(fragmento)La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las yerbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa.Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasa profuso de umbrías aguas de sangre.El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado... La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...—Anda, Platero...
Juan Ramón Jiménez
6 comentarios:
Querido Quinoff, ¡qué gran libro! Bellísimo, un ejemplo de amor, ternura y encanto. Muchas gracias.
que belleza, cuantos recuerdos...
Sus ojos uvas azabaches...nuestro amado Platero !!
Besitos Quinoff.
Thanks for this fragment. I remember so much feelings and passions while reading about the andalusian donkey and his master.
preciosa prosa
Belleza descrita con belleza; un texto que cautiva, sin duda. Me alegra que les haya reconfortado. Gracias por la visita Julio, Adri, Plateresco y cram!
Juan Ramón Jiménez
“…
¡Fondos de oro, con albores
floreados, con fragancia
de purezas sin latido,
con dulzura de gargantas!
Pero el cielo gris ha puesto
muy rosas todas las almas
y tiende rasos celestes
sobre las araucarias ...”
Salud, paz, sonrisas y cordiales saluditos para todo el fogón.
Elgatosierra
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