L a familia de las cuerdas es prácticamente el “miembro fundador” de las agrupaciones musicales permanentes. Distingo lo de permanente porque durante mucho tiempo la práctica instrumental a gran escala consistió en reunir la mayor cantidad posible de ejecutantes diversos a fin de hacerlos “sonar fuerte” al aire libre o en recintos ceremoniales. Lo bueno es que no faltó el buen tino para buscar un mínimo de homogeneidad —no todos los instrumentos son cultivados por igual número de personas, y hay maneras preferibles a otras cuando se trata de combinarlos—.
Pero entonces los instrumentos de arco alcanzaron su «mayoría de edad» gracias a geniales artesanos italianos, y con ello se impusieron en el escenario. Los varios registros (agudo, alto, medio, bajo) se dividieron en instrumentos específicos y el violín se alzó como el gran solista durante casi dos siglos, hasta la aparición del piano. La orquesta de cuerdas sólo fue admitiendo otros acompañantes muy paulatinamente, hasta que el mundo germánico irrumpió con su brillante aptitud para la música instrumental y para enriquecer la orquesta mediante nuevas sonoridades. Aun así la voz principal quedó a cargo de las cuerdas debido a sus virtudes: agilidad, fuerza y claridad melódica, combinadas con un timbre sumamente expresivo y lleno de matices. La creación del Cuarteto de Cuerdas por parte de Haydn aseguró a esta familia un nicho musical que sigue perfectamente vigente. Al ampliar esa formación surgieron nuevas combinaciones, oportunamente aprovechadas por los genios de turno. No nos extrañe, así, que la orquesta de cuerdas siguiera en activo incluso durante el apogeo de la multiplicadísima orquesta tardorromántica.
Hoy, amigos y amigas, comparto un disco con repertorio exclusivo de esa formación, representada aquí por The Helsinki Strings bajo la dirección de Csaba y Géza Szilvay.




» D E S C A R G A
MP3 VBR ~ 224 kbps | scans | 8 tracks | RAR 109,4 mb
Y como “bonus” una famosa obra para orquesta de cuerdas… escrita en el siglo XX: Palladio del compositor inglés Karl Jenkins: