Me ha costado arrancar el año, y la guerra de Rusia contra Ucrania es uno de los factores. La invasión desató fantasmas que creíamos haber ahuyentado. Pensamos que nuestro progreso material y tecnológico equivalía a una elevación espiritual, a un nuevo peldaño de la aventura humana. Nos felicitamos por tal hazaña. ¡Al fin, civilizados! Qué error. Nuevo peldaño, sí; pero no hacia arriba.
Otra vez la arrogancia, otra vez la ambición, otra vez la confusión. Duelen las noticias. Duele ver a las víctimas huyendo, cuando pueden, de las ciudades bombardeadas por los “liberadores”. Imágenes crudas, nos demuestran que nuestros libros de historia no hablan sólo del pasado sino a menudo del futuro.
En medio del espanto caen la verdad y la cultura entre las víctimas. La verdad ahogada por la propaganda, ese refinado nuevo frente de guerra que va al asalto de las redes sociales; y la cultura, anulada por medidas de dudosa “sensibilidad” que, al menos en mi opinión, no pasan de fingimiento, de exhibicionismo moral. Y por lo mismo, pensé realizar una primera publicación combinando el repudio a la invasión de Ucrania junto a la validación de la cultura rusa, para insistir en que ahí, en esa cultura, está la contrapartida de la barbarie. Pero Brahms ha cumplido 125 años desde su fallecimiento y bueno, no lo pasaré por alto.
El gran Johannes partió de este mundo un 3 de abril de 1897, víctima de la misma enfermedad que había acabado con su padre: cáncer de hígado. Tenía 63 años. Había fungido sin pretenderlo como emblema antiwagneriano y representante de la música alemana más conservadora… lo que fue un gran malentendido, por reduccionista, respecto de su creación. Por supuesto que Brahms veneraba a los maestros del pasado como muy pocos más (tal vez Taneyev) y por ello fue acusado por sus críticos (pienso en Wolff o en Nietzsche) de basar su obra en el plagio deliberado. Lo que estos “entendidos” no veían era la reconstrucción y modernización llevada a cabo por Brahms de las técnicas pasadas, como quien rescata un arsenal de herramientas olvidadas pero les da un nuevo uso. Schönberg sería muy claro al respecto.
En recuerdo de su partida, y como tributo a las víctimas inocentes de la guerra contra Ucrania, les comparto una grabación del Réquiem alemán («Ein deutsches Requiem»), la obra que hizo el nombre del compositor en el difícil mundo musical que le tocó vivir. Piénsenlo: no era fácil destacar cuando tus contemporáneos se llamaban Wagner, Liszt, Berlioz, Raff, Bruckner, y además los estándares de referencia se llamaban Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Mendelssohn… Pero la timidez de Brahms escondía un terco convencimiento de la propia valía. Y cuando finalmente estrenó su Réquiem en la catedral de Bremen, logró que el mundo supiera que había un verdadero maestro en ese muchacho de Hamburgo.
Disfruten esta cuidada versión a cargo de Nikolaus Harnoncourt, el Coro Arnold Schoenberg, Genia Kühmeier (soprano), Thomas Hampson (barítono) y la Filarmónica de Viena:
MP3 CBR 224 kbps · 48 kHz | 7 tracks | .RAR 122,42 MB | Yandex.ru
7 comentarios:
Excelente, Maestro!
Muy bello, muchas gracias.
Muy buenas, Quinoff y compañía.
Enhorabuena por el post. Y me va a costar cambiar a Klemperer por Harnoncourt, pero lo voy a intentar... :)
jajaja Elgatosierra hombre, no, Klemperer es insustituible como referencia de esta obra. Harnoncourt presenta una visión más suya, un poco sui generis quizás por eso de estar entre lo históricamente informado y lo subjetivo-romántico, además que la orquesta vienesa suena más reducida pero tan afilada en los detalles como cabe esperar. Y por cierto amigo mío, tengo que pedirte las referencias para esta bellísima obra. ¡Un abrazo!
Francisco Ortiz Archila, ¡con gusto! Gracias a ti por pasarte por acá.
gracias por tu comentario, maestro Mahlerite-Shosta
JA, JA, JA ¡Pero qué sorpresa, pero si el especialista en BRAHMS eras tú, y no yo! Y bueno, mis versiones del 'Réquiem' son las siguientes:
Primero llegó Bruno Walter con Irmgard Seefried y George London, el Coro de Westminster y OFNY, entonces en CBS, hoy en SONY. Como comencé por aquí le tengo un gran cariño.
Bastante después un amigo me recomendó la versión de Rudolf Kempe con Elisabeth Grummer y Dietrich Fischer-Dieskau, el Coro de la Catedra de Santa Eduvigis y la OFB, entonces en EMI, hoy en WARNER CLASSICS. En mi primera salida al extranjero, Hannover, me hice con él. Me encantó desde el principio, y sigue siendo una de mis versiones favoritas.
Poco después llegó la versión de Otto Klemperer con Elisabeth Schwarzkopf y Dietrich Fischer-Dieskau, con los Coros y la O Pilharmonia, como el anterior entonces en EMI, y hoy en WARNER CLASSICS. En muy poco tiempo se colocó a la cabeza, y, por ahora, ahí sigue.
Otro amigo me recomendó hace poco la versión de Georg Solti con Kiri Te Kanawa y Bernd Weikl, y el Coro y la OS de Chicago, en DECCA. He de reconocer que poco a poco me va gustando cada vez más, así que está escalando puestos de forma constante.
Por supuesto que he escuchado otras versiones, Celibidache, Gardiner, Giulini, Haitink, Furt, Jansons, Karajan, Rattle, Sawallisch,..., e incluso Harnoncourt (JA, JA, JA), pero voy a seguir fiel a mis principios... :)
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