Las auroras boreales son uno de los espectáculos más hermosos de toda la naturaleza. Finísimos velos de partículas iridiscentes transfiguran la noche, esparciendo colores casi mágicos desde una altitud difícil de precisar, mientras el viento solar anima sus impredecibles ondulaciones.
El esplendor majestuoso de la Naturaleza ha cautivado a menudo la imaginación de grandes artistas, infundiendo ideas en ellos como si les comunicara una visión del Absoluto. Dicen que un monje intuyó las ojivas del gótico en dos ramas entrecruzadas. Yo les confieso que las auroras boreales me remiten directamente a los ostinati de Sibelius, esa “pátina sonora” que emerge de las cuerdas mediante la insistente repetición de un motivo breve, arropando en su murmullo la melodía que está a punto de nacer. David Revilla, en su excelente blog dedicado a Sibelius, analiza muy bien esta característica a la que llama el “aura” sibeliana. De mi parte, me permito sólo una recomendación quizás ingenua: cuando escuchen a Sibelius, piensen en las auroras boreales.
Para explicarme mejor, les propongo un experimento. Abajo coloqué una filmación de auroras boreales durante una noche noruega. Más abajo, un reproductor contiene música de Sibelius: el inicio de su poema sinfónico “En Saga”. Pinchen primero el video, dejen que caiga la noche (aprox. 00:15) y entonces pinchen la música. Perciban la mezcla, la manera en que las sensaciones sonoras se adecuan a la naturaleza nórdica. ¡La esencia del Norte hecha música!
El Poema Sinfónico “En Saga” Op.9 (1892, rev. 1902) es uno de los logros rotundos del compositor en este género. Traduce el ambiente legendario del »Kalevala« pero no se ciñe a un episodio determinado; es una evocación genérica, abstracta. En las décadas siguientes Sibelius seguirá moviéndose hacia lo abstracto hasta fundir la libertad del poema tonal con la lógica del molde sinfónico en su Opus 105, la Séptima Sinfonía en Do mayor (1924). Pero esa ya es otra historia. Hoy escucharán “En Saga”, con su maravillosa imaginación tímbrica. Interpretan Vladimir Ashkenazy junto a la Orquesta Philharmonia, AQUÍ (o pinchando el semblante del maestro.)
4 comentarios:
Espero que estas iridiscencias iluminen al amigo David Revilla, al que mando desde aquí mis más cordiales saludos, para que nos siga ilustrando con sus maravillosos trabajos y nos siga ayudando con sus sabios consejos.
Quinoff, muchas gracias por este pedazo de Sibelius con esas oníricas imágenes.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra
genial gato, una verdadera maravilla en la obra del hombre que acompaña a la naturaleza.
un abrazo, arnoldo
Genial Quinoff!
Aunque a esta altura ya debiera estar curada de admiración, no lo estoy y no dejo de sorprenderme por tu sensibilidad, tu enorme habilidad unida a un gusto exquisito para la presentación y la elección.
¿Se nota que me gustó?
Sí, me encantó.
un abrazo
Hola, pasé a devolverte la visita.
Que grande es Sibelius! Sus sinfonías son de las mejores que se han escrito y su concierto de violín yo lo pongo junto a los de Beethoven y Brahms.
Las auroras son una maravilla, la música ¿que voy a decir?
Saludos!
Publicar un comentario