOFF y su blog que tan gentilmente me ha acogido, tuvo una terapia de choque directa con Prokofiev a través de mis notas. Luego de mi primer artículo sobre Prokofiev, ha pasado mucha agua por el puente, y ya hay nuevas visiones sobre su obra en el blog y lo celebro muchísimo. Luego de conocer su integral Sinfonica, un conjunto poco conocido de obras concertantes, ahora los invito a visitar un Prokofiev mas íntimo con una pequeña selección de obras para violín y piano.

En este repertorio destaco sus dos sonatas para violín, tan opuestas entre sí como musicalmente complementarias, algo así como el yang y el ying de su opúsculo musical.

Al igual que con los dos primeros conciertos para piano de Beethoven y Chopin, donde el segundo es en realidad el primero y viceversa, así ocurre con la Primera Sonata para Violín en Fa menor, la que recibe el número de opus 80 pero fue completada dos años después que la Segunda.

La primera sonata está integrada de cuatro movimientos y posee un clima oscuro y misterioso en todo su desarrollo, en especial en los tres primeros movimientos, no en balde fue la música seleccionada a manera de panegírico en el funeral de Prokofiev como un tributo de sus grandes amigos David Oistrakh y Sviatoslav Richter. El mismo Prokofiev en sus notas para el estreno de la obra destacaba que “las escalas deslizantes del violín en los finales del primer y cuarto movimiento evocan el susurro del viento al pasar entre las lápidas de un cementerio”.

Esta sonata fue estrenada bajo la directa supervisión del compositor por sus amigos David Oistrakh empuñando el violín y Leiv Oborin al piano el 23 de octubre de 1946, y cuenta en sus memorias Oborin que en el último movimiento, un pasaje marcado por el compositor como forte, lo interpretó con poca intensidad en contraste con los deseos del compositor, dado que, según su lógica, ahogaría el sonido del violín. Ante ello, Prokofiev le gritó:
—Leiv, no... tócalo como si quisieras que tu auditorio piense que te has vuelto loco y odias al violinista...

En contraste, escuchen la Segunda Sonata, la cual contiene la inspiración melódica más rica de toda la obra de Prokofiev. Esta bellísima obra es una adaptación hecha por el mismo compositor de su propia Sonata para Flauta y Piano durante su retiro en las Montanas Urales durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, respondiendo a una solicitud de Oistrakh.

Esta obra es más convencional en su estructura, también en cuatro movimientos, está llena de pasajes de complicado virtuosismo con un lenguaje sencillo, melódico y grandilocuente, en particular en su radiante y victorioso movimiento final. Esta obra, al igual que la Primera Sonata, fue interpretada en su estreno en junio de 1944, por el tándem Oistrakh-Oborin.


El CD ofrecido recoge estas dos obras maestras y se acompaña de una obra temprana de Prokofiev, las Cinco Melodías para Violín y Piano op.35bis, que son interpretadas por Gidon Kremer (Violín) y la emérita virtuosa argentina Martha Argerich (Piano) para el sello Deutsche Grammophon (julio 1992).

Disfrútenlo mis amigos... y luego de Prokofiev mis incursiones en el siglo XX las orientaré hacia el maestro norteamericano Aarón Copland.

» D E S C A R G A

MP3 CBR 192 kbps | 13 tracks | RAR 89,45 MB | ··

Sergei Prokofiev: Sonata for Violin and Piano No 1 in F minor, Op 80 / Five Melodies for Violin & Piano, Op 35bis / Sonata for Violin and Piano No 2 in D major, Op 94b

Gidon Kremer (Violin), Martha Argerich (Piano)

Recorded in Studio at Maison de la Radio BRI (Brussels), Mar/Apr 1991.

1 Sonata for Violin and Piano No 1 in F minor, Op. 80: 1. Andante assai 6:58
2 Sonata for Violin and Piano No 1 in F minor, Op. 80: 2. Allegro brusco 6:42
3 Sonata for Violin and Piano No 1 in F minor, Op. 80: 3. Andante 7:33
4 Sonata for Violin and Piano No 1 in F minor, Op. 80: 4. Allegrissimo - Andante assai, come prima 7:17

5 Five Melodies for Violin and Piano Op. 35bis: 1. Andante 2:12
6 Five Melodies for Violin and Piano Op. 35bis: 2. Lento, ma non troppo 2:50
7 Five Melodies for Violin and Piano Op. 35bis: 3. Animato, ma non allegro 3:28
8 Five Melodies for Violin and Piano Op. 35bis: 4. Allegretto leggero e scherzando 1:28
9 Five Melodies for Violin and Piano Op. 35bis: 5. Andante non troppo 3:13

10 Sonata for Violin and Piano No.2 in D major, Op.94a: 1. Moderato 7:40
11 Sonata for Violin and Piano No.2 in D major, Op.94a: 2. Scherzo. Presto 4:38
12 Sonata for Violin and Piano No.2 in D major, Op.94a: 3. Andante 3:42
13 Sonata for Violin and Piano No.2 in D major, Op.94a: 4. Allegro con brio 6:52


viernes, 21 de agosto de 2009

EL CISNE DE LOS MUERTOS

franja

Tuonela es la isla de los muertos en la mitología finesa, isla a la que rodea Tuoni, un río de aguas negras sobre las cuales canta un cisne negro. Decían antiguamente que estas hermosas aves sólo cantaban para anunciar su muerte; hay, pues, un poético acierto en concebir al negro cisne de los muertos como un ave cantora.

No me gustaba mucho este poema sinfónico de Sibelius, pese a su fama o quizás a raíz de ella. Pero hace poco tiempo atrás me tomó por sorpresa.

Su acorde inicial desprende una belleza terrible, sobrecogedora, a medida que desplaza su centro por la familia de las cuerdas desde el grave profundo al extremo del agudo, como si el tiempo se detuviera en una exclamación definitiva. Luego, el corno inglés emite su hipnótica melodía, y el cisne de Tuonela surge en nuestra imaginación. Como ha notado alguien, esta obra parece despojarse del tiempo y discurrir sólo a partir de las emociones, quizá para describir mejor un lugar donde las proezas de la vida han quedado irrecuperablemente atrás.

El cisne encarnado por el corno inglés, su melodía oscilante, la vastedad desoladora que irradian las cuerdas y el poder de sugerencia que habita esta composición logran conmover como sólo sabe hacerlo un gran maestro. Pues, aunque fue nórdico, bardo de parajes gélidos, Sibelius nos recuerda que el hielo también quema...

Disfruten El Cisne de Tuonela, poema sinfónico de Jean Sibelius, interpretado por Neeme Järvi y la Sinfónica de Gotemburgo, AQUÍ.

jueves, 20 de agosto de 2009

Kajra Re


Cuenta la leyenda que Julia Roberts calificó a la protagonista de este video como “la mujer más bella del mundo”. ¿Su nombre? Aishwarya Rai. Beldad hindú que casi nos convence de hacernos panteístas para admitir que es una diosa. Lo cierto es que se trata de una celebridad del cine indio, triunfadora en múltiples certámenes de belleza y artista pródiga en talentos... muchos de los cuales quedan a la vista en este clip, elegido el mejor de 2005 por canción y coreografía en la edición indostaní de Times.

La belleza que despliega la coreografía es extraordinaria no sólo por en los movimientos amplios, sino en los pequeños detalles; un pequeños gesto exacto de las manos, un preciso vaivén de los hombros, un calculado guiño de los ojos que rebosan significado en la tradición del baile oriental, con milenios de ventaja sobre Occidente. En fin, disfruten la belleza que emana de la actriz, de la música, del ambiente... de todo en este segmento de música y baile, parte de la película Bunty Aur Babli.

lunes, 17 de agosto de 2009

KILLING US SOFTLY... o el Clarinete según Brahms


Brahms es mi eterno retorno. ¿Han visto u oído de esos combates legendarios del Lejano Oriente, en los cuales un feroz guerrero obra su tarea con un delicado abanico? Pues bien, hoy comparto con ustedes algo similar, un cruce de lo delicado y lo agresivo de donde se origina, inesperadamente, lo maravilloso: las dos sonatas para clarinete y piano + el Trío Op. 114 para clarinete, piano y cello, obra esta última de la cual ya he subido una versión al blog.

En este disco del sello BIS se luce uno de los mejores clarinetistas de la nueva generación, el sueco Martin Fröst. Cortesía —otra vez— de nuestro amigo Ernesto Nosthas.

Este Brahms “otoñal” llegará a ustedes pinchando AQUÍ. Fuego y Cristal, diría don Jorge Luis. Parafraseando una canción, esta música “killing us softly”. De verdad.

domingo, 16 de agosto de 2009

DE RISAS QUE SON LÁGRIMAS



La historia de David Garrick, el gran comediante inglés derrumbado sobre sí mismo, relatada por el poeta mexicano Juan de Dios Peza, siempre me pareció uno de esos retratos inspirados de la tristeza humana. Lo del payaso que llora viene de antiguo, cierto, ¿pero se han puesto a examinar unas cuantas biografías de cómicos y humoristas célebres? Siempre es un camino que, en alguna curva, se estrella contra una desgracia particularmente dolorosa. No importa cuál; pareciera que la vida exige del payaso que logra despertar la risa de muchos, que deba llorar a cambio.

Por eso la historia del que ríe tan alto como despacio llora siempre estará escrita en algún rincón... de nosotros mismos. Los versos de Peza son estupendos. Espero que los disfruten tanto como yo (y decirlo así tiene un dejo de crueldad involuntaria).

NOTA: David Garrick fue uno de los nombres más grandes del teatro inglés en el siglo XVIII. Y Spleen era una tenebrosa forma de abatimiento que minaba a las gentes de esa época. Predecesor quizá de nuestro ‘Stress’ y nuestra ‘Depresión’.


Reír llorando

Viendo a Garrick, actor de la Inglaterra,
el pueblo al aplaudirlo le decía:
–Eres el más gracioso de la tierra y el más feliz.
Y el cómico reía.
Víctimas del spleen los altos Lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
–Sufro –le dijo– un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.
–Viajad y os distaeréis. –Tanto he viajado.
–Las lecturas buscad. –Tanto he leído.
–Que os ame una mujer. –¡Si soy amado!
–Un título adquirid. –Noble he nacido.
–¿Pobre seréis quizá? –Tengo riquezas.
–¿De lisonjas gustáis? –¡Tantas escucho!
–¿Que tenéis de familia?... –Mis tristezas.
–¿Vais a los cementerios?... –Mucho, mucho.
–¿De vuestra vida actual tenéis testigos?
–Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
–Me deja –agrega el médico– perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrick podéis curaros.
–¿A Garrick? –Sí, a Garrick... La más remisa
y austera sociedad lo busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡tiene una gracia artística asombrosa!
–Y a mí me hará reír? –Ah, sí, os lo juro!
Él, sí, nada más él... Mas, ¿qué os inquieta?...
–Así –dijo el enfermo– no me curo:
¡Yo soy Garrick! Cambiadme la receta.

* * *
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el autor suicida
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestras plantas pisan
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.


sábado, 15 de agosto de 2009

BACH + LOUSSIER


Jacques Loussier Trio
Cortesía del ya tan cortés Camarada Nosthas nos llega (me incluyo) un disco de Bach en clave de jazz a cargo de Jacques Loussier: The Bach Book. Un Bach “revisitado”, como dicen por ahí, con el cual el trío francés celebró sus 40 años en la música, y acerca del cual Ernesto realiza una oportuna observación:

“OJO CON LOUSSIER: En su álbum de 40º aniversario hay una interpretación más extensa y creativa del Quinto [Concierto Brandemburgués] en la que el sublime solo de clave es reemplazado por un ardoroso solo de batería...”
Este álbum complementa la sección Bach a la Carta, en el post sobre los Conciertos de Brandemburgo.

Disfruten el particular Bach de Loussier, AQUÍ.

viernes, 14 de agosto de 2009

OTRA COSA ES CON GUITARRA...


Un refrán chileno exclama, cuando lo que nos pareció fácil resulta lo contrario: “Es que otra cosa es con guitarra...”

Sí señor, ¡otra cosa es con una sola guitarra para dos guitarristas! Porque no sólo el piano se toca a cuatro manos, y este par de extraordinarios guitarristas polacos lo dejan muy claro.

¡Qué monstruos! Un amigo uruguayo diría que estos tipos realmente la gastan.



BACH: Conciertos de Brandemburgo [Ensemble Musica Florea]

por Ernesto NOSTHAS & Elgatosierra


Al inicio de este viaje musical , fue unánime entre los autores el punto en donde empezar. No pretendíamos hacer una suerte de cronología; eso es trabajo de los expertos. Estos modestos escribientes y amantes fervientes de Bach decidimos empezar por donde más nos gusta, es decir, por la piedra filosofal de la música instrumental bachiana: los Conciertos de Brandemburgo.
Habría que preguntarse el motivo de tal nombre. ¿Acaso los concibió bajo la sombra de la célebre y monumental estructura berlinesa? No, no es por ello, amigos lectores. La historia es más simpática (y esperen a que se enteren quién fue Goldberg y su célebre rol en las Variaciones de Bach que llevan su nombre). Resulta que esta célebre colección de seis conciertos para diversos instrumentos debe su nombre al augusto (en su tiempo) hoy poco recordado a Christian Ludwig, Margrave de Brandenburg-Schwedt (sin entrar en detalles, es un título de nobleza hereditario relacionado con el control militar de las fronteras, siendo que Brandemburgo fue siempre un estado separado de la Alemania-Prusia, de allí recibía este título).

Es muy probable que estas maravillosas obras fuesen compuestas en 1719 mientras Bach estaba empleado en la corte del Cothen, en donde se especializo en obras instrumentales para ser tocadas en la corte del Príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen. Se constituyen en la máxima obra de la creación barroca concertista y un adelanto del concierto instrumental de la era clásica. Resulta notablemente sarcástico que la historia haya bautizado a esta maravillosa música con el nombre de Brandeburgueses, puesto que al susodicho Christian Ludwig no le interesaba ni les gustaban estas obras maestras (por increíble que suene, no le parecieron lo suficientemente buenos como para incluirlos en el catálogo de su biblioteca, que, de hecho, comprendía casi doscientos conciertos de otros compositores). Sin embargo, si todavía se recuerda al tal Margrave es sólo por estos conciertos. Desde su entrega a Christian Ludwig languidecieron en un cajón para luego en 1734 fueran vendidos por una pequeña suma después de la muerte de éste.

Bach y el Margrave se conocieron en 1718, mientras estaba en Berlín para encargar un nuevo clavecín. Christian Ludwig mantenía muchas relaciones con músicos de la época y era un asiduo coleccionista de partituras, especialmente de música instrumental concertante. Luego de un recital, el Margrave Escuchó tocar a Bach y, más tarde, mencionó en tono casual que estaba interesado en que Bach le escribiese una serie de conciertos. Pronto el tal Margrave se olvidó de dicha petición y con mucha sorpresa un par de años después de esta circunstancial conversación, recibió una partitura hermosamente autografiada de Seis conciertos para diversos instrumentos. Probablemente, Bach se había tomado tanto tiempo para escribir esta música porque sentía muy poco entusiasmo por componer para la pequeña orquesta de la corte de Brandeburgo. La partitura tenía la siguiente dedicatoria de puño y letra de Bach:

“Hace dos años tuve la buena fortuna de tocar ante Vuestra Alteza Real por Vuestra Orden, y percibí en ese momento que Vuestra Alteza demostraba cierto placer ante el pequeño talento musical que el cielo me ha concedido. Cuando me despedí, Vuestra Alteza Real me hizo el gran honor de pedirme que le enviara algunas piezas de mi propia composición: por lo tanto, y de acuerdo con el gracioso pedido de Vuestra Alteza, me he tomado la libertad de cumplir con mi muy humilde deber ante Vuestra Alteza Real con estos conciertos, que he orquestado para varios instrumentos.

Ruego muy humildemente a Vuestra Alteza que no juzgue su imperfección con el rigor del fino y delicado gusto por las piezas musicales por el que es universalmente conocida Vuestra Alteza, sino que infiera de ellos, en benigna consideración, el profundo respeto y la más humilde obediencia que con ello intento demostrar a Vuestra Alteza.

Además, Señor, ruego con toda humildad que Vuestra Alteza Real siga teniendo la bondad de tenerme en su beneplácito y que sepa que no hay nada más caro a mi corazón que el poder servirle en ocasiones más dignas de Vuestra Alteza y de su servicio.

Con todo fervor, Señor, quedo a los pies de Vuestra Alteza Real como su más humilde y obediente servidor, Johann Sebastian Bach.

DIOS!!!!!!!!! Pagaría por ver la cara de ese estúpido personaje en estos días, viendo como ese “humilde” presente es ahora una de las obras maestras de la humanidad.

Estas joyas musicales son dignas hijas del tiempo en que fueron escritas porque emplean una diversidad de combinaciones instrumentales dentro del formato del Concerto Grosso, con un cálculo muy preciso para las disponibilidades y características de los conjuntos instrumentales disponibles en Cothen, pero muy por encima de lo disponible en la Residencia del Margrave de Brandeburgo, lo que hace pensar a los musicólogos que las obras fueron escritas para ser interpretadas en Cothen y más tarde, en un acto de diplomacia cortesana, dedicadas al insulso Christian Ludwig.

Los Brandeburgueses tienen además “personalidades” muy diferenciadas entre sí: el Primero conjuga un tratamiento mixto de Concerto Grosso con una exquisita combinación de piezas danzantes en un inusual cuarto movimiento; en el Segundo se brinda un tratamiento virtuoso a la trompeta; en el Cuarto el protagonista es el violín y el clavecín hace lo propio en el Quinto; la supresión del contraste entre el grupo de solistas en concertino y un mayor cuerpo de cuerdas acompañante (Concierto Número 3 y primer movimiento del Concierto Número 6) o hacer que los solistas y el bajo continuo ejecutaran un movimiento intermedio sin orquesta (Conciertos Números 2, y 6). Ahhh… son unas verdaderas joyas.

Con esta introducción, los autores presentaran en una nota posterior, el Concierto de Brandemburgo que es el favorito de cada uno. Para que no sea secreto, Elgatosierra seleccionará el Quinto y Ernesto Nosthas hará lo propio con el Tercero.

Tal como dijimos en nuestra nota de presentación, haremos un balance con las grandes lecturas del pasado como también pondremos en vitrina las grabaciones del momento, el trabajo de los jóvenes intérpretes que están incursionando en Bach. Para estos monumentos, los autores recomiendan varias grabaciones históricas, como por ejemplo la de Karajan para DGG, la del Collegium Aureum de Freiburg para Harmonia Mundi, la de Nikolaus Harnoncourt para ARCHIV, las cuales son digna compra de nuestro auditorio y les animamos a que las obtengan. Como regalo para nuestros lectores proponemos una lectura nueva, recién salida en marzo de 2008 por el sello checo SUPRAPHON con el Ensamble MUSICA FLOREA, la cual encontramos muy interesante y digna de los mejores elogios por su enfoque vigoroso y entusiasta.

El conjunto Musica Florea fue fundado en la República Checa en 1992 por Marek Štryncl, director de orquesta y violoncelista, bajo el concepto de “interpretar la música barroca de la misma manera en que se la interpretaba en el momento de su creación. Tanto el hecho de tocar con instrumentos barrocos, como el estudio de las fuentes documentales y de la estética de la época barroca, se convirtieron en las principales características del conjunto” (tomado de su sitio web http://www.musicaflorea.cz).

Este joven ensamble tiene un amplio repertorio que abarca desde el barroco temprano hasta el clasicismo, pasando por las mejores obras de cada época. Comprende música instrumental de cámara, obras vocales profanas y religiosas, obras orquestales e inclusive composiciones monumentales como óperas u oratorios. Han recibido importantes premios, entre otros el Diapason d’Or por la grabación de la Missa Sanctissimae Trinitatis de J. D. Zelenka (Studio Matouš, 1994), el premio Harmonie d’Or por la mejor grabación checa del año 1997 (en colaboración con la mezzosoprano Magdaléna Kožená, Polygram, 1997), el premio Cannes Classical Award, en la Feria Mundial.

Los detalles de la grabación son los siguientes:

Referencia
http://www.supraphon.com/en/catalogue/news/new-releases/?item=633

BACH Los Conciertos de Brandemburgo
Musica Florea, conductor: Marek Stryncl

Brandenburg Concerto for 2 French Horn, Bassoon, Violin, String Orchestra and Harpsichord Continuo No. 1 in F major, BWV 1046 Duración Total 00:17:52

Brandenburg Concerto for Trumpet, Flute, Oboe, Violin, String Orchestra and Harpsichord Continuo No. 2 in F major, BWV 1047 Duración Total 00:12:01

Brandenburg Concerto for 3 Violins, 3 Violas, Double Bass and Harpsichord Continuo No. 3 in G major, BWV 1048 Duración Total 00:09:56

Branndenburg Concerto for Violin, 2 Flutes, String Orchestra and Harpsichord Continuo No. 4 in G major, BWV 1049 Duración Total 00:14:31

Brandenburg Concerto for Harpsichord, Flute, Violin and String Orchestra No. 5 in D major, BWV 1050 Duración Total 00:20:08

Brandenburg Concerto for 4 Violas , Cello, Violone and Harpsichord Continuo No. 6 in B flat major, BWV 1051 Duración Total 00:14:50
• DESCARGA AQUÍ.

Y para completar, en todos los post de esta serie, presentaremos una Sub-sección que titularemos “BACH a la Carta” en donde, por su fidelidad y paciencia a nuestros escritos, los lectores estarán recibiendo la misma obra o conjuntos de obras en un arreglo distinto al cual fueron creadas originalmente. En este caso, los Conciertos de Brandemburgo, tendrán como obsequio de los autores, las transcripciones que han hecho:

• El Maestro de Maestros del Jazz Francés Jacques Loussier para Trio Jazz (piano, bajo y percusión) / y...

• El espectacular arreglo que hizo para dos pianos el compositor alemán Max Reger.

Basta pinchar en las imágenes para efectuar la descarga.

Queridos Lectores... a Disfrutar!!!!

jueves, 13 de agosto de 2009

Con Dolencias

Muchachos/as: Ha sido el trabajo lo que me ha hecho desatender este no-lugar de pasiones y descubrimientos. La tardanza alarga mi deuda con varios, en especial Ernesto, pero sé que ya quedaremos en paz para el fin de semana. No me agrada demorarme tanto, en especial cuando ya dispongo de material, pero ya saben, son cosas del fútbol...
Mientras me gano este pan que ha salido costoso, les dejo un abrazo a todos/as.

PD. Dra., reclamo pastillas para el máximo rendimiento (laboral).

lunes, 10 de agosto de 2009

EL CONTEMPLATIVO MAESTRO DEL NORTE


Sibelius en su retiro de Ainola

Sibelius. Siempre me ha parecido el suyo un nombre llamativo. En rigor es sólo el apellido, pero como es costumbre con los grandes compositores, la leyenda fabrica después con ese apellido una fórmula concisa. Casi una cábala, o ya que hablamos de un nórdico, casi una runa. Basta ese apellido para evocar la totalidad que se llamó Johan Julius Christian Sibelius.

Es un compositor que me inspira muchas veces cierta sensación de hechicero, de conjurador sabio y meditabundo que destila las esencias de aquella naturaleza que le fue familiar. Pues, si comencé hablando de fórmulas breves que evocan realidades mayores, el arte de composición de Sibelius está basado justamente en esa rara cualidad. Él fue (y sigue siendo) capaz de reproducir en lengua sinfónica los acantilados, la marea, el bosque profundo, la nieve, las aguas dormidas de un gran lago en invierno, la aurora boreal reflejada en su superficie... No como simples postales, sino como elaboraciones vívidas, diría quintaesenciadas. Ahondando ese propósito con fervorosa severidad a través de los años, Sibelius fue llegando a la concisión máxima, hasta desembocar en el silencio. Uno de los más resonantes de que se tenga memoria en la Historia de la Música, a juzgar por la inquietud que causa en quienes hemos buscado sus razones.

Pero ahora, volvamos a las etapas del comienzo, cuando el Maestro compuso un poema sinfónico titulado “La Ninfa del Bosque”. La descripción de cuanto hay en el bosque más allá del bosque mismo nos atrapa desde sus primeros ostinati de las cuerdas, esa “aura” que anuncia una fórmula musical a punto de producirse.

Disfruten esta maravilla AQUÍ.


Metsänhaltija (La Ninfa del Bosque) Op. 15, balada para orquesta (1894)

Alla marcia ~ Vivace assai ~ Molto vivace ~ Tempo primo ~ Moderato ~ Molto lento

Osmo Vänskä & Orquesta Sinfónica de Lahti
Cello solo: Timo Keinonen

WMA VBR Quality 98 48 kHz


viernes, 7 de agosto de 2009

WAGNER y BAUDELAIRE

“Baudelaire – Historia de un Alma”, por François Porché
BUENOS AIRES, 1949, Editorial Losada, Pg. 399 y ss.

Nada, ni la enfermedad ni las preocupaciones, pudo disminuir en Baudelaire esa facultad que siempre tuvo de entusiasmarse, de indignarse, en una palabra de tomar partido violentamente en todas las grandes causas del arte. El mismo hombre que en en 1845 había defendido con tanto ardor y tanta inteligencia el genio todavía discutido de Eugène Delacroix saludaba ahora en la persona de Richard Wagner, quien había llegado a París en el otoño de 1859, al renovador de la música moderna.

Baudelaire asistió a los famosos conciertos Pasdeloup de los días 25 de enero y 1º y 8 de febrero de 1860 que fueron para muchos de los que iban a convertirse pronto en los defensores de la música wagneriana en Francia una revelación trastornadora. Había ido a la sala de los Italianos (sala Ventadour) ‘bastante mal dispuesto, lleno de malos prejuicios’, como confesó algunos días después al propio Wagner en una carta ahora célebre. Pero inmediatamente se había sentido transportado. ‘Ha sido esa música —le confesó a Poulet-Malassis— uno de los grandes goces de mi vida; hace quince años que no sentía semejante rapto’. Quince años, es decir desde 1845, precisamente desde que conoció la obra de Delacroix.

El negocio de los conciertos terminó con un déficit de 11 mil francos. Esta pérdida material no habría tenido mucha importancia si hubiese sido compensada con el buen éxito artístico. Pero la prensa del bulevard se desbocó contra el músico revolucionario, el ‘Marat de la Música’. ‘Esta música —escribió en su Biographie Universelle des Musiciens el musicógrafo belga Fétis, uno de los oráculos del momento— esta música que debía ser la del porvenir es ya la del pasado’. Entonces fue cuando Baudelaire, entristecido por el fracaso, indignado por los artículos venenosos que se habían publicado en Le Ménestrel y Le Messager du Théatre, y todavía más por un artículo pérfido de Berlioz publicado en el Journal des Débats, envió a Wagner esta carta de un desconocido en la que le grita su admiración y que termina con las siguientes palabras: ‘No agrego mi dirección porque usted creería quizá que tengo que pedirle algo’. Se había presentado modestamente como ‘alguien que no entiende de música y cuya educación a este respecto se limita a haber oído (con gran placer, es cierto) algunas bellas obras de Weber y Beethoven’.

Merece la pena señalar que, en efecto, antes de su encuentro con Wagner se preocupaba poco por la música y apenas asistía a los conciertos. Y después de esa especie de fulminación que sufrió en la sala de los Italianos apeló a las impresiones coloristas para tratar de explicar por analogía sus impresiones sonoras. En otro tiempo había convertido los cielos melancólicos de Delacroix en ‘un suspiro ahogado de Weber’. Y ahora, recíprocamente, tomaba de la pintura los términos con que describía el proceso ascendente de su emoción musical:

‘Supongo que tengo ante mis ojos una vasta extensión de un rojo oscuro. Si este rojo representa la pasión, lo veo llegar gradualmente, mediante todas las transiciones de los colores rojo y rosado, a la incandescencia del horno. Parecerá difícil y hasta imposible llegar a algo más ardiente, y sin embargo, un último cohete traza un surco más blanco sobre el blanco que le sirve de fondo. Éste será, si así lo quiere, el grito supremo del alma llegada a su paroxismo.’
Wagner, ocho años mayor que Baudelaire, tenía entonces cuarenta y seis años. A pesar de las contrariedades de su destino y de las servidumbres materiales a las que estaba todavía sujeto, era ya ilustre en Alemania, donde había alcanzado triunfos. Baudelaire, en aquel fin de invierno de 1860, se afilió al grupito de los primeros adeptos franceses, los Léon Leroy y Gasperini. Pronto el poeta se hizo presentar al músico. En los días de buen tiempo de abril solía verlo en la terraza del Tortoni, adonde iba Wagner algunas veces seguido por su perro Fips.

El maestro se alojaba en el número 16 de la calle Newton, en el barrio de la Estrella; había alquilado el palacete del novelista Octave Feuillet. Baudelaire acudía allá los miércoles con Gounod, Berlioz, colega poco seguro al que Wagner halagaba; el dibujante Gustave Doré, Émile Ollivier, Malwida de Meysenburg, Jules Ferry, entonces un simple abogado, y una cantidad de adulones curiosos como los que se apretujan siempre en París alrededor de los visitantes de paso que tienen alguna fama. Minna, la primera esposa de Wagner, buena ama de casa, había ido desde Dresde. Vivía en la casa de un departamento separado, pues cada esposo residía en un piso, y huía de los visitantes, aunque dirigía los sirvientes, que eran tres. ¡Cuán poco se parecía aquella bohemia fastuosa, alimentada por los adelantos de Wessendock a cuenta de la Tetralogía y por los derechos cobrados al editor Schott por la venta de El Oro del Rin, a la aguda estrechez de Baudelaire, que mantenía su pobreza con los sueños del opio en una oscura habitación amueblada de la calle de Amsterdam!

Sin embargo, el poeta quería y respetaba a aquel hombrecillo extraño con patillas, la frente turriforme, el mentón saliente, efervescente, gesticulador, excéntrico, que vestía por la mañana una toga de seda de color violeta de obispo, cubría su enorme cabeza con un gorro de terciopelo y hablaba con gestos enérgicos en un francés muy malo. Distinguía en él al farsante sublime, portador de un mensaje sagrado, al que los dioses envían a ‘este mundo aburrido’ para consolar con cantos y sonidos todavía no oídos a nuestra triste humanidad, al genio capaz de crear un pueblo de héroes, un universo de gigantes, al gran bardo alemán llegado del fondo de la selva sajona para conquistar al París espirituoso, burlón y duro.


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