En este Viernes santo dejo con ustedes una pieza sacra juvenil de Mozart, compuesta en 1775 cuando el compositor tenía 19 años y respondía a un encargo del Príncipe Elector de Baviera. La prolija polifonía y la mozartiana audacia de ciertos giros armónicos son memorables… pero, para nuestros oídos modernos, llamará más la atención un pasaje de transición (0:55 seg) en que la melodía de las cuerdas coincide asombrosamente con el Beethoven del Himno a la Alegría. Pero por entonces nada sabía el genial jovencito austríaco…
Que tengan un día sereno, a buen resguardo de la pandemia, ¡y feliz fin de semana!
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