A la Música, para que calme su Fiebre
Encántame, adorméceme y consúmeme con tus deliciosas armonías; déjame arrebatado alejarme en tranquilos sueños. Alivia mi cabeza enferma, arregla mi lecho, tú, Poder que puedes divorciarme de este dolor; hazlo rápidamente, aunque no destruyas mi fiebre.
Con dulzura, tú puedes convertir su fuego voraz en una llama acariciadora, y luego hacerla expirar. Ayúdame a llorar mis penas, hasta dormirme; y concédeme tal descanso que yo, pobre de mí, pueda creer que vivo y muero entre rosas.
Cae sobre mí como un rocío silencioso, o como esas lluvias virginales que en la aurora esparcen su bautismo sobre las flores. Diluye, diluye mis sufrimientos con tus suaves acordes; que yo pueda entre deleites abandonar esta luz, y alzar mi vuelo hacia el Paraíso.
Con dulzura, tú puedes convertir su fuego voraz en una llama acariciadora, y luego hacerla expirar. Ayúdame a llorar mis penas, hasta dormirme; y concédeme tal descanso que yo, pobre de mí, pueda creer que vivo y muero entre rosas.
Cae sobre mí como un rocío silencioso, o como esas lluvias virginales que en la aurora esparcen su bautismo sobre las flores. Diluye, diluye mis sufrimientos con tus suaves acordes; que yo pueda entre deleites abandonar esta luz, y alzar mi vuelo hacia el Paraíso.
Robert Herrick (1591-1674)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario