“Érase que se era un niño que nació en la torre del campanario de un país muy lejano…” fue el inicio perfecto sugerido por mi querido amigo Elgatosierra para abrir el relato de la vida de un gran compositor checo: Bohuslav Martinů. Hoy doy continuidad a su historia a través del vínculo que unió al compositor con Rudolf Firkušný, quien fuera considerado el pianista checo más emblemático de su generación y con quien Martinů compartió una entrañable amistad y un crisol de creaciones musicales.Ambos emigraron de su aproblemada patria, primero por los avatares de la guerra y luego por la opresiva ocupación soviética. Y mientras Martinů se fraguó una sólida reputación internacional como gran compositor, Firkušný recorrió los escenarios de todo el mundo, ampliando con su arte el prestigio de la música checa de los siglos XIX y XX, haciéndose mundialmente famoso como intérprete insuperable de las composiciones de Smetana, Dvořák, Janáček y en especial de su amigo, nuestro niño del Campanario.
Rudolf Firkušný nació en Napajedla (Moravia, actual República Checa), el 11 de febrero de 1912. Fue reconocido tempranamente como un niño prodigio; a los cinco años tuvo la enorme suerte de ser presentado al compositor checo Leoš Janáček quien, deslumbrado por su enorme talento, lo aceptó inmediatamente como alumno personal y luego como uno de los miembros más jóvenes del Conservatorio de Brno, donde estudió piano, dirección de orquesta y composición de la mano del maestro Janáček y otros grandes de la música checa de aquellos días. Un año más tarde debutó en Praga. Interpretó el Concierto de la Coronación, de Mozart, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Praga. Más tarde debutó con gran suceso en Viena en 1921, cuando apenas tenía nueve años. No terminaba de cumplir quince años cuando fue invitado al palacio presidencial de Lány, donde ofreció un concierto al entonces presidente checoslovaco, Tomás Garrigue Masaryk.
En los años siguientes, Rudolf Firkušný tomó clases de piano en Italia con el gran maestro Arthur Schnabel. En aquella época comenzó también a viajar por Europa, ofreciendo conciertos en Austria, Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña. En 1938 realizó su primera visita a Estados Unidos. En todos los círculos musicales de la época, valoraron que Rudolf Firkušný representaba a sus veinte años de edad un verdadero fenómeno y que su arte interpretativo estaba a la altura de los mejores pianistas de entonces.
Poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, Rudolf Firkušný abandonó el país para no verse obligado a tocar ante las fuerzas de ocupación. Con su arte abogó por la derrota de la Alemania hitleriana y la victoria de las fuerzas aliadas. Regresó a la República Checa en 1946 y ofreció un concierto en la primera edición del Festival Internacional de Música Primavera de Praga, interpretando el poco conocido Concierto para piano de Dvořák, del cual se volvió el mejor difusor. Sin embargo, por motivos políticos el pianista abandonó su patria por segunda vez.
Firkušný (al centro) junto a Rafael Kubelík y Pierre Fournier (1980)
Tras el golpe de estado comunista en 1948 se radicó por el resto de su vida en EE.UU., desarrollando a partir de ese momento una intensa carrera en las salas de concierto de América, Asia, Europa y Australia interpretando predominantemente el repertorio de Mozart y Beethoven así como también composiciones de Smetana, Suk, Dvořák, Janáček y también de su amigo personal, Bohuslav Martinů. Firkušný fue asimismo un devoto intérprete de música de cámara y entre sus socios más destacados estuvieron los cellistas Pierre Fournier, Gregor Piatigorsky, János Starker y Lynn Harrell, los violinistas Nathan Milstein y Erika Morini, el violista William Primrose y el Cuarteto Juilliard.
También estrenó muchas obras de compositores contemporáneos como Howard Hanson, Gian Carlo Menotti, Samuel Barber, Kaprálová Vítězslava y Alberto Ginastera. Firkušný destacó asimismo en el plano académico, habiendo dedicado varios años a la enseñanza en la Escuela Juilliard en Nueva York, y en Aspen, Colorado, así como en el Centro de Música Berkshire en Tanglewood. Entre sus alumnos destacan Yefim Bronfman, Halim Eduardus, Alan Weiss, Sara Davis Buechner, Floyd Carlisle, Kathryn Selby, Avner Arad, June de Toth, Robin McCabe, Anya Laurence, Natasa Veljkovic y Carlo Grante.
Firkušný y Martinů desarrollaron una especial amistad creativa a partir de 1931, gracias a la cual Firkušný obtuvo el privilegio de ser muchas veces el primero en conocer y estrenar creaciones para piano del niño del campanario. En ello conviene destacar que el piano siempre fue un reto personal y profesional para Martinů: anatómicamente sus manos no le favorecían, dado que eran más bien grandes para el teclado (tal como se mencionó en la primera parte de esta saga, los intereses de Martinů se centraron luego en el violín), por lo que mucho de las consultas técnicas para obras para piano contaron con el valioso aporte de Firkušný, quien además obtenía sendas dedicatorias o el honor de estrenarlas.
A sus conciertos acudía un público que incluía a sus colegas pianistas, ansiosos por conocer de primera mano el arte de Martinů y las composiciones de grandes maestros checos que, gracias a la virtuosidad de Firkušný, adquirían una belleza y profundidad extraordinarias. Tras los cambios democráticos en 1989, el músico regresó en varias ocasiones a su país natal. En 1991 el entonces presidente, Václav Havel, le concedió la Orden Tomás Garrigue Masaryk. A pesar de tener ciudadanía estadounidense, Rudolf Firkušný se consideró siempre checo: “En el propio sentido de la palabra nunca emigré porque en mi mente y en mi corazón estuve siempre presente en la República Checa. Jamás dejé de ser checo”. Nuestro admirado pianista murió en Staatsburg (New York, EE.UU.) el 19 de julio de 1994.
Al igual que con el “niño del campanario”, los restos mortales de Rudolf Firkušný fueron trasladados a la República Checa, donde fueron sepultados el 10 de septiembre del mismo año en el cementerio de la ciudad de Brno, muy cerca de su querido maestro Janáček para que el diálogo creativo entre ambos perdurara en la eternidad. En la saga del “niño del campanario”, en esta entrega haremos una selección de obras pianísticas protagonizadas por las sabias manos de quien fuera en su momento su mejor intérprete, Firkušný, incluyendo quizás sus últimas grabaciones realizadas en vida, en una doble placa digital editada por RCA en 1994.El primer disco contiene tres (2, 3 y 4) de los cinco conciertos para piano de Martinů [junto a Libor Pesek dirigiendo a la Filarmónica Checa]; en el segundo se desarrolla un bellísimo compendio de obras del “niño del campanario” para piano, en la que destacan sobremanera su única Sonata para Piano y la obra que a mi juicio es su expresión más pura de su genio musical, la Fantasía-Toccata. Todas estas obras fueron estrenadas por el Maestro Firkušný y algunas de ellas le fueron dedicadas expresamente a él, como es el caso de la Fantasía-Toccata y el Tercer Concierto. Al auditorio le pido especial atención al bellísimo Segundo Concierto, obra que escogió Firkušný para su Concierto de regreso a la República Checa en 1990 y a la seductora construcción melódica y rítmica del Cuarto Concierto (Encantamiento). Las tres obras fueron grabadas durante la última visita de Firkušný a su patria, en la primavera de 1993.
En el disco de obras para piano, aparte de las grandes obras ya mencionadas (pináculo absoluto de su música para aquel instrumento) le pido a la audiencia dedicar especial atención a la colección de Estudios y Polkas: una bellísima muestra de la dicotomía creativa de Martinů: en los Estudios, se logra una genial y muy estructurada expresión de música pura para piano; en las Polkas, el “niño del campanario” da rienda suelta a su alegría y fantasía juguetona, en la construcción de melodías de su tierra natal… son quizás los minutos de música que más nos pintan su personalidad más intima… y que mejor oráculo para este desnudamiento de su alma que las geniales manos del gran Firkušný...
» D E S C A R G A
5 comentarios:
A estas alturas todavía no me puedo creer que nadie haya dejado aquí un comentario, y lo que menos me creo aún es que yo mismo no lo haya hecho. Así que como debo un comentario lo voy a dejar porque os la debo... JAJAJA
Cualquiera podría pasar de largo antes dos talentos tan grandes como Martinů y Firkušný. Menos mal que tenemos amigos como Ernesto y Quinoff que no reparan en esfuerzos para hacérnoslo notar.
Hay que ver qué buen gusto apuntaba Firkušný desde sus comienzos, mira que comenzar con el “Concierto de la Coronación” de Mozart.
La nómina de directores y solistas con los que trabajo el bueno de Rudolf es absolutamente impresionante, algunos de un arte y una exigencia extremos.
Y coincido casi milimétricamente con los gustos de Ernesto, entre los conciertos para piano mi preferido es el “Cuarto” (una fiesta continua y total) y de entre sus obras para piano sólo prefiero, sobre todas los “Estudios y Polkas”, y además la “Sonata” y la “Fantasía-Toccata”.
Así que una vez dejado el comentario que debía quiero dar las gracias muy cumplidas a los amigos Ernestos y Quinoff que no paran de alegrarnos la vida con su erudición y la mejor música posible.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos para todo el fogón.
Elgatosierra
link roto
Gracias por avisar! Lo verificaré a la brevedad.
Le agradecería activase el enlace. Gracias por todo.
Amigo anónimo, link repuesto.
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