El compositor italiano Ottorino Respighi (* Bolonia, Italia, 1879 — † Roma, 1936) fue uno de los creadores orquestales más notables del siglo pasado. Esta brillante cualidad tuvo mucho que ver con su maestro Nikolai Rimsky-Korsakov, quien ejerció influencia perdurable sobre aquel discípulo italiano. Muy bien lo resume la sentencia de la Enciclopedia Británica: “[Respighi] introdujo el colorido orquestal ruso y algo de la violencia armónica de Richard Strauss en la música italiana”.
Todo lo anterior atañe a cualidades instrumentales. Justamente ahí radica una particularidad central de este compositor. En efecto, hablamos de un músico oriundo de la tierra del canto por antonomasia, la cuna de la ópera, la nación que había aportado su mismo idioma al lenguaje de las partituras y llevaba siglos concentrada en la producción incesante de música para la escena y para la voz. Pues bien, después de tanto tiempo Italia se merecía un creador instrumental, y esa bandera fue la que levantó Respighi.
No sólo compositor sino también musicólogo, Respighi cultivó ese interés por el pasado que sembró la imaginación de numerosos creadores durante el siglo XIX, llevándolos a recuperar fórmulas caducas en interesantes nuevos contextos. Pero la seducción de glorias pasadas acaricia muy particularmente a los italianos, viudos eternos de uno de los mayores imperios de la Historia occidental. El apelativo romano acompaña a tres de las más famosas obras del músico boloñés: Fuentes de Roma, Pinos de Roma y Fiestas Romanas —música imponente, llena de luz, de color, muy influida por el decadentismo literario de Gabriele d’Annunzio y sus evocaciones de la Roma antigua— además de otras igualmente brillantes como el Tríptico Botticelliano o los Vitrales de iglesia.
Hay, como se ve, un componente nacionalista en la música de Respighi, sin que dicha etiqueta degenerara aún en las ideologías y tragedias que marcaron el siglo XX. Nuestra perspectiva histórica era del todo ajena al compositor y a su entorno cuando se dejaban llevar de entusiasmo hacia la Roma de los Césares —reimaginada por ellos— o hacia la cultura del Renacimiento y el Barroco italianos. De hecho, más acertado sería hablar de una intensa nostalgia como resorte de estas obras. Nostalgia de un pasado mejor, en coincidencia con la copla de Manrique, pero cuya lejanía permite adornarlo con cualidades ejemplares, es decir, mitificarlo... y también manipularlo, con todos los riesgos que conlleva.
Un ángulo inusual del Panteón romano / foto: Mika-L
Hoy les compartiré un registro con música de Respighi en extraordinaria versión del director Ernest Ansermet al frente de L’Orchestre de la Suisse Romande y de la Sinfónica de Londres. En primer lugar los ciclos de poemas sinfónicos Pini di Roma y Fontane di Roma. A continuación La Boutique fantasque, un arreglo del compositor boloñés sobre música de Rossini para una producción de los Ballets Russes de Sergei Diaghilev.
Los dos primeros poemas sinfónicos presentados exhiben el mimo con que Respighi trabajó los timbres, es decir, la voz típica de los instrumentos. Uno siempre puede sentir que Rimsky-Kórsakov nos acecha, pero también encontraremos muchas coincidencias con la paleta orquestal del impresionismo francés.
Los Pinos de Roma obedece a un sencillo programa, en la tradición del poema sinfónico romántico. Los dos cuadros exteriores son brillantes, y los interiores son más íntimos.
Detalle de la Fuente del Tritón / foto: Gvantsa27 Las Fuentes de Roma comprende también cuatro cuadros sinfónicos, que además están señalados por horas del día: alba, mañana, mediodía, atardecer. Por fin, La Boutique Fantasque se basa en una recopilación de piezas para piano y canto que Rossini denominó, burlón, Péchés de Vieillesse (Pecados de vejez). Cierta famosa tarantella será reconocida por más de un auditor... Disfruten amigos...
Los dos primeros poemas sinfónicos presentados exhiben el mimo con que Respighi trabajó los timbres, es decir, la voz típica de los instrumentos. Uno siempre puede sentir que Rimsky-Kórsakov nos acecha, pero también encontraremos muchas coincidencias con la paleta orquestal del impresionismo francés.
Los Pinos de Roma obedece a un sencillo programa, en la tradición del poema sinfónico romántico. Los dos cuadros exteriores son brillantes, y los interiores son más íntimos.
Los Pinos de Villa Borghese. Los niños juegan en los pinares de la Villa Borghese, bailan el equivalente italiano de "la ronda". Juegan a los soldados, marchando y luchando. Se agitan y chillan como golondrinas en la noche. Van y vienen en enjambres. De repente, la escena cambia.
Los Pinos cerca de una Catacumba. Vemos las sombras de los pinos que se proyectan por encima de la entrada de una catacumba. Desde las profundidades se eleva un cántico, que hace eco solemnemente, como un himno, y luego es silenciado misteriosamente.
Los Pinos de Gianicolo. Hay una agitación en el aire. La luna llena muestra el perfil de los pinos de la colina de Gianicolo. Un ruiseñor canta.
Los Pinos de la Vía Apia. Amanecer brumoso en la Vía Apia. El campo trágico está vigilado por los pinos solitarios. El ritmo de pasos interminables, de modo indistinto e incesante. El poeta tiene una visión fantástica de las glorias pasadas. Las trompetas suenan estrepitosamente y, en la grandeza de un sol que asoma nuevamente, el ejército del Cónsul se lanza hacia la Vía Sagrada, ascendiendo triunfante por la Colina Capitolina.
Detalle de la Fuente del Tritón / foto: Gvantsa27 Las Fuentes de Roma comprende también cuatro cuadros sinfónicos, que además están señalados por horas del día: alba, mañana, mediodía, atardecer. Por fin, La Boutique Fantasque se basa en una recopilación de piezas para piano y canto que Rossini denominó, burlón, Péchés de Vieillesse (Pecados de vejez). Cierta famosa tarantella será reconocida por más de un auditor... Disfruten amigos...
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2 comentarios:
A escuchar querido Quinoff. Ansermet debe ser antológico en estas partituras.
A que sí! Ese equilibrado rigor y sentido de transparencia tan suyos le vienen bien a estas páginas, además que la Suisse Romande, sin ser una orquesta de primer virtuosismo, tiene una entrega y musicalidad absolutas. Que disfrutes este repertorio, mi buen amigo!
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