Termina el “año Bruckner” y lo despido con una de sus sinfonías más populares… si tal calificativo cabe para un creador tan desafiante como él. Pero así ocurrió con la Séptima, que desde su estreno el año 1884 fue capaz de abrir para don Josef Anton el camino, tanto tiempo cerrado, al reconocimiento público. La fluidez de su inspiración equilibra y aligera la concienzuda arquitectura musical que Bruckner siempre cuidaba al milímetro. Además, durante su composición Bruckner conoció, consternado, la muerte de su ídolo Richard Wagner, a quien rinde sentido homenaje en el Adagio.
Les comparto una versión antológica de la sinfonía, con Georg Szell dirigiendo a la Filarmónica de Viena durante el Festival de Salzburgo de 1968. La toma sonora en vivo resulta quizá la única desventaja de este registro, pues todo lo demás en la interpretación es un maravilloso ejercicio de musicalidad, inspiración y profunda capacidad comunicativa.
Disfruten la magnífica Séptima en el enlace inferior. ¡Saludos a todos y nos vemos en 2025!