viernes, 12 de junio de 2009

En defensa de »Furt«

Furtwängler, joven

Wilhelm Furtwängler

Con este mismo título escribí un ensayo breve para Elcuervolopez. No pretendo repetirlo aquí, sino explorar ahora otros cauces sobre Furt, el mayor director del que haya registro sonoro:

Saber cómo decirlo y cuándo decirlo: en esta sencilla fórmula se puede resumir el secreto de los intérpretes geniales. Músicos que producen una íntima exaltación en el auditor atento, que comunican al interior de cada oyente la idea contenida en la música haciéndola brotar como un Eureka!... ¿En dónde radica este don? ¿Cómo obtienen esa epifanía, esa manifestación rotunda de una realidad que antes era mental, etérea, y por su intermedio se vuelve tangible, sonora?

Furtwängler fue, precisamente, un Manifestador. Uno como pocos otros ha habido. Para decirlo poéticamente, él fue la Batuta de las Epifanías.



Sinfonía n° 4 de Schumann: la electrizante transición
del Tercero al Cuarto movimientos

Un joven músico holandés acudió al Festival de Salzburgo en 1948. Anhelaba contemplar en vivo al director alemán, para entonces una gloria europea. Así relató mucho tiempo después aquel suceso: “Las trompas dominaban en el impreciso marcaje de Furtwängler. Y pensé: ¿éste es el gran Furtwängler? De repente, ‘algo’ pasó y fue como si se plasmara una increíble electricidad en el auditorio; iba cada vez a más y más, y así hasta el final.” El atónito muchacho se llamaba Bernard Haitink.

Esta “electricidad” era lo que otros llamaron “suceso espiritual”: un grado insólito de elocuencia que la interpretación de Furtwängler podía alcanzar, como quien abriera una puerta entre el compositor y el auditorio. ¿Dónde radicaba ese secreto? ¿Cómo reconocía los instantes precisos para tal acento, tal pausa o tal entrada? ¿Era una fórmula consciente o un don intuitivo?

La respuesta sabe darla, mucho mejor que yo, un artículo aparecido en Filomúsica. Me permito recomendar con ahínco su lectura, AQUÍ, pues resulta sumamente revelador.

De mi parte sólo diré que Furt tuvo el don genial de incorporar lo irracional, lo intuitivo, a la planificación razonada de las obras musicales. “En arte, como en todas las cosas humanas —escribió en 1946— lo racionalmente comprensible y lo irracional deben ir juntos. Deben relacionarse, ampararse y protegerse. El estado natural para la razón es controlar la superficie, y para lo irracional, permanecer en el fondo. La relación entre la superficie y la profundidad de la obra de arte es equivalente a la de la superficie y la profundidad de la vida humana”.

Cada música lleva consigo indicaciones tácitas acerca de velocidades y acentos, más adecuados a su propia naturaleza expresiva; desentrañarlos es lo difícil. De ahí la recomendación aparentemente obvia que Celibidache recordaba como el mejor consejo de Furtwängler: “Bien, sólo escúchenla [a la música]”.

Al dirigir, Furtwängler no cerraba los oídos. Al contrario, era el primero de sus propios auditores; y esa difícil docilidad a la obra fue uno de sus logros radiantes. Siempre tuvo la rara capacidad de manejar la fluidez, incluso detener el tiempo, sin herir la arquitectura profunda. Sus interpretaciones, las de todas las alturas, eran en verdad recreaciones. Mundos posibles que venían a la vida en determinada velada, hitos que sucedían una sola vez porque nunca se repetirían las mismas condiciones. Como el sabio griego, Furtwängler sabía que la música, o el agua del río, nunca es la misma.


Escuchemos, pues, a Furtwängler. Comparto parte de una recopilación de dos discos bajo el atinado título de “The Fascination of Furtwängler”, con obras dirigidas por este artista genial. Basta pinchar la imagen pequeña.

6 comentarios:

mara dijo...

"basta pinchar la imagen pequeña"...así de fácil es la entrada a esta maravilla que nos ha regalado el entrañable Quinoff.
Sigamos el consejo de Furtwängler: "Bien, sólo escuchar".
Muchísimas gracias Quinoff.

PD. Quinoff, tienes idea por qué El Gato está de pie?? Quizá no sea de su agrado la batuta de Furtwängler o estará por decirnos algo??

Elgatosierra dijo...

¿Y por qué se figura la Dra. Mara que estoy de pie? Estoy de rodillas desde el viernes.
Nada de sorpresas, ya he dicho muchas veces que Furt es mi director favorito. Luego vendrían Szell, Walter, Klemperer y algunos más.
Estaba saboreando las sabias palabras de Quinøff, y poco más tengo que decir, aparate de que además de “saber cómo decirlo y cuándo decirlo” hay que saber
QUÉ decir, que creo que es lo más difícil. Y de paso que os prometo regalitos de Furt a tutiplén (se los iré pasando de inmediato a nuestro anfitrión).
Bueno, en otro orden de cosas deciros que hoy también estoy celebrado el aniversario del nacimiento de mi amigo Ernesto.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra

PD. No sé si la Dra. Mara sabe que también está con nosotros el amigo David, el sabio que atesora los arcanos del Gigante de Hämeenlinna. Por favor David, hechízanos e ilumínanos con tu magia.

mara dijo...

Gato, eres tan gigante que cuando te arrodillas te veo de pie.
Decime Gato, tu amigo Ernesto que hoy cumple años es el mismo con el que compartimos tan gratos momentos en la casa de El Cuervo o es una coincidencia en el nombre??
¡Cuánto me agradaría reencontrarme con Ernesto!

David: un gusto tenerte entre nosotros. Por sugerencia de El Gato visité tu blog, me gustó mucho, aunque no me animé a dejar comentario alguno. Soy un poco tímida. Aunque cuando tomo confianza.....David: ¿eres mago? me encantaría ser hechizada....
un abrazo David.

Queridos Quinoff y Gato, no os pongais celocitos, un beso para ustedes.

Elgatosierra dijo...

Querida Mara, a ese Ernesto al que te refieres lo visito con asiduidad, y ya le pasaré tu recado.
Éste otro Ernesto era compatrioto tuyo, argentino, como tú, y más concretamente rosarino, y hoy cumpliría ochenta y un años, pero unos follones y malandrines se lo llevaron por delante de mala manera (¡Bastet, ensalzada sea, les castigue!) Hoy no puedo más que pensar en él y llorar por su memoria.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra

mara dijo...

Gato, tu homenaje al Che me ha dejado helada.
Para mí el Che está entre nosotros, entre todos los que nos indignamos ante la injusticia y desde nuestro pequeñísimo lugar hacemos todo lo que está a nuestro alcance para combatirla, y que no es precisamente vestir una camiseta con su figura estampada, que eso es una ofensa a la memoria de un revolucionario.
Gracias Gato.

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Gato, sobre aquello de "cómo y cuándo", he entendido que la música creada por el compositor constituye el "qué". Es el retrato en sepia, que las virtudes del intérprete llenarán de color. O no. Pero claro, a ese QUÉ en mayúsculas le acompaña también otro, el que añade el intérprete de turno. Furt hacía todo eso y más.

 
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