lunes, 29 de septiembre de 2014

Río adentro

interior

Es curioso. Todos tenemos nuestros pequeños puntos de inflexión durante el día. Serán unos segundos, a veces un poco más, cuando suspendemos el ritmo del quehacer y experimentamos la necesidad de un respiro, una pausa para recobrar el aliento. Las muchas cosas que nos agitan, o las pocas, imprimen con más fuerza su peso sobre nuestros hombros y nos recuerdan esa fragilidad esencial que tan empeñosamente queremos evadir.

Es entonces cuando retrocedo a mi interior, me alejo del instante y su tumulto, busco los parajes de la memoria o más aún, entablo un diálogo silencioso con Quien sé que puedo encontrar en confiada quietud interior, libre de máscaras y de urgencias.

Ahí descanso, en esa morada íntima. Ahí, donde uno es quien es y las pretensiones están de más. Siento algo muy parecido a un espaldarazo reconfortante que me lleva de vuelta al quehacer. Todo esto ocurre sin dar mayor noticia al entorno. En la quietud reviven las fuerzas necesarias para la acción; sin eso, sin interioridad —permítanme más: sin espiritualidad— no creo que pueda uno remontar con éxito las tempestades exteriores ni cultivar auténtica personalidad.


5 comentarios:

Laura Schwartz dijo...

Amigo Quinoff, tu Río adentro, despierta en mi corazón la memoria de mi amiga del alma Enriqueta porque es como si estuviera a mi lado hablándome. No podríamos sobrevivir sin el sencillo amor de la amistad.

Anónimo dijo...

¿... pretensiones...?

q u i n o ƒ ƒ dijo...

En efecto. Me pasó por pretencioso, jeje. Gracias!

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Gracias querida Laura: es así, tal cual dices. Un recuerdo afectuoso a la memoria de Enriqueta.

Laura Schwartz dijo...

Sí gracias por Enriqueta. Nuestra interioridad, nuestra conciencia. Acá transcribo de CICERON lo siguiente " La conciencia nos ha sido dada por los dioses inmortales para ser nuestra compañera inseparable y nos promete vivir sin temores y estimadísimos por todos si la hacemos testigo de nobles pensamientos y virtuosas acciones."
Si somos fuertes y Dios nos libra de perder la cabeza seremos capaces de resistir todas esas tempestades desquiciadas a las que te refieres.

 
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