Diez días atrás, el 19 de julio, se cumplieron 4 años desde la muerte del “negro” Roberto Fontanarrosa. Entrañable, genial, hincha acérrimo del club de fútbol Rosario Central, este inolvidable dibujante, guionista y escritor argentino fue un hombre de mirada aguda y privilegiada capacidad comunicativa. En el plano de la historieta, sus personajes más famosos fueron Boogie, el aceitoso, asesino a sueldo sin dilemas éticos, imbuido de un desprecio universal, mediante el cual Fontanarrosa critica la mentalidad mercenaria y brutal; e Inodoro Pereyra, el renegáu, gaucho solitario de la pampa, junto a su perro Mendieta y los loros que siempre lo fastidian. En homenaje al “negro”, les comparto su graciosísima participación en el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española (Rosario, Argentina, 2004), con un agradecimiento al apreciado Fernando Toledo, quien llamó mi atención hacia esta disertación inolvidable sobre las malas palabras:
viernes, 29 de julio de 2011
FONTANARROSA
Diez días atrás, el 19 de julio, se cumplieron 4 años desde la muerte del “negro” Roberto Fontanarrosa. Entrañable, genial, hincha acérrimo del club de fútbol Rosario Central, este inolvidable dibujante, guionista y escritor argentino fue un hombre de mirada aguda y privilegiada capacidad comunicativa. En el plano de la historieta, sus personajes más famosos fueron Boogie, el aceitoso, asesino a sueldo sin dilemas éticos, imbuido de un desprecio universal, mediante el cual Fontanarrosa critica la mentalidad mercenaria y brutal; e Inodoro Pereyra, el renegáu, gaucho solitario de la pampa, junto a su perro Mendieta y los loros que siempre lo fastidian. En homenaje al “negro”, les comparto su graciosísima participación en el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española (Rosario, Argentina, 2004), con un agradecimiento al apreciado Fernando Toledo, quien llamó mi atención hacia esta disertación inolvidable sobre las malas palabras:
miércoles, 27 de julio de 2011
GRANADOS

Quienes hayan usado hoy el buscador de Google en su página española, se habrán encontrado con un doodle celebrando los 144 años del natalicio de Pantaleón Enrique Joaquín Granados y Campiña... al que la Historia reconoce más sencillamente como Enrique Granados. Nacido en Lérida, trasladado a Santa Cruz de Tenerife y finalmente a Barcelona, el muchacho pronto daría a conocer su voz mediante el piano.



Abajo, la versión pianística de Granados
Inspirándose en cartones para tapices del pintor sordo, Granados compuso en 1911 una suite para piano titulada Goyescas, a partir de la cual escribió luego, en 1915, una ópera homónima con libreto de Fernando Periquet. Los sucesos de la Primera Guerra Mundial impidieron su llegada a la Ópera Garnier, de París, por lo cual el estreno de la obra se trasladó al Metropolitan Opera de New York, EE.UU., el 28 de enero de 1916, cosechando un resonante triunfo. Por desgracia, sería el último que disfrutaría el genial compositor; en el viaje de regreso a Europa, su transporte, el vapor Sussex, fue torpedeado por un submarino alemán, partiéndose en dos. La proa se hundió en seguida arrastrando a ochenta personas, entre ellas el maestro español y su esposa, a quien trató de rescatar inútilmente. ¡Imbecilidad de la guerra!
martes, 26 de julio de 2011
Desde el Nuevo Mundo ( 3/3 ) VIDA de DELIUS

Frederick Delius fotografiado en 1907, con 45 años de edad.
En esta entrega, Ernesto Nosthas nos remite a la vida y trayectoria de Frederick Delius, el compositor inglés de ancestro alemán que vivió entre el Viejo y el Nuevo Mundo. A continuación, su historia.
Nuestro autor nació en la pequeña ciudad de Bradford, en la campiña norte inglesa en enero de 1862, bautizado como Fritz Albert Theodor Delius. Sus padres Julius y Elise Pauline Delius se habían trasladado desde Bielefeld, Alemania, a Inglaterra para trabajar en el negocio de la lana. Frederick (Fritz para su familia) Delius fue el cuarto de catorce hijos. La familia en la que se creció era musicalmente culta, y el niño Fritz aprendió a tocar el violín y el piano. Luego de estudiar en la escuela local pasó dos años estudiando en el Colegio Internacional, cerca de Londres, y luego trabajo algunos años de aprendiz en el negocio de su padre. Trabajar en el negocio familiar de la lana poco a poco frustró al joven Frederick, quien pronto confrontó a su padre para que le permitiese asumir la administración de una finca de cultivo de naranjas en Florida, Estados Unidos.









- Visita esta página con imágenes del compositor
Complementando esta nota biográfica sobre Frederick Delius, Ernesto nos deja como obsequio tres discos que abarcan buena parte del legado del compositor inglés. ¡Disfrútenlos! Todos están en mp3 y a 192 kbps:
jueves, 21 de julio de 2011
[poesía] MACHADO

ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
XXVIPoned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta.
Veréis cómo el poeta admira y calla,
el sabio mira y piensa...
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas.
Llevadlos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza.
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña.
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza.
XXIXAl andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas en la mar.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Antonio Machado
domingo, 17 de julio de 2011
Desde el Nuevo Mundo ( 2/3 ) MI MADRE y DELIUS

- Visita esta galería de imágenes del río St. John's, FLorida
Continúa el relato de Ernesto Nosthas sobre el primer compositor europeo que hizo música desde el Nuevo Mundo. Se trata del inglés de ascendencia alemana Frederick Delius, que pasó una temporada de su vida en Florida, EE.UU. Las huellas del compositor fueron descubiertas casualmente por Ernesto en uno de sus viajes al país del norte. A continuación, la historia.
A ver, estimado lector: con este subtítulo no vaya a creer que mi adorada progenitora (que en Paz descanse) conoció al susodicho Frederick Delius; no, no, para nada. Mi querida madre nunca fue una experta en música clásica. Sin embargo, fue una dama muy organizada, capaz de seguirle el hilo a todas las cosas y esto, combinado a su profesión como agente de viajes, me dio el privilegio de conocer el mundo. Además (cuando no la acompañaba en sus viajes) ella me consiguió cualquier cantidad de música, de la cual aún hoy disfruto y le agradezco en el alma. En resumidas cuentas, en uno de mis muchas encomiendas, en una solicitud que hice de obras de Vaughan Williams vino una grabación de Sir Thomas Beecham de la “Suite Florida”, la cual confieso que en un primer momento escuché sin mayor huella en mis sentimientos y en mi conciencia musical. Luego, años después, redescubrí la obra, en circunstancias muy especiales, en las que nuevamente mi adoraba madre tuvo mucho que ver… Tal como comentaba, mi progenitora tuvo la inmensa oportunidad de ser toda su vida una agente de viajes, primero como empleada y luego como propietaria de su propio negocio. En este negocio, conoció muchísimos lugares en el mundo, y este escribiente como su único hijo, tuvo el privilegio de acompañarla a todos esos lugares en los cinco continentes. Dos lugares cautivaron y marcaron los viajes de mi madre, su adorada Colombia (en donde siempre visitaba a su querida Virgen de Zipaquirá y la Hacienda El Paraíso, en las afueras de Cali, escenario de su novela favorita: “María” del autor colombiano Jorge Isaacs) y Miami, la cosmopolita ciudad del sur del Estado de Florida.



BACH / Conciertos de Brandemburgo / arreglo para 2 pianos de MAX REGER

El siguiente artículo sobre Bach, debido a la dupla formidable de Ernesto y Elgatosierra, no había sido publicado todavía pese a que el material reseñado sí apareció en este blog con anterioridad. Aquella vez preferimos centrar la atención en el tema principal —los Conciertos de Brandemburgo— sin desmenuzar la historia de esta transcripción para dos pianos. Pero ahora sí, reponiendo el enlace que había caducado, les ofrezco todo un descubrimiento.

Probablemente ningún otro compositor ha ejercido una influencia tan poderosa en el devenir de la música y en el ejercicio compositivo como Johann Sebastian Bach. Aún siendo una hipérbole retórica, hay algo de razón en la sentencia con que Max Reger manifestaba su admiración incondicional hacia el maestro barroco: “Todo comienza y todo acaba en Bach”. Especialmente en el caso de Reger (* Brand, 19 Marzo 1873 — † Leipzig, 11 Mayo 1916), pero prácticamente en el de la mayoría de los compositores de la vanguardia de los albores del pasado siglo, la presencia de Bach es de primer orden. Webern, Berg, Schoenberg, Berio, Kagel y un largo etcétera de compositores, se remitieron a él para realizar transcripciones, y en algunos casos, más que eso: verdaderas reescrituras, relecturas de lo que el maestro de Eisenach tiene aún por decirnos.
El caso de Reger es particularmente notable, pues realizó más de un centenar de arreglos orquestales o reducciones instrumentales, que van de la simple interpretación para aficionados hasta obras de enorme complejidad y dificultad técnica, dignas de virtuosos, es decir profesionales. Los Conciertos de Brandemburgo BWV 1046-1051 fueron una de esas complejas partituras que Reger tomó para reinterpretarla en 1914, a fin de ofrecer una perspectiva novedosa respecto a una obra que hoy en día es una de las más populares del gran genio alemán.
No se trata de una adaptación para que melómanos aficionados la interpreten en la comodidad de su hogar (después de todo, ¿cuántos melómanos poseen dos pianos?) sino una transcripción (aceptemos temporalmente el término) de largo aliento que requiere de intérpretes con un enorme dominio técnico del instrumento. Aun tratándose de una obra por encargo, a la que siguió otra relectura similar de las célebres «Suites Orquestales» un par de años después, Reger acometió la labor con la seriedad y el compromiso de quien sabe, de alguna manera, que está ejerciendo una tarea similar a la que Borges nos dice acometió Pierre Menard al intentar escribir El Quijote palabra por palabra.
Aquí el paralelo con este ejercicio retórico-literario que le permite a Borges plantear una hipótesis literaria de enorme atrevimiento no puede ser más pertinente, porque nos enfrentamos a una obra que ya no es la original, que ya no dice lo que decía la original, y que no fue escrita ni en las condiciones originales (es decir, la recopilación de varios conciertos ya escritos para presentarlos como un ciclo) ni en el período histórico en que sabemos fueron presentados como una obra redonda.
En otras palabras, estamos ante una obra absolutamente nueva, que el propio Bach no habría podido componer jamás. Entre otras razones de mera índole histórico-práctica, está el hecho de que los pianos propiamente tales no existieron en época del gran compositor. Y aunque los primeros pianofortes aparecieron en los últimos años de su vida —y hay por ahí un testimonio que afirma que Bach pudo haber tocado uno de esos primeros instrumentos— lo razonable es conjeturar que se acercó a ellos como intérprete de clavicordio, ajeno a la muy distinta técnica requerida para el instrumento moderno que conoció Reger.
En definitiva, es un arreglo que sólo pudo aparecer en los albores del siglo XX y no en tiempos de Bach. Y como una obra enteramente nueva, pero tributaria del original barroco, estamos ante una composición para dos pianos absolutamente deslumbrante y de intrincada complejidad, que cautiva al escucha desde el primer acorde.
La versión de Reger para los Conciertos Brandemburgueses es, en verdad, fascinante; y esta grabación, una maravilla. No se la pueden perder. Interpretan Sontraud Speidel (quien fuera alumna del excelso Wilhelm Kempff) y Evelinde Trenkner. Insistimos: no se la pueden perder. ¿Qué faltará por decir? Sólo algo más: si pueden, compren este disco. No se van a arrepentir.
MP3 160 kbps | 18 tracks | RAR 119,5 MB
miércoles, 13 de julio de 2011
Desde el Nuevo Mundo ( 1/3 )
Motivos laborales habían llevado a la larga ausencia de un gran amigo y colaborador de esta página, Ernesto Nosthas. Pero “no hay plazo que no se cumpla...”, como dice el refrán, y ahora Ernesto regresa con nosotros para hacer lo que tanto se le agradece: descubrir novedades musicales. Para esta ocasión trae un as bajo la manga. Vamos, pues, a un artículo en varias entregas sobre el primer compositor europeo que creó música desde el Nuevo Mundo. Cuidado; no es el que todos creemos...
Sin embargo, amigos lectores, este artículo no estará centrado en esta maravillosa sinfonía, sino que más bien hará justicia al señalar que no fue la primera obra “desde el nuevo mundo” debida a un compositor europeo en tierras americanas durante el siglo XIX.
Con todo, para establecer el precedente de contexto es necesario dedicar algunas líneas a esta maravillosa pieza musical, que surgió en medio de una visita profesional de Dvořák a suelo americano, la cual se originó a partir de una invitación realizada en junio de 1891 por Jeanette Thurber, fundadora del Conservatorio Nacional de Música de Nueva York, quien ofreció a Dvořák la dirección de este centro de formación musical en condiciones muy atractivas, tal como ahora exportamos al revés nuestros mejores jugadores de fútbol a las ligas europeas.

donde Dvořák vivió entre 1892 y 1895.
Con la clara perspectiva económica y de reconocimiento que el ofrecimiento suponía, Dvořák se asentó tres años en Nueva York entre 1892 hasta 1895. Durante su estancia en el Estados Unidos compuso varias obras inspiradas en el ambiente de su país de acogida, entre ellas la famosa Novena Sinfonía, el Tercer Quinteto para Cuerdas y el Duodécimo Cuarteto para cuerdas titulado el “Cuarteto Americano”. La Novena Sinfonía fue bautizada por su autor, por consejo de sus editores, como la “Sinfonía escrita desde el Nuevo Mundo” y fue recibida con una atronadora ovación el día de su estreno, el 15 de diciembre del mismo año en el Carnegie Hall de Nueva York, para la cual Anton Seidl condujo a la Orquesta Filarmónica de la ciudad.

«Estoy convencido de que el futuro de la música de este país debe estar basado en lo que se suele llamar melodías negras. Estas pueden ser la base para una seria y original escuela de compositores que se puede desarrollar en los Estados Unidos. Estos bellos y variados temas son el fruto de la tierra. Son las canciones populares de vuestra tierra, y vuestros compositores deben centrarse en ellas.»Específicamente como preámbulo al día del estreno, en un artículo publicado en el New York Herald, Dvořák explicaba cómo la música de los nativos americanos había influido en su sinfonía:
«No he usado ninguna de las melodías de los nativos americanos. Simplemente he escrito temas originales que incorporan las peculiaridades de la música india y, usando estos temas, los he desarrollado con todos los recursos de los ritmos modernos, contrapunto y color orquestal.»Temeraria y visionaria afirmación… ¡Dónde estarían Gershwin y los grandes jazzistas del siglo XX sin este precedente! Pero hoy, cuando el genio y la premonición de Dvořák son aclamados, y la sociedad estadounidense ha asimilado la integración racial en pleno, ¿es justo seguir asegurando que él fue el pionero en esta visión? Amigos y amigas lectores, la respuesta es NO. Cinco años antes que esta maravillosa obra, otra igualmente bella composición avanzó más allá en esta materia que la “Novena Sinfonía” de Dvořák, y otro compositor europeo estableció cátedra usando las melodías afroamericanas del sur de Estados Unidos en una obra sinfónica. Su nombre: Frederick Delius. ¿Cuál fue el problema? ¿Por qué hoy este hecho no es tan conocido? Porque amigos, como siempre afirman los expertos en marketing, “location, location, location”: Delius no concibió y estrenó la obra en Nueva York, sino que la concibió en medio de los pantanos de la Florida y la escribió y publicó en Leipzig (Alemania) en 1887, y, además, no contrató al mismo asesor de marketing de Dvořák, y la bautizó sencillamente “Suite Florida”. ¿Cómo me di cuenta de esta historia? En la siguiente entrega se describirán los hechos…![]()

(pintura de Jelka Rosen, su esposa)
lunes, 11 de julio de 2011
DESAPARECE EL CÓDICE CALIXTINO


viernes, 8 de julio de 2011
Venimos del mono…

La Filarmónica de Berlín junto a Alfred Hertz (1913)
retratados durante una grabación acústica
...y llegamos al Estéreo. Durante el siglo pasado, las técnicas de grabación musical experimentaron una profunda y acelerada evolución. El moderno y trivial acto de colocar música en la radio, en el equipo, en la computadora (como la que escucho al momento de escribir estas líneas) o en el reproductor portátil —disponiendo además de un abanico de formatos digitales para contener el sonido en calidad idéntica a la matriz original— esconde tras su facilidad un gigantesco cambio de paradigma.

“Música doméstica” / Carl Zewy (1929)
Nuestros bisabuelos sólo tenían a su alcance la música hecha por ellos mismos, por sus amigos durante las faenas del día, la que ejecutaba alguna banda dominguera o la escuchada en alguna velada social, si algún asistente quisiera exhibir aptitudes para el arte. Notemos que nada de lo anterior garantizaba un nivel descollante de musicalidad; para eso había que ir al teatro y asistir a conciertos de músicos profesionales, o a la ópera. Si la Fortuna sonreía, tal vez un afamado intérprete viniera de visita al país. Con todo, tales eventos eran ocasiones especiales. ¡Cuánto más excepcional todavía era disfrutar el arte de los grandes músicos de Europa, al menos a este lado del océano! Quienes vivían lejos de tal privilegio, separados por distancias mayores o menores, debían conformarse con referencias de terceros, de la misma manera que nosotros hoy sólo podemos imaginar remotamente el estreno de la Cuarta Sinfonía de Brahms en Meiningen, de la Novena de Beethoven en Viena, del Don Giovanni de Mozart en Praga, la improvisación de Bach ante Federico II de Prusia, o las sensaciones de los eclesiásticos romanos que oyeron por primera vez la Missa Papæ Marcelli, de Palestrina.
Contar a estos ancestros que con oprimir un botón se podría acceder de inmediato a música interpretada por los mejores músicos, prescindiendo físicamente de ellos pero oyéndoles tantas veces como se guste y eliminando cualquier distancia en el espacio o —más sobrecogedor aún— en el tiempo... les sonaría a delirio de Julio Verne o peor, a cosa del Mandinga.

Sin embargo, aquellos mismos ancestros fueron los que empezaron esta revolución. Y retroceder en el tiempo hasta los comienzos rudimentarios de la fonografía equivale a viajar a otro mundo de sensaciones, como dice un querido amigo que nos visita. Son los tiempos del cilindro, el disco de cera, la vitrola y las grabaciones acústicas.


El disco se complementa maravillosamente con otra grabación histórica, esta vez de 1938: el mítico Wilhelm Furtwängler despliega su magia al frente de la misma agrupación berlinesa en la Sexta Sinfonía de Chaikovsky.
» D E S C A R G AMP3 VBR ~ 192 kbps | 8 tracks | RAR 69,3 MB
miércoles, 6 de julio de 2011
Como hoy, hace dos años

«Castillo de Soria Moria» (1900)
Theodor Kittelsen
Su memoria es ineludible para muchas personas: ese carácter irascible, tremebundo, esa prontitud a la porteña para barrer con quien le disgustara, ese corazón ancho donde rápidamente acomodaba a sus amigos, esa devoción por Mahler, ese fervor por la belleza allá donde pudiera haberla —en una obra musical, en una mujer, en una pieza literaria, en una conversación—, esa energía que parecía inagotable, con la cual espoleaba jocosamente a sus colaboradores cuando no le llevábamos el ritmo... Todo eso se nos fue un día 26 de junio hace dos años, tras un fatídico accidente. Hablo, desde luego, de Gabriel “el Cuervo” López, que pasó por la Internet como un huracán, y en memoria del cual habrán encontrado más de un homenaje en estos días, en páginas de amigos suyos que siguen recordándole con terco cariño, a despecho del tiempo. Pues bien, fui uno de esos amigos. Y tengo la fortuna de seguir vinculado a bastantes otros más que conocí en el blog de Gabriel. Él mismo, orgulloso de esa activa concurrencia, llegó a soñar una cita colectiva en Buenos Aires, proyecto que la muerte impidió. Quizá la falta de una relación personal con él, en carne y hueso, multiplicó el impacto que me provocó el término de su blog. Era del todo previsible. Tenía que suceder. Pero, habiéndome habituado al lazo “virtual”, el final de su página, de su “hábitat”, fue para mí el definitivo final, el momento en que comprobé el significado de su ausencia. Por eso esta vez elegí recordarlo, no en su exacta fecha necrológica, 26 de junio, sino cuando cesaron oficialmente las publicaciones de su blog, el 6 de julio. Un día como hoy, hace dos años.

Pero no hay membranza justa de Gabriel sin música de Mahler. Así, publico hoy un registro de la Sexta Sinfonía, »Trágica«, en La menor. ¿Qué puede haber en esta obra para merecer esa denominación, cuando la producción entera de Mahler transcurre bajo el signo de lo trágico? Que esta Sinfonía representa una confrontación con la Muerte, en la cual ésta acabará por triunfar: el Finale concluye de manera violenta, dramática, a diferencia de todas las otras sinfonías del maestro bohemo. Compuesta entre 1903 y 1904, la Sexta es una obra compleja y pesimista —aunque hiciera rebosar de gozo a Berg y Webern tras la primera audición— que distona con las felices circunstancias existenciales del compositor al momento de escribirla. La disposición de los movimientos “interiores”, un Andante y un Scherzo, causó algunas vacilaciones en el compositor, quien los intercambió varias veces hasta dejarlos al fin según el plan inicial, esto es, con el Scherzo como tercer movimiento. Fue motivo de burlas el interés de Mahler por explorar instrumentos nunca antes usados en una sinfonía, sobre todo en el ámbito de la percusión: celesta, xilófono, látigo, martillo (Hammerschlag), cencerros...


lunes, 4 de julio de 2011
SIMON’S CAT
viernes, 1 de julio de 2011
RICHARD STRAUSS empuña la batuta / Registros históricos de 1928-29

Para entretener su fin de semana, queridos amigos, les dejo una selección de grabaciones históricas de Richard Strauss actuando como director de la Filarmónica de Berlín y la Staatskapelle de Berlín, en actuaciones que datan de 1928 y 1929. Strauss fue un estupendo director de orquesta, gozó de fama en el ejercicio de esta profesión, en la cual brilló tanto como su contemporáneo Mahler. Gustaba de tempos ligeros y vivos, y pese al fausto instrumental de sus propias composiciones, al dirigir prefería un sonido transparente, bien articulado, con predilección por los forte-piano (una caída de la intensidad del volumen tras la explosión inicial). La sabiduría interpretativa queda fuera de discusión. El maestro francés Roland Douatte, en su libro sobre la dirección de orquesta, cita a Dominique Jameux, quien dice en su biografía sobre Richard Strauss:
En el disco encontrarán las siguientes obras:“Antes que nada, él como Mahler, dirige rápido reaccionando frente a la manera pseudo-alemana lenta y pesada, contra lo cual se levantarán más tarde tanto Toscanini como Karajan. Así Strauss conduce el acto III de La Walkiria en 50 minutos, en lugar de los 70 minutos habituales.
“Lo mismo, él aligera al máximo su orquesta e incluso toca sistemáticamente los fortissimo como forte-piano, acercándose en este sentido a la orquesta de cámara. No martirizaba la orquesta en los ensayos y, a menudo, al cabo de 5 minutos interrumpía diciendo que todo iba bien.”
Especialmente dedicado a dos amigos que han sufrido pérdidas dolorosas en el último tiempo.1. Obertura de »Ifigenia en Áulide« / Gluck
2. Obertura de »La Flauta Mágica« / Mozart
3. Obertura de »Euryanthe« / Weber
4. Obertura de »El Holandés Errante« / Wagner
5. Preludio a »Tristán e Isolda« / Wagner
6. Obertura de »El Barbero de Bagdad« / Cornelius
7. Danza de los siete velos, de »Salomé« / R. Strauss
8. »Las divertidas travesuras de Till Eulenspiegel« / R. Strauss