retratados durante una grabación acústica
...y llegamos al Estéreo. Durante el siglo pasado, las técnicas de grabación musical experimentaron una profunda y acelerada evolución. El moderno y trivial acto de colocar música en la radio, en el equipo, en la computadora (como la que escucho al momento de escribir estas líneas) o en el reproductor portátil —disponiendo además de un abanico de formatos digitales para contener el sonido en calidad idéntica a la matriz original— esconde tras su facilidad un gigantesco cambio de paradigma.
“Música doméstica” / Carl Zewy (1929)
Nuestros bisabuelos sólo tenían a su alcance la música hecha por ellos mismos, por sus amigos durante las faenas del día, la que ejecutaba alguna banda dominguera o la escuchada en alguna velada social, si algún asistente quisiera exhibir aptitudes para el arte. Notemos que nada de lo anterior garantizaba un nivel descollante de musicalidad; para eso había que ir al teatro y asistir a conciertos de músicos profesionales, o a la ópera. Si la Fortuna sonreía, tal vez un afamado intérprete viniera de visita al país. Con todo, tales eventos eran ocasiones especiales. ¡Cuánto más excepcional todavía era disfrutar el arte de los grandes músicos de Europa, al menos a este lado del océano! Quienes vivían lejos de tal privilegio, separados por distancias mayores o menores, debían conformarse con referencias de terceros, de la misma manera que nosotros hoy sólo podemos imaginar remotamente el estreno de la Cuarta Sinfonía de Brahms en Meiningen, de la Novena de Beethoven en Viena, del Don Giovanni de Mozart en Praga, la improvisación de Bach ante Federico II de Prusia, o las sensaciones de los eclesiásticos romanos que oyeron por primera vez la Missa Papæ Marcelli, de Palestrina.
Contar a estos ancestros que con oprimir un botón se podría acceder de inmediato a música interpretada por los mejores músicos, prescindiendo físicamente de ellos pero oyéndoles tantas veces como se guste y eliminando cualquier distancia en el espacio o —más sobrecogedor aún— en el tiempo... les sonaría a delirio de Julio Verne o peor, a cosa del Mandinga.
Sin embargo, aquellos mismos ancestros fueron los que empezaron esta revolución. Y retroceder en el tiempo hasta los comienzos rudimentarios de la fonografía equivale a viajar a otro mundo de sensaciones, como dice un querido amigo que nos visita. Son los tiempos del cilindro, el disco de cera, la vitrola y las grabaciones acústicas.
El disco se complementa maravillosamente con otra grabación histórica, esta vez de 1938: el mítico Wilhelm Furtwängler despliega su magia al frente de la misma agrupación berlinesa en la Sexta Sinfonía de Chaikovsky.
» D E S C A R G AMP3 VBR ~ 192 kbps | 8 tracks | RAR 69,3 MB
2 comentarios:
Grandiosa entrada que espero tenga continuidad, maestro Joaquín. Ciertas historias (prehistorias, mejor dicho) eran desconocidas para mí. En lo del documento brahmsiano coincido del todo. Pero, bueno, es un documento histórico.
Mi admiración, Joaquín. Enorme post.
Querido leiter, gracias por este espaldarazo. Es una entrada que preparé con cariño, siendo una temática que me atrae intensamente. Olvidé mencionar que si pinchas la imagen del angelito ("The Russian Gramophohe" ) llegas a una página donde encontrarás más etiquetas. Cada una de ellas es un ejemplo de audio, tomado en la Rusia prerrevolucionaria.
Pretendo seguir con esta clase de entradas, buen amigo; hay mucho que descubrir. Me resulta particularmente entrañable esta era inicial de las grabaciones sonoras.
Un abrazo afectuoso
PD. Ya aparecerá el Gato por aquí... elegí el disco pensando en doblarle las rodillas, jajaja
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