viernes, 25 de diciembre de 2009

La Novena de Lucerna

Furtwängler en el blog

En la hermosa ciudad suiza de Lucerna, a orillas del Lago de los Cuatro Cantones, se celebra entre agosto y septiembre de cada año un festival de música. Ha llegado a ser uno de los eventos más importantes de la Europa musical, atrayendo a personalidades estelares. En 1954, el Festival se inauguraba con característica puntualidad; pero ese agosto sería diferente. Wilhelm Furtwängler se encaminaba a Lucerna para dirigir lo que pronto se convertiría en su testamento sonoro.

La historia de aquel momento es lo que conocerán a continuación, en artículo de nuestro querido Ernesto Nosthas que, con su venia, tengo el gusto de republicar (apareció por primera vez en el blog de Elcuervopez). Acompaño sus lúcidas líneas con aquella memorable grabación beethoveniana. Sea éste mi regalo de Navidad para todos Vds. que distinguen esta página con su interés, incluso con su seguimiento, haciendo de ella un proyecto digno de afecto.


León suizo

quinoff.blogspot.comEn esta entrega comentaré los últimos días del maestro Wilhelm Furtwängler con una de sus grabaciones finales, tal vez la última de todas (no he encontrado la bibliografía completa que sustente ese punto) y con toda seguridad la última interpretación pública que ofreció de la Novena Sinfonía de Beethoven, en el marco de los conciertos brindados antes de su muerte en 1954.

Cuatro grandes directores han marcado a la Filarmónica de Berlín desde su fundación a finales del siglo XIX: Hans von Bülow, Artur Nikisch, Wilhelm Furtwängler y Herbert von Karajan. La transición entre von Bülow y Nikisch no fue tan traumática como la habida entre los dos siguientes titulares. Karajan y Furtwängler siempre estuvieron unidos por un misterioso y constante lazo de respeto y celo. Furtwängler, durante la época nazi y en la posguerra, siempre estuvo mejor posicionado que Karajan en la vida cultural teutona, y hábilmente cerró espacios a su joven colega en los más importantes ámbitos de la música alemana y europea. En los años 50 la dicotomía llegó a ser problemática, dado que ambos compartían un importante vínculo contractual con EMI y su famoso productor, Walter Legge. Los celos profesionales entre ambos músicos obligaba a dividir escenarios y orquestas, con la balanza inclinándose casi siempre hacia el mayor: la Filarmónica de Viena para Furtwängler y la Sinfónica de Viena para Karajan / años no sucesivos en los Festivales de Salzburgo y Bayreuth / y por sobre todo la joya de la corona, la Filarmónica de Berlín, con la cual Furtwängler hizo siempre astutas y calibradas maniobras para mantenerla a distancia de Karajan.

Karajan

Este comentario no pretende manchar la imagen de uno para exaltar la imagen del otro; fueron hechos históricos, en los cuales ambos artistas demostraron ser avezados negociadores que maniobraron con las cartas que tuvieron a la mano. Furtwängler consolidó su imagen con la Filarmónica de Berlín, mientras Karajan labró un buen nombre en Londres con la Philharmonia e hizo de la hermana menor de la Filarmónica de Viena, la Sinfónica, una orquesta de mucho respeto e importancia.

En este vaivén llegó el año 1954, encontrando a un Furtwängler sensiblemente desmejorado. Medicinas y tratamientos afectaron su productividad en los escenarios y en sus contratos de grabación. Lo más triste fue que el deterioro de su salud le acarreó una sordera irreversible, cuyos síntomas no era posible ocultar. El equipo técnico de la Filarmónica ideó un ingenioso sistema de colocar micrófonos entre la orquesta durante los ensayos y los conciertos, enviando la señal mediante cables escondidos hacia un cinturón especial diseñado para Furtwängler, con pequeños altavoces que amplificaban el sonido de la masa instrumental.

A dispensa de mejores referencias bibliográficas de los lectores y colaboradores del blog, podemos encontrar como testimonio de esos días finales los últimos trabajos discográficos del Maestro, que fueron:
  • 3 de marzo, 1954, Till Eulenspiegel de R. Strauss, con la Filarmónica de Viena para EMI
  • 27 de abril de 1954, la Tercera Sinfonía de Brahms con la Filarmónica de Berlín para DG
  • 22 de agosto de 1954, la Novena Sinfonía de Beethoven, en un concierto en vivo en Lucerna, Suiza, con la Philharmonia de Londres para el sello Tahra.

Y es precisamente esa última e histórica performance dada en la antigua Kunsthaus de Lucerna la que compartiremos con ustedes, amigos, en esta oportunidad.

Cabe destacar que luego de Lucerna, el último concierto en vivo dado por el gran director tuvo lugar el 20 de septiembre de ese año. Tras ello, cuando en un ensayo de su propia Segunda Sinfonía fue incapaz de escuchar las líneas de apertura en un solo de fagot del tercer movimiento, Furtwängler lloró, depositó la batuta en el atril y con voz quejumbrosa le dijo a los músicos: “Sí, gracias caballeros… esto es todo, adiós”. Fue la última vez que el maestro enfrentó a una orquesta. Nueve semanas después, luego de una penosa y difícil agonía, Wilhelm Furtwängler falleció totalmente sordo en la Clínica Ebersteinburg, en las afueras de Baden-Baden, el último día de noviembre de 1954.

Difícilmente pueden encontrar otra Novena con tanta carga de dramatismo, con tanto peso emocional. La Sinfonía Coral de Beethoven fue una obra que Furtwängler adoraba, y es opinión de sus críticos y admiradores que esta grabación nos deja un poderoso mensaje de superación de las adversidades y triunfo del alma frente al cuerpo. Después de este concierto, el director pasó casi una semana en cama en su hotel, totalmente exhausto y vencido por el esfuerzo.

Entre las grabaciones históricas que de esta obra hizo el maestro, muchos señalan dos antes que la que hoy les presento: la lectura en Berlín del 22 de marzo de 1942 (editada por Music & Arts CD-653) y la mítica grabación del Festival de Bayreuth del 29 de Julio de 1951 (editada por EMI CDH 7 69801 2). Sin embargo, el propio Furtwängler manifestó en sus últimos días a su esposa que en Lucerna, “interpretó esa Novena cuando ya tenía un pie en el otro mundo”. Finalmente, para aquellos que deseen profundizar en el mensaje y los contrastes entre estas tres maravillosas lecturas del Maestro, les recomiendo leer el análisis que ha puesto la Societé Furtwängler en su sitio web y también en MundoClasico.com

Ya en su lecho de muerte, Furtwängler dio su apoyo a Karajan para que fuese su sucesor, y de allí se labra la historia para que Karajan asuma informalmente la dirección de la Filarmónica de Berlín desde 1955, para luego suscribir el controversial contrato de “director vitalicio” en 1956, el cual ostentó hasta 1989. Pero eso, amigos y amigas, es otra historia. Disfrutemos ahora aquel divino momento histórico, la última grabación en vida (hasta que alguien me pruebe lo contrario) de Furtwängler. Preparen sus pañuelos, van a llorar con el inconmensurable poder de esta interpretación.

En este histórico documento Wilhelm Furtwängler dirige al Coro del Festival de Lucerna (Festwochenchor) y a la Orquesta Philharmonia de Londres, mientras que el cuarteto vocal lo conforman Elisabeth Schwarzkopf (soprano), Elisabeth Cavelti (contralto), Ernst Häffliger (tenor) y Otto Edelmann (bajo).

D E S C A R G A

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Son las 1.40 horas en España y la emoción me embarga al leer esta inconmensurable entrada, un artículo de referencia.

Escuchar esa Novena de Furt es hasta cierto punto peligroso, ya que nos aleja de la realidad material que nos rodea. Con todos los respetos, yo creo que Furtwängler es el libro ya cerrado de la dirección orquestal. Simplemente, escuchar los matices de dinámica sonora del Molto Vivace, tan trillado, tan ejecutado en mil y una versiones, es algo que no se puede definir con palabras. Digo que es peligroso porque, ¿Qué escuchamos ahora?

Furtwängler es la música, tan desnuda en ocasiones como ataviada con las mejores galas que uno pueda imaginar.

Yo no sé si os ocurre a vosotros, pero el tiempo se para en el Adagio. Eso no es ya sólo música. Es algo más que no acierto a definir.

Gracias por esta entrada, amigos

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Y para matices, menciono sólo ese breve silencio antes de comenzar el Tema de la Alegría, en el Cuarto movimiento. En ese silencio expectante, la melodía comienza en su habitual pianísimo, pero generando una sensación de venir de lejos, de otra parte. Revelador.

Un abrazo, Leiter.

Arnoldo dijo...

Es verdad lo de "un pié en el otro mundo" pero tengo entendido que no se estaba refiriendo a la proximidad de su muerte sino al "otro mundo" al que lo había transportado la obra, o sea no "vivía" solamente la instancia temporal de la interpretación sino que la obra bethoveniana lo llevaba a otro mundo, más atemporal y a regiones situadas más allá de este mundo.
Yo tengo la intuición que interpretaba a Beethoven como Beethoven debe haber concebido esta expresión, hay un vínculo muy estrecho porque el tiempo de la obra es solo circunstancia, lo que sentimos es algo más que esto, es un legado enorme hacia toda la humanidad.
Creo que con esta obra te has situado cerca del cielo.Gracias por todo.
Arnoldo

Elgatosierra dijo...

Ya sabéis que escribo esta líneas arrodillado, como siempre que escucho el nombre de Furtwängler, máxime cuando escucho, además, como ahora mismo, esta increíble versión.
Tengo ese disco de TAHRA desde que me enteré por Choc Musique de su edición, y jamás me arrepentí de lo que pagué en aquel momento. Bastante más de lo que cuesta ahora, pero que me quiten lo bailado, como dicen en mi barrio. Lo he disfrutado a mi sabor un montón de veces, y cada vez me gusta más. ¡Así está el tema!
Sí Ernesto, como tú muy bien dices, éste es un documento fonográfico de primera magnitud. Y qué se puede añadir después de todo lo dicho por el Maestro Ernesto, además de gracias. Lo primero es que está muy bien dicho.
Y ahora, muy someramente, decir que para mí esta versión de la Novena (creo que la dirigió en noventa y seis ocasiones y que se conservan diez grabaciones), la de 1954, desde la de 1937, y después las de 1942 y 1951, es el final de una aventura, la aventura de Furtwängler, que comienza como una plegaria y termina como un aquelarre insondable, quizá por su complejo de culpabilidad por haberla dirigido tantas veces, cada 20 de abril, al frente de la Filarmónica de Berlín, en el cumpleaños de Hitler, para alago y propaganda del dictador genocida.
Su sombra le contaminaría hasta el final de sus días. Esta Novena es su testamento musical y humano, que pide perdón por haber permanecido tanto tiempo impasible ante la barbarie, por haber utilizado esta música que el tanto amaba como adorno para los verdugos y despedida para los que partían para los campos de concentración. Comenzando serena, contemplativa y mística, termina crispada, enloquecida e incluso vulgar.
Y, otra vez más, qué lujo de edición, qué preciosidad de post, qué documentación y qué presentación didáctica. Me quito el sombrero (tengo uno de fieltro negro parecido al de la primera foto de Furt) y me inclino ante el editor. Felicidades QUINOFF.
Leiter y Arnoldo, se os saluda muy cordialmente.
Elgatosierra

PD. Por cierto, y con el debido respeto, os habéis fijado que Furt aparece en muchas fotos sujetándose la cabeza con una mano, sería porque la tenía tan dura y tan pesada que su cuello no podía sujetársela. JAJAJA

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Con semejantes articulistas (hombres, gatos... y muy próximamente también magyares) sólo cumplo la grata tarea de prestar un buen candelabro donde colocar las velas. Ellas iluminan, yo sólo soy el apoyo. Pero gracias por el saludo, amigo.

Me ha impresionado tu descripción del periplo vital de Furt. Una amarga sombra en su conciencia. Yo estoy convencido de que Furt era un hombre bueno; el punto es que los buenos deben hacer algo más que menear la cabeza ante las acciones de los malos. Furt decidió quedarse a hacer música para la gente, para impedir que olvidaran la antigua Alemania de Beethoven, Schumann o Brahms, pero es evidente que fue ingenuo si pensó que eso sería entendido y respetado por la camarilla de Hitler.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Y yo también estoy convencido de la bondad vital de Furt. Pudo pecar de ingenuo, sin duda, pero nadie que no tuviese esa sombra en su corazón podría habernos legado esas versiones de la Novena.

Como tantos y tantos alemanes de época, no fue consciente de lo que estaba ocurriendo en Auswitz o en Sorbibor.

Sólo un hombre así, con esas dudas y esas sombras, podría ofrecer la Novena como él lo hizo en tantas ocasiones.

Saludos Gatosierra. Me alucina vuestra sabiduría sobre Furt. Es todo un caudal de rico y novedoso conocimiento. Que no se seque nunca.

Un abrazo a todos

q u i n o ƒ ƒ dijo...

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