miércoles, 29 de septiembre de 2010

[poesía] PUSHKIN


PushkinEl Profeta


Vagaba a tientas por un desierto tenebroso,
mi espíritu sediento padecía.

En una encrucijada apareció de pronto un alado serafín.
Con dedos leves como un sueño, mis párpados tocó.
Entonces se abrieron proféticos mis ojos
cual los de un águila en peligro.

Rozó luego mis oídos; se llenaron de sonidos y de clamores:
oí las vibraciones del éter, oí el vuelo de los ángeles,
el deslizarse de los peces bajo el mar,
y el crecer silencioso de la vid.

Me apartó los labios, me arrancó la lengua
maliciosa, locuaz y pecadora;
con su mano ensangrentada
puso entre mis yertos labios
bífida lengua llena de sabiduría.

Hendió mi pecho con su espada,
sacó mi palpitante corazón
y una ascua ardiente me incrustó en la herida.

Exánime yacía sobre el páramo
cuando la voz de Dios me despertó:

“Levántate, Profeta, abre tus ojos, tus oídos,
mi voluntad colme tu alma,
y a través de mares y tierras,
que tu verbo abrase el corazón de los pueblos”.

Aleksandr Pushkin
Otra versión de este poema, AQUÍ
Esta poesía introduce la temática de una próxima entrada. Ya verán, ya verán...

lunes, 27 de septiembre de 2010

EL NIÑO DEL CAMPANARIO y SU PIANISTA DE CABECERA

Nosthas“Érase que se era un niño que nació en la torre del campanario de un país muy lejano…” fue el inicio perfecto sugerido por mi querido amigo Elgatosierra para abrir el relato de la vida de un gran compositor checo: Bohuslav Martinů. Hoy doy continuidad a su historia a través del vínculo que unió al compositor con Rudolf Firkušný, quien fuera considerado el pianista checo más emblemático de su generación y con quien Martinů compartió una entrañable amistad y un crisol de creaciones musicales.

Bohuslav Martinu

Ambos emigraron de su aproblemada patria, primero por los avatares de la guerra y luego por la opresiva ocupación soviética. Y mientras Martinů se fraguó una sólida reputación internacional como gran compositor, Firkušný recorrió los escenarios de todo el mundo, ampliando con su arte el prestigio de la música checa de los siglos XIX y XX, haciéndose mundialmente famoso como intérprete insuperable de las composiciones de Smetana, Dvořák, Janáček y en especial de su amigo, nuestro niño del Campanario.


» s e g u i r


Firkusny y Martinu

por Ernesto Nosthas Nosthas


Rudolf Firkušný nació en Napajedla (Moravia, actual República Checa), el 11 de febrero de 1912. Fue reconocido tempranamente como un niño prodigio; a los cinco años tuvo la enorme suerte de ser presentado al compositor checo Leoš Janáček quien, deslumbrado por su enorme talento, lo aceptó inmediatamente como alumno personal y luego como uno de los miembros más jóvenes del Conservatorio de Brno, donde estudió piano, dirección de orquesta y composición de la mano del maestro Janáček y otros grandes de la música checa de aquellos días. Un año más tarde debutó en Praga. Interpretó el Concierto de la Coronación, de Mozart, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Praga. Más tarde debutó con gran suceso en Viena en 1921, cuando apenas tenía nueve años. No terminaba de cumplir quince años cuando fue invitado al palacio presidencial de Lány, donde ofreció un concierto al entonces presidente checoslovaco, Tomás Garrigue Masaryk.

En los años siguientes, Rudolf Firkušný tomó clases de piano en Italia con el gran maestro Arthur Schnabel. En aquella época comenzó también a viajar por Europa, ofreciendo conciertos en Austria, Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña. En 1938 realizó su primera visita a Estados Unidos. En todos los círculos musicales de la época, valoraron que Rudolf Firkušný representaba a sus veinte años de edad un verdadero fenómeno y que su arte interpretativo estaba a la altura de los mejores pianistas de entonces.

Firkusny

Poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, Rudolf Firkušný abandonó el país para no verse obligado a tocar ante las fuerzas de ocupación. Con su arte abogó por la derrota de la Alemania hitleriana y la victoria de las fuerzas aliadas. Regresó a la República Checa en 1946 y ofreció un concierto en la primera edición del Festival Internacional de Música Primavera de Praga, interpretando el poco conocido Concierto para piano de Dvořák, del cual se volvió el mejor difusor. Sin embargo, por motivos políticos el pianista abandonó su patria por segunda vez.

Firkusny Kubelik Fournier

Firkušný (al centro) junto a Rafael Kubelík y Pierre Fournier (1980)

Tras el golpe de estado comunista en 1948 se radicó por el resto de su vida en EE.UU., desarrollando a partir de ese momento una intensa carrera en las salas de concierto de América, Asia, Europa y Australia interpretando predominantemente el repertorio de Mozart y Beethoven así como también composiciones de Smetana, Suk, Dvořák, Janáček y también de su amigo personal, Bohuslav Martinů. Firkušný fue asimismo un devoto intérprete de música de cámara y entre sus socios más destacados estuvieron los cellistas Pierre Fournier, Gregor Piatigorsky, János Starker y Lynn Harrell, los violinistas Nathan Milstein y Erika Morini, el violista William Primrose y el Cuarteto Juilliard.

También estrenó muchas obras de compositores contemporáneos como Howard Hanson, Gian Carlo Menotti, Samuel Barber, Kaprálová Vítězslava y Alberto Ginastera. Firkušný destacó asimismo en el plano académico, habiendo dedicado varios años a la enseñanza en la Escuela Juilliard en Nueva York, y en Aspen, Colorado, así como en el Centro de Música Berkshire en Tanglewood. Entre sus alumnos destacan Yefim Bronfman, Halim Eduardus, Alan Weiss, Sara Davis Buechner, Floyd Carlisle, Kathryn Selby, Avner Arad, June de Toth, Robin McCabe, Anya Laurence, Natasa Veljkovic y Carlo Grante.

Martinu

Firkušný y Martinů desarrollaron una especial amistad creativa a partir de 1931, gracias a la cual Firkušný obtuvo el privilegio de ser muchas veces el primero en conocer y estrenar creaciones para piano del niño del campanario. En ello conviene destacar que el piano siempre fue un reto personal y profesional para Martinů: anatómicamente sus manos no le favorecían, dado que eran más bien grandes para el teclado (tal como se mencionó en la primera parte de esta saga, los intereses de Martinů se centraron luego en el violín), por lo que mucho de las consultas técnicas para obras para piano contaron con el valioso aporte de Firkušný, quien además obtenía sendas dedicatorias o el honor de estrenarlas.

A sus conciertos acudía un público que incluía a sus colegas pianistas, ansiosos por conocer de primera mano el arte de Martinů y las composiciones de grandes maestros checos que, gracias a la virtuosidad de Firkušný, adquirían una belleza y profundidad extraordinarias. Tras los cambios democráticos en 1989, el músico regresó en varias ocasiones a su país natal. En 1991 el entonces presidente, Václav Havel, le concedió la Orden Tomás Garrigue Masaryk. A pesar de tener ciudadanía estadounidense, Rudolf Firkušný se consideró siempre checo: “En el propio sentido de la palabra nunca emigré porque en mi mente y en mi corazón estuve siempre presente en la República Checa. Jamás dejé de ser checo”. Nuestro admirado pianista murió en Staatsburg (New York, EE.UU.) el 19 de julio de 1994.

Firkusny old age

Al igual que con el “niño del campanario”, los restos mortales de Rudolf Firkušný fueron trasladados a la República Checa, donde fueron sepultados el 10 de septiembre del mismo año en el cementerio de la ciudad de Brno, muy cerca de su querido maestro Janáček para que el diálogo creativo entre ambos perdurara en la eternidad. En la saga del “niño del campanario”, en esta entrega haremos una selección de obras pianísticas protagonizadas por las sabias manos de quien fuera en su momento su mejor intérprete, Firkušný, incluyendo quizás sus últimas grabaciones realizadas en vida, en una doble placa digital editada por RCA en 1994.

El primer disco contiene tres (2, 3 y 4) de los cinco conciertos para piano de Martinů [junto a Libor Pesek dirigiendo a la Filarmónica Checa]; en el segundo se desarrolla un bellísimo compendio de obras del “niño del campanario” para piano, en la que destacan sobremanera su única Sonata para Piano y la obra que a mi juicio es su expresión más pura de su genio musical, la Fantasía-Toccata. Todas estas obras fueron estrenadas por el Maestro Firkušný y algunas de ellas le fueron dedicadas expresamente a él, como es el caso de la Fantasía-Toccata y el Tercer Concierto. Al auditorio le pido especial atención al bellísimo Segundo Concierto, obra que escogió Firkušný para su Concierto de regreso a la República Checa en 1990 y a la seductora construcción melódica y rítmica del Cuarto Concierto (Encantamiento). Las tres obras fueron grabadas durante la última visita de Firkušný a su patria, en la primavera de 1993.

En el disco de obras para piano, aparte de las grandes obras ya mencionadas (pináculo absoluto de su música para aquel instrumento) le pido a la audiencia dedicar especial atención a la colección de Estudios y Polkas: una bellísima muestra de la dicotomía creativa de Martinů: en los Estudios, se logra una genial y muy estructurada expresión de música pura para piano; en las Polkas, el “niño del campanario” da rienda suelta a su alegría y fantasía juguetona, en la construcción de melodías de su tierra natal… son quizás los minutos de música que más nos pintan su personalidad más intima… y que mejor oráculo para este desnudamiento de su alma que las geniales manos del gran Firkušný...

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martes, 21 de septiembre de 2010

[poesía] HUIDOBRO


HuidobroArte Poética


Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos alabado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza;
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis a la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.

El Poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro

domingo, 19 de septiembre de 2010

BRAHMS / Concierto para piano n° 2 / Arrau, Schmidt-Isserstedt, 1963



Claudio Arrau fue un asiduo intérprete de los dos Conciertos para piano escritos por Brahms, dejando de ellos magníficos registros. Invocando “razones de festejo”, me salto el orden cronológico en que pensaba colocarlos y traigo aquí, para Uds., el Segundo Concierto para piano y orquesta, en Si bemol mayor, de Johannes Brahms, interpretado por Claudio Arrau junto a Hans Schmidt-Isserstedt con la Orquesta Sinfónica de la NDR [Radio del Norte de Alemania] en 1963. Grabación del concierto ofrecido entonces.
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sábado, 18 de septiembre de 2010

RAMÓN VINAY



Recuperando en este Bicentenario la memoria de algunos artistas chilenos célebres, me topo con la voz lírica masculina más destacada que hayamos producido hasta el presente: Ramón Vinay (1911-1996). Nacido en Chillán al igual que Arrau, Vinay cantó como barítono y también como tenor, y en ambos registros hizo gala de su timbre dramático, poderoso, acompañado por su innata capacidad actoral.

En palabras de Toscanini, “es un artista completo, magnífico, insuperable en roles que demanden poder y violencia. En la actualidad no hay artista que se acerque a la interpretación de Otello que hace Vinay”. Y es que el Otello verdiano fue “suyo”, al igual que otros grandes cantantes podían asociar su nombre a significativos personajes de ópera. Recordemos, pues, a ese artista completo llamado Vinay en este rol, dirigido por Toscanini en 1947:



[poesía] MISTRAL


MistralDame la mano


Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

Gabriela Mistral

viernes, 17 de septiembre de 2010

CELEBRANDO CON DON CLAUDIO

Bicentenario. Chile está de fiesta, y los aromas patrióticos flotan en el aire, mientras los valientes hemos declarado la guerra contra la carne que hace ocupación de nuestras parrillas, en heroica alianza con garrafas de vino y “cachos” de chicha. Todos tenemos presentes a los 33 mineros que celebran el Bicentenario bajo tierra y a los innumerables que siguen reconstruyendo día a día, anónimos, lo que el terremoto arruinó. Ellos dan muestra de la que quizá sea nuestra mejor virtud: la perseverancia contra el infortunio. Esa terca persistencia que para Gabriela Mistral era la propia definición del país. “Chile, una voluntad de ser”, me dicen que ella dijo. Ella, poetisa en tierra de poetas, pero también tierra de grandes músicos como Arrau, el incomparable don Claudio de Chillán. Así que les dejaré una interpretación de este coloso tan lleno de sencillez. Siempre repiten que fue uno de los grandes intérpretes de Beethoven. Yo discuerdo y creo, con ánimo herético, que en Beethoven hay varios otros que merecen esos mismos laureles. En cambio, nadie tocó como Arrau la música de Liszt y Chopin.

Así pues, para incluirlos en la fiesta a Uds., queridos amigos que vienen a este fogón, les dejo una de mis obras favoritas de Chopin, la Barcarola en Fa♯, reviviendo en manos del Maestro:


[poesía] MISTRAL


MistralCanción de Pescadoras


Niñita de pescadores
que con viento y olas puedes,
duerme pintada de conchas,
garabateada de redes.

Duerme encima de la duna
que te alza y que te crece,
oyendo la mar-nodriza
que a más loca mejor mece.

La red me llena la falda
y no me deja tenerte,
porque si rompo los nudos
será que rompo tu suerte...

Duérmete mejor que lo hacen
las que en la cuna se mecen,
la boca llena de sal
y el sueño lleno de peces.

Dos peces en las rodillas,
uno plateado en la frente,
y en el pecho, bate y bate,
otro pez incandescente...

Gabriela Mistral

miércoles, 15 de septiembre de 2010

CANCIONES de la ANTIGUA RUSIA

carátula
Hay ciertos discos que a uno se le acomodan en el corazón. Éste es para mí uno de ellos. Lleva años en mi poder y nunca deja de fascinarme. No se trata de oírlo todo entero una y otra vez, con apetito sistemático; no, ya no. Ahora elijo las músicas para hacer mi recorrido, aunque algunas de las pistas son irrenunciables (la última pista sobre todo, Fnis po matushkie po Volgie, un clásico que me lleva a los confines del asombro). Siempre percibo aquí o allá lo que un amigo suele llamar “bellezas nuevas”, es decir, cosas que antes no se ha tenido la satisfacción de admirar.

Aparte, de las muchas agrupaciones corales que he disfrutado en mi vida, creo que la de este disco es una de las mejores. Coro de voces masculinas a cappella, sonido caracterizado por las legendarias gargantas eslavas de cuerda grave pero, a diferencia de los Cosacos del Don, gargantas domesticadas, de sonido puro, empaste armónico, variedad de timbres y amplitud de registro. Según dice el folleto que acompaña el disco, el Coro de Hombres de Moscú cantaba estas canciones para su propio disfrute, hasta que se decidieron a grabar parte de ese repertorio. ¡Bravo por la idea!

También nos recuerda el folleto que las emociones y las impresiones de la vida diaria han sido plasmadas por el pueblo ruso, en cada época de su historia, en el cancionero popular. Todos los pueblos hacen lo mismo, pero en algunos prepondera su vocación poética, o narradora, o pictórica, etc. En el mundo eslavo (como en otros rincones de la vieja Europa) la música es quien lleva el estandarte. Ahí se enarbola la riqueza de sus gentes, de su historia y todos sus momentos. No sólo los grandes sino también esos pequeños momentos, que a menudo son los más importantes.
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isaak levitan

lunes, 13 de septiembre de 2010

CHAIKOVKSY / Primera Sinfonía

Más Tchaikovsky en el blog

Una de estas mañanas preparaba el café con que ahuyento el frío al iniciar la jornada. Ya el aroma a granos se desprendía en círculos cuando sentí como si el instante se detuviera. No era ningún aditivo del café; eran mis audífonos, o más bien Chaikovsky sonando en ellos. Era su primera sinfonía, era el segundo movimiento. ¿Lo conocen? Qué obra de belleza emocionante y, aun así, a menudo descuidada. En ella, el genio ruso emprende el viaje que lo convertiría en el mayor sinfonista de su país.

La primera sinfonía le costó a Piotr Ilich más esfuerzo que ninguna otra, según escribió su hermano Modest. La endeble resistencia nerviosa del compositor, de 26 años entonces, se curvó bajo la presión de abordar por primera vez el género sinfónico, generando en él con más intensidad la habitual avalancha de dudas e incertidumbres.

Además la obra una vez concluida no convenció al severo Antón Rubinstein, quien la reprobó. En febrero de 1867 fue ofrecida una interpretación parcial (los dos primeros movimientos) que causó buena impresión; un año más tarde le llegaría a la sinfonía su estreno definitivo, esta vez en Moscú, en donde el público la recibió con entusiasmo.

El sinfonista debutante acusa la influencia de los clásicos germanos, en particular Schumann y Mendelssohn. De este último tomó la idea de dar títulos a la obra y sus movimientos, lo cual, sin embargo, no la convierte en “música descriptiva” en sentido estricto; los títulos aluden a atmósferas, generadoras de estados anímicos y emocionales.

El primer movimiento contiene dos temas populares, refinados por Chaikovsky y organizados según esquemas clásicos. El segundo movimiento es una belleza, perfecta ilustración de las vastedades melancólicas y grandiosas de la estepa. El compositor demuestra que ya es dueño de una admirable exquisitez sonora y consumada habilidad instrumental. En el tercer movimiento vuelven los ecos de Schumann y Mendelssohn, pero en el trío encontramos un vals “típico” del compositor, siempre tan inspirado al emplear los esquemas de la danza en el nicho sinfónico. El cuarto movimiento es uno de esos finales sonoros y brillantes que al propio Chaikovsky le causaban dudas, pero al público ninguna; el tema folclórico “Flores florecidas” otorga al Finale vena melódica y brío rítmico para evocar el mundo popular.

Deléitense ustedes con esta sinfonía extraordinaria de un auténtico “Mendelssohn ruso” en versión de Kurt Masur y la Orquesta Gewandhaus de Leipzig. Completa el disco la Fantasía Sinfónica “Francesca da Rimini”.

D E S C A R G A

[poesía] BORGES


BorgesEl Oro de los Tigres


Hasta la hora del ocaso amarillo
cuántas veces habré mirado
al poderoso tigre de Bengala
ir y venir por el predestinado camino
detrás de los barrotes de hierro,
sin sospechar que eran su cárcel.

Después vendrían otros tigres,
el tigre de fuego de Blake;
después vendrían otros oros,
el metal amoroso que era Zeus,
el anillo que cada nueve noches
engendra nueve anillos y éstos, nueve,
y no hay un fin.

Con los años fueron dejándome
los otros hermosos colores
y ahora sólo me quedan
la vaga luz, la inextricable sombra
y el oro del principio.

Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
del mito y de la épica,
oh un oro más precioso, tu cabello
que ansían estas manos.

Jorge Luis Borges

viernes, 10 de septiembre de 2010

Una Excelente Radio on-line

Para los amantes de la Música Antigua existe en Internet una radio on-line excelente: Ancient FM. Dedicada a la producción musical del Medioevo y del Renacimiento, nicho variadísimo que cuenta hoy en día con amplio público e intérpretes de primera calidad, esta señal gratuita será una verdadera adicción para quienes disfrutan la inspiradora música de aquel entonces.

(Así es, soy de esos también.)

Pinchar la imagen superior o el link bajo este párrafo los llevará a la página de bienvenida del sitio. Allí pueden escuchar la música directamente en el reproductor del sitio o revisar los otros que soporta. Lo mejor, bajo el reproductor incluye un detalle de cada pista al aire. ¡Buena suerte!

jueves, 9 de septiembre de 2010

TANÉYEV / Obras Orquestales

Taneyev

A fines del siglo XIX, la música rusa se hallaba dividida en dos corrientes: el así llamado nacionalismo propugnado por Balákirev junto al “Grupo de los Cinco”, y en contrapartida la escuela “académica”, de orientación centroeuropea (germana), desarrollada en los Conservatorios de Moscú y San Petersburgo bajo la dirección de los hermanos Anton y Nikolai Rubistein. En un bando militaban Músorgsky, Rimsky-Kórsakov, Borodín y varios más; en el otro, Chaikovsky, Kalinnikov (el de vida fugaz) o, avanzado el tiempo, Arensky y Rachmáninoff. Al alero de esta última vertiente vivió también el compositor Sergei Ivanovich Tanéyev (1856-1915), discípulo de Chaikovsky, maestro de Rachmáninoff, Scriabin, Medtner y Glière, y encarnación de los aspectos más intelectuales de la música. No obstante lo anterior, Tanéyev pretendió también un arte nacional ruso, aunque adoptando una original perspectiva: fusionar los aires populares con la madurada técnica occidental:

La labor de cada compositor ruso consiste en fomentar la creación de música nacional. La historia de la música de Occidente nos enseña qué hacer para lograrlo: hay que aplicar a la canción rusa el mismo procedimiento intelectual que las naciones occidentales aplicaron a sus canciones, y ya tendremos nuestra propia música. Se debe empezar con las formas elementales del contrapunto, pasar después a otras más avanzadas, elaborar la forma rusa de la fuga, y entonces sólo faltará un paso hasta los tipos instrumentales complejos. A los europeos les tomó siglos llegar allí; nosotros necesitamos mucho menos. Conocemos el camino, la meta, podemos sacar provecho de su experiencia.

Estas palabras fueron escritas por Tanéyev y resultan un auténtico credo estilístico. Con ellas como trasfondo se puede entender mejor a este hombre, denostado y a la vez respetado por su rotunda maestría en el contrapunto, temido por la franqueza de sus opiniones, admirado por su formidable capacidad pianística, solterón empedernido, erudito de amplísimos intereses... y compositor hoy casi olvidado.

Nació en 1856 en el seno de una cultivada familia de la nobleza rusa, que se trasladó a Moscú en 1865. Al año siguiente el futuro compositor, con 9 años, ingresó al Conservatorio de la ciudad. Ahí le aguardaba una brillante carrera: pupilo de Langer, Hubert, Chaikovsky y Rubinstein, Tanéyev se graduó en 1875 como el primer estudiante en la historia de la institución en obtener doble Medalla de Oro (piano y composición). Fue asimismo el primero en recibir la Gran Medalla de Oro del Conservatorio, selecto galardón que sólo obtendrán más tarde Arseny Koreshchenko y Sergei Rachmáninoff.

TaneyevTaneyev en 1907 / extraordinario retoque de color al original por Michael Olshansky

Aquel mismo año de 1875 debutó en Moscú como concertista con el Primer Concierto para piano de Brahms, nada menos, mientras crecía su nombre como intérprete de Bach, Mozart y Beethoven. La influencia germánica queda en clara evidencia... Pero también ese año fue solista en el Primer Concierto para piano de Chaikovsky, en su debut moscovita. El compositor quedó claramente impresionado con la interpretación de su ex-alumno; le encargó el estreno de todas sus siguientes obras para piano y orquesta, y tras su lamentable muerte, Tanéyev completó y estrenó el Tercer Concierto para piano y el Andante y Finale.

En 1878 Tanéyev reemplazó a Chaikovsky en el conservatorio, impartiendo clases de armonía, piano, orquestación y composición. Llegaría a ser considerado uno de los mejores pedagogos de su tiempo, opinión respaldada por la trascendencia de varios alumnos suyos: Alexander Scriabin, Sergei Rachmaninoff, Reinhold Glière y Nikolai Medtner.

Taneyev Tolstoi En 1895 y 1896 ocurrió un episodio muy singular en la biografía del compositor. Tanéyev pasó aquellos veranos en Yasnaya Polyana, hogar de la familia Tolstoi. Lo que comenzó como gesto de aprecio mutuo entre dos grandes artistas derivó en un extraño caso de infidelidad: Sofía, la esposa del escritor, se encaprichó con el músico aunque éste, solterón de toda la vida, se mantuvo indiferente. Cundió el desconcierto entre los hijos y los celos en el marido, aunque también la chispa creadora: Tolstoi convirtió el incidente en material para su novela La Sonata a Kreutzer, donde examina las relaciones conyugales.

Repin, octubre de 1905 Tanéyev fue director del Conservatorio entre 1885 y 1889, y siguió enseñando hasta 1905. Los sucesos revolucionarios de este año llevaron al compositor a abandonar el plantel, retomando su carrera como pianista de concierto y dándose a la composición de obras de cámara con añadidura de piano, la cual interpretaba él mismo. En 1915 asistió al funeral de Scriabin, su antiguo alumno, y contrajo neumonía. Cuando se recuperaba, sufrió un ataque cardíaco que acabó con su vida.

Taneyev Tanéyev siempre fue un cosmopolita, atraído por las más diversas disciplinas: estudió ciencias naturales y sociales, leyó por placer a Platón y Spinoza, aprendió esperanto e incluso creó obras cantadas en esta lengua artificial, estudió a fondo la cultura grecolatina, fue un enamorado de la polifonía renacentista y de los maestros flamencos, etc. Esa apabullante capacidad intelectual sustituyó en él la falta de una inspiración comparable a la de Chaikovsky, Músorgsky o Rachmáninoff, falta que impidió un estilo característico, perfilado con nitidez. En lugar de un inspirado creador, encontramos en Tanéyev a un gran artesano, dueño de una técnica imponente. Su curioso método de trabajo lo retrata bien: bosquejaba primero la composición entera, tomaba después cada tema por separado, lo llevaba a un cuaderno y lo sometía a toda suerte de procedimientos contrapuntísticos. Sólo tras esta labor volvía al bosquejo para darle forma definitiva. Aun así, Tanéyev no era un cerebro y nada más: su arte posee calidez, notables cualidades líricas, combinando el sabor eslavo con la ciencia del contrapunto, tal como era su aspiración. Por eso quizá, hablando personalmente, mientras más veces escucho sus obras, más puertas siento abrirse dentro de ellas, dando cabida a matices que pasamos por alto en las primeras audiciones. Tanéyev tiene su magia...

Para ilustrar esta semblanza de Sergei Tanéyev les comparto un disco que reúne varias de sus Obras Orquestales. En primer lugar —y quizá lo mejor del registro— la Obertura y el Interludio del Acto III de su ópera “Orestíada”, basada en la tragedia de Esquilo. ¡Qué impresionante comienzo de la obertura, con toda la fuerza de las cuerdas graves exhalando el tema generador! Esta pieza tuvo una vida independiente en las salas de concierto, de la misma manera que el brillante Interludio del Acto III (“El Templo de Apolo en Delfos”). El disco lo completan dos oberturas más, un Adagio en Do mayor, una obra coral de circunstancias (“Para el Monumento a Pushkin”) y una preciosa Canzona para Clarinete y Orquesta. Interpretan Thomas Sanderling y la sorprendente Orquesta Sinfónica de la Academia de Novosibirsk.

Tapas escaneadas y ripeo en WMA de alta calidad:

lunes, 6 de septiembre de 2010

WAGNER · Coros de Óperas · Karajan, 1948

Holandés Errante

El genio operático de Wilhelm Richard Wagner se prodigó en efectivas escenas corales, generando un apartado siempre bienvenido de su magna producción. Obras como Lohengrin, Tannhäuser, Los Maestros Cantores o El Holandés Errante han dejado a la posteridad páginas que saben despertar entusiasmo.

Wagner en 1867
La influencia de la Grand Opéra francesa, y aún más, de Weber (junto a la larga tradición coral de los países germanos) es visible en estas composiciones, siempre bien compenetradas de sentido dramático; es decir, podemos disfrutarlas como aquí se las ofrezco hoy, aisladas en un grato pot-pourrí, pero todas ellas están ligadas íntimamente a la trama de la cual son partícipes. En algún momento hacia 1850 Wagner postuló la desaparición del coro en el teatro musical, pero pronto dio pie atrás en su teoría. Pocas retractaciones han sido más afortunadas.

La grabación merece un rápido comentario. Acabada la Segunda Guerra, el mundo alemán sobreviviente fue sometido al escrutinio de los Aliados para erradicar hasta la última fibra del Reich. Muchos artistas pasaron por la así llamada desnazificación —“purgatorio” con que reparar sus lamentables simpatías por los vencidos— en virtud de la cual se les prohibía ejercer su oficio, o se les obligaba a desarrollarlo en destinos secundarios.

Karajan fue uno de los castigados, y el año 1948 lo encontramos dirigiendo en Viena. Lo notable del caso es que las grabaciones de aquella época (cortesía de los ingleses y de Mr. Legge) figuran entre lo mejor que produjo el maestro de Salzburgo en toda su carrera. Cierto que la incipiente tecnología y su propia juventud retrasan su espectacular concepción del sonido, que décadas después lo hará tan célebre; pero nadie podrá criticar su energía, sus inspiradas ideas o su autoridad en el repertorio que decidía abordar.

Así pues, hoy les dejo este Karajan, que no es el más conocido, al frente de la maravillosa Filarmónica de Viena y el Coro de la Ópera Estatal de Viena.

... A Q U Í

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mis disculpas

Queridos amigos y amigas que me visitan:

Una semana particularmente intensa me ha impedido mantener la frecuencia de publicaciones habitual. Me pesa no darles la bienvenida que se merecen, ni entrenerles un poco el día con buena música, literatura o cualquier pequeño refrigerio que nos alivie el trajín cotidiano. Pero no hay mal que dure cien años, dice un refrán, y mis tiempos estrechos deberían acabar junto con esta semana, dándome espacio otra vez para reunirme con Uds.

Mientras tanto, confío en que el material ya subido a este blog les provoque, les interese, les atraiga a nuevas visitas.


Un afectuoso saludo y hasta la vista!

 
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