Joseph Joachim y Clara Schumann en concierto, por Adolph von Menzel (1854)
En 1853, un joven violinista trajo un raudal de inspiración a Robert Schumann. El nombre del muchacho sería célebre: Joseph Joachim. Húngaro, judío, genial, Joachim se alzaba ya a sus veintidós años como una estrella europea. Schumann lo había escuchado a principios de aquel año en el Festival del Bajo Rin interpretando el Concierto para violín de Beethoven, la misma pieza con que visitaría Düsseldorf entre el 28 y 31 de Agosto. El siempre generoso Robert saludó los méritos del joven prodigio, le abrió las puertas de su casa y escribió para él dos obras. No sabían los nuevos amigos que el tiempo les sería breve. Pronto el genio y la razón de Schumann se marchitarían juntos...Pero los grandes se suelen despedir con grandeza. Aquellas dos últimas obras orquestales inspiradas en el violín de Joseph Joachim (la Fantasía en Do mayor y el Concierto en Re menor), sin ser culminantes, son todavía las hijas de un genio.
Hoy comparto con Uds. la Fantasía para violín y orquesta en Do mayor, Op. 131, escrita entre el 2 y el 7 de septiembre de 1853 y obsequiada a Joachim cuando éste regresó a Düsseldorf el 23 del mismo mes. En música, como en todas las artes, hay creaciones donde prima la inspiración y otras donde prima el oficio. Esta obra tiene más de lo segundo. La ambigüedad de su denominación (Phantasie) corresponde al afán romántico de acuñar nuevas formas musicales (como sucede en las Rapsodias o los Caprichos). Estamos ante una estructura unitaria, autoconclusiva, cuyas secciones internas contrastadas aportan variedad. El inicio en modo menor, con su ternura sazonada de tristeza, evoca al gran liederista que un día fuera Schumann. El violín introduce su canto y su virtuosismo, derivando luego hacia ritmos de danza [02:54 etc.]. El solista dialoga con los tutti de la orquesta (admitamos que sin la misma claridad de antaño) hasta desembocar en la cadenza. Aquí la influencia del querido Mendelssohn se percibe en los rápidos arpegios [13:00] que bordan la melodía de la orquesta, como sucede en el Concierto en Mi menor de aquél. Una cita en modo mayor al tema inicial [13:31] nos pone en la coda, que concluye cíclicamente sin estridencia (la pieza entera alcanza pocas veces el forte).
4 comentarios:
Hola amigo Quinoff, te vine a visitar y como siempre a aprender!
Te dejo un fuerte abrazo.
Hola Adriana! Gracias por tus saludos, que retribuyo con gusto. Hay un problema con el link de descarga, que estoy solucionando ahora mismo para evitar frustraciones.
Valiosa obra. Con cada visita se aprende pero sobre todo, se disfruta.
Cada que conocemos una obra nos preguntamos cuantas más nos quedan por conocer.
En ocasiones como ésta, me pregunto ¿Quiénes son los intérpretes? Creo que siempre resulta interesante conocerlos. Ojalá me pudieras obsequiar esa información.
Gracias y te envío un cordial saludo.
Con gusto, comala: al violín Thomas Zehetmair, virtuoso austríaco, director y además fundador de un laureado Cuarteto que lleva su nombre. La orquesta es la estupenda Philharmonia londinense, y su director Christoph Eschenbach, gran virtuoso del piano que dejó el teclado por la batuta, con sobresalientes resultados.
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