
I. Valva
En 1938 Bartók se encuentra en una gira por los Estados Unidos, presentándose a veces como pianista solista y otras como integrante de un Trío junto a
Benny Goodman y
Joseph Szigety, con quienes toca incluso en Salones de Jazz.
Bartók quería abandonar Europa porque ya no toleraba la ideología tiránica y exterminadora que Hungría había decidido compartir con el nacionalsocialismo alemán, que ese mismo año reclamó agresivamente territorios austríacos y checos, instalando a la par un gobierno títere en Eslovaquia. La guerra se respiraba en el ambiente, y frente a esto
Bartók demostró un rechazo tajante, que lo hizo romper cualquier vínculo con Austria y Alemania y prohibir la difusión y/o ejecución de su obra incluso en tierras magiares.

Por estos mismos días, atendiendo un encargo de Goodman, compone
Contrastes para
Violín, Clarinete y
Piano acompañante. La obra supone también un acto de rebeldía contra el dictamen que considera degenerada cualquier manifestación artística ajena a los cánones arios. El título se deriva de la creencia del autor de que los sonidos del piano y de las cuerdas son
contrastantes, agregando otro contraste más con el sonido del clarinete. Este concepto no había aparecido antes en su música, pero todo hace suponer que
Bartók empleó este título
para ilustrar que pueden extraerse consecuencias rítmicas y tonales de lo popular sin necesidad de citas concretas, y siempre llegar a conclusiones nuevas con sólo contrastar y sintetizar cromatismos diatónicos.
Bartók no lo sabe, pero Contrastes ilustra una especie nueva de folklore musical en tanto que es meramente
imaginario, lo que equivale a decir que es
la expresión en síntesis de lo que anteriormente ha “introyectado” a partir de sus estudios etnomusicológicos.

En el estreno de la obra en Nueva York, en
1939, sólo se tocaron dos movimientos, mientras que el definitivo segundo —
Pihenö (Descanso)— se estrenó en
1940 con la grabación de la obra para el sello Columbia. El mismo
Bartók tocó la parte de piano con sus dos colegas antes mencionados. La rítmica del primer movimiento no abandona su carácter gitanesco en tanto se trata de un
Verbunkos imaginario asignado al violín y que
contrasta con elementos
ebony también sintéticos representados por el clarinete. El segundo movimiento,
Pihenö, se trata de un nocturno nostálgico donde las melodías tocadas por el clarinete y el violín se dibujan simétricamente pero sin perder nunca la
forma arco. En el tercer movimiento:
Sebes (veloz), rápido y apasionado,
Bartók regresa de manera simbólica a la música transilvana pero ahora prototípicamente, es decir, no explotando algún elemento folklórico en especial.
El violín contiene el alma de los ritmos magiares, mientras el
clarinete hace rápidas visitas a la
música ébony que, de nuevo,
contrasta con lo expresado con el violín. Respecto al
piano, cabe hacer notar que a lo largo de la obra
adquiere un carácter de testigo de la acción, dado que su participación es meramente percusiva.

A continuación presentamos a ustedes un video donde
Contrastes, Sz. 111 será interpretada por la
Royal Concertgebouw Chamber Soloist, con
Junko Naito al violín,
Jaques Meertens al clarinete y
Seep Grotenhuis al piano. Sugerimos al amable lector-escucha no pierda de vista esta obra, porque
más adelante presentaremos la versión que el trío
Bartók/Goodman/Szigeti grabó para Columbia y que se acompaña con una selección del Microcosmos, interpretado al piano por el autor.
6 comentarios:
Como siempre un lujo leerte amigo Quinoff!
El viernes 8 de mayo "Descubriendo Nuestro Interior" cumple 1 añito, me gustaría que pases a celebrar, sin compromiso por supuesto!
Un fuerte abrazo desde Argentina!
Extraordinaria entrada con una amena y didáctica explicación.
Un lujo.
Mi enhorabuena.
Queridos amigos, Adriana, Leiter, muchas gracias por sus saludos e impresiones! Adriana, será un gusto pasarte a ver ese día. Y Leiter, siempre Bartók me remite a tus estupendas entradas sobre él, publicadas mucho antes que éstas, maestro!
Sintético y exacto, compañero. Enhorabuena.
Mi único punto de desacuerdo se halla en la afirmación "Bartók no lo sabía, pero..." Lo sabía, lo sabía...
Estupendo post, me ha emocionado mucho.
No creo que alguien que no sea húngaro pueda expresarse así de Bartók, de forma tan vibrante.
Algún día la humanidad lo reconocerá como uno de los más grandes compositores de todos los tiempos.
Bartók es interesante para un jazzista lo mismo que para un oyente de música de concierto.
Fantástico el blog. Me apresto a convertirme en un seguidor jeje.
Me encantó!... y el vídeo... excepcional!!!...
Felicidades al equipo!!
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