martes, 3 de agosto de 2010

VON WEBER / Obertura »Rübezahl«

Weber estampilla
Ya era hora de dedicar espacio en el blog a un compositor que cuento entre mis favoritos hace mucho tiempo: Carl Maria von Weber (* Ducado de Holstein, 18 Nov. 1786 — † Londres, 5 Jun. 1826). Su estrella no desapareció en la bruma del olvido, como sucedió a medias o del todo con otros colegas suyos muy meritorios (Ries, Hummel, Spohr, Loewe, Marschner...) los cuales sólo en épocas recientes han reconquistado la voluble memoria humana.

Weber, en cambio, perduró. Y el secreto de su éxito procede de un mundo imponderable: el imaginario colectivo alemán. El creador de Der Freischütz supo capturar la fascinación y misticismo de las leyendas populares —aparente fantasía que anida profundos arquetipos— cuyo ámbito tradicional es la espesura de los bosques de Europa central y oriental. Hubo quienes lo intentaron antes, pero fue Weber quien acertó plenamente el blanco, a la manera del “tiro mágico” de su creación más famosa. Ese fue el eureka! de donde nació la esquiva ópera alemana. Conviene matizar, desde luego, que en dicho acierto concurren al menos dos factores: un compositor felizmente dotado para la evocación musical, y una época que ansía ya claramente esta clase de evocaciones. Weber supo preparar el plato que los comensales estaban pidiendo...

Carl María puede ser apuntado como el primer gran músico netamente romántico. Conserva vínculos formativos con el mundo clásico, al igual que sus contemporáneos, pero lo más pujante de su personalidad artística se define con las características del Romanticismo: recurrencia a un mundo fantástico que ignora las categorías racionales de la Ilustración, interés por épocas lejanas y lugares remotos (= otros mundos), atrevimiento en la experimentación sonora de la orquesta, a la manera de Berlioz. En este último apartado, Weber fue singularmente prodigioso. Tomó una orquesta no mayor a la que requerida en tiempos de Mozart y la llevó a territorios insospechados, sin agobiar ni forzar ningún instrumento, sino explorando la plenitud de su identidad sonora. El resultado, vivaz, transparente y de luminosa naturalidad, sólo fue igualado después por Mendelssohn. Sus dotes teatrales convirtieron a Weber en el operista germano más importante del temprano Romanticismo. Pero algunas opiniones van más lejos; Felipe Pedrell llegó a afirmar en las postrimerías del siglo XIX que nuestro compositor fue “el modelo del teutonismo musical alemán, no superado, dígase lo que quiera, por Wagner”.

Rübezahl, por Schwind

Rübezahl por Moritz von Schwind


Feliz ejemplo de esta maestría weberiana es la obertura de concierto “El Señor de los Espíritus”, versión extendida (director’s cut...) de la ideada para la ópera inconclusa Rübezahl, protagonizada por una criatura mágica de las montañas, presente en leyendas alemanas, polacas, checas, etc., cuyas representaciones varían entre un diablo coliagudo y un gigante huraño ataviado con túnica gris de aire monacal. En la obertura, Weber hace gala de tres grandes atributos: admirable imaginación sonora —aprecien el excelente uso del timbal, las ocasiones de lucimiento solista para los vientos de madera, las agilidades de la cuerda, inspiradas tal vez en el virtuosismo pianístico del compositor, o el magistral recurso a la sección de bronces—; conexión inmediata con el auditor, rasgo del hombre de teatro —el ritmo apabullante que inicia la obertura, las modulaciones dramáticas—; y notables dotes como melodista. Todo esto sumado a una perfecta interiorización de la música popular, otra baza que permitió a las audiencias reconocerse en la música de este creador.

Disfruten esta soberbia obertura de concierto, en versión de Herbert von Karajan y la Filarmónica de Berlín...

2 comentarios:

LEITER dijo...

La verdad es que Von Weber es un compositor renegado en ciertos manuales de historia de la música. En algunas colecciones no pasan ni media página de él y luego a Haydn le dedican 10 capítulos enteros...

Yo siempre llevo sus oberturas en el MP3... Y, por cierto, con Solti, par que luego no digan que odio al húngaro.

Muy buena entrada. Y merecida

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Pero si es mi amigo Leiter! Me alegro mucho de verte recuperado. Gracias por tus palabras, las cuales comparto plenamente: Von Weber sufre menosprecio. Y eso viene de quienes —con la soberbia de los ignorantes simulando ser cultos— menosprecian la importancia de la música nacida de la tierra, del estrato popular, tan importante para Weber al punto de que sin ello, sin “lo popular”, es inconcebible. No cabe duda que hubo otros músicos más geniales, pero pocos fueron igual de importantes que este querido compositor.

Tienes sus oberturas por Solti?? Qué lujo. Claro amigo, nadie podrá decir que odias al director que conociste luego de arrastrarte una parte del camino... jaja... qué historias tienes, barbián!

 
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