miércoles, 4 de junio de 2008

Diario de un Lobo Estepario



FELICES los que son como el Lobo Estepario. Ya habrán oído hablar de ese lobo que vaga solitario, asociándose a las planicies para habitar un poco su extensa soledad. Aunque estas criaturas se reúnen en jaurías, dice el mito que el lobo estepario sólo se acerca a sus congéneres obligado por causas tan inevitables como comer y procrear. Luego se aleja en busca de la inmensidad.

El estepario es un solitario convencido. Siente el imperativo de ir adonde nadie va para buscar lo que nadie aprecia. Añora el horizonte interminable. Allá, en esa lejanía, se reúne con lo verdaderamente suyo: una percepción sutil, intangible y fértil de la grandeza, que justifica su vida.

El estepario, en fin, es un arquetipo familiar: me apetece mucho más estar con nadie cerca, que con gente alrededor.

Gustos o ideas o reflexiones o tendencias, todas vibran con una afinación propia y ansiosa de expansión, pero que a poco andar se va quedando sin eco. No es la naturaleza de mis gustos; sólo se desajustaron de época. Aquellos seres humanos que se desprenden del canon social se encuentran súbitamente al centro de una “estepa” que los confina.

Existen también circunstancias personales que moldean esta identidad. Crecer sin hermanos y pocos (pero buenos) amigos; encontrar interés en las historias de ancianos que tuvieron vidas notables, por mucho que el resto del mundo no se enterara de ello; estar solo y descubrir que no es aburrido; llenar los silencios con música que se queda en la memoria; recuperar palabras inusuales, repasar páginas amarillentas... al final, todo esto va cincelando una silueta definida y definitiva.

Buscando conmigo mismo las huellas de mi música más personal, no hay nada de The Doors, The Cramberries. Asoman otros músicos... Dvorak, Beethoven, Tchaikovsky... No es pose; esa música me fascinó desde que la conocí! Es el lenguaje que mejor entiendo, donde la belleza encuentra un nombre, pronunciado en melodías.

Pero ahí está la estepa. La estepa de las bellezas aplastadas por el olvido o la moda. Este es el territorio marginal al que acuden tantos lobos. La gente cree que uno se vuelve triste... pero es al revés, la tristeza muerde cuando uno abandona lo que realmente prefiere, lo que sabemos que nos mueve, cuando se vende el corazón a cambio de una aprobación de corto plazo!

La estepa tiene un secreto; no es solitaria, sólo ha sido descrita como tal. Ya encontré amigos míos que compartían estos gustos. Poco a poco los congéneres se agrupan, sin invadirse, para afirmar pertenencia. A todos esos lobos de estepas propias, gracias por haber llegado a buscar entre todos el mismo horizonte.

1 comentario:

Petoulqui dijo...

Quinoff:

Qué buen post, realmente. Sin que llegue a ser una tendencia, frecuencia o moda, puedo decir que me siento identificado.

En especial con respecto a lo de la música. Si bien me gusta apreciar todo tipo de música, el jazz y la académica son las que más me gustan (y como decís, no es por pose, simplemente es así).

"La gente cree que uno se vuelve triste... pero es al revés, la tristeza muerde cuando uno abandona lo que realmente prefiere, lo que sabemos que nos mueve, cuando se vende el corazón a cambio de una aprobación de corto plazo!" Qué bien planteado. Para mí, lo que quiero es ser maestro de formación musical, así que ¡al carajo con la aprobación de corto plazo!

Me alegra haber pasado por aquí.

Saludos,

Petoulqui

 
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