jueves, 11 de julio de 2013

OBERTURA 1812 y otras obras de la Escuela Rusa

Napoleón funadoOriginal sugerencia gráfica de la caída de Napoleón / crédito: Samuel Jaramillo Calle

Vamos nuevamente con los rusos. Y esta vez con un menú definido por la espectacularidad, un ingrediente para el cual han demostrado siempre una gran aptitud. Quizá las proporciones mismas de la gran nación eslava alientan esa propensión instintiva a lo grandioso, reflejado en la imponencia de sus tradiciones culturales, en la concepción esplendorosa que dieron al Zarato, etc.

Por desgracia ese rasgo también ha definido sus calamidades históricas. Una de ellas fue la ofensiva conquistadora de Napoleón Bonaparte el año 1812. Las crónicas cuentan que el avance inicial de los franceses apenas supo de resistencias. El ejército ruso no logró entorpecer la veloz arremetida de su enemigo y la experiencia aconsejó evitar las batallas a campo abierto, retrocediendo hacia el interior del país y llegando incluso a perder Moscú, que acabó como pasto de las llamas.

Pero el invierno cambió pronto el signo de la guerra y precipitó la ruina de Bonaparte. Sin víveres y dueño de una ciudad destruida, el emperador francés debió retirarse a Polonia, siendo hostilizado por los cosacos y el ejército zarista en el trayecto y sufriendo los gélidos rigores del clima, todo lo cual destruyó casi en su totalidad a la Grande Armée.

Napoleón funado «La retirada de Napoleón de Rusia» / E. Kossak, 1827

Este violento episodio, bautizado como Guerra Patriótica de 1812, fue relevante para consolidar la conciencia nacional, ahora unificada en un solo sentimiento. Dicho cambio sería el resorte psicológico que definiría la madurez cultural y social y, en definitiva, buena parte del rumbo seguido por la historia rusa de ahí en adelante.

Las peripecias militares del año 1812 son resumidas en la famosa obertura de Chaikovsky, comisionada por Nikolái Rubinstein en 1880 para la Gran Exposición de Artes e Industria de Moscú de 1882. En tal ocasión se contemplaba inaugurar por fin la demorada Catedral de Cristo Salvador de Moscú, templo erigido en tributo de gratitud por la victoria y como memorial de los caídos en batalla. En un alarde de sentido escénico —equiparable a cualquier mega-ceremonia moderna— la ejecución fue planificada al aire libre en la plaza del Kremlin, frente a la catedral, con una gran orquesta, una banda de bronces, la intervención de los campanarios del nuevo templo y las iglesias circundantes, junto a salvas de cañón disparadas con un mando eléctrico en el podio del director. ¡Todo un espectáculo!

Pero las circunstancias no lo quisieron así: en marzo de 1881 morían el Zar Alejandro II en San Petersburgo, víctima de un atentado, y Nikolái Rubinstein en París, víctima de la tuberculosis; la Catedral demoraba su consagración hasta 1883 y la obertura nunca se ejecutó en festividades públicas, sino como parte de un programa con obras de Chaikovsky en 1882, durante la referida Exposición de Moscú, en las condiciones normales de una sala de conciertos.

La obra discurre a través de los tempos Lento - Andante - Allegro giusto - Largo - Allegro vivace. Así resume la Wikipedia el plan argumental:

La obra comienza con una melodía de la Iglesia Ortodoxa Rusa ejecutada por ocho violoncellos y cuatro violas, que recuerda cómo la declaración de guerra contra Francia fue notificada al pueblo en los servicios religiosos de toda Rusia. En ocasiones esta parte de la obertura es cantada por un coro a capella […]. Continúa con una mezcla de melodías tradicionales (incluida la danza «A la puerta, a mi puerta») y militares, que representan la angustia creciente del pueblo ruso al saberse invadidos por el ejército francés. La pieza continúa con una marcha presentada por los metales, donde se oye cargar a los ejércitos para enfrentarse en la Batalla de Borodinó. Un fragmento repetitivo y triunfal del himno nacional francés, La Marsellesa, sirve para representar al ejército invasor y la victoria de Napoleón sobre los rusos. A continuación, un diminuendo en la música representa la retirada rusa, evitando la confrontación directa con las tropas francesas al tiempo que dejan tierra arrasada. Vuelve a sonar la marcha de los metales y el fragmento de La Marsellesa, para indicar la entrada de Napoleón en una Moscú incendiada. El fragmento del himno galo sigue sonando, ahora en diminuendo, indicando la retirada de las tropas francesas, al tiempo que un crescendo indica el asedio ruso. Cinco disparos de cañón acompañan el avance de los rusos expresado en los instrumentos de cuerda y los metales, que preparan el campo para el cierre triunfal con el contrapunto entre el tema que representa al ejército ruso y el himno imperial «Dios salve al Zar», apoyado por once disparos de cañón y un repique de campanas. Este final muestra un anacronismo curioso, ya que «Dios salve al Zar» no era el himno ruso en 1812, sino en la época en la que Chaikovsky compuso la obertura.

Aunque Chaikovsky la consideraba “ruidosa” y de poco valor artístico, lo cierto es que el público siempre ha favorecido esta obertura, otorgándole una popularidad inquebrantable. Cosa curiosa: el compositor dirigió la pieza durante el concierto inaugural del Carnegie Hall de Nueva York, en mayo de 1891, y fue tal su efecto que acabaría convertida en elemento habitual de las celebraciones patrióticas norteamericanas. Además la Obertura ha ganado fama en años recientes como parte de la película “V de Vendetta” (basada en la novela gráfica de Alan Moore); en ella, el enmascarado protagonista emplea el gran final de la obertura como “soundtrack” de sus detonaciones.

Viñeta de «V de Vendetta» con el protagonista «dirigiendo las explosiones»

Makovsky
Pero no son los cañonazos de la obertura la última palabra en el espectacular repertorio ruso. El mismo Chaikovsky nos ofrece otra pieza ceremonial de gran intensidad, y otra vez con motivo bélico-patriótico: la «Marcha Eslava» en Si bemol menor, op.31. Esta brillante pieza orquestal se refiere a episodios del año 1876, cuando una serie de revueltas contra el dominio turco sacudían la región de los Balcanes. Llevados por un sentimiento de solidaridad eslava, en especial tras la brutal represión contra la población civil en Bulgaria, los rusos demostraron su apoyo enviando incluso voluntarios a combatir junto a búlgaros y serbios. Fue la antesala de la Guerra Ruso-Turca de 1877-78.

Chaikovsky recibió el encargo de componer una marcha para un concierto a beneficio de los soldados rusos heridos. En un arrebato de entusiasmo, compuso y orquestó la marcha en sólo cinco días, utilizando en ella dos melodías serbias y el himno ruso, este último como colofón del mismo modo que en la Obertura 1812. Los tiempos indicados en la partitura son: Moderato in modo di marcia funebre - Andante molto maestoso - Allegro risoluto.

Dos grandes nombres completan la entrega: Aleksandr Borodín y Nikolái Rimsky-Kórsakov. A diferencia de Chaikovsky, no estimaban tanto el modus faciendi occidental en lo que a composición se refiere (aun cuando, a la postre, ambos adoptarían las técnicas e influencia europeas como ingredientes de su estilo). En cambio era evidente una maravillosa capacidad para crear “cuadros” entrelazados, amén de notable talento narrativo y un recurso más directo a las fuentes musicales populares.

En el breve puñado de obras maestras que nos dejó Borodín destaca el extraordinariamente sugestivo poema sinfónico «En las Estepas del Asia Central», evocación de una caravana cruzando la zona conocida entonces como Turquestán, anexionada por Rusia. Esta obra fue creada en 1880 para sumarse al jubileo de 25 años del Zar Alejandro II en 1881... planificación frustrada, como les contaba antes, por el asesinato del gobernante a sólo cinco meses del acontecimiento.

Otra página orquestal muy celebrada del eminente Borodín proviene de su última creación, la ópera Príncipe Igor; se trata, claro que sí, de las «Danzas Polovesianas», con su despliegue fascinante de exotismo y colorido orquestal (este último debido más bien a los buenos oficios de Glazúnov y Rimsky-Kórsakov, que completaron la obra luego del fulminante deceso de su amigo). En este espectacular momento Borodín sabe conjurar el elemento “bárbaro” de los polovtsianos o polovesianos (en nuestro idioma llamados Cumanos) con una maestría que sólo igualarán mucho después Jachaturián y Amirov.

El mago ruso de la instrumentación, Nikolái Rimsky-Kórsakov, cierra la entrega con dos célebres creaciones orquestales: «La Gran Pascua Rusa» op. 36, obertura sobre temas litúrgicos, y el «Capricho Español» op. 34, precisamente la obra que asentó su fama como renovador brillante de la paleta instrumental.

De la Obertura sobre la Pascua ortodoxa hemos publicado ya alguna cosa en esta página. Del «Capricho...» vale la pena recordar un episodio que retrata también el carácter del músico. Sabedor de las dificultades que planteaba a los profesores de la orquesta con su virtuoso estilo, Rimsky les dedicó la composición; y de hecho en las primeras impresiones de la partitura figuraba la nómina completa de los músicos que estrenaron esta maravillosa exhibición de talento, imaginación y dominio técnico.

carátulaDisfruten el repertorio ruso de manos de un maestro: Neeme Järvi junto a la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo, en un registro de finales de los años 80 del siglo pasado.

Järvi estuvo al frente de la orquesta sueca durante 22 años. En esa larga titularidad supo elevar la formación a nuevas alturas, con una feliz vinculación hacia el repertorio escandinavo y eslavo del Romanticismo tardío, sin desdeñar las vanguardias. Tan exitosa colaboración atrajo el respeto y la admiración de la comunidad musical, así como respaldos financieros (Volvo) que permitieron ampliar el número de integrantes y una ilustre retahíla de grabaciones para la Deutsche Grammophon.

Neeme JärviDe esta época proviene el menú que les comparto, con una interpretación referencial de la Obertura 1812 que a la plantilla habitual suma la Banda de Bronces y el Coro de la misma orquesta, la División de Artillería de Gotemburgo, y los campanarios del puerto escandinavo. Se trató, pues, de hacer sonar la obra tan cercana como fuera posible a su concepción original. El resto de las piezas son tratadas con la misma finura y garra interpretativa que el eminente director ha hecho su sello personal. (Y si pueden, adquieran el disco para apreciar el sonido en toda su riqueza.)

D E S C A R G A

MP3 ABR ~ 212 kbps | 6 tracks | JPGs | RAR 120,4 MB | 48 kHz

5 comentarios:

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Consulta: algunos amigos y amigas me han comentado sus dificultades para tomar el disco desde el primer enlace que compartí en esta entrada (uploading.com). Incluso hay quien me alertó de alguna página como ad.fly ... ¿Les ha ocurrido? A mí no me surge nada de eso en las pruebas previas a la publicación, ni tampoco ahora, pero bien puede ser. Les ruego que si tienen alguna dificultad me la hagan saber.
Saludos!

Laura Schwartz dijo...

Desde la descarga mp3 vuelve a mandar virus directo a cuarentena. Pero acabo de bajar esta gema perfectamente desde la alternativa mega. Y con la obertura solemne acompañándome te digo gracias y buenas noches.

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Muchas gracias Laura! El enlace principal fue redirigido a otra dirección. ¡Que disfrutes a Järvi con los chicos de Gotemburgo!

q u i n o ƒ ƒ dijo...

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Anónimo dijo...

Muchas gracias senor Quinoff.
Un abrazo.

 
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