miércoles, 30 de marzo de 2011
domingo, 27 de marzo de 2011
EL PODER DE LA MÚSICA
Así se titulaba un e-mail que recibió nuestro amigo Elgatosierra hace corto tiempo, incluyendo la escena que pueden ver bajo estas líneas. Proviene de la película Amarga Pesadilla (Deliverance), de 1972, dirigida por John Boorman (el mismo de la futura Excalibur), contando las duras peripecias de un grupo de amigos citadinos que van de paseo al vasto interior de los Estados Unidos para acabar agredidos y perseguidos por “los salvajes”, es decir, los hoscos y toscos habitantes de provincia. Una visión muy parcial y desfavorable, cierto, pero que se usa como metáfora de la naturaleza dispuesta a vengarse de sus enemigos urbanos. Pues bien, en ese filme oscuro e inquietante se incluye una preciosa secuencia: un hábil guitarrista entabla un espontáneo “duelo” con un chico que toca el banjo. Lo memorable del asunto es que el chico no simulaba su autismo, sino que padecía realmente esta discapacidad; vivía en el sitio elegido como locación, y el banjo era su conexión con el entorno. La escena conmueve con el paulatino cambio de expresión del muchacho, que llevado por la música deja aflorar su alegría, y luego regresa a su pasividad cotidiana. Mejor lo explica el que subió el segmento:
“Reparen en la expresión del niño... Al principio, triste y pequeño. Pero, a medida que toca su banjo, crece con la música y se va dejando llevar por ella hasta transformar su expresión en alegría, rescatada gracias a un guitarrista forastero.El niño crece, brilla y exhibe su sonrisa apresada en los pliegues de su deficiencia - sonrisa maravillosa que la magia de la música trae a la superficie.Después, vuelve dentro de si, dejando su parte de belleza eternizada en este film. Vea el video hasta el final y asista al excelente duelo de guitarra y banjo”.¡Disfrútenlo!
viernes, 25 de marzo de 2011
BRUCKNER: 7ª SINFONÍA en arreglo de Cámara
Detalle del monumento a Bruckner
/ Stadtpark, Viena
Una de las obras preparadas por los organizadores del Verein für musikalische Privataufführungen (ver post anterior) fue la Séptima Sinfonía, en Mi mayor, de Anton Bruckner. Dicha obra, una de las más ricas y complejas del maestro austríaco, para unos incluso la mejor de sus sinfonías, reclama medios orquestales suculentos —un promedio de 100 músicos incluyendo bronces ampliados—. Es que Bruckner, Richard Strauss o Gustav Mahler avanzaron en la senda de Wagner llevando la instrumentación a un gigantismo tan apabullante como hasta entonces nadie había soñado — a excepción, claro, de Berlioz.
Pues bien: nada de esto amilanó a los buenos muchachos de la Asociación fundada por Schönberg. Tres discípulos suyos, Erwin Stein, Hanns Eisler y Karl Rankl, tomando prestado el desplante de su maestro y ajustándose a sus instrucciones, acometieron la labor de reescribir la Sinfonía de Bruckner para un contingente no mayor a 10 músicos: un quinteto reemplaza a la entera sección de cuerdas, el corno y el piano a cuatro manos hacen lo propio con la sección de bronces, mientras el clarinete junto al armonio sustituyen a las maderas.
Eisler se abocó a los movimientos primero y tercero; Stein se ocupó del Adagio, y Rankl, del Finale. Concluyeron su labor entre octubre y noviembre de 1921... apenas un mes antes que la hiperinflación llevara la Asociación vienesa a la quiebra. El trabajo de los tres músicos quedó guardado y olvidado, hasta ser redescubierto a fines del siglo XX y estrenado en Colonia el 19 de marzo de 2000.
Hoy les comparto esta versión de la Séptima de Bruckner, cuya recepción en la crítica ha sido desigual (el signo de las cosas de Schönberg...), en interpretación del Thomas Christian Ensemble.
D E S C A R G AWMA CBR 320 kbps | booklet PDF | 4 Tracks | RAR 132 MB


jueves, 24 de marzo de 2011
LOS GRANDES REDUCTORES

La asombrosa miniatura sobre estas líneas es obra del ruso Nikolai Aldunin, artista aficionado a crear obras definidas por una pequeñez tal, que sólo pueden ser contempladas mediante el microscopio. Esta maestría para trasladar la obra de arte a proporciones mínimas, antaño imposibles, sin que nada se pierda, me recuerda a un puñado de artistas que remecieron la imperial Viena de principios del siglo XX. Pero, a diferencia del miniaturista ruso, quien ya concibe y realiza sus obras a escala ínfima, aquellos atrevidos se dieron a la tarea de reducir creaciones ajenas que se caracterizaban por una suntuosa vestidura orquestal posromántica. ¿Con qué finalidad? Darle cauce público a lo mejor de la nueva música, aquella que Viena se negaba a oír en virtud de su inalterable apego a repertorios más conservadores. Dicho de otro modo, había novedades que tenían el paso vedado a las grandes salas de concierto; y los compositores se las ingeniaron para prescindir de estas últimas.

Decir “radicalidad”, decir “Viena” y decir además “principios del siglo XX” es apuntar a un solo hombre: Arnold Schönberg. Este heredero, renegado y renovador de concepciones musicales fundó en el otoño de 1918 la “Sociedad de Conciertos Privados” (Verein für musikalische Privataufführungen), con la colaboración de discípulos y amigos a los cuales la Historia recordará, no obstante el oprobio padecido en aquellos momentos: Webern, Berg, Zemlinsky, junto a otros como Erwin Stein, Hanns Eisler o Karl Rankl. La Asociación se propuso presentar “toda la música moderna escrita desde Mahler y Strauss hasta la más reciente”, lo cual significaba la producción mayoritariamente proscrita de los grandes centros. Querían sacudirse la indiferencia de un público y unas agencias organizadoras que sólo apostaban a los títulos capaces de asegurar éxito de taquilla. No se piense que el repertorio del Verein era escaso: aparte de la producción de sus fundadores (aunque Schönberg fue reacio a ofrecer su propia música), se incluyeron piezas de Debussy, Richard Strauss, Mahler, Bruckner, Stravinsky, Bartók, Wellesz, Ravel, Suk... en suma, todas las que fueran consideradas de interés por los organizadores. Como aclaró Berg, “ésta no es una sociedad para compositores, sino exclusivamente para el público”. Público que equivalía a decir los socios...
Schönberg fue un promotor autoritario: instauró una estricta disciplina de ensayos para garantizar la mejor interpretación, puesto que achacaba la mala fama de la música nueva a las mediocres presentaciones de que había sido víctima (sin duda la complejidad era elemento inherente a gran parte de las obras). Estableció que el anuncio del repertorio a interpretar en una velada se daría a conocer con muy escasa antelación, a fin de evitar ausencias o favoritismos. Prohibió cualquier manifestación de los oyentes (aplausos o abucheos) para no enturbiar la comprensión de las piezas musicales, y determinó que sólo los socios podrían asistir a los conciertos, con exclusión total de la prensa y, por ende, de la crítica. Incluso se obligaba a los miembros a evitar referencias públicas del club (“la primera regla del Club de la Pelea es…”), a su funcionamiento interno o a sus actividades musicales, a fin de mantenerlo lejos de la vida musical oficial — entiéndase, de aquella crítica periodística que los fustigaba con saña. Como se ve, un aparato normativo estricto —tal vez demasiado— expuesto al detalle en varias páginas escritas a máquina, con el objeto de garantizar a los hostilizados compositores de la Segunda Escuela de Viena un espacio propio, libre, en el cual disfrutar música de su interés servida con calidad ejemplar e indemne de los convencionalismos al uso en las salas de concierto.



jueves, 17 de marzo de 2011
[prosa] ULLMAN

La Juventud no es una época de la vida; es un estado mental. No consiste en tener mejillas sonrosadas, labios rojos y piernas ágiles. Es cuestión de voluntad; implica una cualidad de la imaginación; un vigor de las emociones; es la frescura de las profundas fuentes de la vida.
La Juventud es el dominio temperamental del arrojo sobre la pusilanimidad de los apetitos; del ímpetu aventurero sobre el apego a la comodidad. Esta actitud a menudo se encuentra más en un hombre de 60 años que en un muchacho de 20. Nadie envejece meramente por el número de años que ha cumplido. Envejecemos cuando desertamos de nuestros ideales.
Los años pueden arrugar la piel; pero cuando se renuncia al entusiasmo le salen arrugas al alma. Las preocupaciones, el temor, la falta de confianza en uno mismo, encogen el corazón y aniquilan el espíritu.
Lo mismo a los 60 que a los 16, en todo corazón humano palpitan el ansia por lo maravilloso y el constante apetito —como de niño— por lo que ha de venir y la alegría inherente al juego de la vida. En el centro del corazón —del tuyo y del mío— existe una estación de radio. Mientras reciba mensajes de belleza, esperanza, alegría, valor y fuerza, tanto de los hombres como del Infinito, seguirás siendo joven.
Cuando se abatan tus antenas, cuando las nieves del cinismo y el hielo del pesimismo cubran tu espíritu, entonces sí habrás envejecido, aunque sólo tengas 20 años. Pero mientras tus antenas sigan en alto, dispuestas a captar las ondas del optimismo, hay esperanzas de que mueras joven, aún cuando seas un octogenario.
Samuel Ullman (1840-1924)
IN MEMORIAM KREIZBERG

Haciéndome eco de la infausta noticia publicada en el estupendo blog Arpegio, y reproducida también, por cierto, en medios del mundo entero (aunque desplazada naturalmente por los acontecimientos de Japón), estampo aquí mi saludo de despedida a quien ya era, con sus 51 años a cuestas, uno de los directores jóvenes más talentosos y promisorios del panorama internacional: el maestro ruso, de ancestros judíos y nacionalizado norteamericano Yakov Kreizberg, director principal y asesor artístico de la Filarmónica de Holanda y la Orquesta de Cámara Holandesa, y también director musical de la Filarmónica de Montecarlo.Tras una larga enfermedad, nos abandona este hombre que alcanzó a dejar registros brillantes de su arte para el sello Pentatone, además de sus conciertos difundidos por la Radio Nederland Wereldomroep. Su último concierto con la Filarmónica Holandesa tuvo lugar en febrero pasado.Vaya nuestro homenaje agradecido a este gran artista, a quien le sobrevive su mujer, Amy Andersson, y sus dos hijos, además de su hermano, también brillante director, Semyon Bychkov.
miércoles, 16 de marzo de 2011
DVORÁK: LEYENDAS, op. 59 [Iván Fischer · BFO · @MP3]

La música de Antonín Dvořák está impregnada del aroma de los bosques y los campos checos. Esa identificación es tan irresistible que se ha vuelto un tópico… del todo justificado.
En su frescura, su calidez y espontaneidad, Dvořák coincide como pocos con Schubert. Ambos creadores se enamoraron de la vida popular, común y corriente, que nada tiene de anodino. Ambos poseyeron un instinto singular para tomar los corazones desde esa cotidianeidad y remontarlos a emociones e intuiciones amplias, casi diría trascendentales. Conocen, en fin, la magia que hace saltar una estrella desde el suelo.
Leyenda, Op. 59 nº 1, de Dvořák
No hay mejor argumento para fundamentar mis palabras que la misma música de Dvořák, esta vez la suite “Leyendas”, Op. 59, en la transcripción orquestal realizada por el propio compositor. Las diez piezas que integran este número de opus fueron escritas primero para piano a cuatro manos, entre el 30 de diciembre de 1880 y el 22 de marzo de 1881, y dedicadas ni más ni menos que a Hanslick, el severo árbitro del gusto musical vienés, quien las tuvo en mucho aprecio. De hecho, Hanslick (que había nacido en Praga como miembro de una familia de habla alemana) venía brindando amplio respaldo a su modesto compatriota desde 1874; simpatía que pronto sería compartida por el más influyente compositor de Viena, Johannes Brahms.
Los buenos oficios de estos admiradores poderosos propulsaron la carrera del checo; por ejemplo, el prestigioso editor Simrock, de Berlín, editó por mediación de Brahms los Duetos moravos y la primera colección de Danzas Eslavas. El gran resultado comercial de estas partituras lo espoleó a comisionar nuevas obras al compositor, quien no tardó en remitir la colección que da título al presente disco.
Dvořák no explicitó referencias para estas “Leyendas” (y es comprensible, una vez que la música programática era cosa de la Nueva Escuela Alemana, cuyo gran adalid era Wagner, odiado por Hanslick, el dedicatario de la obra). Hay quien sugiera probables alusiones a los santos de su patria, inspirado en las “Leyendas de San Francisco” que compusiera Liszt para el piano. El caso es que estas páginas están llenas de reminiscencias checas en el uso de formas danzables y de melodías con sabor campesino, como también imbuidas de un clima contemplativo que las vuelve mucho más íntimas que las anteriores “Danzas Eslavas”. También, los giros armónicos inesperados y la exquisita “orfebrería” de voces entrelazadas nos muestran al gran maestro de 9 sinfonías. La instrumentación de las piezas ocupó a Dvořák entre el 13 de noviembre y 9 de diciembre de 1881, con estupendos resultados tímbricos.
El disco incluye otras obras de pequeña factura, las Miniaturas, el Nocturno en Si mayor y los Valses de Praga, pensados para el Club Nacional de la capital checa y su baile para festejar 30 años de existencia. Cinco valses hilvanados con vigor, encanto popular y eficacia instrumental, que redondean este disco bajo la fresca y vital dirección de Iván Fischer y su Orquesta Festival de Budapest.
MP3 CBR 320 kbps | scans | 16 Tracks | RAR 155 MB | Yandex
lunes, 14 de marzo de 2011
NUESTRA SOLIDARIDAD CON JAPÓN

Las famosas olas pintadas por el maestro Hokusai ilustran tristemente la tragedia que golpeó al Japón el pasado 11 de marzo: un terremoto brutal (recalificado en magnitud 9 dentro de la escala Richter) provocó olas de maremoto (tsunamis) de hasta 10 metros, las cuales inundaron los medios mundiales con imágenes de devastación desoladora, a lo cual se sumó la crisis nuclear desatada poco después. Vaya la solidaridad de esta página a todos los nobles habitantes del Japón, en especial aquellos de quienes recibíamos visitas periódicas. ¡Nuestra fuerza, nuestro afecto y nuestras oraciones están con ustedes!

lunes, 7 de marzo de 2011
PUBLICIDAD: NOSOTROS Y NUESTROS NIÑOS
Estupenda publicidad que nos recuerda algo esencial: nuestro ejemplo está a la vista de nuestros niños, y ellos tomarán nota.
miércoles, 2 de marzo de 2011
CHOPIN
Ayer 1º de Marzo se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento de Fryderyk Franciszek Chopin (1810-1849). Cierto que esta fecha admite alguna controversia, pues la partida de bautismo señala el 22 de febrero como día del acontecimiento, pero Chopin y su familia siempre insistieron en que tuvo lugar el 1º de marzo y celebraban su cumpleaños dicho día.
Vaguedades aparte, lo consistente es que el polaco-francés llegó a ser uno de los grandes compositores de la historia occidental, comparado en ocasiones a Bach o Beethoven no en términos de excelencia creadora, claro está, pero sí en la perdurable influencia ejercida sobre su arte y sus colegas. En varias maneras el etéreo Chopin es un rotundo punto de inflexión.
Su doble ascendencia polaca y francesa tuvo gran mérito en la forja de su estilo inconfundible. Como escribe José Luis Comellas:
¿Polaco? ¿Francés? Un poco las dos cosas, y sin tener en cuenta las dos no sería posible comprender del todo la pasión y la delicadeza, la fuerza y la finura, la espontaneidad y la elegancia intelectual de este hombre enfermizo y extraordinario.En efecto, la sensibilidad eslava se hermanó con el esprit francés en el estilo de nuestro compositor; cultivó un fervoroso lazo con su patria, cuyas danzas folclóricas introdujo en el repertorio “culto”... pero nunca antes (ni después) polonesas y mazurkas sonaron tan irrepetiblemente únicas, universales.
Hombre de gusto finísimo, cultivó en sus creaciones una amplia libertad, desprendida de esquemas formales a los que nunca se supo ni quiso adecuar, aunque no por ello dejó de ser un gran amante e intérprete de Bach, de quien tomaría ejemplo al componer sus famosos 24 preludios. Esa capacidad de equilibrio le evitó caer a Chopin en la excentricidad, pero ser al mismo tiempo profundamente original. De hecho, es un raro caso de compositor sin predecesores ni discípulos directos.
Su influencia, decíamos antes, fue perdurable. A modo de ejemplo, el empleo que hizo Chopin del cromatismo repercutió en Liszt, y por su intermedio, en Wagner, que lo llevó a los límites de la disolución tonal.
Concluyo citando de nuevo al excelente Comellas:
Nunca se hizo nada parecido, ni antes ni después. Por eso suele decirse que a Chopin se le distingue enseguida, es inconfundible. [...] No sólo es el sentido exquisito de su música, es el dinamismo, siempre original, la distribución de acentos, la falta aparente de mecánica, la prodigiosa independencia de los dedos. [...] Tan pronto acelera como decelera, el acompañamiento marca el tiempo fuerte, o el débil, u obra con absoluta independencia. Diríase que este desprendimiento de la mecánica significa abandonar la métrica de la música, como si despreciara el verso para irse a la prosa; pero esta prosa de Chopin es como el «verso libre», que sin ataduras, aletea en el absoluto de la belleza.
Para celebrar el aniversario de este músico, y de paso saludar a Mara, una querida amiga que cumple años y le encanta Chopin, incluyo una versión memorable del Nocturno en Do♯ menor, Opus póstumo, en interpretación de Wladimir Szpilman, a quien conocerán por la película “El Pianista”. El músico es filmado mientras toca el piano de su casa, en 1997. No deja ser emocionante recordar que este nocturno fue la verdadera pieza que tocó el intérprete judío-polaco ante el oficial alemán, en aquella casa en ruinas donde se había escondido hasta ese momento.
martes, 1 de marzo de 2011
BUXTEHUDE
Por Elgatosierra
Hace unos días, en una charla cibernética, un amigo preguntaba por qué algunos compositores verdaderamente interesantes eran tan poco conocidos. En aquél momento hacía referencia él a un compositor del barroco.Atrevido e ignorante, como siempre, terciaba yo con la peregrina teoría de que el gran BACH, nuestra “Estrella Inmarcesible”, a la que regresaremos en breve, eclipsaba a todos los demás compositores de aquella época. Y, para desbarrar más, añadía una lista de compositores barrocos importantes que merecía la pena conocer sin lugar a dudas.El amigo Fernando, con gran sabiduría como siempre, me recordó que había olvidado en aquel elenco al bueno de BUXTEHUDE, y que precisamente el gran Bach había recorrido en su juventud 320 kilómetros a pie para poder escucharle y estudiar con él.Así que aquí estamos para remediar el entuerto y hacer un merecido homenaje al bueno de BUXTEHUDE, y al sabio amigo Fernando.

A nuestro amigo Fernando de León,
con admiración y cariño
Preludio en Sol menor (frag.) de Buxtehude
Dietrich BUXTEHUDE fue un compositor y organista del barroco centroeuropeo. Es recordado sobre todo por sus obras para el órgano, las cuales forman parte del selecto repertorio de los grandes organistas.
En vida fue considerado el más célebre organista de la escuela alemana, desarrollando la mayor parte de su vida en la Iglesia de Santa María de Lübeck.
Como compositor produjo una amplia variedad de obras vocales e instrumentales, y su estilo influyó enormemente en muchos compositores, incluido el gran Juan Sebastián Bach.
En la actualidad es considerado el más destacado compositor de la escuela alemana barroca entre Schütz y Bach.
No hay un acuerdo unánime sobre la fecha y el lugar de nacimiento de nuestro compositor, cosa que a nosotros no debe preocuparnos mucho, si no es que entre los asiduos visitantes a este fogón haya eruditos y sesudos historiadores, que siempre serían bienvenidos, aunque solo fuera por egoísmo, ya que seguro podrían enseñarnos muchas cosas.
Últimamente parece que se ha aceptado el año de 1637 como fecha y Helsingborg (Suecia) como el lugar de su nacimiento. En aquello tiempos Helsingborg era parte de Dinamarca, por lo que con bastante frecuencia se dice que BUXTEHUDE fue un compositor germano-danés.
Hijo de un organista de iglesias, Hans Jensen Buxtehude, de quien recibió una esmerada educación musical, nuestro compositor trabajó primero como organista en Helsingborg, entre 1657 y 1658, y después en Elsinor (Dinamarca), entre 1660 y 1668.
Vista de la bóveda de la Marienkirche
En este último año se trasladó a Lübeck (Alemania) para suceder a Franz Tunder en la Iglesia de Santa María. Para ello tuvo que casarse con su hija, costumbre de la época, y que posteriormente le reservaría a él mismo alguna que otra sorpresa.
Su cargo le permitió desarrollar una amplia carrera musical y su autonomía fue un auténtico modelo para las carreras de maestros barrocos posteriores, como el mismísimo Bach, sin ir más lejos.
En 1673 instituyó los “Conciertos de Adviento” o “Conciertos Espirituales”, especie de grandes conciertos de música eclesiástica, cuya fama creció rápidamente y que atrajeron a músicos de otros lugares, los cuales siguieron celebrándose en la iglesia hasta 1819. Para estos conciertos, que tenían lugar después de cada uno de los cinco domingos de adviento, nuestro compositor escribió varios ciclos de cantatas.
En 1703 Händel y Mattheson, dos excelentes compositores y organistas, viajaron a Lübeck para conocerlo. Por aquel entonces BUXTEHUDE tenía ya 66 años y estaba a punto de jubilarse. Les ofreció su cargo a ambos, pero tenían que cumplir la tradición de casarse con su hija mayor, Ana Margarita. Tanto Händel como Mattheson rechazaron la oferta y se fueron al día siguiente de su llegada. Esto debió se significar un gran revés tanto para nuestro compositor como para su hija.


Lübeck en 1641

“La lección de música”, por Jan Vermeer (1662-1665)

Buxtehude (en la viola da gamba) y Reinken (al teclado) en “Escena musical” (1674) por Johannes Voorhout (Museo de Historia de Hamburgo)

Órgano reconstruido de la Marienkirche.
En un instrumento similar, Buxtehude dio lecciones a Händel, Mattheson, Bach...

“Ángel tocando el órgano”, por Jan van Eyck
– detalle del Políptico de Gante (1432)


El maestro Saorgin falleció el año 2015 en Niza, Francia, a los 87 años de edad.
Nadie mejor que un artesano como Saorgin para interpretarnos la música de otro artesano como BUXTEHUDE.Las grabaciones originales de HARMONIA MUNDI, realizadas entre 1967 y 1970, han sido remasterizadas y tienen el sonido fantástico a que nos tiene acostumbrados esta magnífica discográfica.