por
Ernesto Nosthas 
Alban Berg por Lilly SteinerEl Concierto para Violín y orquesta “A la Memoria de un Ángel” fue la última obra completa que nos legó el más romántico de los tres compositores de la
Segunda Escuela Vienesa, el austriaco
ALBAN BERG. El lenguaje sonoro de esta obra obedece a
una versión muy personal de la técnica del atonalismo musical, desarrollada a partir de la obra del líder de esta corriente,
Arnold Schönberg.
Sin entrar en tecnicismos, es más fácil explicar este concepto recurriendo a su opuesto,
la tonalidad. En música, la tonalidad la constituye básicamente
el sistema de relaciones entre los diversos grados de una determinada “escala” o sucesión de sonidos. Para la música occidental, la escala
DO-RE-MI-FA-SOL-LA-SI ha sido la base sobre la cual se han cimentado más de quinientos años. Esto es un sistema convencional, adaptado por el conocimiento humano, para entender y estructurar la música, y no un determinante físico externo.
Los primeros intentos de escribir
música fuera de este concepto tonal los encontramos en las obras post-románticas de
finales del siglo XIX realizadas desde
Wagner hasta
Mahler, Richard Strauss, Debussy y Max Reger. Estrictamente hablando, la referencia
“atonal” debería conceptualizarse como
“suspensión de la tonalidad” en pasajes musicales específicos, sustituyéndola por
una continua modulación y alteración de acordes (“cromatismo”) que no deja percibir la atracción de una tónica, al menos para la sensibilidad del auditor
— el análisis puede descubrirnos todavía un plan tonal, si bien ampliado y con escasa funcionalidad acústica.
Chica con mandolina por PicassoEn este contexto, la
música atonal no necesariamente debe asociarse a la producción musical de la ya mencionada
Segunda Escuela de Viena (
Arnold Schönberg, Alban Berg y Anton Webern).
— Técnicamente hablando, la previa escala de tonos enteros de Debussy fue considerada como atonal, y esta consideración es correcta, al menos desde el punto de vista de la armonía funcional.
Esta explicación es para posicionar al lector en el hecho que
la atonalidad no es sinónimo de obras estridentes y desagradables; corresponde a una
técnica de expresión mediante la suspensión tonal, para propósitos estéticos específicos. Uno de los mejores ejemplos de
expresión musical lírica y apasionada dentro de la técnica atonal lo encontramos en este bellísimo
concierto para violín.
Al momento de su composición,
Alban Berg estaba en la cúspide de sus facultades creativas pero también, desgraciadamente, en sus últimos días de vida. Por entonces había empezado a componer su segunda opera,
“Lulú”, cuando a inicios de 1935 recibió el encargo del virtuoso
Louis Krasner para componer un concierto dedicado al violín.
BERG accedió pero luego pasó meses sin trabajar en dicha obra debido a su empeño por completar
“Lulú”. Sin embargo, en esos días
una profunda tragedia personal golpeó a una querida amiga suya: Alma Mahler.
La pequeña Manon Gropius (al centro) con muchachas desconocidas
Antes de la muerte de
Gustav Mahler,
Alma tuvo un affaire con el joven arquitecto
Walter Gropius, con lo cual puso en peligro su matrimonio con el gran compositor. Tanto, que recurrió a intensas sesiones de consejería y psicoanálisis con
Sigmund Freud para rescatar su unión. Al fin el episodio fue superado y
Alma siguió junto a su famoso marido hasta la muerte de éste en
1911. Luego,
Alma sostuvo un fogoso romance con el pintor y poeta
Oskar Kokoschka para luego volver otra vez a los brazos de
Gropius, con quien acabó casándose en
1915. Fruto de esta unión fue el nacimiento de la pequeña
Manon. La pequeña padeció severos problemas de salud y contrajo poliomielitis antes de cumplir los cinco años. Esta enfermedad hizo enfrentar a
Alma un calvario de penas y vicisitudes que concluyeron con la muerte de
Manon a los
18 años.
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Manon Gropius |
Toda esta tragedia y su triste desenlace fue el detonante para que a inicios de la última primavera de su vida,
BERG dejara a un lado su segunda ópera (de la cual había completado dos de los cuatro actos previstos) y se abocara a componer esta obra,
que a la postre, como mencionamos al principio, se volvería su testamento.
BERG murió de una infección generalizada, probablemente debida a la picadura de un insecto, la Víspera de Navidad de
1935, motivo por el cual la obra fue estrenada póstumamente por
Louis Krasner, en el Palau de la Música Catalana el
19 de abril de 1936, con
Hermann Scherchen dirigiendo a la orquesta;
y desde entonces se volvió la obra más popular del compositor.
En su concepción, BERG utiliza la técnica dodecafónica de su maestro Schönberg, combinada con pasajes tonales con alusiones a obras corales de Bach e incluso una tonada popular austriaca. La obra está estructurada en dos movimientos, cada uno de ellos a su vez dividido en dos secciones. El primero empieza con un Andante escrito en la más pura de las formas de sonata, el cual es seguido por una sección conclusiva de tono danzante basado en una melodía típica del sur de Austria (Carinthia – tempi marcado como allegretto). Según las notas del autor, este primer movimiento representa el esplendor de la vida y esta alusión temática pretende ilustrarnos la forma alegre y vivaz con la cual Manon llevó su existencia pese a sus recurrentes enfermedades.
El segundo movimiento inicia con un Allegro construido alrededor de un tema, repetido de varias formas en secuencias que alternan varias escalas cromáticas, en la cual el violín tiene pasajes de altísima complejidad técnica. Esta estructura conduce a un violento clímax en que participa la totalidad de la orquesta, hasta desembocar en una melodía más calmada, un Adagio en el cual la alegre tonada de la segunda sección del primer movimiento es reexpuesta con gran lirismo. Según las notas del autor, esta combinación de tiempos representa la muerte y la transfiguración del espíritu de Manon en un Ángel que sube a la corte del cielo.

Para ilustrar este artículo hemos elegido un par de grabaciones que nos parecieron llenas de intéres. En primer lugar la joven violinista germano-nipona
Arabella Steinbacher en un disco que reúne el Concierto de
Berg con el clásico Concierto en Re Mayor de
Beethoven. La acompaña la
Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia, dirigida por
Andris Nelsons.
En segundo término, el violinista inglés
Daniel Hope, junto a la
Sinfónica de la BBC dirigida por
Paul Watkins, nos ofrecen la premiére de una nueva edición crítica del Concierto de
Berg; es decir, la obra ya conocida fue analizada con detenimiento por especialistas para corroborar la adecuación entre lo que ha sido publicado y el manuscrito (las intenciones) del compositor. Otro famoso concierto del siglo XX dedicado al violín, el de
Britten, redondea este disco: