Creo haber dicho repetidas veces que el Flamenco cala hondo en mí. No sabría definir las razones ni los episodios responsables de este apetito. Tampoco es imperativo. Recuerdo, eso sí, a los amigos junto a quienes tomé contacto por primera vez con el flamenco. Es curioso, pero los gustos más vivos suelen encontrar en la memoria un rostro amigable como punto de partida; como semillas de otra alma, sembradas alguna vez en nuestra vida. Asimismo, estos amores espontáneos son como el despertar de algo que ya formaba parte de nosotros. Hay que respetarlos, vaya uno a saber si son indicativos de algún hilo ancestral perdido en el tiempo, o de alguna afinidad psicológica que, al vincularnos con algo, nos ayuda a encarar la vida de mejor manera.
Sevilla, barrio de Santa Cruz
Quienes no somos españoles conocemos poco de esta música, salvo los contornos más comunes que trazan su identidad: la intensidad, el desgarro, la altanería, o esa interpretación caprichosa y seductora a la que se ha dado varios nombres: “duende”, “pellizco”, “ángel”, en fin, esa cualidad imponderable que le da vida e impulsos propios a la música. Por cierto, conviene distinguir: esto no es folklore andaluz sino algo distinto, popular sí pero de origen incierto, tan difícil de precisar como la razón de su nombre. Podemos identificar sus rastros claros a fines del siglo XVIII. Pero hay en el flamenco almas antiguas, la del gitano y la del moro; hay una pena honda y un temperamento ardiente, un código propio, una elaboración extraordinaria que llega a lo culto sin perder el sabor intenso de lo primigenio. Hay que acomodar el oído a veces, que no es fácil, pero a cambio ¡cuánta belleza única!La gallardía de los bailaores, hombre y mujer, es una de las estampas imborrables de este arte, y cómo no, siendo tan escénico. Aun así, el flamenco es un brillante de tres facetas: el cante, el baile y el toque; facetas que pretendo hacer relucir en esta página, de cuando en cuando, guiándome con los apuntes de Elgatosierra, los cuales mi amigo ha compartido en una habitual tanda de “charla virtual” con varios más a través del e-mail. Así, con estas notas en la mano, iré dando forma a estas entradas, homenaje modesto a un arte tan grande.
Elgatosierra escribe en cierto mail:La TONÁ, forma andaluza de decir tonada, desarrolló desde sus principios los aspectos más melódicos del flamenco. En la actualidad se entiende por toná aquello que se conoce por lo más jondo, cantadas a palo seco, es decir, sin acompañamiento de guitarra. Las tonás hacen referencia a aquellos romances andaluces de finales del siglo XVIII y principios del XIX, que interpretaron Tío Rivas, Blas Barea, Tío Luis El Cautivo, El Planeta… Por desgracia todo aquello se perdió, y los historiadores creen que posiblemente se encuentre hoy en día entre las antiguas soleares y seguiriyas. Jerez, Triana y Cádiz comparten el honor de ser sus cunas. La leyenda asegura que existieron 33 formas de tonás, luego fueron destilando en 31, 26, 19 y 7, y hoy las vemos reducidas a 3: la grande, la chica y la del Cristo. Los maestros sostienen que la toná y la liviana son cantes para escuchar, no para bailar, y dan la palma a sus intérpretes sobre todos los demás, afamándoles más que las seguiriyas. Apenas tenemos interpretaciones de tonás, y siempre son profundas y sobrias.
Sevilla, barrio de Santa Cruz
Quienes no somos españoles conocemos poco de esta música, salvo los contornos más comunes que trazan su identidad: la intensidad, el desgarro, la altanería, o esa interpretación caprichosa y seductora a la que se ha dado varios nombres: “duende”, “pellizco”, “ángel”, en fin, esa cualidad imponderable que le da vida e impulsos propios a la música. Por cierto, conviene distinguir: esto no es folklore andaluz sino algo distinto, popular sí pero de origen incierto, tan difícil de precisar como la razón de su nombre. Podemos identificar sus rastros claros a fines del siglo XVIII. Pero hay en el flamenco almas antiguas, la del gitano y la del moro; hay una pena honda y un temperamento ardiente, un código propio, una elaboración extraordinaria que llega a lo culto sin perder el sabor intenso de lo primigenio. Hay que acomodar el oído a veces, que no es fácil, pero a cambio ¡cuánta belleza única!La gallardía de los bailaores, hombre y mujer, es una de las estampas imborrables de este arte, y cómo no, siendo tan escénico. Aun así, el flamenco es un brillante de tres facetas: el cante, el baile y el toque; facetas que pretendo hacer relucir en esta página, de cuando en cuando, guiándome con los apuntes de Elgatosierra, los cuales mi amigo ha compartido en una habitual tanda de “charla virtual” con varios más a través del e-mail. Así, con estas notas en la mano, iré dando forma a estas entradas, homenaje modesto a un arte tan grande.
Elgatosierra escribe en cierto mail:La TONÁ, forma andaluza de decir tonada, desarrolló desde sus principios los aspectos más melódicos del flamenco. En la actualidad se entiende por toná aquello que se conoce por lo más jondo, cantadas a palo seco, es decir, sin acompañamiento de guitarra. Las tonás hacen referencia a aquellos romances andaluces de finales del siglo XVIII y principios del XIX, que interpretaron Tío Rivas, Blas Barea, Tío Luis El Cautivo, El Planeta… Por desgracia todo aquello se perdió, y los historiadores creen que posiblemente se encuentre hoy en día entre las antiguas soleares y seguiriyas. Jerez, Triana y Cádiz comparten el honor de ser sus cunas. La leyenda asegura que existieron 33 formas de tonás, luego fueron destilando en 31, 26, 19 y 7, y hoy las vemos reducidas a 3: la grande, la chica y la del Cristo. Los maestros sostienen que la toná y la liviana son cantes para escuchar, no para bailar, y dan la palma a sus intérpretes sobre todos los demás, afamándoles más que las seguiriyas. Apenas tenemos interpretaciones de tonás, y siempre son profundas y sobrias.
- Rafael Romero nos interpreta una toná chica en el estilo de Chacón:
Yo no te obligo, gitana Yo no te obligo, gitana De que me quieras a la fuerza Si no es de tu voluntad Lo que a ti te parezca. Aquel que le pareciere Que mis penas no eran ná Quisiera por un momento que se ponga en mi lugar.
- En el toque escucharemos hoy a Niño Ricardo por soleás en “Gitanika Gaditana”.
- En el baile, Pilar López por seguiriyas, con Diego Clavel al cante y Melchor de Marchena a la guitarra... ¡casi ná!:
8 comentarios:
"Tan culto... y tan popular"
Creo que es en esa ecuación que tan acertadamente has señalado, apreciado QUINOFF, donde
radica precisamentre el "calado" de esta música
Has tocado un punto en el que he reflexionado mucho; no sólo respecto al flamenco, sino
tambien con relación al Blues. He llegado a pensar que ambos "géneros" de música son, por
su misma naturaleza, esencialmente SINCERAS; y es en esa honestidad donde radica su
"calado" Abundan los sonidos que no convencen. El flamenco, el blues, convencen.
Convencen, por su SINCERIDAD. En el flamenco como en el blues, nos encontramos frente a algo más que simples sonidos; más bien, ante el palpitar de un corazón humano que pugna por comunicar
Me despido con un gran saludo; no sin antes darte las gracias por haber tocado el tema y dejando sobre el tapete dos "cositas" (Como dice Capullo de Jerez: "Esas Cositas que yo canto") que hace años me he inventado para mi uso particular, pero que hoy, dadas la circunstancia de que me ha conmovido tu reseña, quiero compartir. Una es una especie de coplilla o consigna, la otra, una definición muy personal:
"Cante, toque y baile
en el flamenco todo es Arte"
"Cante jondo: Canto que se hace llanto
Blues: Llanto que se hace canto"
Sinceramente, afterbach, tu definición final, “vinculante” del blues y el cante jondo, será de esas cosas que ya no olvidaré: muchas gracias por esa reflexión que compartes aquí. Y la coplilla bien podrá servir de divisa a esta nueva sección, en la cual hay que agradecer todo a la paciencia y buen hacer de Elgatosierra (ya aparecerá una vez que deje de bailotear por ahí, jeje).
Tu explicación de la sinceridad que palpita en esta música se me asocia con alguna otra que hice sobre la simplicidad, y le pone el punto necesario.
Gracias por tus palabras, tan bienvenidas.
J.
Me alegro, querido Quinoff, que te hayan gustado ambas; son el producto de la reflexion de un hombre enamorado de la sinceridad y (como tú mencionas) la simplicidad en la música. Excelente idea la de utilizar la "coplilla" como divisa de la nueva sección sobre flamenco. De paso... te cedo los derechos de autor... (je je je)... en serio!
En cuanto a las definiciones.. eso es otra cosa: corresponden a una sección de un poema que escribí hace ya tiempo sobre mis experiencias con ese ser misterioso que a falta de otro nombre llamamos, sencillamente, Música (nombre de mujer ¡eh?)
(¿investigaste el link de Capullo?)
¡La foto no es de Sevilla! Quizás sea Toledo, un saludo.
Pues no, Toledo tampoco, pero con toda seguridad no es Sevilla.
No lo era, la cambié. Me había confundido gravemente. Era Ronda, provincia de Málaga. Gracias por el aviso!
seguiriyas
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Que bien haber incluidos las lecciones del Gatosierra en un post. Vds. dos hacen maravillas. Siempre interesante leerlos. Gracias
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