jueves, 26 de marzo de 2009

Diez años


E

n vísperas de tu primera década de ausencia, madre, te recuerdo en estas líneas que para ti serían extrañas. Mencionarte en un blog te resultaría inusitado; pero a la larga, sólo es una renovación de métodos para hacer lo que siempre hemos hecho los seres humanos: comunicarnos, desahogar el corazón.

No viene al caso, madrecita, evocar tu biografía. Un homenaje debe apuntar más bien a lo esencial; aquello que la homenajeada fue, y que nadie más será. Aquello que te hizo única.

Ciertamente cada criatura humana es única, pero tú lo fuiste de manera resplandeciente. Fuiste Madre con mayúsculas, hasta diría que un símbolo de Maternidad. Pues si el amor incondicional define a una madre, eso te definió a ti. Te pude ver molesta u ofendida, pero nunca siendo tú la molestia ni la ofensa. En cambio fuiste el cariño que nunca se cansó, nunca puso condiciones, siempre supo perdonar.

Me permito recordar apenas este episodio: en la sala del hospital, tres días antes de partir, cuando te visité junto a tus amigas, tú nos sorprendiste a todos preguntando con un hilo de voz por cada una de las otras personas ausentes. Una larga lista. Y cuando una de las visitas te preguntó, sorprendida, cómo podías recordar a tantos, tú sonreíste con ojos cerrados y llevaste tu dedo a la cabeza. Nunca olvidabas a quienes querías.

Así pues, madrecita, diez años después de que el cáncer encendiera una nueva estrella en el cielo al llevarte a ti, te digo lo que ya sabes: si Dios me mostrara todas las madres del mundo y me diera la libertad para elegir una... volvería a elegirte a ti. Te tuve solamente 25 años. Pero ya vendrá la eternidad. Mientras tanto, ojalá este hijo tuyo, tu legado, pueda causarte orgullo.

Feliz aniversario mamá. Saludos a papá.


Tu hijo

1 comentario:

Unknown dijo...

:) en los casos así no se puede decir algo... Aunque todos perdemos a alguien durante la vida, los mas felices se mueren temprano pero causan una pena grande a los que se quedan... bastante injusto :)solo tenemos ese consuelo que no les hicimos sufrir a gente querida con nuestra propia muerte y que nos esperarán... quizas. poká, MiK

 
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