Feliz día de San
Valentín, del Amor y la Amistad,
a todos los queridos lectores y visitantes de esta página.
La fecha me sirve de pretexto para compartir con ustedes una obra
contemporánea —bueno, de 1947 para ser exactos— llamada
Sinfonía sobre una Canción de Amor y
escrita por el extraordinario
Nino Rota(★1911 —
✚1979), famosísimo como creador de inolvidables bandas sonoras cinematográficas
pero muy desatendido a la vez en su música para la sala de concierto. Porque
este hombre podía hacer de todo.
Rota fue un músico de primer nivel,
vástago de una familia musical y creador precoz (compuso un oratorio a los
11 años y una ópera cómica a los 13…) que vivió una época especialmente
turbulenta para Italia, como fue el siglo XX. El genio milanés ganó
admiración internacional por su capacidad creativa e impecable técnica.
Descúbranlo ustedes mismos en esta hermosísima sinfonía, que les dejo en el
link inferior.
Christoph Willibald Gluck / Litografía de Edmé Quenedey (c 1750)
Hoffmann, quién más, nos dejó un relato fantástico —en sentido literal— protagonizado por Christoph Willibald Gluck.
Aunque no figura entre los compositores más populares, Gluck(★1714 — ✚1787) fue un músico relevante. La historia de la música, de la ópera en especial, le deben un nuevo impulso. Sacudió atrevidamente el formalismo lírico del siglo XVIII y rescató el sentido dramático como eje y motor de la obra. Su música podía ser majestuosa, sobria y emotiva al mismo tiempo, con melodías nobles y amplias que anticipan a Haydn y Mozart.
Ernst Theodor Amadeus Hoffmann(★1776 — ✚1822), por su parte, fue el escritor romántico alemán por antonomasia. Pero fue también músico y, desde esa faceta, presenció y celebró la llegada de la nueva sensibilidad que maduraba desde fines del siglo XVIII. Su fantasía creativa unió ambos estros en varios de sus cuentos; uno de ellos lo protagoniza nada menos que Gluck.
Pero… no exactamente.
Enamorado de lo legendario, lo fantástico, lo descomunal, el Romanticismo alemán mitificó apasionadamente a sus artistas. Esa exaltación calzaba con el rechazo a las categorías racionales de la Ilustración; la figura excepcional del genio fue venerada como puerta abierta a un mundo misterioso del cual, por su intermedio, nuevas bellezas visitaban a la humanidad.
En esa revuelta entusiasta, Hoffmann escribió "el Caballero Glück". El escritor relata un encuentro con un misterioso personaje en un pequeño restorán berlinés, que desprecia junto a él un "vals canallesco" que interpretaban los músicos del lugar. Se acerca a ellos y les pide tocar en cambio la obertura "Ifigenia en Áulide". A medida que transcurren las páginas, el escritor empieza a sospechar quién es fantasmal personaje… El resto de la historia la pueden leer ustedes mismos en este link, el punto es que ese "Gluck mítico" cautivó. Obras suyas fueron rescatadas y adaptadas a la nueva sensibilidad del momento.
Para disfrutar este Gluck reconvertido en genio romántico les propongo dos piezas para audición.
La primera es la célebre Danza de los espíritus benditos de la ópera Orfeo y Eurídice, arreglada para piano por Giovanni Sgambatti. Interpreta la espléndida pianista ruso-alemana Olga Scheps.
La segunda es la obertura de Ifigenia en Áulide arreglada por nada menos que Richard Wagner. Interpreta Otto Klemperer y la orquesta Philharmonia.
Queridos amigos, ¡bienvenidos al 2023 en nuestra Bitácora!
Agradezco los mensajes que han dejado bajo varias entradas, saludándome y animándome. El 2022 fue un año bastante quieto en la actividad del Blog, pero, entre otras cosas, me contagié con el virus protagónico del último tiempo (efectos desagradables pero pasajeros) y estuve bastante absorbido en mi trabajo regular. Dejé en el tintero varios discos y otras tantas publicaciones. Como sea, ¡a seguir!
Retomo la actividad con esta fecha, 5 de febrero, porque es cuando avanza un dígito mi contador personal. Pero el 2023 nos trae mejores onomásticos: centenario de György Ligeti, 150 años de Sergei Rachmaninov y Max Reger, 200 años de Edouard Lalo, 400 años de la muerte de William Byrd. Esos, entre otros. Trataré de hacer justicia a la memoria de todos.
A modo de puntapié inicial los dejo con Schubert (cuyo aniversario celebramos hace poco, el 31 de enero) y su Impromptu nº 3 en un arreglo para cello y piano: