Un breve e inesperado “In Memoriam”, queridos lectores, pero a título personal. La noche entre el sábado y el domingo pasados trajo consigo el descanso final para mi viejo y querido Vitto, un can callejero que se había quedado conmigo luego de que su primer dueño lo abandonara. Perro fiel como no he tenido otro, se había hecho querer por todo mi vecindario.
Vitto era un quiltro nacido en alguna calle de la comuna santiaguina de San Miguel. Fue atropellado y abandonado en una clínica veterinaria poco antes del cambio de siglo. Cuando en la clínica se hizo evidente la falsedad de los datos proporcionados por su “rescatista”, lo adoptó un médico, el cual arrendó mi casa un par de años y luego se fue pero sin volver nunca a recoger su mascota. Así se quedó conmigo ese perro amigable y despierto, un poco cojo por su accidente pero lleno de energía, con recio ladrido, la cola mocha y el pelaje colorín. Se escapaba tanto de casa que finalmente lo dejé vivir afuera, en mi calle, porque adoraba los espacios abiertos. Y destruía las puertas que le impidieran escapar. Pasó años alegrando la vida de muchos (aunque no de todos), persiguiendo ciclistas, perdiendo peleas con otros congéneres y ganándose un lugar en el paisaje cotidiano. Más de una vez se aventuró conmigo a caminar largas distancias —una de mis aficiones— por el simple gusto de compartir su tiempo conmigo. Al hacerse más viejo lo traje de vuelta al jardín trasero. Los vecinos lo extrañaban tanto que le preparaban comida y se la hacían llegar. Hasta el sábado iba diariamente un vecino a llevarle comida. Así el muy inteligente perro callejero cultivó su propia “red social” y vivió una vejez tranquila. Hasta la madrugada del domingo.
Admito que al principio no me simpatizaba la manera en que me lo habían dejado “a cargo”, y menos aún el entusiasmo con que el animalito descubría siempre el punto débil por el cual escapar; si en la mañana, al salir, me despedía de él en el patio, al caer la tarde me daba la bienvenida en la calle... lo cual significaba una maravillosa “sorpresa” aguardándome en casa. Cuando lo castigaba, el pobre no chistaba. Y eso me ablandaba el corazón. No sabía yo que además se lo había robado en estos años.
Ahora duerme muy cerca del árbol de damascos, en el patio donde deambulaba buscando rincones cómodos, ladrando a los ruidos desconocidos y esperando su ración de comida. Como me ha dicho un lúcido amigo argentino, esa larga amistad acaba de comenzar a ser inmortal. Por eso precisamente le dedico a mi fiel perro estas líneas de cariñosa despedida, aunque sé que ahora ya nunca más se me escapará.
10 comentarios:
Lo siento mucho.
Un beso Quinoff
Bonitas líneas para su amigo, señor Quinoff. Estos animales se hacen querer.
Y cómo nos equivocamos Quinoff, ahora es cuando se ha escapado para siempre y se ha metido en nuestros corazones para no slair de allí jamás. Descanse en paz el bueno de VITTO.
Salud, paz, sonrisas para VITTO y un cordiales saluditos para todo el fogón.
Elgatosierra
PD. Diógenes de Sinpe: "Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro." En fin, la condición humana...
Estimado Quinoff...
Sabes que a mí me ocurrió algo parecido. Supe tener una casita en un balneario cercano. en este caso, también un perrito callejero, no se sabe cómo, pero parecía saber cuando estaba por llegar. De hecho, mis vecinos lo sabían porque se decían entre ellos "mirá, José está por llegar, el Moro lo está esperando" y al rato me aparecía, nomás. Lamentablemente, nosotros mismos lo tuvimos que sacrificar. Una moto lo atropelló. Así que se cuánto uno se puede encariñar con estos nobles amigos.Sin Vitto, descansa en paz Un abrazo José
Gracias Momo, gracias Gatosierra, gracias José! Ahora mi amigo descansa tranquilo, abrigado en los mejores pliegues de mi memoria. Y lamento mucho lo del Moro, es triste que un animalito querido muera de esa manera, pero al menos vivió sus últimos años disfrutando el cariño de todos ustedes. Eso le dio una vida feliz.
Y Adri, gracias a ti obviamente :)
Hermoso obituario para un fiel amigo.
Gracias Susana. Los días pasan y se nota la ausencia de mi amigo, pero ahora descansa de sus achaques y eso me deja tranquilo.
Con retraso he leído esta linda historia triste. Se fué tu amigo fiel pero libre...¡Libre siempre!
Muchas gracias robin! Y has acertado: Vitto fue siempre un animal ansioso de libertad. Incluso cuando su vejez lo confinó al patio de mi caso (afortunadamente amplio) nunca dejó de moverse ni de reaccionar con espontáneo cariño y dulzura. Lamento no haber dado más paseos con él.
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