Si algo le debo a la Música, es que me permita tan a menudo estremecerme de Asombro. Y en esto tengo el mejor Seguro de Vida que haya contratado nunca. Esta posibilidad, además, opera como remedio contra la amargura, e incluso como freno contra la vejez. ¿Qué más juvenil que el entusiasmo? Tomen nota de eso, amigos míos, y “automedíquense”: permitan que la Música los arrebate.
* Advertencia de “usuario frecuente”: ni el asombro ni demás tónicos descritos en el párrafo anterior se traducen como alegría facilona. El auténtico arte no elude la vida tal como es, con sus alturas, sus llanos y sus abismos. Lo que hace es transmutar esa misma vida. Veamos a Mozart, maestro de una alegría dorada que nos legó también la primera gran escena de terror —me parece— de la ópera moderna en la aparición del Convidado de Piedra, el Commendatore que irrumpe al final de la ópera Don Giovanni como ejecutor inexorable de justicia divina.
Con Schubert sucede otro tanto. Ese genio austríaco al cual me estoy volviendo cada vez más adicto volcó en la música toda la tristeza de quien sabe que está condenado a morir muy pronto (padecía una enfermedad incurable para su época). Pero supo convertir tamaña angustia en música tan conmovedora, que puede detener los relojes. Eso me sucedió por ejemplo al toparme con el Andantino en Fa sostenido menor, segundo movimiento en su Sonata en La Mayor D 959, una de las tres últimas sonatas compuestas por el genio — publicadas a título póstumo muchos años después.
Se repite una y otra vez que Schubert fue quizá el mejor melodista de la historia. Una afirmación muy, muy probablemente cierta... pero que uno no entiende de veras hasta que oye melodías como las de este Andantino, que parece venir desde otra esfera. Música de una tristeza infinita, endulzada con grandes dosis de ternura, interrumpida por una rebelión que agita con violencia la partitura, para finalmente ceder a la resignación...
Les comparto la versión conmovedora del gran Wilhelm Kempff:
2 comentarios:
Escribió Claudio von Foerster: "Aunque pueda parecer un pianista de otro tiempo, KEMPFF siempre despertará la admiración de quienes aman la elegancia, la calidad no percusiva de un piano y la música dicha sin afectamientos y con el corazón."
Precisión absoluta en las palabras de Claudio. Gracias Lauri.
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