Antes de la conclusión del artículo de Ernesto sobre Martinů, aprovecharé el impulso que nos lleva hacia el Danubio para traer al ruedo a dos compositores, oriundos de aquellas comarcas y bastante poco conocidos por el gran público: Pavel Vranický y Jan Voříšek.
por Itzel
PAVEL VRANICKÝ, un compositor a quien el tiempo olvidó...
Llamado el Haydn Bohemio, Pavel Vranický (1756-1808) gozó en su día de gran fama como director orquestal y el debido respeto como compositor.
Considerado un auténtico genio de la batuta, fue Musikdirektor de la Corte Esterházy de Galanta y de los dos teatros vieneses más importantes: el Burgtheater y el Kartnertortheater. De igual manera, Francisco II lo tenía en alta estima, por lo cual llegó a ocupar una prominente posición de la Corte de Viena. Era tal su talento que Haydn, Mozart y Beethoven le confiaron el estreno de algunas de sus más importantes obras como la Sinfonía Los Adioses y el Oratorio Las Estaciones, en el caso de Haydn; y la Sinfonía Heroica de Beethoven en la ejecución reservada para los miembros de la Corte del Palatinado Húngaro. Como compositor produjo 73 cuartetos, 10 óperas y 51 sinfonías. Asimismo, cultivó el Singspiel y, según se cree, uno de ellos Oberon, Rey de las Hadas, inundado de símbolos y elementos masones, habría sido la fuente de inspiración para el libreto de La Flauta Mágica de Schikaneder.
El estilo musical de Vranický es brillante y elegante. Sus melodías son naturales y, en buena parte, inspiradas en tonadas campesinas moravas y de la baja Bohemia. Como sinfonista, sus obras conservan los parámetros establecidos por sus contemporáneos. Todas sus sinfonías están caracterizadas por una gran inventiva, una técnica compositiva impecable y un elevado virtuosismo, en especial en el tratamiento que da a las cuerdas presagiando, sin duda, la música de Schubert.
Las obras que a continuación les ofrecemos son dos de sus Sinfonías: en Re mayor (op.52) y Do menor (sin número de Opus). Obsérvese el carácter perfectamente clásico y expresivo de las mismas. Ambas inician en forma lenta y majestuosa, muy al estilo Haydn, siendo ésto sólo el preámbulo para la entrada triunfal de los instrumentos de arco acompañados de una percusión notable y brillante. En ambas sinfonías, los movimientos lentos son notablemente hermosos y, conceptualmente, muy cercanos a Mozart.
En el caso de la Sinfonía op. 52, el tercer movimiento es un menuetto ligero y gracioso con intervenciones majestuosas por parte de los metales y, hasta donde se sabe, era una pieza que no podía faltar en las recepciones ofrecidas por los Esterházy. El cuarto movimiento es vivo y con un uso de las percusiones que en todo hace recordar al Beethoven de las primeras dos sinfonías. El tercer movimiento de la Sinfonía en Do menor es un allegretto cuyos contornos son dramáticos y emocionalmente intensos. Por último, el presto con que finaliza la obra es vibrante y su estilo evidentemente pre-romántico vienés, sin que por ello se dejen de percibir ecos de antiguas melodías moldavas.
Entrada de los Recién Casados (F.G. Waldmüller, 1859)
Vranický habría de morir prematuramente en Viena (1808) a los 52 años víctima de la fiebre tifoidea, truncando una brillante carrera musical que, a juicio del erudito francés Fétis, “...bien podría haber relegado al olvido la música de Haydn, puesto que él [Vranický] era el auténtico Haydn Bohemio...”.
La interpretación de estas dos Sinfonías corre a cargo de la Orquesta Sinfónica Dvorák y la excelente dirección de Bohumil Gregor. Deseamos una feliz escucha de tan bellas obras...
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JAN VORÍSEK, el espíritu de Bohemia
Nacido en Vamberk en 1791, Jan Václav Hugo Voříšek representa el más alto espíritu de composición bohemio. Su música es de muy alto nivel y comparable a la de Beethoven.
Cuando pequeño, Voříšek estudió en secreto violín para dar una sorpresa a su padre el día de su onomástico. En la Iglesia de su lugar de origen, el Superior, dándose cuenta de su talento, mandó hacer las modificaciones necesarias a fin de que los pedales del órgano pudieran serle alcanzados. Debido a esto, los fieles no podían menos que maravillarse tanto por la ejecución como por su inventiva para componer piezas de gran complejidad para violín y órgano.En 1800, contando con 9 años de edad, emprende junto a su padre una gira por varias ciudades húngaras y checas. Al año siguiente compondría unas Variaciones para Piano dedicadas a la Condesa Kolowratová-Ljbstenjnská, las cuales le ganarían el patrocinio necesario para frecuentar un Liceo.
Voříšek se convertiría más tarde en un innovador musical en lo que concierne a composiciones pianísticas, que representan en su obra una especie de puente entre el clasicismo y el romanticismo. Sus mejores piezas para piano, como la Sonata en mi bemol, el ciclo Impromptus y sus piezas Le Désir y Le Plaisir pueden ser comparables con las mejores composiciones de Beethoven y Schubert.
Después de la muerte de la condesa Kolowratová, Jan Václav lograría mantenerse en sus estudios dando lecciones de música. El agotador esfuerzo desarrollado desde la niñez, multiplicado en la adolescencia y en la juventud, provocaría después el trágico desenlace del destino del compositor cuando estuviera en el auge de sus facultades creativas.
En 1813 se trasladó a la capital del imperio austríaco, donde se inscribió en la Facultad de Derecho y estudió música con el virtuoso del piano Johann Nepomuk Hummel, natural de Bratislava, que deslumbraba al público vienés con su maestría. A partir de ese momento, Voříšek participaría activamente en la vida musical de Viena. Beethoven prodigaba alabanzas a sus composiciones; y fue precisamente él quien más influyó en el desarrollo de Voříšek como compositor.
Para tener la existencia asegurada, se graduó en la Facultad de Derecho y a los 31 años empezó a trabajar en el departamento naval del llamado Consejo Militar. Pero pronto quedó vacante el puesto del segundo organista de la corte imperial y Voříšek lo obtuvo tras un exigente concurso. Y poco después se convirtió en el primer organista de la corte y el mejor de toda Viena.
En el momento en que había alcanzado el éxito como músico y estabilizado su situación material, se le declaró la tuberculosis. El compositor fallecía en noviembre de 1825, a la edad de 34 años, compartiendo el destino de otros grandes músicos desaparecidos prematuramente, como Mozart o Schubert.
Su obra culminante es, sin duda, la Sinfonía en re mayor, compuesta en 1823 y que representa una especie de enlace entre el clasicismo vienés y el romanticismo bohemio. Los cuatro movimientos que la conforman conservan la forma sonata y están estructurados con una mozartiana precisión y schubertiano equilibrio. En especial el segundo movimiento, el cual presenta un interesante paralelismo con la Sinfonía Inconclusa, de la que es contemporánea. El tercer movimiento, un inquietante scherzo, introduce hermosas melodías bucólicas propias del paisaje bohemio anticipando el nacionalismo de Smetana. Los movimientos primero y cuarto son de una fresca espontaneidad y un sorprendente diseño en tanto que no hay un elemento que esté de más o que no tenga razón de estar ahí. Son movimientos concisos y sin duda de los más brillantes e innovadores dentro del sinfonismo checo.
Otras dos obras de sumo interés son Les Variations de bravoure op. 14, dedicadas a Nannete Rehackova, prestigiada pianista también bohemia y establecida en Viena, y el Rondeau brillant op 22.
Les Variations de bravoure es en realidad una pieza de concierto al estilo polonesa cuya interpretación empieza a exigir virtuosismo por parte del ejecutante. No obstante, se trata de una obra de juventud temprana que, si bien de ninguna manera es innovadora, puede considerársele como una pequeña joya que se adecúa a los modelos y estilos de la época.
De naturaleza artística suprema es el Rondeau brillant, donde el carácter dramático surge al contrastar la presentación del tema que hacen las cuerdas al inicio de la obra, con la robustez de la melodía que a continuación toca el piano. En una segunda parte, se aprecia un cambio en el discurso musical ya que se vuelve optimista y colorido. En todo momento, la instrumentación es exquisita y sobria.
A continuación, dejamos a su apreciable escucha estas tres obras de Jan Václav Voříšek en la interpretación de Boris Krajný al piano y la Orquesta de Cámara de Praga bajo la dirección de Iván Parík. Esperamos la disfruten:
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