Abordemos la temática sagrada que la época amerita. En esta ocasión les propongo el Oratorio “Paulus”, op. 36, del insigne Félix Mendelssohn (* Hamburgo, 3 Feb. 1809 — † Leipzig, 4 Nov. 1847).
La fe de los románticos
La espiritualidad del Romanticismo no se avino con fronteras teológicas, como era de esperarse, y en cambio demostró una particular sensibilidad a la noción de Misterio. Aflora unas veces como místico deslumbramiento ante el Cosmos, guardando distancias con la precisión teológica —antecedente claro asoma en los oratorios de Haydn, en especial La Creación—.
Otras veces prolonga esa especie de “humanismo trascendente” que vibra con tanta fuerza en obras de Beethoven —Novena Sinfonía, Missa Solemnis— y en donde la concepción de lo divino se emancipa de un credo específico, o incluso, como en su mejor heredero, el Réquiem Alemán de Brahms, se evita cuidadosamente. El ansia liberadora que pugna en los artistas del período escapa también de marcos litúrgicos —como en la desmesurada Gran Misa de los Muertos del no menos desmesurado Berlioz— convirtiendo oficios religiosos en verdaderos conciertos —la citada Missa Solemnis, la Misa Húngara de la Coronación, de Liszt, el Te Deum de Berlioz, la Misa ‘Freischütz’ de Weber, que reelabora melodías de su popular ópera, entre otros ejemplos—, mezclando lo sacro, lo profano y lo legendario o hasta representando el sentimiento religioso por medios puramente instrumentales, como hizo Schumann en el cuarto movimiento de su Sinfonía nº 3, inspirado por la Catedral de Colonia.
Por su parte, Mendelssohn tuvo la rara capacidad de “innovar a partir del pasado”. A su facilidad para conjurar el mundo feérico, a su elegancia y su fluidez melódica, Mendelssohn añadía vínculos de admiración profunda hacia Johann Sebastian Bach. Su maestro, Carl Zelter, tuvo mucho que ver; pero también influía la muy reciente conversión de la familia al protestantismo, una decisión pragmática con miras a sacudirse los prejuicios asentados contra los judíos y ocupar un sitio en la élite alemana. Por lo mismo, los Mendelssohn nutrieron los vínculos con la identidad religiosa de su país de adopción. Y la música sacra de Bach es un hito absoluto de tal repertorio.
Felix Mendelssohn, en consecuencia, creó obras de inconfundible carácter romántico que también guardan reverencia por las formas y la tradición. Su portentoso talento logra brillar pese al corsé del convencionalismo. Nos legó dos Oratorios, el primero de ellos sobre un judío converso, nada menos: Saulo de Tarso, más tarde venerado por los cristianos como San Pablo Apóstol.
El oratorio Paulus, op. 36, es la obra que les invito a escuchar en esta ocasión. Sus intérpretes: Gundula Janowitz, Rosemarie Lang, Hans Peter Blochwitz, Theo Adam, Gothart Stier, Hermann Christian Polster, el coro de la Radiodifusión, el coro de niños y la orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, todos dirigidos por Kurt Masur.
La maravillosa aria «Jerusalem, Jerusalem, die du tötest die Propheten», sólo una muestra de la hondura y belleza que podía alcanzar Mendelssohn
MP3 ABR ~224 kbps | 48 kHz | 41 tracks | .7z 205,8 MB
5 comentarios:
Grabación de absoluta referencia. Una joya discográfica original del sello PHILIPS hoy bastante dificil de conseguir.
Tal cual, maestro. Una referencia. En Mendelssohn, Masur es sencillamente referencial. El equipo musical que lo acompaña en esta grabación es de calidad probada.
Ese disco tiene 45 tracks y tu solo has puesto 41 tracks. Una obra clasica incompleta es como si te cortaran un brazo.
Estimado Anónimo, estás equivocado: la obra tiene 45 partes, pero no significa que sean 45 tracks. Esta edición se divide en dos discos, el primero con 19 tracks y el segundo con 21: lo sé porque tengo esos discos. La explicación es que mientras la mayoría de las pistas corresponde a una sola pieza, algunas incluyen dos números consecutivos. Así que para tu alivio, has llegado a 2019 sin ningún brazo cortado.
Muchas gracias por tu explicación pues estaba muy atormentada por no encontrar otro Paulus y sentia que me faltaba algo
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