jueves, 31 de diciembre de 2009
HOY NOS VEMOS, GEORGES

¡FELIZ 2010 A TODOS! A cada uno y cada una que visite, haya visitado o siga visitando esta página; a los anónimos y denominados, primerizos o veteranos, extraviados o huéspedes con cuarto propio, a todos: un afectuoso abrazo, un brindis y la invitación al Concierto de Año Nuevo en Viena. Allá nos espera el gran director francés Georges Prêtre, por segunda vez (la primera fue en 2008).No se lo pierdan.
domingo, 27 de diciembre de 2009
UNA NAVIDAD DE ANTAÑO

Seguimos con el especial de Navidad. Ahora un disco cuyo repertorio se ciñe al siglo 17, plena era barroca, mezclando en su menú obras anónimas o célebres que (presumiblemente) podría uno escuchar en las Navidades de entonces. Interpreta el excelente conjunto coral holandés The Netherlands Bach Society, especializado en el repertorio de los siglos XVII-XVIII, junto a la Capella Figuralis, agrupación virtuosa que brilla en sus instrumentos de época. Dirige Jos van Veldhoven.
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KÖNIG DER KÖNIGE
PUERI CONCINITE

La canción de Navidad por excelencia es Stille Nacht, de eso no me cabe duda. Pero no es una joya solitaria. Antes de su aparición los países germanos en especial, y el resto de Europa en general, habían creado nutridos repertorios para celebrar el nacimiento de Cristo. Y lo mismo siguió ocurriendo después de que el organista Franz Gruber hubiera dado forma sonora al texto del Padre Joseph Mohr. Hay, pues, mucha, muchísima música creada para estas fechas.
A mí, sin embargo, otra canción de Navidad me ilumina también el corazón. Funciona para mí como un complemento de la sencillez grandiosa del Stille Nacht. Como ésta, es una canción austríaca; pero en vez de las montañas, nació en la ciudad, Viena, y fue creada por un gran músico que hoy sólo aparece en las notas de pie de página, cuando merecería ser recordado por al menos dos valiosísimas aportaciones a la historia de la música: fue quien primero se convenció del genio del gran Anton Bruckner, lo llevó a Viena, le abrió las puertas del Conservatorio y se convirtió en su más firme defensor; además, fue quien descubrió la olvidada Sinfonía Inconclusa de Schubert y, nuevamente convencido de la genialidad de la obra, se apresuró en hacerla oír ante el mundo por primera vez.
Hoy les dejo aquí “Pueri, concinite” (Un niño ha nacido), subtitulado como “Cantus Pastoralis”, de Johann Franz Ritter von Herbeck (1831–1877).
¡Disfruten esta maravillosa composición, que vibra como pocas con el espíritu de Navidad: cuando se reconcilia lo grandioso con lo pequeño, lo infinito con lo precario, cuando el júbilo dimana paz y la paz engendra esperanza!
¡Feliz Navidad a todos!

viernes, 25 de diciembre de 2009
La Novena de Lucerna

En la hermosa ciudad suiza de Lucerna, a orillas del Lago de los Cuatro Cantones, se celebra entre agosto y septiembre de cada año un festival de música. Ha llegado a ser uno de los eventos más importantes de la Europa musical, atrayendo a personalidades estelares. En 1954, el Festival se inauguraba con característica puntualidad; pero ese agosto sería diferente. Wilhelm Furtwängler se encaminaba a Lucerna para dirigir lo que pronto se convertiría en su testamento sonoro.
La historia de aquel momento es lo que conocerán a continuación, en artículo de nuestro querido Ernesto Nosthas que, con su venia, tengo el gusto de republicar (apareció por primera vez en el blog de Elcuervopez). Acompaño sus lúcidas líneas con aquella memorable grabación beethoveniana. Sea éste mi regalo de Navidad para todos Vds. que distinguen esta página con su interés, incluso con su seguimiento, haciendo de ella un proyecto digno de afecto.




- 3 de marzo, 1954, Till Eulenspiegel de R. Strauss, con la Filarmónica de Viena para EMI
- 27 de abril de 1954, la Tercera Sinfonía de Brahms con la Filarmónica de Berlín para DG
- 22 de agosto de 1954, la Novena Sinfonía de Beethoven, en un concierto en vivo en Lucerna, Suiza, con la Philharmonia de Londres para el sello Tahra.
En este histórico documento Wilhelm Furtwängler dirige al Coro del Festival de Lucerna (Festwochenchor) y a la Orquesta Philharmonia de Londres, mientras que el cuarteto vocal lo conforman Elisabeth Schwarzkopf (soprano), Elisabeth Cavelti (contralto), Ernst Häffliger (tenor) y Otto Edelmann (bajo).
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jueves, 24 de diciembre de 2009
EL ARPA CELTA

Tres cosas no podían ser embargadas a un hombre endeudado en el Gales medieval: ni su caballo, ni su espada… ni su arpa. Este detalle pintoresco, contado por Chautebriand, revela la inmensa consideración recibida por aquel instrumento en la Gran Bretaña de los celtas.
Nacida en Oriente como casi todo, el arpa llegó a las islas británicas en algún momento del siglo VI. Su sonoridad cautivó a los bardos, esos hombres cuyo oficio era retener la memoria, y los acompañó a través de Irlanda, Escocia y el resto de Inglaterra.
Cuando los reyes ingleses alcanzaron la hegemonía sobre el territorio británico, se empeñaron en erradicar las costumbres de los reinos sometidos practicando una verdadera “conquista cultural”, que alcanzó extremos de dureza con Isabel I y Oliver Cromwell: los bardos eran ejecutados y las arpas destruidas. Junto a la gaita, el arpa se convirtió en un instrumento proscrito.

Pero esa voz hostilizada volvió. Y les traigo ahora un disco dedicado al Arpa Celta, con un repertorio que abarca desde la Edad Media hasta la actualidad. El disco es bueno. Tanto, que alguien me lo sacó y todavía no me lo devuelve... Afortunadamente existía una copia que obsequié a un amigo, y de ella pude recuperar la música que hoy les comparto. A falta de folleto, completé la información con ayuda de Internet.
La grabación proviene de 1977 y el intérprete es Regis Chenut, de quien nada he podido averiguar más allá de su nombre. Pero definitivamente es una de las grabaciones más sugestivas y mejor conseguidas que he escuchado en este género apodado “celta”. Chenut nos habla mediante la música de sus manos. Para embelesarnos se sirve del cristalino acontecimiento de sus cuerdas, cuya pureza de sonido se aviene muy bien con esta luminosa época del año. Disfruten la tradición instrumental que los bardos iniciaron hace mil años, AQUÍ.
sábado, 19 de diciembre de 2009
[Poesía] PIZARNIK

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.
hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
Alejandra Pizarnik, de “La última inocencia”
jueves, 17 de diciembre de 2009
WAGNER: Obras Orquestales (SZELL) 2/2

Las Segundas Partes son buenas. Aquí lo demuestra Szell con el segundo disco de Obras Orquestales Wagnerianas, esta vez tomando escenas de El Anillo del Nibelungo, y como corolario, el Preludio y Muerte de Amor de Tristán e Isolda.
Así es, Szell los mató. Y cuidado que viene por nosotros, AQUÍ.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
EL HEREDERO DE BEETHOVEN (III)
CONCLUIMOS aquí nuestro viaje a los Cuartetos de Bartók: En esta entrega Ernesto nos llevará hacia los dos últimos, el Quinto y Sexto.

La estructura de cinco movimientos es fascinante, nuevamente en forma de ARCO entre sus movimientos. Aparte de ello, el primero y quinto movimientos (emparentados temática y estructuralmente) llevan una forma de ARCO en sí mismos, donde la exposición y reexposición temática se expresan en forma invertida. Bartók destacó en sus indicaciones que las claves tonales usadas en el desarrollo del movimiento ascienden en los pasos de la escala tonal completa, axial. La exposición es en Si bemol, Do y Re; la recapitulación es en Mi, luego en Fa sostenido, La sostenido y Si bemol.
La construcción de los movimientos intermedios es ternaria, con la salvedad que segundo y cuarto, que son lentos (marcados Adagio Molto y Andante) y se relacionan entre sí, siendo otro notable ejemplo de la “Música Nocturna Bartókiana”. El tercer movimiento, un scherzo, es liviano y rápido, basado en motivos folclóricos búlgaros. El quinto movimiento sigue el mismo patrón que el primero con la adición de una coda final que cierra espectacularmente la obra.

La obra posee cuatro partes y una curiosa estructura. Un tema triste y melancólico marcado como Mesto (“tristeza” en italiano) inicia todos los movimientos, pero de forma diferente: los tres primeros incluyen una segunda sección que se hace más viva en cada movimiento (la acre “Burletta” del tercero) pero también el Mesto se expande cada vez más hasta abarcar completamente el cuarto y último, finalizando así la obra bajo un clima de desolación, tristeza y abandono.
Ése no era el plan original. Bartók pretendía terminar la obra con una pieza danzante de corte popular, pero cuando los doctores desahuciaron a su madre, la tristeza de la agonía la trasladó a la partitura, marcando en el pautado expresiones tímbricas que delatan su desgarro (senza colore, lontano, etc.). Muchos comparan la poderosa estructura de esta obra con los Opus 127 y 135 de Beethoven; sin embargo, a los abismos de desolación pintados en el final no les encuentro paralelo con casi ninguna obra precedente en la literatura del género. Es sencillamente la música más hermosamente depresiva que conozco.
A partir de esta obra, la vida de Bartók dio un giro negativo. Su destierro voluntario en Estados Unidos acabó en abandono, vicisitudes, pobreza y finalmente, una penosa muerte. El Sexto Cuarteto no fue estrenado en Budapest sino en Nueva York el 20 de enero de 1941, gracias al desinteresado apoyo del Cuarteto Kolisch.

En su escritorio, Tibor Serly, su discípulo y a quien debemos el ordenamiento y edición de sus últimas obras (incluyendo finalizar los últimos compases del Tercer Concierto para Piano o la restructuración total del inconcluso Concierto para Viola), se encontraron varios bocetos de lo que pudo ser un Séptimo Cuarteto, pero demasiado vagos como para trabajar sobre ellos.

Coincidimos con Elgatosierra en que la multipremiada interpretación del CUARTETO TAKÁCS que hemos ofrecido a nuestros lectores y lectoras sea probablemente la versión más balanceada y genial de todo el mercado, constituyendo un notable resumen ecléctico de lo mejor de todas las versiones antes citadas.
Con un abrazo muy fuerte, los invitamos a disfrutar de estas obras.
Mesto, movimiento final del Sexto Cuarteto de Bartók:
martes, 15 de diciembre de 2009
[Poesía] BORGES

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
Jorge Luis Borges
domingo, 13 de diciembre de 2009
WAGNER: Obras Orquestales (SZELL) 1/2

Sobra cualquier presentación a las obras que les comparto: Oberturas, Preludios y Escenas Orquestales creadas por Richard Wagner para su monumental legado dramático. Ya que en el blog estamos en “temporada húngara”, las interpretaciones correrán por cuenta de un director magyar: George (György) Szell.

[Poesía] YEATS

Bendito sea este lugar
Y aún más bendita esta torre;
Un poder sangriento y arrogante
Se levantó de la raza
Para expresarla, para dominarla,
Se alzó como los muros
De estas cabañas azotadas por la tormenta.
Como burla he construido
Un emblema poderoso
Y lo canto verso a verso,
Como burla de una época
Medio muerta en la cima.
William Butler Yeats
EL HEREDERO DE BEETHOVEN (II)
CONTINUAMOS con Bartók: En esta entrega Ernesto nos llevará hacia los Cuatro Primeros Cuartetos.


En esta obra Bartók hace su primera fusión exitosa entre lo artístico y lo popular con una gran inventiva que despide el post-romanticismo hacia la modernidad del siglo XX.



El Cuarto, número 91 en el catálogo de Szollosy, escrito entre julio y septiembre de 1927 fue estrenado el 20 de marzo de 1929 en Budapest por sus incondicionales amigos del Cuarteto de Cuerdas Waldbauer-Kerpely, aunque el autor se lo dedicó al Cuarteto Pro-Arte.
Picasso: Tres músicos (1921)
Estructuralmente, la dicción instrumental está muy emparentada con el Tercer Cuarteto y con grandes influencias de Alban Berg, particularmente de la Suite Lírica. Este cuarteto posee una amplia amalgama de técnicas instrumentales, que le hacen muy demandante para sus intérpretes, con frecuente uso de glissandi (deslizarse de una nota a la siguiente), col legno (las cuerdas son tocadas con la madera del arco) y el “pizzicato-Bartók”, el cual es golpear la cuerda con los dedos con tanta fuerza que la cuerda rebota contra el puente produciendo un sonido percusivo seco.
La construcción sigue una simetría de formas y tiempos: dos movimientos marcados como Allegros vinculados entre sí (primero y quinto) con duración de seis minutos, son intercalados por el segundo y cuarto movimiento, cada uno de tres minutos en un formato rápido y apresurado, con un tercer movimiento de gran serenidad y contemplación, en el cual se destaca elementos diatónicos y folclóricos, en un formato que muchos autores conocen como “Música Nocturna Bartokiana”.
En la próxima entrega Ernesto concluirá esta Promenade con los dos últimos cuartetos del maestro magyar.
Afilen esos colmillos de vanguardia.
viernes, 11 de diciembre de 2009
EL HEREDERO DE BEETHOVEN (I)

Bartók: un viaje a su microcosmos
por Ernesto NOSTHAS
NOTA al NAVEGANTE: La serie limitada de artículos que inicia con estas líneas abordará los Seis Cuartetos de Béla Bartók. La integral musical pueden descargarla AQUÍ.


En el período de tiempo transcurrido desde el último Cuarteto de Beethoven y el primero de Brahms hay obras muy bellas (destaco los Cuartetos de Schubert y Dvořák), pero en mi modesta opinión ninguna alcanza los niveles creativos establecidos por el sordo insigne… hasta llegar a los Cuartetos de Bartók.

- Primero, su faceta de pianista-concertista;
- Luego, la de compositor;
- Por fin la de etnógrafo-investigador musical, la cual no se expande hasta que une sus talentos con Zoltán Kodály en 1905.
- Tómese el caso que sus dos primeros conciertos para piano, compuestos para uso del propio compositor en su carrera de concertista. Son dos obras a la medida de su potencial interpretativo. De la misma forma, desde su debut en dueto con su propia madre, constantemente se le vinculó a otros artistas en obras para dos pianos o piano a cuatro manos, en particular con su alumna y posterior segunda esposa Ditta Pasztory.

Otros dúos famosos lo formó con el joven prodigio del violín Ferenc Vecsey, con el que realizó una gira por España en 1906; con el también violinista Joseph Szigeti, y con el clarinetista Benny Goodman, para los que compuso obras adaptadas a los conjuntos instrumentales formados por estos grandes músicos y el propio Bartók como pianista (como por ejemplo los Contrastes para violín, clarinete y piano).

Sighişoara, en los Cárpatos transilvanos
- Como etnomusicólogo, junto con Kodály reunió y analizó de forma sistemática expresiones musicales del folclore de su país y de otros orígenes que recogió en una admirable obra de investigación. De esta colaboración surgieron más de 7.000 partituras repartidas en 12 volúmenes (de las cuales 2.700 son de origen magiar, 3.500 magiar-rumanas y varios cientos de origen turco y del norte de África), llegando a incluir registros fonográficos tomados con los artistas vernáculos originales.

- Su música, dentro del contexto de la primera mitad del siglo XX, no sigue los caminos de la atonalidad, sino que con mucha creatividad mantiene un núcleo tonal personalizado bastante alejado de los modelos tradicionales. Gran parte de su música es cromática (es decir, usa las notas contiguas a una de referencia). Al igual que las últimas obras de Beethoven usa muy a menudo formas muy contrapuntísticas, entretejiendo distintas líneas melódicas y sirviéndose artísticamente de la disonancia. Le gustaba el uso de acordes por su sonoridad y era muy hábil para encontrar atmósferas y colores musicales, tanto en el piano como en conjuntos orquestales de cámara y de gran sinfonismo.

En la siguiente entrega, Ernesto analizará en detalle los cuatro primeros cuartetos del creador húngaro. Gente del Siglo XX, sonrían: aquí se acuerdan de ustedes.
lunes, 7 de diciembre de 2009
MUSICA de la ANTIGUA VIENA
Dice un refrán que “el estilo es el hombre”. A veces esto vale también para una tradición, es decir, cuando un estilo personal es adoptado por una comunidad.
No habrán pensado en esto dos hermanos vieneses, Johann y Josef Schrammel (1850-1892/5) el día que decidieron interpretar el repertorio popular de su tiempo en compañía de un guitarrista y un clarinetista; pero su estilo particular acabaría identificando musicalmente a toda una ciudad. Así nació el “Schrammeln”, la música popular típicamente vienesa. Los cuatro amigos eran todos ellos músicos excepcionales, y ese alto estándar les granjeó una fama rápida, ganándose el favor de la mismísima corte imperial, amén de grandes figuras musicales de su tiempo como Brahms, Wagner o Johann Strauss hijo.
El Schrammeln, estilo popular en ámbito urbano (algo así como el tango porteño o el bal-musette parisino) fue capaz de aunar la espontaneidad de la inspiración folclórica con la jerarquía instrumental de excelentes músicos, logrando una repercusión que hoy llamaríamos “transversal”. Música de tabernas, plazas y salones palaciegos, se convirtió en la atmósfera sonora de la capital austrohúngara, con inflexiones, armonías y acentos completamente propios.
Con el paso del tiempo, el clarinete en Sol (llamado a veces piccolo) fue reemplazado por el acordeón, y el estilo original devino en sentimental y caprichoso. Reaccionando contra lo anterior, el cuarteto vienés THALIA ha recuperado en nuestros días la formación original de los Schrammel y el cuidado en la interpretación de esta música. Suenan espectacular. Y llevan más de 20 años juntos.
- Gocen ustedes este repertorio y la esplendidez artística de los cuatro miembros del Thalia-Schrammeln, AQUÍ.Ojo con el libreto, es una buena fuente de información.
sábado, 5 de diciembre de 2009

Furtwängler”
(Registros de 1926-37)


- Ya la primera pista es histórica: El primer movimiento de la Quinta de Beethoven en la grabación de 1926, primera incursión del director berlinés en las grabaciones fonográficas.
- Luego viene Bach con dos partes de su Brandemburgués n° 3 (el “Concierto de los Copos de Nieve”, como le conoce Ernesto...) bajo un enfoque hoy anticuado —para los cánones historicistas en boga— pero intensamente expresivo.
- Completan el itinerario Mozart (Pequeña Serenata Nocturna) / Schubert (Ballet de Rosamunda) / Mendelssohn (La Gruta de Fingal) / Wagner (magistral Música Fúnebre de Sigfrido, ¡qué interpretación!) / Rossini (obertura de La Gazza Ladra, una rareza italiana en el repertorio predominantemente germánico del disco) / Brahms (Danzas húngaras 1 y 10, esta última con una elección de tempo muy plástica y vivaz) y Dvořák (Danza Eslava en La bemol, op.46 nº 3).
miércoles, 2 de diciembre de 2009
FURTWÄNGLER / La Quinta en 1943

En un mes como éste,
más luminoso y reconfortante que todos los demás (al menos así es para mí),
qué mejor que oír a un director trascendental, caoaz de
revivir las partituras y darles una voz propia, invulnerable al
tiempo, ese intérprete que parecía venido de un misterioso Sinaí para
comunicarnos una visión revelada. Comencemos diciembre con
Wilhelm Furtwängler.
Beethoven fue, desde siempre, el
eje y pináculo de la actividad de Furtwängler. Se zambulló cientos de
veces en las creaciones del
Gran Sordo y particularmente en una
de sus sinfonías,
la Quinta, a la
que dirigió en más de 500 ocasiones. Seguro no existe sinfonía más
conocida (con la única disputa de la
Novena y su
Oda a la Alegría) y acaso sea la pieza clásica más grabada de
todas, pero en medio de semejante selva
Furtwängler se las arregló para
ofrecer el milagro de la lozanía permanente:
jamás repitió sus interpretaciones, y en su búsqueda de nuevas posibilidades se permitió licencias que
harían palidecer a los historicistas de nuestros días, pero
al final siempre llegó, una y otra vez, a Beethoven. Al más profundo. Al universal. Y cuando se hace la nómina de las
grabaciones beethovenianas, las versiones de Furtwängler se sitúan
en la cima, apenas rivalizando con otras grabaciones debidas a él
mismo. Eso sí, la Quinta comparte
podio con la versión de
Carlos Kleiber y la Filarmónica de
Viena. Pero ése es otro cuento.

Fue con esta sinfonía que Furt entró al estudio de grabación por primera vez (1926) y por última (1954). Hoy les dejo la versión de 1942, “versión de guerra”, apremiante y turbulenta (Furtwängler sintonizaba con su audiencia casi como un médium con los espíritus) y en la cual la transición de los movimientos tercero al cuarto alcanza un grado de elocuencia y emoción nunca más igualado. Furt, el maestro de las transiciones, esa noche se superó a sí mismo. ¡Alemanes de aquel momento, qué envidia les tengo!
Viene al caso mencionar que estos registros fueron arrebatados como botín por las tropas soviéticas. Marcharon a Rusia y sólo mucho después volvieron... o casi, porque los rusos habían conservado las copias originales y sacaron su propia edición de aquellos conciertos. Versión soviética de “aquí el que no corre, vuela”. Precisamente esta segunda versión es la que hoy les comparto. Para obtenerla basta pinchar la foto inferior.
