por Ernesto NOSTHAS
La región del Báltico ha sido la cuna creativa de notables músicos e intérpretes musicales en la segunda mitad del Siglo XX. En estos momentos, los nombres de Heino Eller, Arvo Pärt y Lepo Sumera han recibido el reconocimiento universal a su genio musical; de los tres, Arvo Pärt ha alcanzado el status de icono musical del Siglo XXI, con sus maravillosas obras basadas en un estilo que combina el minimalismo expresivo y una fuerte inyección filosófico-religiosa.
Lepo Sumera también se ha labrado un nombre respetado en su Estonia natal, erigiéndose como un artista que ha trascendido significativamente la esfera política.
En su breve vida a la Mahler (como el gran sinfonista bohemio, murió recién pasados los 50 años), Lepo Sumera fue parte del Gobierno Estonio como Ministro de Cultura (1988-1992) durante los maravillosos días de la “Revolución Cantante” que sin derramar una gota de sangre y sin un solo disparo gestó la independencia de las Repúblicas Bálticas del yugo opresor soviético.
Lepo Sumera nació en Tallinin en mayo de 1950 y estudió con Veljo Tormis durante sus días de adolescente, continuando luego bajo la tutela de Heino Eller en la Academia Estonia de Música y Teatro (entonces conocida como el Conservatorio Estatal de Tallinin).
A la muerte de su maestro Eller en 1970, prosiguió sus estudios con Heino Jürisalu. Posteriormente estudió en el Conservatorio de Moscú con Román Ledenev. Sumera empezó a hacerse notar con In Memoriam, un tributo musical a Eller en 1972. El acervo de Sumera consta de un total de 70 obras, entre las que destacan obras corales, seis sinfonías (la sexta fue su opus ultimum) y numerosas obras instrumentales y para conjunto de Cámara.
En sus últimos días, Sumera se interesó mucho en promocionar la música electrónica, fundando un Estudio de Música Electrónica en la Academia Estonia, del cual fue director hasta 1999. En este campo, su obra más interesante es “Asuntos del Corazón” basada en la manipulación electrónica de las pulsaciones cardíacas. Para su estreno en 1999, Sumera usó sus propios latidos para la interpretación. Trágicamente, fue su corazón quien le traicionó súbitamente un año más tarde, acarreándole la muerte en junio de 2000.
Este viaje musical en el mundo de Sumera tendrá tres partes. Esta es la primera, con la presentación de nuestro autor. En la siguiente les ofreceremos un calidoscopio variado de sus piezas corales, incluyendo mis dos obras favoritas en la interpretación del maestro estonio Tõnu Kaljuste, uno de su principales avatares y difusores; y además un compendio de sus obras finales, como son la Sexta Sinfonía y el Concierto para Cello. ¡Atentos a la próxima parada!
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