sábado, 28 de agosto de 2010

[poesía] FERNANDO PESSOA


De todo, quedaron tres cosas



De todo, quedaron tres cosas:
la certeza de que estaba
siempre comenzando,
la certeza de que
había que seguir
y la certeza de que sería
interrumpido antes de terminar.


Hacer de la interrupción un camino nuevo,
hacer de la caída, un paso de danza,
del miedo, una escalera,
del sueño, un puente,
de la búsqueda...un encuentro.

Fernando Pessoa

jueves, 26 de agosto de 2010

MULTITALENTOSA



Hay ciertas cosas que se saben, pero a medias. Hace falta verlas para “tomarles el peso”, como decimos acá. Este es un buen ejemplo. Sabíamos que la talentosa Julia Fischer no sólo es un prodigio como violinista, sino también una avezada pianista, aunque raramente cultive esa faceta en público. Claro que sabíamos eso. Pero otra cosa es ver a la Fischer tocando el piano. Así que, como esta semana no tendré tiempo para escribir lo que quisiera, hago algo mejor: los dejo admirar a esta preciosa artista germano-eslovaca interpretando el comienzo del concierto para piano de Edvard Grieg.


miércoles, 25 de agosto de 2010

[prosa] MARCEL SCHWOB

SchwobLa Estrella de Madera


(fragmento)

En ese antiguo bosque había más claros que caminos: había también prados redondos protegidos por altos robles; lagos de helechos inmóviles sobre los que planeaban ramajes frágiles y frescos como dedos de mujer; familias de árboles graves como pilastras, que se reunían para murmurar durante siglos las deliberaciones de sus hojas; estrechas ventanas de ramas que se abrían sobre un océano de verdor donde temblaban largas sombras perfumadas y los círculos de oro blanco del sol; islas encantadas de brezales rosas y ríos de aulagas; enrejados de resplandores y de tinieblas, grandes espacios naturales en donde surgían, todos temblorosos, los jóvenes pinos y los robles pueriles; camas de agujas rojizas en las que las horcaduras musgosas de los viejos árboles parecían hundirse a media pierna, nidos de ardillas y guaridas de víboras; mil estremecimientos de insectos y trinos de pájaros. Cuando hacía calor, zumbaba como un gigantesco hormiguero; y retenía, después de la lluvia, una lluvia propia, lenta, sombría, pertinaz, que caía de sus cimas y ahogaba sus hojas muertas. Tenía su respiración y su sueño; a veces roncaba, a veces callaba, mudo, sorprendido, vigilante, sin un roce de serpiente, sin un trino de curruca. ¿Qué esperaba? Nadie lo sabía. Tenía su voluntad y sus gustos: lanzaba rectas y veloces líneas de abedules, que caían como flechas; luego le daba miedo, y se detenía en un rincón, estremecido, bajo un bosquecillo de álamos temblones. También llegaba a poner un pie en el lindero, casi en la llanura, pero de inmediato retrocedía, y volvía al frío horror de sus más altos y profundos oquedales, a su centro nocturno. Toleraba la vida de los animales, y no parecía tomarla en cuenta; pero sus troncos inflexibles, resistentes, como relámpagos solidificados que brotaban de la tierra, eran hostiles a los hombres.
Marcel Schwob

martes, 24 de agosto de 2010

TANÉYEV / Obertura sobre un Tema Ruso


Tanéyev
Una golosina. Así podría calificar este adelanto que hoy les entrego (el tiempo apremia). Se trata de una Obertura de concierto escrita en 1882 por el talentoso compositor ruso Sergéi Tanéyev (1856-1915). Este hombre desarrolló su actividad en la estela del Conservatorio de Moscú; fue primero alumno y luego amigo muy cercano de Chaikovsky (quien tenía en alta estima su opinión artística) y además un pianista extraordinario. El arte de Tanéyev fue criticado en más de una ocasión por “académico”. Opinión inexacta y también malevolente. Aunque es cierto que no poseyó el alado melodismo de Chaikovsky (¡qué pocos más lo han tenido!) ni la fuerza emocional de Rajmáninov, en cambio fue un genial artesano de sus partituras, en las cuales no falta originalidad, color, vivacidad y atractivo lirismo.

Esa orfebrería queda de manifiesto en una singular característica de Tanéyev: su pasión por el contrapunto, disciplina de la cual llegó a saberlo todo y en la cual fue autoridad sin igual, tal vez ni siquiera en Europa, salvo Brahms. Precisamente con este último fue comparado en la era soviética (“el Brahms ruso”) arguyendo la severidad de su estilo y su habilidad formal. Años antes Chaikovsky ya lo había calificado como “el Bach ruso”. Ya ven ustedes, por esas comparaciones, hasta dónde se alzaba la maestría de este músico, famoso en vida y hoy bastante olvidado.

La presente Obertura en Do mayor permite apreciar muchas de estas dotes arquitectónicas. Su tema lo tomó de una colección folklórica recopilada por Rimsky-Kórsakov. Y dicho sea de paso, será una de las pocas ocasiones en que Tanéyev usará elementos populares; en sus años maduros no volverá nunca más a ese cantero.

Hay mucho que contar sobre este singular personaje, pero lo haré al compartir el disco entero. Ahora disfruten el anticipo, esta bella obertura, en versión del excelente Thomas Sanderling dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Academia de Novosibirsk, de espléndida calidad musical.

... A Q U Í
MP3 · 320 kBit/s · 40,1 MB

Rzhevskaya

lunes, 23 de agosto de 2010

RIMSKY / Concierto para Piano en Do♯


nesterenko
De Rusia han venido algunos de los mejores conciertos para piano de toda nuestra literatura. Es probable que hoy el público de las salas de concierto recuerde principalmente las obras de Chaikovsky o Rajmáninov, con pocas otras excepciones. No obstante, el género nació como tal en la Europa de fines del siglo XVIII, logrando su forma canónica con Mozart, recibiendo luego las aportaciones de Beethoven y de otros creadores-intérpretes quienes, asociados a grandes constructores, empujaron el instrumento hacia rápidas mejoras técnicas. Tal vez el hecho de que los pianistas formaran legión y disputaran con los violinistas el epónimo del virtuosismo instrumental, haya concurrido en el prestigio cada vez mayor de esta modalidad concertante; todos los compositores se aseguraron de escribir al menos un concierto para piano. En la abundante literatura así surgida coexisten las obras trascendentales con otras de menor calado o incluso con meros “caballos de batalla” para los virtuosos de moda — a la manera de las viejas arias escritas para lucimiento de los castrati.

Mientras tanto, cosas nuevas se gestaban en el Este. La sociedad rusa había alcanzado un punto de madurez respecto de su identidad, que la hizo anhelar un arte propio en donde reconocerse. La vasta riqueza del mundo popular aportó infinitas ideas a los músicos eslavos, que desde mediados del siglo XIX llegan a una altura artística digna de toda alabanza, dando a luz un estilo musical con personalidad nítida y reconocible. Así, mientras Liszt se imponía como el pianista más grande de Europa (quizá de la Historia), sólo había otro virtuoso reconocido como su equivalente: Anton Rubinstein, severo director del Conservatorio de San Petersburgo y de la vertiente “occidentalizada” de la música rusa. De esta órbita, pese a las disparidades, proceden Chaikovsky, Tanéyev o Rajmáninov. En su contra se hallaba la “Escuela Libre de Música”, creada en la misma ciudad por Mili Balákirev, otro genial pianista, gran visionario y articulador del célebre “Grupo de los Cinco” o “Poderoso Puñado”, quienes se lanzaron en pos de la autenticidad, tomando al folklore como fundamento principal aunque, como toda vanguardia pequeña, radicalizándose al punto de bastardear cualquier manifestación musical opuesta a la suya.

De este creativo círculo procede el Concierto que hoy les compartiré. Quizá se trate de la obra más breve que pueda reclamar este título y viene de un compositor que no esperaríamos ver en este apartado. Me refiero a Rimsky-Kórsakov, el genio de la fantasía orquestal.


rimsky


En 1882, mientras trabajaba en los manuscritos del difunto Músorgsky, Rimsky encontró tiempo para componer un Concierto para Piano y Orquesta en Do sostenido menor. Tomó la canción “Sobiraytes’-ka, bratsi-rebyatyshki” (Reúnanse, hermanos) como tema único a partir del cual generar 3 secciones contrastantes: 1. Moderato—Allegretto quasi polacca / 2. Andante mosso / 3. Allegro. La metamorfosis temática y tímbrica —junto a técnicas contrapuntísticas como la fragmentación, la inversión y el canon— aporta variedad, y las cadenzas del piano vinculan todas las partes, ya que el concierto no tiene ninguna interrupción. Estas características denotan la influencia de Liszt, a quien Rimsky dedicó la obra.

La canción popular citada por Rimsky es uno de los 40 aires folklóricos que publicó su mentor Balákirev en 1866. Por lo mismo, éste debió sentirse agasajado cuando su discípulo le enseñó el manuscrito. Pero sobre todo se mostró muy sorprendido —Rimsky lo apunta en sus memorias— porque alguien que no era pianista supiera escribir tan adecuadamente para el instrumento. Creo yo que en esta área debió apoyarse el compositor en el talento y los conocimientos de su esposa, la dotada pianista Nadezhda Purgold.

La partitura quedó lista en 1883 y fue estrenada el 27 de febrero de 1884 en la Escuela Libre de Música, bajo la dirección de Balákirev y con el joven Nikolai Lavrov como solista.

Como señala Wikipedia, el lirismo, bravura e imaginativo uso de un tema popular sitúan al concierto en el campo del nacionalismo musical ruso. Se trata, en efecto, de una exitosa reformulación del género según los postulados del Grupo de los Cinco. La escritura musical es ingeniosa y expresiva, asumiendo el piano un frecuente rol descriptivo o casi orquestal, como en los episodios que evocan campanadas de iglesia, o los acordes arpegiados del Andante, que recuerdan un salterio. Pero ninguna de estas aplicaciones ornamentales llevan a Rimsky a rebajar su pianismo a la simple exhibición de habilidades virtuosísticas. Para quien escribe resulta impecable la bellísima entrada del piano; en un hipotético ranking de las mejores entradas del solista, este concierto figuraría con ventaja.

La influencia que ejerció el Concierto en Do ♯ fue amplia, pudiendo rastrearse en Glazunov, Arensky y especialmente en el Primer concierto de Sergei Rajmáninov.

Oigan ustedes esta preciosa obra en el video inferior:


jueves, 19 de agosto de 2010

EL CAMINO DE SANTIAGO

La concha emblemática del Camino de Santiago

por Ernesto Nosthas Nosthas


Para celebrar y agradecer a Dios por la salud de Fernando, ilustre caballero del León, os propongo que hagamos un recorrido imaginario-musical por el milenario camino de peregrinaje a Santiago de Compostela sobre la base de este maravilloso disco (ver referencia). Está preparado en alta densidad, con un scan completo de todo el bellísimo librito de más de 100 páginas que le acompaña...
» D E S C A R G A caratula

Esta grabación es un imaginario musical del camino que millones de personas a lo largo de los últimos mil doscientos años han recorrido para buscar la Tumba del Apóstol Santiago en el occidente hispánico... El Camino de Santiago ha significado en la historia europea uno de los elementos unificadores del viejo continente en torno al credo católico. El hallazgo del sepulcro del primer apóstol mártir supuso encontrar un punto de referencia indiscutible en el cual podía converger la pluralidad de concepciones de distintos pueblos ya cristianizados, pero necesitados en aquel entonces de unidad. Conscientes de la importancia que suponía tener una reliquia como los restos de Santiago el Mayor para sus intereses militares —necesitaban guerreros y dinero en su lucha contra los moros— las monarquías españolas colaboraron activamente en el éxito del camino santo.

El apóstol que la tradición cristiana llama Santiago el Mayor era uno de los dos hijos de Zebedeo y Salomé; su hermano fue Juan el Evangelista, también apóstol. Invitado por Jesús junto a su hermano e inmediatamente después de Pedro y Andrés a hacerse “pescador de hombres”, fue uno de los apóstoles que tuvo una relación más íntima y cercana con el hijo de Dios.

La historia del Camino de Santiago se remonta a los albores del siglo IX con el descubrimiento del sepulcro de Santiago el Mayor, evangelizador de España. El hallazgo de este santo mausoleo está rodeado de una rica imaginería popular que en vez de distorsionar ha preservado y llenado de colorido la narración histórica.

Una de estas leyendas populares sitúa el extraordinario suceso en la primitiva diócesis de Iria Flavia, cuando el ermitaño Pelayo tuvo una “revelación divina”: en la espesura del bosque ve unas “luminarias” y “oye canciones de ángeles”. Los feligreses de la antigua iglesia de San Félix de Solobio, al pie del bosque, participan de esas visiones.

Compostela

Es uno de mis viajes deseados e imaginados pendientes. Hay muchas referencias del “camino”, pero quizás la mayoría de los peregrinos llega a Santiago por el llamado “Camino Francés”, aunque existen otras seis rutas históricas por las cuales se puede hacer el mismo camino santo. La vía francesa es la más transitada y promocionada, entra en España por Roncesvalles y Sompot, en los Pirineos, y atraviesa las comunidades autónomas de Aragón, Navarra, La Rioja, Castilla y León y Galicia. ¡Disfruten el viaje, peregrinos!


Mayores referencias sobre la ruta jacobea aquí

miércoles, 18 de agosto de 2010

[poesía] JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


El Otoñado



Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la tierra,
el fuego, el agua, el aire), el infinito.

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,
trasmito olor: la sombra huele a dios,
emano son: lo amplio es honda música,
filtro sabor: la mole bebe mi alma,
deleito el tacto de la soledad.

Soy tesoro supremo, desasido,
con densa redondez de limpio iris,
del seno de la acción. Y lo soy todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta y que es servido
de lo que todavía es ambición.

Juan Ramón Jiménez

martes, 17 de agosto de 2010

LEÓN DE 7 VIDAS


No lo saben todos, pero me gustan las Sevillanas. Musicalmente hablando. Me gusta el flamenco, me gustan las saetas. Qué sé yo por qué; tal vez por ese buen amigo uruguayo-español-sefardita que tanta afición sentía por lo andaluz, o por algún ancestro indocumentado en mi propia familia, en fin, no lo sé. Pero ahí tengo ese gusto, instalado a sus anchas dentro de mí.

Todo esto viene a cuento por que nuestro querido Fernando de León ha comenzado ya la etapa de recuperación luego una compleja peripecia quirúrgica. La sala de operaciones no hizo la mínima mella en su generosidad ni en su calidez. Y es entonces cuando salta en mi memoria una sevillana llamada La buena gente. Aquí te va, Fernando, con toda estima:

¡Vivan las buenas personas
Que vivan las buenas gentes
Que vivan las buenas gentes
Esas que nunca traicionan
Esos que nunca te venden!

domingo, 15 de agosto de 2010

[prosa] JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Platero y yo


(fragmento)


V ~ ESCALOFRíO


La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las zarzamoras... Alguien se esconde, tácito, a nuestro pasar... Sobre el vallado, un almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas de marzo... Un olor penetrante a naranjas... humedad y silencio... La cañada de las Brujas...

—¡Platero, qué... frío!

Platero, no sé si con su miedo o con el mío, trota, entra en el arroyo, pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas de cristal se enredara, queriendo retenerlo, a su trote...

Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le fuese a alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave, que parece que nunca llega, del pueblo que se acerca...

Juan Ramón Jiménez

sábado, 14 de agosto de 2010

MAGDALENA KOZENÁ / Canciones que me enseñó mi madre

Las muchas y variadas bellezas de la cultura danubiana —formada por aquellos pueblos vinculados al entorno geográfico del gran río Danubio— nutren una tradición musical de abrumadora riqueza, presente desde las mismas raíces del entramado social. Música de campesinos, música de fiestas populares, música de pequeñas agrupaciones, música de acontecimientos cotidianos, música de bodas y funerales (como la banda de Goran Bregović)...

Una de las costumbres musicales de aquellas tierras consiste en que los padres entonen canciones para sus hijos, no sólo en la edad de los arrullos. En el cancionero que se va creando de esta íntima manera, se abren los oídos y los corazones de los pequeños a la universalidad del lenguaje de los sonidos, regazo privilegiado del alma humana.

Magdalena KozenáLa mezzosoprano checa Magdalena Kožená estrenó hace dos años un precioso álbum basado justamente en esas reminiscencias infantiles. Titulado “Canciones que me enseñó mi madre”, que es también el evocador nombre de una célebre canción de Dvořák —la misma que puede Uds. oír en el reproductor de más arriba— la bella esposa de Simon Rattle emprende un recorrido a través de creadores emblemáticos de su tierra (que equivale a decir de talla universal). Todo un acierto la canción popular checa que abre el disco (“Si yo fuera un fresal”) cantada a capella y conectándonos con un sinfín de sensaciones y posibilidades que luego irán cristalizando de la mano de Dvořák, Janáček, Eben, Martinů y otros más.

Valiéndome de la “temporada checa” surgida espontáneamente en el blog, les traigo este álbum en donde la talentosa Kožená comparte créditos con el estupendo pianista Malcolm Martineau, el guitarrista Michael Freimuth y la soprano Dorothea Röschmann.


jueves, 12 de agosto de 2010

EL NIÑO DEL CAMPANARIO / 2ª parte


NosthasLlegamos a la Segunda Parte de nuestra entrega dedicada al Niño del Campanario, Bohuslav Martinů. En esta ocasión colocaremos a vuestro alcance un elenco de grandes obras creadas en distintas épocas de su vida. A través de ellas podrán dimensionar bien la talla artística de este gran músico checo del siglo XX.



OBRAS CONCERTANTES: Disco nº 1


La carta de presentación que utilicé para presentar a mi buen amigo y anfitrión QUINOFF el mundo mágico de Bohuslav Martinů. Tres obras maestras del repertorio orquestal-concertante de Martinů. Contiene dos obras de sus años parisinos, el Concierto para Cuarteto de Cuerdas y Orquesta de 1931 y el Doble Concierto para Doble Orquesta de Cuerdas, piano y timbales. El lenguaje de ambas obras quizá sea uno de los ejemplos más ilustrativos de la construcción de armonías disonantes dentro de las obras del compositor, aunque sin llegar a los extremos de Bartók, de quien se distinguen algunos ecos de su famosa Música para Cuerdas, Percusión y Celesta en la dicción general de la obra. Cierra el repertorio una obra de la época norteamericana, la Sinfonía Concertante para Oboe, fagot, Violín, Cello y orquesta, un homenaje a su gran ídolo Haydn escrita en la misma estructura que éste empleó en 1792 para idénticos instrumentos. Acá la versión es maravillosamente ejecutada por el Endellion String Quartet y la City of London Sinfonia bajo la batuta del recordado maestro británico Richard Hickox.
... A Q U Í

OBRAS ORQUESTALES EN TRIBUTO A LOS HORRORES DE LA GUERRA: Disco nº 2


En suelo americano, Martinů sufrió desgarradoramente las penas de su pueblo checo ante la opresión nazi, en particular el trágico caso del pueblo de Lidice. La historia es estremecedora: El 10 de junio de 1942, por orden directa de Hitler tras el asesinato del gobernador que había designado para tierras checas, Reinhard Heydrich, las unidades nazis cercan Lidice, en Bohemia Central. Fusilan a todos los hombres y arrasan la aldea. Los nazis no tuvieron unidades suficientes para cometer una atrocidad de tal envergadura y por ello, bajo amenaza de muerte, mandaron gendarmes checos a Lidice para que los apoyaran en la masacre (según testigos, los que se rehusaron a colaborar cayeron asesinados también). Las mujeres fueron enviadas a campos de concentración; los niños, a la reeducación del Tercer Reich. Muchos libros, testimonios, memoriales se han escrito de esta tragedia, más de una decena de pueblos y ciudades alrededor del mundo fueron rebautizadas “Lidice”, pero ninguno de estos testimonios tiene el poder y el impacto emocional que los ocho minutos de música escrita por Martinů a fin de conmemorar este triste evento.

La Misa de Campaña o misa de los soldados, al igual que otras de las obras de Martinů, fue concebida como reacción a los estragos de la guerra y en especial a la invasión de su país por las tropas alemanas. Está concebida para ser ejecutada al aire libre y posee una orquestación muy sonora e impactante en la que se subraya el rol de la trompeta solista y un solo de barítono. Vale la pena apuntar que Martinů no fue un simple cronista musical de los acontecimientos del día, sino un protagonista activo y en especial durante su agitada permanencia en suelo francés, luego de ser expulsado de París a raíz de sus vínculos con la resistencia.

En esto, les comparto una notable grabación de las dos obras mencionadas anteriormente: el Memorial de Lidice y la Misa de Campaña, más la melancólica Cuarta Sinfonía. Este repertorio editado por CHANDOS les llega en la brillante interpretación de la Filarmónica Checa y las Voces Masculinas de su Coro bajo la dirección de uno de los directores más geniales de la estirpe checa actual: el maestro Jiří Bělohlávek.
... A Q U Í

MUSICA DE CÁMARA COSMOPOLITA: Disco nº 3


Este disquito tiene una colección muy heterogénea de estilos e inspiración, y además es uno de los más claros testimonios de una transición exitosa por parte de uno de los mejores especialistas en música antigua, Christopher Hogwood, a la música del siglo XX.

Hogwood merece mis respetos al elegir muy inteligentemente el repertorio que interpreta fuera de su espectacular visión del mundo pre-barroco, barroco, clásico y uno de los mejores Beethoven historicistas que conozco actualmente (y uno de mis favoritos, junto a Harnoncourt y Bruggen).

El secreto de su éxito está básicamente en que se ha limitado a la interpretación de obras contemporáneas que comparten una estética similar a la del Barroco y del Clasicismo y en ello Martinů es un ejemplo perfecto. Esta alianza entre el compositor checo y el director británico ha sido muy gratificante, y ha resultado en convertir a Hogwood en un intérprete relevante y un gran difusor de su obra.

En este disco, presento una pequeña muestra de la gran cantidad de música que Martinů desarrolló en moldes barrocos, en la que Hogwood dirige a la St. Paul Chamber Orchestra interpretando cinco obras: Sinfonietta La Jolla, La revue de cuisine (tangos, jazz y hasta Charleston incluidos), Toccata e due canzoni, Merry Christmas 1941 y Tre ricercari.

Acá se incluye otro hermoso homenaje a Haydn en la forma de la Sinfonietta La Jolla, un obsequio a la Sociedad de Artes Musicales de La Jolla en California en la cual se entretejen melodías eslavas dentro de una estructura bellamente desarrollada, muy al estilo concertante de las Sinfonías de Haydn, asignando un rol muy relevante al piano. En el plano barroco, una de las últimas y más bellas obras de Martinů fue la Toccata e due Canzoni, una maravillosa construcción musical que simula una improvisación al mejor estilo de Bach.
... A Q U Í

PEQUEÑAS OBRAS CORALES: Disco nº 4


Mi querido amigo don Fernando de León me trajo nuevamente a la atención la espectacular obra coral de Martinů titulada “La Epopeya de Gilgamesh”, casi al mismo tiempo que caía en mis manos un disquito más intimo de cantatas para pequeños conjuntos corales que compuso Martinů en medio de su intensa nostalgia para la patria que le vio nacer. ¡Qué maestría entre ambos mundos! Gilgamesh usa extensos recursos corales en una estructura majestuosa; en cambio, este disco trae un compendio de obras delicadas en ensambles más limitados y etéreos.

En esas pequeñas obras corales Martinů vertió mucha de su nostalgia y sus frustraciones ante el limitado eco y reconocimiento que obtenían sus obras. En una carta, fechada en Nueva York en abril de 1951, escribía a sus parientes en su natal Checoslovaquia: “Echo muchísimo de menos mi tierra, nuestros cerros, pero no me parece que pueda verlos pronto. No recibo de allá buenas noticias: me relegan a un segundo plano como si nunca hubiera escrito música checa, aunque aquí me siguen considerando compositor checo”.

De este disco destaco especialmente la “Consagración de la Primavera” al estilo checo rural… jejeje… no amigos, no son ritos salvajes y paganos con un brutal sacrificio a la madre tierra como nos la pintó genialmente Stravinsky; en los bosques de Moravia, la Primavera inicia con la ceremonia de limpieza y apertura de los pozos de agua artesiana que abundan en los bosques, los cuales luego del crudo invierno están taponados por una mezcla de lodo y residuos de hielo. Ese sencillo ritual es evocado en la cantata con Martinů como el viajero que llega a Moravia después de un largo exilio... un deseo insatisfecho que sólo pudo imaginar en sus últimos días de vida Martinů.

Complementan esta hermosa cantata, dos obras más en el mismo estilo, la historia de “Mikeš, el ermitaño de la montaña” y “La Leyenda de los Rastros de humo del Fuego de los arbustos de papa”, dos obras que evocan las leyendas y tradiciones de su pueblo natal, asociadas la primera ilustra el inicio del invierno (fue terminada poco antes de la muerte del compositor y tiene evocaciones nostálgicas a su vida y la cercanía de su muerte) y la segunda, el inicio del otoño. Todos los textos son de autoría del poeta Miroslav Bures, amigo de infancia de Martinů.
... A Q U Í

La siguiente es la secuencia de las obras del disco, en todas las cuales participa el Coro Mixto de Pavel Kühn, dirigidos por él mismo:
La Apertura de los Pozos (Otvírání studánek)
  • Cantata para coro femenino de cámara con partes solistas para soprano, contralto, barítono y narrador-recitativo. Acompañan dos violines, viola y piano. En esta grabación participan Milada Čejková (soprano), Agáta Čakrtová (contralto), Ivan Kusnjer (barítono), Petr Haničinec (narrador), Petr Messiereur, Jan Kvapil (violines), Jan Talich (viola) & Stanislav Bogunia (piano).
La Leyenda de los rastros de humo de los fuegos de arbustos de papa (Legenda z dýmu bramborové nati)
  • Cantata para coro mixto, soprano, contralto, barítono con acompañamiento de flauta dulce, clarinete, corno francés, acordeón y piano con Milada Čejková (soprano), Marie Mrázová (contralto), Ivan Kusnjer (baritono), Jiří Stivín (flauta dulce), Vlastimil Mareš (clarinete), Petr Duda (corno), Milan Blaha (acordeón) & Stanislav Bogunia (piano).
Mikeš, el ermitaño de la Montaña (Mikeš z hor)
  • Cantata para coro mixto, soprano, tenor, two violines, viola y piano con Milada Čejková (soprano), Vladimir Doležal (tenor), Petr Messiereur, Jan Kvapil (violines), Jan Talich (viola) & Stanislav Bogunia (piano).
Mucha

La Primavera – Alfons Mª Mucha (1896)

En contraste con la intimidad de las cantatas de cámara precedentes está, como dijimos, la mega-cantata basada en el mito sumerio de Gilgamesh. Sería naturalmente el disco para compartirles en este preciso lugar... pero introduciremos una variante: la publicación de dicha obra se producirá en el Blog OIDO FINO en breve tiempo más. Aquí les daremos oportuno aviso.

La Epopeya de Gilgamesh recreada por Martinů es difícil de describir, pero no está de más una referencia preliminar: puede decirse que es una especie de Octava Sinfonía de Mahler, tanto en recursos orquestales como en textos, tomados esta vez de un poema babilonio del siglo III A.C. La obra es una amalgama entre Cantata Sacra, Oratorio Secular y Poema Sinfónico. Su construcción usa mucho las disonancias cromáticas; sus temas musicales son una mezcla de melodías eslavas primitivistas con ritmos sincopados de muy diversos formatos y construcciones. La estructura es tonal, pero con arreglos progresivos que recuerdan mucho la construcción armónica del Adagio de la Décima Sinfonia de Mahler… El cuadro general es inolvidable y bizarro. No es una obra para todos los gustos, pero a mí me fascina y agradezco en el alma a mi amigo Fernando de León el que me la haya compartido.

Hasta entonces, disfruten el fascinante universo sonoro plasmado por este compositor checho.

martes, 10 de agosto de 2010

[prosa] GÓMEZ DE LA SERNA

Greguerías


(Selecciones)
  • En la noche helada cicatrizan todos los charcos.
  • Cuando la mujer pide ensalada de frutas para dos, perfecciona el pecado original.
  • Entre los carriles de la vía del tren crecen flores suicidas.
  • Los chalecos tiene cuatro bolsillos para hacernos concebir vanas esperanzas.
  • La pulga hace guitarrista al perro.
  • El murciélago vuela con la capa puesta.
  • El cocodrilo es un zapato desclavado.
  • El que está en Venecia es el engañado que cree estar en Venecia. El que sueña con Venecia es el que está en Venecia.
  • Como daba besos lentos, duraban más sus amores.
  • Venecia es el sitio en que navegan los violines.
  • La popularidad es que nos conozcan los que no conocemos.
  • Los ojos de las estatuas lloran su inmortalidad.

Ramón Gómez de la Serna

lunes, 9 de agosto de 2010

BOHEMIA ESCONDIDA


Antes de la conclusión del artículo de Ernesto sobre Martinů, aprovecharé el impulso que nos lleva hacia el Danubio para traer al ruedo a dos compositores, oriundos de aquellas comarcas y bastante poco conocidos por el gran público: Pavel Vranický y Jan Voříšek.

por Itzel



PAVEL VRANICKÝ, un compositor a quien el tiempo olvidó...

VranickyLlamado el Haydn Bohemio, Pavel Vranický (1756-1808) gozó en su día de gran fama como director orquestal y el debido respeto como compositor.

Considerado un auténtico genio de la batuta, fue Musikdirektor de la Corte Esterházy de Galanta y de los dos teatros vieneses más importantes: el Burgtheater y el Kartnertortheater. De igual manera, Francisco II lo tenía en alta estima, por lo cual llegó a ocupar una prominente posición de la Corte de Viena. Era tal su talento que Haydn, Mozart y Beethoven le confiaron el estreno de algunas de sus más importantes obras como la Sinfonía Los Adioses y el Oratorio Las Estaciones, en el caso de Haydn; y la Sinfonía Heroica de Beethoven en la ejecución reservada para los miembros de la Corte del Palatinado Húngaro. Como compositor produjo 73 cuartetos, 10 óperas y 51 sinfonías. Asimismo, cultivó el Singspiel y, según se cree, uno de ellos Oberon, Rey de las Hadas, inundado de símbolos y elementos masones, habría sido la fuente de inspiración para el libreto de La Flauta Mágica de Schikaneder.

El estilo musical de Vranický es brillante y elegante. Sus melodías son naturales y, en buena parte, inspiradas en tonadas campesinas moravas y de la baja Bohemia. Como sinfonista, sus obras conservan los parámetros establecidos por sus contemporáneos. Todas sus sinfonías están caracterizadas por una gran inventiva, una técnica compositiva impecable y un elevado virtuosismo, en especial en el tratamiento que da a las cuerdas presagiando, sin duda, la música de Schubert.

Las obras que a continuación les ofrecemos son dos de sus Sinfonías: en Re mayor (op.52) y Do menor (sin número de Opus). Obsérvese el carácter perfectamente clásico y expresivo de las mismas. Ambas inician en forma lenta y majestuosa, muy al estilo Haydn, siendo ésto sólo el preámbulo para la entrada triunfal de los instrumentos de arco acompañados de una percusión notable y brillante. En ambas sinfonías, los movimientos lentos son notablemente hermosos y, conceptualmente, muy cercanos a Mozart.

En el caso de la Sinfonía op. 52, el tercer movimiento es un menuetto ligero y gracioso con intervenciones majestuosas por parte de los metales y, hasta donde se sabe, era una pieza que no podía faltar en las recepciones ofrecidas por los Esterházy. El cuarto movimiento es vivo y con un uso de las percusiones que en todo hace recordar al Beethoven de las primeras dos sinfonías. El tercer movimiento de la Sinfonía en Do menor es un allegretto cuyos contornos son dramáticos y emocionalmente intensos. Por último, el presto con que finaliza la obra es vibrante y su estilo evidentemente pre-romántico vienés, sin que por ello se dejen de percibir ecos de antiguas melodías moldavas.


Entrada de los Recién Casados (F.G. Waldmüller, 1859)

Vranický habría de morir prematuramente en Viena (1808) a los 52 años víctima de la fiebre tifoidea, truncando una brillante carrera musical que, a juicio del erudito francés Fétis, “...bien podría haber relegado al olvido la música de Haydn, puesto que él [Vranický] era el auténtico Haydn Bohemio...”.

La interpretación de estas dos Sinfonías corre a cargo de la Orquesta Sinfónica Dvorák y la excelente dirección de Bohumil Gregor. Deseamos una feliz escucha de tan bellas obras...


JAN VORÍSEK, el espíritu de Bohemia

Vorisek

Nacido en Vamberk en 1791, Jan Václav Hugo Voříšek representa el más alto espíritu de composición bohemio. Su música es de muy alto nivel y comparable a la de Beethoven.

Cuando pequeño, Voříšek estudió en secreto violín para dar una sorpresa a su padre el día de su onomástico. En la Iglesia de su lugar de origen, el Superior, dándose cuenta de su talento, mandó hacer las modificaciones necesarias a fin de que los pedales del órgano pudieran serle alcanzados. Debido a esto, los fieles no podían menos que maravillarse tanto por la ejecución como por su inventiva para componer piezas de gran complejidad para violín y órgano.

En 1800, contando con 9 años de edad, emprende junto a su padre una gira por varias ciudades húngaras y checas. Al año siguiente compondría unas Variaciones para Piano dedicadas a la Condesa Kolowratová-Ljbstenjnská, las cuales le ganarían el patrocinio necesario para frecuentar un Liceo.

vieja alemaniaVoříšek se convertiría más tarde en un innovador musical en lo que concierne a composiciones pianísticas, que representan en su obra una especie de puente entre el clasicismo y el romanticismo. Sus mejores piezas para piano, como la Sonata en mi bemol, el ciclo Impromptus y sus piezas Le Désir y Le Plaisir pueden ser comparables con las mejores composiciones de Beethoven y Schubert.

Después de la muerte de la condesa Kolowratová, Jan Václav lograría mantenerse en sus estudios dando lecciones de música. El agotador esfuerzo desarrollado desde la niñez, multiplicado en la adolescencia y en la juventud, provocaría después el trágico desenlace del destino del compositor cuando estuviera en el auge de sus facultades creativas.

En 1813 se trasladó a la capital del imperio austríaco, donde se inscribió en la Facultad de Derecho y estudió música con el virtuoso del piano Johann Nepomuk Hummel, natural de Bratislava, que deslumbraba al público vienés con su maestría. A partir de ese momento, Voříšek participaría activamente en la vida musical de Viena. Beethoven prodigaba alabanzas a sus composiciones; y fue precisamente él quien más influyó en el desarrollo de Voříšek como compositor.

VienaPara tener la existencia asegurada, se graduó en la Facultad de Derecho y a los 31 años empezó a trabajar en el departamento naval del llamado Consejo Militar. Pero pronto quedó vacante el puesto del segundo organista de la corte imperial y Voříšek lo obtuvo tras un exigente concurso. Y poco después se convirtió en el primer organista de la corte y el mejor de toda Viena.

En el momento en que había alcanzado el éxito como músico y estabilizado su situación material, se le declaró la tuberculosis. El compositor fallecía en noviembre de 1825, a la edad de 34 años, compartiendo el destino de otros grandes músicos desaparecidos prematuramente, como Mozart o Schubert.

Su obra culminante es, sin duda, la Sinfonía en re mayor, compuesta en 1823 y que representa una especie de enlace entre el clasicismo vienés y el romanticismo bohemio. Los cuatro movimientos que la conforman conservan la forma sonata y están estructurados con una mozartiana precisión y schubertiano equilibrio. En especial el segundo movimiento, el cual presenta un interesante paralelismo con la Sinfonía Inconclusa, de la que es contemporánea. El tercer movimiento, un inquietante scherzo, introduce hermosas melodías bucólicas propias del paisaje bohemio anticipando el nacionalismo de Smetana. Los movimientos primero y cuarto son de una fresca espontaneidad y un sorprendente diseño en tanto que no hay un elemento que esté de más o que no tenga razón de estar ahí. Son movimientos concisos y sin duda de los más brillantes e innovadores dentro del sinfonismo checo.

Otras dos obras de sumo interés son Les Variations de bravoure op. 14, dedicadas a Nannete Rehackova, prestigiada pianista también bohemia y establecida en Viena, y el Rondeau brillant op 22.

Les Variations de bravoure es en realidad una pieza de concierto al estilo polonesa cuya interpretación empieza a exigir virtuosismo por parte del ejecutante. No obstante, se trata de una obra de juventud temprana que, si bien de ninguna manera es innovadora, puede considerársele como una pequeña joya que se adecúa a los modelos y estilos de la época.

De naturaleza artística suprema es el Rondeau brillant, donde el carácter dramático surge al contrastar la presentación del tema que hacen las cuerdas al inicio de la obra, con la robustez de la melodía que a continuación toca el piano. En una segunda parte, se aprecia un cambio en el discurso musical ya que se vuelve optimista y colorido. En todo momento, la instrumentación es exquisita y sobria.

A continuación, dejamos a su apreciable escucha estas tres obras de Jan Václav Voříšek en la interpretación de Boris Krajný al piano y la Orquesta de Cámara de Praga bajo la dirección de Iván Parík. Esperamos la disfruten:



jueves, 5 de agosto de 2010

EL NIÑO DEL CAMPANARIO / 1ª parte

Martinu
NosthasEn medio de los onomásticos de muchos grandes compositores durante el año 2009, se cumplieron también cincuenta años del fallecimiento de Bohuslav Martinů quien, junto a Zelenka, Smetana, Dvořák y Leoš Janáček, integra el quinteto de compositores checos más importantes de la Historia.

“Érase que se era un niño que nació en la torre del campanario de un país muy lejano…” sería el inicio perfecto para esta historia de la vida de un gran compositor checo: Bohuslav Martinů.

Para los vecinos de su aldea natal, Martinů fue “el niño del campanario”, dado que literalmente nació en la torre del campanario de la Iglesia de Santiago de Polička (actual República Checa) el 8 de diciembre de 1890.

Los años de infancia de Martinů fueron de pobreza y limitaciones. Hijo único del zapatero de pueblo que también trabajaba como vigilante de la torre, el campanario fue para él, desde pequeño, su sitio de juegos, desde donde divisaba el hermoso panorama de los bosques de Moravia. Esta torre multiusos (campanario de la iglesia, mirador… ¡y también cuartel de bomberos!) fue siempre el recuerdo más duradero de su infancia.

Habitación en la torre de la iglesia
donde nació Martinů


Visita esta excelente galería de imágenes de Policka

Martinů Martinů era un niño enfermizo y retraído, pero gozaba de un gran talento musical, iniciado por los acordes del campanario local. La familia Martinů, aunque humilde, gozaba del aprecio del pueblo; las dotes musicales del pequeño Bohuslav no pasaron inadvertidas en la pequeña Polička, por lo que los aldeanos organizaron una colecta, cuyos fondos alcanzaron para que el pequeño Bohuslav, de apenas nueve años, fuera a estudiar a Praga. Paradójicamente, en 1910 lo expulsaron de la Escuela de Órgano de Praga por su falta de aplicación…

Luego de su pequeño fracaso en el Conservatorio, perseveró y a base de estudios personales adquirió un notable dominio del violín, con lo cual pudo acceder a la Filarmónica Checa, donde ocupó un puesto entre 1913 y 1923, a excepción de los años de la Gran Guerra (1914-1918), cuando regresó a su pueblo natal. Durante este período alternó estudios con el famoso violinista checo Josef Suk. De este primer período datan sus primeras obras: la serie de breves piezas para piano que Martinů compuso bajo el título de Marionetas, obras melancólicas, danzantes y de una rara elegancia. En la música orquestal destacan la Rapsodia Checa (1920) y el ballet Istar (1922).

Martinů fue primeramente un compositor de vanguardia, en los días de la Primera Guerra Mundial; luego echó raíces en el neoclasicismo, con tintes románticos. La obra de Martinů denota una alegría manifiesta que otorga incluso a sus obras más dramáticas acentos de esperanza o de consuelo, pese a que muchas de ellas ilustran aspectos trágicos de la historia de la humanidad y sobre todo el sufrimiento de su querida patria. Martinů fue un compositor prolífico; su catálogo completo abarca 387 creaciones, muchas de ellas con amplia influencia de las culturas francesa e italiana de la primera parte del siglo XX. Sin embargo, jamás olvidó los acentos, la música y las tradiciones de su amada patria checa. Su máximo ícono y modelo fue Haydn, a quien admiraba como hombre tanto como creador. Martinů tenía una visión abnegada del acto de componer; para él, la espontaneidad era resultado de una actividad prolongada e infatigable.

Tras su período en la Filarmónica Checa, Martinů sale de su querida patria en 1923 para no regresar más, salvo cortos recesos de vacaciones, el último de cuales tuvo lugar en 1938.

Caricatura de Martinů al piano

Este viaje, que sería definitivo, lo hizo con el propósito de formarse académicamente en París con el compositor Albert Roussel, el cual ejercería decisiva influencia en el estilo y el lenguaje musical del músico checo. El viaje de estudios acabó convertido en una fecunda estancia de más de 17 años. A partir de entonces empieza a surgir un caudal notable de obras. Cuando el fragor de la guerra llegó a las puertas de Francia, Martinů decide huir de París y en 1940 se establece en Estados Unidos, para recalar posteriormente en 1951 en Roma y finalmente en 1953 en Suiza.

Martinu

Durante los años parisinos, destacó especialmente la visión tradicionalista de su ballet folklórico Spalicek (1931), una especie de collage de imágenes variadas de la vida cotidiana checa; la ópera El Milagro de Nuestra Señora (1933), una obra fantasmagórica de la tradición religiosa checa con ecos medioevales; y la ópera Juliette (1938). Pero sin duda, su obra maestra —y una de mis favoritas de todo el Siglo XX— es su Doble concierto (1938), una pieza de gran alcance para expresar sus sentimientos justo antes de la Segunda Guerra Mundial y la caída inminente de su país. La obra que coronó su ciclo parisino fue la Misa de Campaña.

Durante su época americana fue profesor emérito de la Escuela de Verano de Berkshire y la Universidad de Princeton. Obras de gran importancia de esta etapa americana son las primeras cuatro Sinfonías (que empiezan en 1942 con el encargo de Koussevitzky para la Primera); su Primer Concierto para violín (1943); el Memorial para Lídice; y un Concierto para dos pianos y orquesta (1943). Su actividad creativa en suelo americano fue severamente afectada por una caída accidental en las escaleras de su hogar en 1946, lo que dio lugar a un período de amnesia y sordera parcial que duró casi un año.

Martinů deja los Estados Unidos para vivir en Roma desde 1953 hasta 1955, donde escribió su bellísima obra Fresques de Piero della Francesca para orquesta; la ópera Mirandolina; y su espectacular Sexta Sinfonía. En Roma empezó su duodécima y última ópera, basada en la Pasión Griega de Nikos Kazantzakis, poco antes de su muerte en Liestal, cerca de Basilea, Suiza, el 28 de agosto de 1959.

En 1979, veinte años después de su muerte en Suiza, sus restos mortales retornaron finalmente a la tierra que le viera nacer. Fueron depositados en la tumba del cementerio municipal donde ya reposaba su amada esposa Charlotte. Las autoridades del pueblo de Polička hicieron un arreglo especial para Martinů: lo ubicaron en la parte más alta del camposanto, colocando su tumba en línea directa con la torre de la iglesia de Santiago… Así el círculo quedaba cerrado: el niño del campanario había vuelto al lugar en donde disfrutó la mayor felicidad de su vida.

Tumba de la familia Martinů
(al fondo, el campanario natal)

Al igual que muchos grandes músicos, sólo después de su muerte reconoció el mundo la extraordinaria significación de Martinů. Mi contacto personal con este compositor empezó por sus magníficas obras concertantes, pero sin duda las obras suyas que más impacto me han causado son su Memorial a Lídice (el pueblo checo borrado del mapa por Hitler), la Misa de Campaña, las cantatas para pequeños conjuntos corales y la Cuarta y Sexta Sinfonías. De este repertorio he seleccionado cinco discos notables, cuatro de mi colección personal y otro gentilmente cedido por mi buen amigo y colaborador en este blog, Don Fernando de León, a quien dedicamos afectuosamente esta reseña.

¡Comencemos! En este primer post encontrarán las 6 SINFONÍAS de Martinů interpretadas por Neeme Järvi y la Orquesta Sinfónica de Bamberg...

... A Q U Í

martes, 3 de agosto de 2010

VON WEBER / Obertura »Rübezahl«

Weber estampilla
Ya era hora de dedicar espacio en el blog a un compositor que cuento entre mis favoritos hace mucho tiempo: Carl Maria von Weber (* Ducado de Holstein, 18 Nov. 1786 — † Londres, 5 Jun. 1826). Su estrella no desapareció en la bruma del olvido, como sucedió a medias o del todo con otros colegas suyos muy meritorios (Ries, Hummel, Spohr, Loewe, Marschner...) los cuales sólo en épocas recientes han reconquistado la voluble memoria humana.

Weber, en cambio, perduró. Y el secreto de su éxito procede de un mundo imponderable: el imaginario colectivo alemán. El creador de Der Freischütz supo capturar la fascinación y misticismo de las leyendas populares —aparente fantasía que anida profundos arquetipos— cuyo ámbito tradicional es la espesura de los bosques de Europa central y oriental. Hubo quienes lo intentaron antes, pero fue Weber quien acertó plenamente el blanco, a la manera del “tiro mágico” de su creación más famosa. Ese fue el eureka! de donde nació la esquiva ópera alemana. Conviene matizar, desde luego, que en dicho acierto concurren al menos dos factores: un compositor felizmente dotado para la evocación musical, y una época que ansía ya claramente esta clase de evocaciones. Weber supo preparar el plato que los comensales estaban pidiendo...

Carl María puede ser apuntado como el primer gran músico netamente romántico. Conserva vínculos formativos con el mundo clásico, al igual que sus contemporáneos, pero lo más pujante de su personalidad artística se define con las características del Romanticismo: recurrencia a un mundo fantástico que ignora las categorías racionales de la Ilustración, interés por épocas lejanas y lugares remotos (= otros mundos), atrevimiento en la experimentación sonora de la orquesta, a la manera de Berlioz. En este último apartado, Weber fue singularmente prodigioso. Tomó una orquesta no mayor a la que requerida en tiempos de Mozart y la llevó a territorios insospechados, sin agobiar ni forzar ningún instrumento, sino explorando la plenitud de su identidad sonora. El resultado, vivaz, transparente y de luminosa naturalidad, sólo fue igualado después por Mendelssohn. Sus dotes teatrales convirtieron a Weber en el operista germano más importante del temprano Romanticismo. Pero algunas opiniones van más lejos; Felipe Pedrell llegó a afirmar en las postrimerías del siglo XIX que nuestro compositor fue “el modelo del teutonismo musical alemán, no superado, dígase lo que quiera, por Wagner”.

Rübezahl, por Schwind

Rübezahl por Moritz von Schwind


Feliz ejemplo de esta maestría weberiana es la obertura de concierto “El Señor de los Espíritus”, versión extendida (director’s cut...) de la ideada para la ópera inconclusa Rübezahl, protagonizada por una criatura mágica de las montañas, presente en leyendas alemanas, polacas, checas, etc., cuyas representaciones varían entre un diablo coliagudo y un gigante huraño ataviado con túnica gris de aire monacal. En la obertura, Weber hace gala de tres grandes atributos: admirable imaginación sonora —aprecien el excelente uso del timbal, las ocasiones de lucimiento solista para los vientos de madera, las agilidades de la cuerda, inspiradas tal vez en el virtuosismo pianístico del compositor, o el magistral recurso a la sección de bronces—; conexión inmediata con el auditor, rasgo del hombre de teatro —el ritmo apabullante que inicia la obertura, las modulaciones dramáticas—; y notables dotes como melodista. Todo esto sumado a una perfecta interiorización de la música popular, otra baza que permitió a las audiencias reconocerse en la música de este creador.

Disfruten esta soberbia obertura de concierto, en versión de Herbert von Karajan y la Filarmónica de Berlín...

 
Ir abajo Ir arriba