martes, 7 de diciembre de 2010

OBERTURAS del TEMPRANO ROMANTICISMO

Friedrich
“Garganta rocosa”, Caspar David Friedrich (1822-23)

Retomando la senda de las oberturas pasamos hoy a un grupo de obras escritas, casi todas, por músicos de la primera generación romántica. La sensibilidad orquestal sigue en pleno desarrollo gracias a las conquistas sonoras de Berlioz, Weber y Mendelssohn, quienes asumieron y ampliaron el legado del último Mozart y Beethoven. Crece la tensión dramática y el alcance emocional y conceptual de la música, que ahora obedece a la imaginación del artista más que a una fórmula prestablecida. La “obertura” asume mayor independencia como forma, originando piezas no destinadas a introducir ninguna ópera, sino con entidad propia: me refiero a las “oberturas de concierto”, anticipos del “poema sinfónico”. En ellas los autores elaboran su música de acuerdo a la forma sonata —como un primer movimiento de sinfonía— y guardando relación con alguna referencia extramusical (viajes, literatura, onomásticos, etc.). Mientras tanto, las oberturas de ópera se refinan hasta constituir detallados resúmenes de la trama, como lo hace Wagner con su magnífica obertura para “El Holandés Errante” o “Tannhäuser”.

El disco que hoy pongo a su alcance, queridos amigos, incluye una selección de oberturas del Romanticismo temprano, en la cuidada interpretación de Sir Roger Norrington y The London Classical Players, quienes siguen un estilo de interpretación “de época”, o como se dice también, “históricamente informada”. Incluso la distribución de la plana instrumental se organizó según el uso de la orquesta Gewandhaus de Leipzig en tiempos de Mendelssohn. Aquí, la enumeración de las pistas:

  • Carl Mª von Weber (1786-1826): »Oberon«. En una fantástica exhibición de color instrumental, Weber recopila temas que aparecerán en los actos siguientes de su ópera y compone un pot-pourri cuya vivacidad no altera la lógica de su exposición, creando un auténtico modelo que ejercerá amplia influencia sobre otros compositores de su tiempo.
  • Félix Mendelssohn (1809-47): »Die Hebriden«, Op. 26 — Obertura de Concierto. La visita del compositor a Escocia le atrajo la inspiración para esta obertura, que atravesó varias revisiones hasta dejar satisfecho al riguroso Mendelssohn. Sin duda una completa obra maestra, quizá uno de los mejores movimientos sinfónicos jamás escritos.
Berlioz
  • Hector Berlioz (1803-69): »Les Francs Juges«, Op. 3. Esta pieza nos remite al mundo de los Vehmgericht, tribunales secretos surgidos durante la Alemania medieval y cuyo símbolo era una cruz roja (Conan Doyle se inspira en esta organización para su novela “Estudio en Escarlata”). La obertura tiene una imprecisa relación temática con la ópera. Berlioz, uno de los mayores magos orquestales de todos los tiempos, nos ofrece numerosas pruebas de su habilidad a lo largo de esta composición, que vale la pena escuchar atentamente. El libreto destaca un ejemplo en particular: en la sección central, dos ritmos diferentes, uno en las cuerdas y otro en la percusión, se amalgaman para provocar una atmósfera de inquietud.
  • Robert Schumann (1810-56): »Genoveva«, Op. 81. En la única ópera salida de su pluma, Schumann se inspira en la leyenda de Genoveva de Brabante, esposa de Siegfried, señor de Simmerch. Calumniada como adúltera, es condenada y llevada al bosque, donde sus ejecutores se apiadan de ella y su hijo recién nacido. La inocencia de Genoveva será reconocida por fin, siéndole restituida su dignidad y castigados sus acusadores. Aunque Schumann trabajó sobre un libreto mediocre y no demostró mucha aptitud teatral, su música es de muy alta calidad, destacándose sobre todo la espléndida obertura aquí programada.
  • Franz Schubert (1797-1828): »Die Zauberharfe«. Tampoco este gran compositor sinfónico y vocal tuvo suerte con sus obras escénicas, en las cuales se hallan páginas de extrema belleza. Esta obertura delata especialmente el genio sinfónico de Schubert y su arrollador lirismo.
  • Richard Wagner (1813-83): »Der fliegende Holländer« — versión original de 1841. El gran revolucionario de la ópera alemana, Wagner, redactó una de sus oberturas más brillantes para introducir su ópera El Holandés Errante. La representación inicial de la tormenta marina, impactante, se basa en una experiencia del propio compositor en un viaje atravesando el Mar Báltico hacia Londres, durante el cual la furia de los elementos obligó al barco a refugiarse en los fiordos noruegos. La obertura fue adaptada en diferentes ocasiones, y la que habitualmente escuchamos tiene los retoques añadidos por el músico en 1860, cuando su estilo había llegado ya a la fase “Tristán”. Esta vez los intérpretes se ciñen a la primera redacción de la pieza, con un final algo más convencional en el cual los instrumentos de época son llevados a sus límites, como apunta el libreto que acompaña el disco.
D E S C A R G A
mp3 224 CBR .7z 92,51 MB
Genoveva, por Richter
“Genoveva”, Adrian Ludwig Richter
 

2 comentarios:

Elgatosierra dijo...

Quinoff, enhorabuena por este magnífico post.
Tanto el diseño, como la contextualización, la música y el texto me parecen exquisitos.
Una curiosidad, todos los compositores, con excepción de Schubert y Schumann, fueron grandes directores de orquesta, posiblemente los más afamados en su momento.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Elgatosierra: el punto que observaste lo hemos conversado durante estos años porque sí, hay una mayoría de compositores-directores en esta selección. Y eso me recuerda al maestro francés Roland Douatte, violinista y director, autor de un libro breve sobre su oficio que yo leí con mucho gusto cuando adolescente. Una de sus frases que nunca olvidé: “el arte de la dirección de orquesta sólo ha avanzado gracias a grandes directores que eran también grandes compositores”. Recordando esa sentencia y repasando la lista, los cuatro compositores-directores aquí presentes introdujeron cada uno nuevas conquistas al arte de dirigir: Von Weber le aportó el uso de la batuta, Mendelssohn inauguró una gran precisión y la imposición al auditorio de escuchar las obras de cabo a rabo sin interrupciones, Berlioz y Wagner fueron los campeones de la interpretación personal, considerando a la orquesta «su» instrumento y convirtiéndolo en «virtuoso» para recrear las obras interpretadas. En particular Wagner inauguró un estilo romántico de dirección que determinó el estilo interpretativo de varias generaciones. La reacción contra ello y la búsqueda de fuentes anteriores recuperó los usos de época como este disco, que incluso toma como modelo la orquesta Gewandhaus tal como Mendelssohn la concebía.

 
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