Hace un tiempo compartí con Uds. un gratísimo recorrido por el mundo de la canción checa, guiados por el talento interpretativo de Magdalena Kozená. Pero si entonces la mezzo nos llevó desde el siglo XIX al XX, esta vez quiero hacer la jornada hacia atrás, hacia los maestros checos del siglo XVIII y los primeros albores del XIX. En efecto, por entonces la región de Bohemia ya prodigaba grandes músicos, que recorrían el continente como virtuosos concertistas, maestros de capilla, compositores bajo el alero de un noble patrón, etc. Esta excelencia musical ejerció notable influencia en la música germana a través de Viena, la capital imperial, meca del arte adonde arribaban los talentos de los dominios de los Habsburgo. Algunos nombres de entonces siguen siendo familiares para muchos: Voříšek, Dussek, Rössler-Rosseti...
El idioma checo era considerado pueblerino, prefiriéndose el italiano o el alemán. La hermosa ciudad de Praga era el centro de reunión de estos talentos antes que emprendieran vuelo hacia las capitales de porte imperial. En las notas que acompañan este disco, el pianista Bart van Oort nos pone en contexto recordando las palabras de Nemecek (germanizado Niemetschek), primer biógrafo de Mozart: “No sin justicia se ha calificado a Bohemia como madre patria de la música alemana”.
Las orquestas centroeuropeas más importantes de aquellos tiempos estaban integradas en gran medida por músicos danubianos. El incentivo de la práctica musical era común a todas las condiciones sociales, hallándose excelentes músicos entre cocineros, cazadores, maestros de aldea y en fin, todos los oficios. Recordemos que el genial Antonin Dvořák era hijo de un carnicero... Así pues, la música adquirió una preponderancia única, cuyo fruto natural era la legión de compositores e intérpretes que marcaron a Europa con su nombre, su arte y su influencia.
Disfruten esta hermosa selección a cargo de la soprano Claron McFadden y el pianista Bart van Oort, quien utiliza el fortepiano “LaGrassa”, construido hacia 1815 y hoy parte de la colección de Edwin Beunk.
Una observación: el disco tiene 22 pistas, pero el folleto indica erróneamente una más, “Die frühe Liebe”, de Rösler, que ocuparía el número 13. En realidad esta canción no existe en el disco. Los títulos de los archivos mp3 son los correctos.
D E S C A R G A
4 comentarios:
Precioso disquito, que nos hace tomar conciencia, además, de todas esas maravillosas músicas que nos quedan por descubrir.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos para todo el fogón.
Elgatosierra
Me alegra que te gustara el disco, amigo mío. Llevaba meses guiñándole el ojo y ahí estaba, escondido en su escaparate, hasta que llegó el momento de llevarlo... y compartirlo. Es un repertorio bien elegido, bien trabajado y escasamente conocido. Además el sonido del pianoforte me gusta cada vez más...
La foto de praga es IM- presionante.... estoy escribiendo un artículo sobre la ciudad y me gustaría utilizarla.... tengo permiso??
Por supuesto, adelante Top5
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