por {itzel}
En la literatura europea Barba Azul es un personaje de fantasía popularizado en un cuento de Charles Perrault, publicado hacia 1697, en el cual una mujer descubre que su marido colecciona los cadáveres de sus anteriores esposas en la habitación secreta de un castillo. Se ignoran las causas por las cuáles Bartók eligió este relato como base de su única ópera. Pocos saben que el personaje está inspirado en un noble bretón del siglo XV llamado Gilles de Rais quien, entre otras cosas, luchó en la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco, a la que siguió y en la que creyó siempre. No obstante, tras la muerte de Juana, Gilles de Rais se retiró al castillo familiar, reunió una corte extravagante e hizo del horror su oficio, entreteniéndose en secuestrar y torturar brutalmente a centenares de niños en grotescas prácticas de brujería.Según la tradición popular, Bartók tenía muy probablemente el deseo de abordar a otro personaje aún más siniestro que, además, era parte de su cultura magiar: el Príncipe Vlad. Sin embargo, la noticia de que Prusia estaba aumentando sus efectivos militares para una posible guerra con el Imperio Austro-Húngaro le hicieron desistir en tanto que la historia de Vlad daba por sentado el triunfo de la violencia y la necesidad de la guerra como único modo de entendimiento humano. Como sea, un dato por demás curioso es que A kékszakállú herceg vára —nombre original de la obra— fue escrita en 1911 sobre un libreto de Béla Bálazs y fue dedicada a su joven primer esposa, no obstante que el estreno tuvo que esperar siete años debido a la imposición del Parlamento Húngaro de que se borrase el nombre del libretista por ser considerado incómodo al gobierno. Como era de esperarse de un Bartók influenciado por la música campesina húngara, Debussy y todavía algo de Strauss en los cuadros orquestales, la ópera es una aguda fábula sobre la soledad humana vista desde las corrientes psiquiátricas y psicológicas de la época.
“El Castillo de Barba Azul” es una ópera en un solo acto en donde aparecen nada más que dos personajes: Kékszakállú (Barba Azul) y su octava mujer Judith. Judith ama a Barba Azul y, poseída por un enorme deseo de redimirlo, lo ha seguido hasta su castillo. Allí, le pide las llaves de las siete puertas para conocer sus secretos, pero él sólo le da seis. En la primera puerta encuentra una cámara de tortura. En la segunda, armas. En la tercera, un tesoro ensangrentado. En la cuarta, un jardín salpicado de sangre. La quinta puerta muestra un paisaje tenebroso. La sexta, un mar de lágrimas y los dolores de la vida. Acorralado, Barba Azul le entrega a Judith la última llave, la de la séptima puerta. Al abrirla, encuentra todas las amantes que ha tenido Barba Azul y que no han servido para compensar su soledad. Entonces Judith, comprendiendo que esa puerta da a la noche de la cultura, vuelve a colocarse entre ellas y Barba Azul regresa a su sempiterna soledad. Es interesante hacer notar que el tratamiento que Bartók da a las voces conserva, más allá del carácter de la trama, el estilo gótico e incluso oscuro propio de la cultura magiar. La orquestación es rica en matices y presagia buena parte del material que posteriormente se utilizará en el Concierto para cuerdas, percusión y celesta. Asimismo, conforme la escena se desarrolla en torno a la apertura de las puertas, las diferentes secciones orquestales se van presentando paulatinamente, anticipándonos en forma de bosquejo lo que sucederá en el Concierto para Orquesta: el trémolo de los violines al abrir la primera puerta, las maderas y trompetas al abrir la segunda, incorporación de los cellos y pequeños plenos orquestales que se suceden en continuo... hasta llegar al cataclismo orquestal que representa la apertura de la quinta puerta. La forma arco hace su aparición simbólicamente cuando al final de la ópera se retorna al mundo de la oscuridad. El sonido de la orquesta simplemente se va apagando, dando la sensación de que todo ha sucedido más allá de cualquier tiempo y espacio, o incluso, cuento de hadas al fin, nunca sucedió en realidad...
A continuación, dejamos a ustedes “El Castillo de Barba Azul” en la extraordinaria grabación debida a * Walter Berry como Barba Azul, Christa Ludwig como Judith y la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección del inolvidable István Kerstész. Ojalá la disfruten.
“El Castillo de Barba Azul” es una ópera en un solo acto en donde aparecen nada más que dos personajes: Kékszakállú (Barba Azul) y su octava mujer Judith. Judith ama a Barba Azul y, poseída por un enorme deseo de redimirlo, lo ha seguido hasta su castillo. Allí, le pide las llaves de las siete puertas para conocer sus secretos, pero él sólo le da seis. En la primera puerta encuentra una cámara de tortura. En la segunda, armas. En la tercera, un tesoro ensangrentado. En la cuarta, un jardín salpicado de sangre. La quinta puerta muestra un paisaje tenebroso. La sexta, un mar de lágrimas y los dolores de la vida. Acorralado, Barba Azul le entrega a Judith la última llave, la de la séptima puerta. Al abrirla, encuentra todas las amantes que ha tenido Barba Azul y que no han servido para compensar su soledad. Entonces Judith, comprendiendo que esa puerta da a la noche de la cultura, vuelve a colocarse entre ellas y Barba Azul regresa a su sempiterna soledad. Es interesante hacer notar que el tratamiento que Bartók da a las voces conserva, más allá del carácter de la trama, el estilo gótico e incluso oscuro propio de la cultura magiar. La orquestación es rica en matices y presagia buena parte del material que posteriormente se utilizará en el Concierto para cuerdas, percusión y celesta. Asimismo, conforme la escena se desarrolla en torno a la apertura de las puertas, las diferentes secciones orquestales se van presentando paulatinamente, anticipándonos en forma de bosquejo lo que sucederá en el Concierto para Orquesta: el trémolo de los violines al abrir la primera puerta, las maderas y trompetas al abrir la segunda, incorporación de los cellos y pequeños plenos orquestales que se suceden en continuo... hasta llegar al cataclismo orquestal que representa la apertura de la quinta puerta. La forma arco hace su aparición simbólicamente cuando al final de la ópera se retorna al mundo de la oscuridad. El sonido de la orquesta simplemente se va apagando, dando la sensación de que todo ha sucedido más allá de cualquier tiempo y espacio, o incluso, cuento de hadas al fin, nunca sucedió en realidad...
A continuación, dejamos a ustedes “El Castillo de Barba Azul” en la extraordinaria grabación debida a * Walter Berry como Barba Azul, Christa Ludwig como Judith y la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección del inolvidable István Kerstész. Ojalá la disfruten.
* Versión obsequiada por el querido Fernando de León.• EL LIBRETO AQUÍ• LA DESCARGA AQUÍ
4 comentarios:
Felicidades Itzel, otra diana más, ¡premio grande!
Y con relación al tema me temo que la realidad, como casi siempre, superase la ficción. La condición humana es terrible…
Esta ópera siempre me ha parecido el ejemplo perfecto de la transición del romanticismo tardío al comienzo del impresionismo. Corregirme si me equivoco, por favor, ya sabéis que soy un atrevido ignorante.
Coincido en que esta versión es extraordinaria. Yo la conocía en otras dos estupendas versiones, las de Dorati y Ferencsik.
El diseño como siempre un lujo. A ver si con un poco de suerte termino por aprender y mejorar mi mal gusto. JAJAJA
Por todo ello muchas gracias Itzel y Quinoff.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Enlace repuesto
Quinoff quisiera felicitarlo por tan buen material que nos abre nuevos conocimientos que enriquecen lo que une aprecia de la música.
patlusan muchas gracias por sus reconfortantes y animadoras palabras.
Publicar un comentario