El compositor y la sociedad
Furtwängler: Es cierto que el arte, y en particular la música, que en mayor grado que cualquier otro arte da noticia de la realidad interna de los pueblos, está sujeto de alguna forma a limitaciones nacionales. No obstante, lo está de una manera diferente de la que suelen imaginarse los políticos. El arte no tiene nada que ver con mercados de consumo, doctrinas, democracia, comunismo, etcétera. Tampoco habla de los pueblos que practican una política imperialista y llevan a cabo conquistas. No tiene nada que ver con el odio entre los pueblos, sea cual sea la razón, el lugar y el modo en que aparezca. Nada dice de la política de una nación—política siempre efímera—, pero sí de su eterna esencia. No habla del odio de una nación, sino de su amor. Habla de las personas, cuando son «ellas mismas», cándidas, confiadas, sencillas, orgullosas, partes de una humanidad feliz que abraza a todos. Por diferentes que sean las naciones europeas—tan diferentes como sólo pueden serlo las verdaderas individualidades—, las une un vínculo común, invisible, subterráneo. En este sentido podemos incluso decir de la música, este «último» arte de Europa, que tiene una eminente función política. La música, al parecer la más irreal de las artes, nos ofrece, más que cualquier otra, la prueba más profunda y definitiva de que «Europa» no es una manía, ni la invención de un cerebro ocioso. En ninguna otra parte el alemán se acercará al italiano más abiertamente, con menos reservas, nunca lo comprenderá mejor que en las obras maestras de Rafael, Ticiano, Verdi. En ninguna otra parte parecerá el ruso más inteligible y amable que en sus grandes escritores y músicos. ¿Y dónde el enigmático alemán se comprenderá mejor a sí mismo, dónde será mejor conocido y... amado que en Bach y Beethoven, en Schubert y Mozart?
F: Por supuesto, como debe ser con las individualidades. Hay separación, conflicto y tensión entre ellas, pero también muchas cosas en común, esferas en las que no se tienen por extrañas una a la otra, sino como un complemento. Lo demuestra la historia de la música en Europa. ¿No conquistaron el «mundo» igualmente Wagner, Bizet y Verdi? Y hablando de Alemania, músicos puramente alemanes como Bach, Beethoven y en cierto modo más recientemente también Brahms, ¿no se convirtieron en figuras comunes a toda Europa?
Desde luego, toda nación, como todo individuo, tiene tendencia a afirmarse a sí misma. Y si un día se creía y se esperaba que los modernos medios de transporte y las actuales posibilidades de contacto para un mutuo acercamiento pondrían fin a la separación de las naciones y al chovinismo, se equivocaban. Más bien parece que la existencia de numerosos puntos de contacto entre los pueblos ha tenido como consecuencia exactamente lo contrario a un mutuo entendimiento, esto es, el miedo a la influencia extranjera y con ellos una excesiva afirmación de la propia identidad. Esta autoafirmación—sea cual sea la base que pueda tener—no es lo que pretende ser, es decir, una señal de fuerza.
(…) No vamos a tener a menos el amor de los franceses por Debussy ni el de los alemanes por Bruckner. Pero, aunque fuera cierto que Debussy sólo puede ser enteramente apreciado por un francés y Bruckner, con su particular modo de ser, sólo por un alemán, esto no los haría mejores. Tendría más sentido concentrarse en los aspectos en los que ninguno de ellos es un simple exponente de una nación limitada, sino que los dos son músicos de toda Europa.
6 comentarios:
Muchísimas graciasn QUINOFF, maravilloso texto para la reflexión, siempre tan escasa y, por ello, cada vez más necesaria... JAJAJA
Salud, paz, sonrisas y muy cordiales saludos para todo el fogón.
Elgatosierra :)
Estimado Quinoff: cuán ciertas y actuales son las palabras de Furtwängler respecto a lo que la música representa, tan capaz de hermanar como no podría hacerlo ningún líder político. Quizá es por eso que a pesar de lo bastardeado que ha sido Wagner como persona por sus ideas políticas, religiosas, etc. su música resiste a estos encuadres tan cerrados y, como bien dice Don Wilhelm, ha trascendido el mero marco de la figura de Wagner y de la nación alemana para consolidarse como Música de la Humanidad toda.
Un cordial saludo
De paso quiero aprovechar para pedirle si en algún momento podrá reponer estos link del gran maestro alemán, que "cada día dirige mejor":
“The Fascination of Furtwängler” (Registros de 1926-37)
http://quinoff.blogspot.com.ar/2009/12/fascination-of-furtwangler-registros-de.html
Sinfonías de FRANCK y SCHUMANN
http://quinoff.blogspot.com.ar/2011/09/furtwangler-sinfonias-de-franck-y.html
Muchas gracias, su blog es muy interesante.
¡Gracias querido amigo Elgatosierra! Haría muy bien que las cavilaciones de Furtwängler fueran compartidas por quienes alentaron el brexit y luego se hicieron los desentendidos. Como dice Furt, la autoafirmación nacional excesiva no es en absoluto una señal de fuerza.
Estimado Nicolás, muchas gracias por dejar aquí tus comentarios sobre el texto de Furtwängler. En ese énfasis que da a la música como instrumento del encuentro entre los países, me impresionó particularmente el equilibrio de su crítica—más bien una verificación—al miedo y desconfianza mutuos que acompañaron el aumento de conexión entre las naciones. La lucidez de esa observación sigue vigente.
Actualizaré los enlaces que me solicitas. Informaré en esta entrada o una posterior. ¡Saludos!
Nicolás, las sinfonías de Franck y Schumann ya están disponibles.
Muchas gracias maestro Quinoff!
Publicar un comentario