Chaikovsky y Rimsky-Korsakov fueron en su momento los maestros de la orquesta rusa, o para dejarlo más claro, de la orquesta a la rusa. Dotados ambos con una mano privilegiada para la expresión instrumental de sus ideas, sus creaciones sorprendieron a Occidente como epítomes de brillantez, poderío y refinamiento. Algo así como los esplendores del Zar llevados a la música.
Sin embargo, fueron compositores muy diferentes, situados cada uno en las riberas opuestas (ridículamente opuestas) de la “música rusa”: Chaikovsky era el gran músico “de Conservatorio” (etiqueta tan estrecha como cualquier otra), orientado a Occidente tanto como la misma Rusia desde Pedro el Grande; Rimsky se había afiliado a la corriente “nacionalista”, esa que rastreaba en la cultura autóctona la originalidad que nadie más podría tener. Con el tiempo Rimsky llegaría a ser profesor del Conservatorio, acercándose con aprecio a la tradición musical centroeuropea; Chaikovsky, a su vez, sería siempre capaz de conjurar el “alma rusa” en sus obras, impulsando el brillo de la cultura eslava por medio mundo.
Y eso nos lleva al meollo del asunto. ¿Cómo recuperaban esa “esencia” de la tradición folklórica eslava para abrir un camino musical propio? La mayoría de los “nacionalistas” recurría a la simple cita de un tema popular, que luego reorganizaban con más o menos arte para dar origen a sus composiciones. Otros aprendieron, como Chaikovsky, que se podía “rusificar” sin citar, impregnando cualquier música con determinado estilo y pathos, algo que también hizo Grieg y sobre todo, Sibelius. Es indudable que esta segunda labor demanda más capacidad creativa, pero también es capaz de estilizar la tradición local, elevándola a nivel universal.
Aquí les dejo dos obras, una de Chaikovsky y otra de Rimsky, con la particularidad que ambas emplean un mismo motivo folklórico en determinado momento. Preciosa posibilidad de comparar el arte instrumentador de ambos “monstruos” y apreciar cómo una “cita” se transforma en música de la mejor ley.
Sin embargo, fueron compositores muy diferentes, situados cada uno en las riberas opuestas (ridículamente opuestas) de la “música rusa”: Chaikovsky era el gran músico “de Conservatorio” (etiqueta tan estrecha como cualquier otra), orientado a Occidente tanto como la misma Rusia desde Pedro el Grande; Rimsky se había afiliado a la corriente “nacionalista”, esa que rastreaba en la cultura autóctona la originalidad que nadie más podría tener. Con el tiempo Rimsky llegaría a ser profesor del Conservatorio, acercándose con aprecio a la tradición musical centroeuropea; Chaikovsky, a su vez, sería siempre capaz de conjurar el “alma rusa” en sus obras, impulsando el brillo de la cultura eslava por medio mundo.
Y eso nos lleva al meollo del asunto. ¿Cómo recuperaban esa “esencia” de la tradición folklórica eslava para abrir un camino musical propio? La mayoría de los “nacionalistas” recurría a la simple cita de un tema popular, que luego reorganizaban con más o menos arte para dar origen a sus composiciones. Otros aprendieron, como Chaikovsky, que se podía “rusificar” sin citar, impregnando cualquier música con determinado estilo y pathos, algo que también hizo Grieg y sobre todo, Sibelius. Es indudable que esta segunda labor demanda más capacidad creativa, pero también es capaz de estilizar la tradición local, elevándola a nivel universal.
Aquí les dejo dos obras, una de Chaikovsky y otra de Rimsky, con la particularidad que ambas emplean un mismo motivo folklórico en determinado momento. Preciosa posibilidad de comparar el arte instrumentador de ambos “monstruos” y apreciar cómo una “cita” se transforma en música de la mejor ley.
1 comentario:
Elgatosierra al aparato
Tchaikovsky en la linea de sus magníficos ballets, esta piececita podría haber figurado en su Cascanueces perfectamente.
Rimsky-Korsakov con esta obertura me ha traído a la memoria, por momentos, al mejor Mussorgsky de Boris.
Dos apetitosos bombones. Quinoff, gracias por las golosinas.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra
PD. Preciosísima Dra. Mara, Bastet, ensalzada sea, ha escuchado su plegaria y más temprano que tarde, como diría nuestro común amigo Salvador, tendrá buenas noticias.
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