jueves, 24 de noviembre de 2011

† MONTSERRAT FIGUERAS

Montserrat Figueras

La madrugada de ayer miércoles 23 de noviembre se abrió un vacío que será muy difícil de llenar: en Bellaterra (Cerdanyola del Vallès, Barcelona) ha fallecido la destacada soprano catalana Montserrat Figueras, esposa y pareja artística del gran violagambista y director Jordi Savall.

Figueras era un referente del repertorio vocal en «música antigua». Desde 1966 había estudiado las técnicas de canto utilizadas desde los trovadores hasta el barroco, forjando un estilo interpretativo sólido, que bebía directamente de las fuentes originales, y que siguió madurando y perfeccionando la vida entera. Ella y su marido fueron elegidos en 2008 como «artistas por la paz» por la Unesco y fueron los creadores del sello discográfico Alia Vox, que se dedica a la edición de música antigua.

El cáncer nos ha arrebatado a una artista del todo excepcional, a la que sobreviven su marido e hijos, músicos talentosísimos a quienes debemos tantos registros inolvidables, y a quienes acompañamos con el corazón en esta hora dolorosa.

¡Descansa en paz, querida, incomparable Montserrat!

martes, 22 de noviembre de 2011

BEETHOVEN · Cuarta Sinfonía · Carlos Kleiber · 1982

Carlos Kleiber

En el día de la Patrona de la Música, Santa Cecilia, y por extensión «Día de la Música» en varios países, les traigo como obsequio una versión absolutamente memorable de la Cuarta Sinfonía, en Si bemol mayor Op. 60, de Ludwig van Beethoven. Se trata de un registro live del mítico Carlos Kleiber al frente de la Orquesta Estatal de Baviera el 3 de mayo de 1982.

Hay quien comparó esta versión con las maneras de Toscanini, por la primacía que otorga a la objetividad. Pero Kleiber hijo, perfeccionista durante los ensayos, siempre supo dejar espacio a la libertad de su inspiración. ¡Vaya un equilibrio difícil! Aquí respeta las insólitas indicaciones del metrónomo de Beethoven, en extremo vivaces sobre todo para el Finale, pero logrando que cada elemento suene bien articulado, integrado.

La ominosa introducción desemboca en gozosa alegría, el inspiradísimo segundo movimiento nos lleva a un remanso de contemplación, el chispeante minueto-scherzo logra una simbiosis de elegancia y desenfado, y el trepidante Finale nos sorprende con una agilidad sin límite. En fin, música con mayúscula. Disfruten esta maravillosa joya interpretativa del inolvidable Carlos Kleiber...

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martes, 15 de noviembre de 2011

prosa | ECKERMANN | Conversaciones con Goethe


J. P. EckermannJueves 17 de febrero de 1831.

Pregunté por la marcha del Fausto. “Ya no lo dejo de la mano —dijo Goethe—; sigo pensando e imaginando diariamente en él. Hoy he hecho encuadernar todo el manuscrito de la segunda parte, para tenerlo ante mis ojos como una masa sensible. Los huecos del cuarto acto los he llenado con papel blanco, y no hay duda de que lo acabado invita a terminar lo que no está aún hecho. Estas cosas sensibles tienen más importancia de lo que parece, y hay que auxiliar a lo espiritual con toda suerte de habilidades”.

Goethe hizo traer el nuevo Fausto encuadernado, y me asombré de cuánto había escrito; el manuscrito se veía como un tomo en folio.

“Todo lo ha hecho usted en los seis años que yo llevo aquí —dije—, y con las muchas cosas que han ocurrido desde entonces, poco tiempo habrá usted podido dedicarle. Pero se ve cómo crece una obra cuando se le va añadiendo algo de tiempo en tiempo”.

Goethe, por Ludwig Sebbers (1826)

El anciano Goethe, en un dibujo de Johann Ludwig Sebbers realizado en 1826


“De eso se convence uno sobre todo conforme se hace viejo —dijo Goethe—, mientras que la juventud cree que todo ha de hacerse en un día. Pero si la suerte me es propicia y sigo sintiéndome bien, espero que en los meses próximos de la primavera adelantaré mucho en el cuarto acto. Como usted sabe, el argumento de este acto estaba ya pensado desde hace mucho tiempo; pero en la ejecución ha aumentado tanto, que de lo pensado antes sólo puedo utilizar lo más general, y además debo aumentar este acto con nuevas invenciones para igualarlo a los otros”.

“En esta segunda parte aparece un mundo más rico —dije yo— que en la primera”.

“Tal me parece —respondió Goethe—. La primera parte es por completo subjetiva; es la obra de un individuo preocupado, lleno de pasión; esta semiobscuridad puede agradar también a las gentes. Pero en la segunda parte no hay apenas nada subjetivo; aparece en ella un mundo más alto, más amplio, más claro, menos apasionado, y quien no haya vivido algo y no posea alguna experiencia no sabrá qué hacer con él”.

“A veces —dije— hay ahí ejercicios mentales, y en ocasiones exige alguna erudición. Me alegro de haber leído el librito de Schelling sobre las cabirias; gracias a él sé a quién se refiere usted en aquel famoso pasaje de la Noche clásica de Walpurgis.

“Siempre he hallado —respondió Goethe riéndose— que es bueno saber algo”.
Johann Peter Eckermann

viernes, 11 de noviembre de 2011

MAHLER / 4ª Sinfonía / Bruno WALTER

Ahora el segundo disco de los «Archivos Bruno Walter» con la Cuarta Sinfonía de Gustav Mahler junto a la Filarmónica de Viena y la distinguida soprano Irmgard Seefried, cuya espontaneidad la destinó como «antítesis» involuntaria de la maravillosa (y analítica) Elisabeth Schwarzkopf.

La Cuarta de Mahler es una obra difícil de abordar por la amalgama de ternura, sarcasmo, desgarro y pacífica inocencia que logra conjurar en ella el compositor. Para Walter, esta sinfonía era un “cuento de hadas” que transformaba el poderío y turbulencia de las sinfonías precedentes en etérea ligereza. No obstante, tras la dulzura acecha la tragedia, como siempre ocurre en Mahler. El precioso movimiento lento, Ruhevoll, tiene cierta elevación metafísica, y el final es una ingenua visión del Cielo desde ojos infantiles, según texto tomado de la antología Des Knaben Wunderhorn.

Disfruten esta grabación live del 25 de Agosto de 1950, con Bruno Walter, la Wiener Philharmoniker e Ingmar Seefried...

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Mahler en Praga (1908)

Gustav Mahler paseando con amigos en Praga, 1908

miércoles, 9 de noviembre de 2011

BRUCKNER : Novena Sinfonía (‘Incompleta’) / Bruno WALTER


Les obsequio hoy el primero de dos discos con grabaciones “en vivo” de Bruno Walter, efectuadas con las Filarmónicas de Nueva York y de Viena durante los años 50 del siglo pasado. Este primer registro incluye un concierto del 27 de Diciembre de 1953 ofrecido junto a la formación norteamericana, denominada por esos días «Orquesta Sinfónica Filarmónica de Nueva York» tras fusionarse con su antigua rival, la Sinfónica de la ciudad. Bruno Walter gozaba entonces el merecido reconocimiento internacional a su jerarquía artística. Desde 1923 que venía colaborando con la Philharmonic Symphony Society, cuando todavía desarrollaba su carrera en Europa; y tras el alzamiento de los fascismos, el director emigró definitivamente al Nuevo Mundo.

Pese a trayectoria tan dilatada, y pese sobre todo a la estrecha amistad que cultivó en su juventud con Gustav Mahler, Walter tardó en penetrar al mundo de Anton Bruckner; según propia confesión, la particular arquitectura del creador de Ansfelden le parecía carente de sentido, desmedida, aun cuando apreciaba la fuerza y hondura de sus temas y la gracia cantarina que frecuenta su inspiración. Pero algo cambió súbitamente dentro de Walter y hacia 1928, a poco de cruzar la cincuentena, pisó ese vasto continente musical que había ignorado.

La Novena Sinfonía fue también la última obra compuesta por Bruckner, y quedó inconclusa tras su deceso el 11 de octubre de 1896. Los borradores del último movimiento nunca llegaron a un estado definitivo, y las mermadas fuerzas del anciano compositor fueron consumidas por las revisiones efectuadas a la Octava Sinfonía. Sin embargo, como alguien ha comentado, el Adagio que ocupa el tercer lugar en la Novena es tan sobrecogedor, que no vale la pena agregar nada más a su acorde final, ese que parece no terminar nunca. Sin duda, una de las grandes sinfonías de todos los tiempos y la obra maestra de su autor.

Les invito a disfrutar esta grabación live de 1953, con un Walter en plena forma...

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lunes, 7 de noviembre de 2011

Videos del Gato: Desconectar para conectar


Otra propuesta de Elgatosierra, esta vez un magnífico corto tailandés, abogando por ese mundo real que existe antes, durante y después de nuestra diaria vida “virtual”; y sin embargo, lo irreal nos consume demasiado tiempo. Desconectémonos... para conectarnos.


jueves, 3 de noviembre de 2011

MENDELSSOHN / SINFONÍAS nº 3 «Escocesa» y nº 4 «Italiana»

Mendelssohn

El genial Felix Mendelssohn trasladó al pautado las impresiones recogidas durante sus visitas a Escocia (1829) e Italia (1830-31)


En abril de 1829 el joven Felix Mendelssohn, con veinte años recién cumplidos, fue invitado por el diplomático Carl Klingemann (17981862) a visitar Inglaterra. Para entonces, Mendelssohn había completado sus estudios en la Universidad de Berlín y ya había protagonizado un hito en la Historia de la Música reestrenando “La Pasión según San Mateo”, de Bach, tras casi un siglo de olvido. Por su parte, Klingemann, que representaba al Reino de Hannover en Londres, era también poeta y músico, e íntimo amigo del compositor. Aquel regalo en gran estilo calzaba a la perfección con las inquietudes de este último, a lo cual se sumaba el aliento brindado por su tutor musical, Carl Friedrich Zelter, a conocer el mundo personalmente. Y hasta Abraham Mendelssohn accedía al proyecto de su hijo, quien finalmente cruzó el Mar del Norte desde Hamburgo en un viaje de 11 días. Conoció sobresaltado la activa capital británica —pronto rendida ante las virtudes artísticas y personales de Mendelssohn— y luego Edimburgo, Glasgow, Perth, Inverness y Loch Lomond. Los brumosos paisajes de Escocia, sus gentes y cierta aura legendaria que se cernía sobre ellas fueron alimento inmediato para la creatividad del músico, del literato y del fino acuarelista que habitaban a la vez en el muchacho de Hamburgo. Así describía él mismo, en carta a su familia, su visita al Palacio Holyrood, donde fuera coronada María Estuardo:
Ruinas de la capilla de Holyrood - Louis Daguerre

Ruinas de la Capilla de Holyrood / óleo de Louis Daguerre

Todo aquí parece tan duro y vigoroso, envuelto a medias en neblina o humo o bruma. Además, hubo una competición de gaitas. Muchos montañeses llegaron de la iglesia vestidos con sus trajes típicos, llevaban victoriosamente a sus enamoradas con sus trajes domingueros y miraban magníficos y con aire de importancia al mundo, desde arriba. Con largas barbas rojas, mantos de tartán, gorras y plumas, las rodillas desnudas y sus gaitas en la mano, pasaron tranquilamente de largo por el castillo en ruinas que se halla en la pradera, donde María Estuardo vivió con esplendor y vio el asesinato de Rizzio. Siento como si el tiempo corriera muy velozmente cuando tengo ante mí tanto de lo que fue y tanto de lo que es... Hoy, a la hora del crepúsculo, fuimos al palacio donde vivió y amó la reina María. La capilla junto a él actualmente ha perdido su techo, está cubierta de césped y de hiedra y, en el altar roto, María fue coronada reina de Escocia. Todo está en ruinas, deteriorado y abierto al cielo. Creo que he encontrado aquí hoy el comienzo de mi Sinfonía Escocesa.
María Estuardo, grabado de 1885
La reina María Estuardo

En ese sitio tomó nota de los sonidos que acudían a su mente, los 16 compases iniciales de la futura sinfonía. Pero entonces daría comienzo una larga gestación, como si aquellas ideas germinales necesitaran madurar al sosiego del tiempo y la reflexión. En efecto, iniciada en agosto de 1829, la obra sólo sería estrenada el 3 de marzo de 1842. Tan dilatado lapso de pulimento dio como fruto una sinfonía densa, rica y apasionada que además sorprende por la fluidez de su material, disimulando del todo el trabajo llevado a cabo por su autor.

Como de costumbre, Mendelssohn nos regala su exquisita y luminosa orquestación, esa que tanto admiró Sibelius, elogiando la oportunidad con que suena cada instrumento y la sabiduría para “dotar de pedales a la orquesta” colocando esas notas largas en el segundo plano, normalmente en la voz fundamental o en el intervalo de quinta, prolongando los acordes o reforzando la melodía principal. Vale la pena reparar en este mágico truco mendelssohniano, gracias al cual integra orgánicamente los sonidos de la orquesta en una “túnica inconsútil”, o si se quiere, en una delicada fusión de colores instrumentales que evoca su capacidad como acuarelista. También reparemos en esas hermosas frases largas, en su tremenda capacidad evocadora —la tempestad que aparece hacia el final del primer movimiento, el clarinete sustituyendo a las gaitas en el segundo, las fanfarrias guerreras del final, sobre todo la sugerencia de paisajes y atmósferas—, el sentido rítmico y la fluidez entre un movimiento y otro. De hecho, Mendelssohn personalmente abreviaba las pausas cuando dirigía conciertos, para así otorgar mayor cohesión al discurso sinfónico. Antes, el público aplaudía, comentaba, incluso fumaba entre cada parte...

Dibujo de Mendelssohn tomado del natural durante su visita a Escocia

Conviene recordar en este punto lo dicho por José Luis Comellas:
La Sinfonía Escocesa no sólo refleja los paisajes verdes y lluviosos del norte de la Gran Bretaña, sino una muy especial melancolía que sintió el artista al visitar las ruinas de la capilla de Holyrood. [...] El sentido de la «oportunidad» con que suena, en el momento adecuado, cada instrumento o cada grupo de instrumentos posiblemente no lo tuvo, aparte de Mozart, nadie más que Mendelssohn. Qué bien combina las maderas: la flauta, el oboe, el clarinete, el fagot. Sin ir más lejos, en esa introducción de la Sinfonía Escocesa en que se recuerda la capilla de Holyrood, la duplicación de las maderas en la segunda frase hace el tema más profundo hasta meterse en el alma del oyente. Y el empleo de las trompas es por lo menos tan acertado como lo fue en el Weber de Der Freischütz. Quizá uno de sus recursos más bellos sea el uso que hace de las cuerdas en su región más aguda, pero en pianissimo; lo que parece que va a ser chillón se convierte en sonido penetrante que suspende los ánimos.
Al cabo de un año de su visita a Inglaterra, Mendelssohn emprendió un nuevo viaje. Esta vez el destino fue la luminosa Italia, donde permaneció entre mayo de 1830 y julio de 1831. La correspondencia familiar y las acuarelas dan cuenta del impacto causado en el joven por el mundo latino. Aunque por entonces seguía corrigiendo sus borradores de la Sinfonía Escocesa, el nuevo entorno pudo más y le infundió ideas musicales muy ajenas a las brumas septentrionales. Florencia, acuarela de Mendelssohn

El Duomo de Florencia en una acuarela de Mendelssohn

Así nacería su sinfonía más célebre —no necesariamente la mejor— que llevaría como apodo “Italiana”. Otra vez el músico muestra su asombroso talento para reformular sus impresiones en términos puramente musicales: desde el mismísimo comienzo la obra contagia efervescencia y colorido. Subrayo al pasar que este motivo inicial, contundente, merece figurar entre esos “grandes comienzos sinfónicos” que se apoderan para siempre de nuestra memoria —la Quinta de Beethoven, la Cuarenta y uno de Mozart, la Tercera de Schumann...—. Comparen ambas obras: lo que en la “Escocesa” es bruma, lejanía y evanescencia, acá se vuelve nitidez y afirmación vital. Tomo prestadas algunas palabras de Juan Carlos Moreno:
La Italiana es fruto de un feliz equilibrio entre fértil imaginación melódica y ciencia musical, representada por el dominio de la forma y el contrapunto. En cuatro movimientos, el primero de ellos es un Allegro vivace que desde las primeras notas comunica una energía danzable a la que es imposible quedar indiferente. [...] El segundo movimiento es un Andante con moto, todo él construido sobe un tema que se repite de forma obstinada en la cuerda grave. El carácter aquí es el de una procesión religiosa, un espectáculo que sobrecogió al compositor durante su estancia en Roma por Semana Santa. [...] El tema principal es una libre adaptación de un lied de Zelter, Es war ein König in Thule, escrito sobre un poema de Goethe [...] Quizá con ello el músico quiso rendir un homenaje a un poeta que le había ayudado [...] y a su viejo maestro, que le había transmitido su pasión por la tradición, y en especial por Bach. Y es que, ¿acaso esa línea de bajo no tiene un aire barroco? [...] El Scherzo, sorprendentemente, es una página amable y contenida, algo indolente y de un refinamiento instrumental que tiene algo de mozartiano [...]. La amabilidad de esta bellísima página contrasta efectivamente con el vigor rítmico del Presto final, un impetuoso saltarello (o más bien una tarantella napolitana) en el que el discurso musical es llevado a un ritmo endiablado y vertiginoso.
La composición de esta sinfonía ocupó a Mendelssohn hasta 1833, año también del estreno en Londres, el 13 de mayo, bajo su dirección. Tarantella

El virtuosístico Saltarello que cierra la Sinfonía Italiana es en realidad una tarantella napolitana de proporciones sinfónicas

Les comparto hoy la Sinfonía nº 3 en La menor, «Escocesa» y la Sinfonía nº 4 en La mayor, «Italiana», de Felix Mendelssohn-Bartholdy, en dos interpretaciones que permiten un variado acercamiento. En primer lugar, Kurt Masur y la Orquesta Gewandhaus de Leipzig. Esta versión incorpora un fuerte vínculo con el compositor, quien fuera kapellmeister de esta famosa orquesta germana desde 1835 hasta su muerte, en 1847. Por otra parte, Masur propició el «redescubrimiento» de Mendelssohn al frente de esta agrupación, a partir de los años 70 del siglo pasado. Recordemos —avergonzados— que su música fue menospreciada paulatinamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la «música del porvenir» —el bando renovador al cual se había opuesto nuestro compositor— se elevó en prestigio junto con el ascenso imperial de la Alemania unificada. Las versiones de Masur ofrecen esa chispa y lucidez que caracterizan sus lecturas del repertorio romántico.

» D E S C A R G A

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En segundo término, Sir Roger Norrington y sus London Classical Players nos ofrecen lecturas históricamente informadas de ambas sinfonías. El rigor de este flemático director inglés lo lleva a cuidar con exactitud la proporción de la orquesta, distribuida según el uso del propio Mendelssohn, así como la elección de tempi ligeros. Es refrescante la limpieza de los timbres y la vivacidad del colorido instrumental. ¡Disfrútenlo!
» D E S C A R G A

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