domingo, 24 de enero de 2010

BARTÓK / 5 / El Concierto para Orquesta



ESTA VEZ nos acercaremos a Bartók a través de una de sus obras emblemáticas: el Concierto para Orquesta, donde pesan los avatares sufridos por el compositor en esos años.



En 1918, tras la derrota del Imperio luego de la Primera Guerra Mundial, Hungría declara su independencia y hacia 1920, con el Tratado de Trianon, pierde casi las tres cuartas partes de su territorio, formándose así los nuevos Estados Centroeuropeos como Eslovaquia, Rutenia, Croacia, Serbia y Transilvania. Bajo este estado de las cosas, Bartók de pronto tuvo que decidir dónde iba a ejercer su labor musical. Ya en 1909 había contraído nupcias con Márta Ziegler, y un año después habría de nacer su hijo Béla.

Ditta Pásztory

Bartók eligió Budapest, alternando su estadía con Ankara (Turquía), como sus lugares de residencia y, hacia 1923, se divorcia de Márta para contraer nuevas nupcias con una estudiante de piano (Ditta Pásztory) con quien en 1924 procrearía a su segundo hijo Peter. Con el advenimiento del nazismo y su régimen autoritario, decide romper toda relación musical con Alemania y Austria y, tras la muerte de su madre en 1939 y una gira de conciertos por los Estados Unidos, decide emigrar definitivamente a América para proseguir su carrera musical tomando como base Nueva York.

Al principio la suerte pareció sonreír a Bartók, ya que al poco tiempo de su llegada a Norteamérica fué nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Columbia y fue asimismo contratado por esta institución para realizar diversos trabajos sobre el folclore servo-croata con una retribución económica de tres mil dólares. Sin embargo, producto de la guerra, la Universidad se quedó sin dinero y Béla prácticamente en la miseria, con lo cual su estado de salud empezó a decaer hasta que, tras un colapso durante una conferencia en Harvard, fue diagnosticado como leucémico.

Así pues, hacia 1943 se hallaba muy enfermo (pesaba apenas cuarenta kilos) y sin dinero. Para aliviar un poco su situación, Sergéi Kussevitzky (por insistencia de Fritz Reiner y Joseph Szigeti) le encargó una nueva obra por la cual habria de pagarle mil dólares. Nace así una pieza bastante peculiar considerada hoy uno de los baluartes del siglo XX: el Concierto Para Orquesta, que sería terminado el ocho de octubre de aquel año y estrenado el primero de diciembre del año siguiente por el mismo Kussevitzky al frente de la Sinfónica de Boston.

Sergéi Kussevitzky

Sergéi Kussevitzky

¿Por qué decimos peculiar? Si nos atenemos al nombre, implicaría una contradicción en tanto que un “concierto para orquesta” sólo sería posible teniendo como trasfondo a otra orquesta. Sin embargo, el nombre dado por Bartók resulta de utilizar secciones instrumentales como solistas en diálogo con el pleno orquestal. Explicado por el compositor:
Béla Bartók“El título de esta obra orquestal cuasi-sinfónica se explica por la tendencia a tratar instrumentos individuales o grupos de instrumentos en una forma solista o concertante. El tratamiento virtuosístico aparece, por ejemplo, en las secciones fugadas del desarrollo del primer movimiento (en los metales) o en los pasajes a modo de perpetuum mobile del tema principal del último movimiento y, especialmente, en el segundo movimiento, en el que parejas de instrumentos aparecen consecutivamente con brillantes pasajes.

“El ambiente general del Concierto representa, aparte del jocoso segundo movimiento, una transición gradual entre la seriedad del primer movimiento y lo lúgubre del tercero, hasta la afirmación vital del último.”

Sin duda, Bartók acertó en destacar el asunto de las parejas en el segundo movimiento, cuyo título original es Giuoco delle coppie y que representa tal vez el mayor atractivo sonoro de la obra. En este pasaje, Béla plantea la entrada sucesiva de los vientos por parejas (fagotes, oboes, etc) entretejiendo melodías en movimientos paralelos y trabajando discursos en intervalos distintos, logrando así efectos armónicos nuevamente tridimensionales, cosa que lo emparenta con la Música para Percusión... que escuchamos anteriormente. Además, la base armónica de éste movimiento (al igual que sucede con el primero) tiene claras tendencias folklóricas de origen turco-magyar en tanto que, tras una breve danza marcada por el tamboril, se sucede una suerte de coral derivado sin duda de las melodías religiosas que se utilizan en las nupcias propias de la región serbocroata y cuya tradición musical Bartók estaba estudiando.

Pero en cuanto a exposición temática se refiere, es el cuarto movimiento (Intermezzo interroto) el que ha despertado mayor interés pues, tras la afirmación vital a que el compositor se refiere, aparecen en sucesión dos temas que emparentan la obra con tonadas de cabaret austriaco y que incluso aparecen citadas en La Viuda Alegre de Lehar y en la Sinfonía Leningrado de Shostakovitch. Al respecto, con la intención de aclarar el punto, Peter Bartók alguna vez declaró que en efecto, los temas eran derivados de una canción de cantina, que sí aparecían en la obra de Léhar y que también habían sido citadas por Shostakovich. Que su padre conocía perfectamente la historia musical de la melodía y que pretendía ser un discreto homenaje a uno de sus más grandes contemporáneos.


A continuación escucharemos dos versiones del Concierto Para Orquesta. La primera correrá a cargo de Serge Koussevitsky y la Sinfónica de Boston >aquí< en una grabación realizada a pocos días de su estreno (mil gracias a Elgatosierra, quien tuvo la gentileza de proporcionarnos la banda sonora) y también la considerada referencia absoluta: el gran Fritz Reiner al frente de la Sinfónica de Chicago >aquí< en un CD que se acompaña con el Concierto para Percusión..., el mismo del que habláramos en el apartado anterior. ¿Por qué dos versiones de una misma obra, se preguntarán? Una idea paralela es que nuestro lector-escucha efectúe comparaciones entre diferentes lecturas, además que pueden iniciar una pequeña Fonoteca consagrada a Béla, una de las grandes figuras musicales del Siglo XX.

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