Hay una figura literaria que se hizo popular gracias a un autor francés del siglo diecinueve, Edmond Rostand, quien estrenó una obra teatral llamada “La Princesa Lejana” (La Princesse lontaine). La idea, la figura en sí misma, puede rastrearse atrás, hasta la Edad Media, la gran época del amor caballeresco. Y es que la princesa lejana representa a la figura femenina inalcanzable, algo que el amor cortés y luego el romanticismo anhelaron fervorosamente.
Los artistas se dejan alcanzar por utopías irrealizables y a veces logran convertir esas brumas en belleza tangible. El compositor ruso Nikolai Cherepnín (★ San Petersburgo, 15 Mayo 1873 — ✚ Issy-les-Moulineaux, 26 Jun. 1945) no es uno de los nombres más reconocidos en Occidente, pero estableció una genuina dinastía musical: su hijo, nieto y bisnietos fueron compositores. En 1899 Nikolai, bajo la notoria influencia estilística de su maestro Rimsky-Korsakov, escribió la música escénica para la obra de Rostand. El preludio sigue sonando todavía en las salas de concierto como pieza independiente. En esta página, Cherepnín demuestra el grado de inspiración que podía alcanzar: su melodía principal es una verdadera joya que captura la atmósfera de nostalgia, evocación y dramatismo que requiere su homólogo teatral.
A continuación les dejo el Preludio a La Princesa Lejana, Op. 4, con la Brevard Music Center Orchestra bajo la dirección de JoAnn Falletta
5 comentarios:
OH !
Una belleza, ¿verdad?
Fantástica pieza y fant´stica ejecución, felicidades como siempre amigo !!
¡Muchas gracias!
A rauz que acabo de leer la relación de Jaufre Radel con Melisenda de Tripoli, su musa que inspiraron sus canciones y de esta hermosa música que scabo de escuchar
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