
El 2012, un día como hoy, la enfermedad nos lo arrebató. Pocos años han pasado, pero ya parecen demasiados. La ausencia y el silencio son mitigados en parte por uno de sus legados más cuidados, el magnífico blog «Leiter's Blues», en donde estampó a raudales su sabiduría musical y humana.
Aunque su compositor central era Mozart, cosa que dejó clara varias veces, para mí fue reveladora su admiración hacia Robert Schumann. También Bruckner, Brahms o Mendelssohn; pero Schumann tenía para él significado especial.
De este compositor tomo una parte de la Segunda Sinfonía: el sentido e inspiradísimo Adagio que conforma el tercer movimiento, una página que Leiter encomiaba como inigualable en su profunda belleza, y también visionaria por los claros anticipos de la expresividad de Bruckner o Mahler. Con esos sonidos resonando en mi interior, le dedico al amigo y al maestro Javier un homenaje de gratitud y afecto: