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¿Otra grabación más de las Cuatro Estaciones de Vivaldi?
Puedo usar el cliché de decir abiertamente que sí, pero… no cualquier otra nueva grabación. Acá hay magia, hay inventiva, no es otra de las más de 30 grabaciones que poseo de esta magnífica obra maestra.
“Las cuatro estaciones” es un sub-ciclo dentro un ciclo de conciertos empacados como el Opus 8 de Antonio Lucio Vivaldi (* Venecia, 4 de marzo de 1678 — † Viena, 28 de julio de 1741), archifamoso compositor y músico del Barroco tardío, contemporáneo de Bach y Händel.
Vivaldi es una de las figuras más relevantes de la historia de la música. Su maestría se refleja en haber cimentado el género del concierto, el más importante de su época. En 1725, bajo el título general de “Il cimento dell’ armonia e dell’ invenzione”, escribió este conjunto de obras para violín solista, orquesta de cuerdas y clavecín. En estos cuatro conciertos se encuentran ejemplificadas todas las características típicas del concierto barroco italiano de la famosa escuela veneciana. Se trata de obras musicales dignas representantes de su época: bien definidos los contrastes de tempo, pues cada concierto está dividido en tres partes: rápida-lenta-rápida; el elemento dinámico contrastante está cubierto por el efecto del eco; se tiene a un virtuoso solista que, acompañado solamente por el “basso” continuo, enfrenta a toda la orquesta y, por último, se cumple con la justificación artística de imitación de la naturaleza, el cual en sí mismo es un buen argumento para escribir una obra maestra.
¿Qué hace tan especial a esta grabación? Creo que la respuesta la deben asumir los lectores luego de escuchar este CD que en complicidad con QUINOFF hoy pongo a su digno conocimiento. Trataré de esbozar varios argumentos, pero, en esencia, deseo que la escuchen tal como está magistralmente interpretada por este conjunto de jóvenes músicos bálticos al mando del genial y mítico GIDON KREMER.
El violinista Gidon Kremer junto a la Kremerata Baltica
Ya en el post previo inicial de música de Enescu lo señalé con bastante claridad: la KREMERATA BALTICA está cada vez más convenciéndome que hay que tomarlos muy en serio; más allá de su afinidad natural hacia el frío de las tres naciones bálticas, son músicos de primera categoría, y su asociación con uno de los mejores violinistas del mundo los está convirtiendo en un grupo musical de referencia y respeto.
Con este cartel, interpretar la obra maestra de Vivaldi de la forma en que lo hacen, y más aún, hacerla interactuar con una colección de obras maestras del compositor porteño Astor Piazzolla es brillantemente notable. En este contexto, las incursiones de Gidon Kremer al universo sonoro de de la música de Astor Piazzolla no son novedad en sí mismas y su genialidad interpretando al porteño le ha traído un mayor reconocimiento a una carrera ya de por si notable y distinguida. Con este maravilloso CD, Kremer y sus discípulos nos empujan hacia un viaje fantasmagórico entre dos mundos: el barroco italiano-veneciano del siglo XVIII y el ritmo sincopado bonaerense del siglo XX: un viaje musical a través de dos siglos y dos hemisferios.
Esta idea de interrelacionar Vivaldi con Piazzolla surgió a principios de 1990, cuando Kremer intentó animar a compositores contemporáneos para que escribieran una obra nueva basada en Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, en la que los compositores retomarían la instrumentación del “Prete Rosso”, pero dentro de la expresión idiomática y estilística de cada compositor. Entre los convocados para este proyecto estuvieron luminarias de la talla de Alfred Schnittke, Luigi Nono y Arvo Pärt, sin embargo no se lograron establecer los consensos musicales necesarios y ningún compositor quiso involucrarse en este proyecto (unos años después, la ORPHEUS CHAMBER ORCHESTRA hizo un proyecto a este que intento Kremer con los CONCIERTOS DE BRANDEMBURGO de Bach, el cual fue completado satisfactoriamente, ver más detalles en http://www.newbrandenburgs.org/ , sobre este tema haremos una entrega especial a QUINOFF posteriormente).
Una calle de Buenos Aires al anochecer — con “ese qué sé yo...”
Años después, Kremer descubrió uno de los proyectos más importantes de Piazzolla: la ópera de “María de Buenos Aires”, ocasión que le sirvió para investigar más sobre la producción musical de Piazzolla, descubriendo que este compositor había compuesto separadamente cuatro piezas independientes bajo el concepto de “Estaciones” ambientadas en su amado Buenos Aires:
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1. Verano Porteño escrita en 1965, originalmente como música incidental para la obra “Melenita de Oro” de Alberto Rodríguez Muñoz.
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2. Otoño Porteño, escrita en 1969.
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3. Primavera Porteña (también conocida como Buenos Aires en Primavera) escrita en 1970, y
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4. Invierno Porteño, escrita en 1970.
Este ciclo nunca fue publicado como tal hasta el “descubrimiento” de Kremer, aunque en varias oportunidades, Las Cuatro Estaciones Porteñas, también conocidas como Las Cuatro Estaciones de Buenos Aires, fue interpretado como ciclo al menos en cinco oportunidades por Piazzolla y su ensemble usual integrado por un violín ó viola, piano, guitarra eléctrica, contrabajo y bandoneón.
A partir del original, al menos se han hecho dos arreglos, el que usa Kremer en esta grabación es el más conocido, preparado por el director de orquesta ruso Leonid Desyatnikov, cuyo “arreglo” orquestal incluye también algunos cambios estructurales, buscando que entre las cuatro piezas individuales de Piazzolla y los cuatro concerti de Vivaldi existiese un vínculo más evidente mediante la conversión de cada una de las piezas en trozos de tres secciones, y re-arreglos para violín solista y orquesta de cuerdas. En cada pieza se incluyen varias citas de la escritura de Vivaldi original, pero debido a que los ciclos estacionales entre los hemisferios norte y sur se invierten, el arreglo considera por ejemplo, que al caso del “Verano Porteño” se desarrollan elementos agregados L’inverno (invierno) de Vivaldi.
En sus notas para el CD, Kremer desarrolla el concepto que ambas composiciones son obras maestras con su propio lugar en la historia, el ejercicio post-modernista de combinar ambas obras en este CD no disminuye la potencia de su mensaje musical, sino que al contrario, lo magnifica. En su concepto Kremer nos dice que con este CD el oyente “entrará en un mundo en el que no existe el virtuosismo o el glamour. Kremerata Baltica y yo estamos tratando poner todo nuestro arte al servicio puro de la causa de la música como un lenguaje, la música como algo que es electrizante, como algo que nos recuerda de estar vivo, que fue un ingrediente importante de la vida hace siglos y seguirá siendo un ingrediente importante de la vida de los siglos venideros. Este CD no es música que se pueden poner en un estante de museo”.
Con semejante introducción… jejeje, ¿qué más se puede pedir?
(Concluye en la próxima entrega)
8 comentarios:
Gracias, Ernesto y Quinoff,
¡Feliz Navidad!
http://alienigena.es/2011/12/22/navidad-bajo-la-nieve/
Y gracias a ti por tu visita! Disfruta esas nevazones que son tan bienvenidas en Navidad. Un fuerte abrazo desde el Sur del mundo!
Joaquín
Las disfruto como un enano...
Ya vendrá el tiempo de maldecir el barro y el frío, pero por ahora disfruto la parte bonita... :-)
Y quiero que sepáis que aprendo muchísimo del arte musical con tus entradas y la del maestro Nosthas.
Me ha encantado la versión de las Cuatro estaciones porteñas de Piazzolla. Gracias por dármela a conocer.
Muchas gracias por el link! Estaba buscando esta grabación... excelente el blog!
Saludos
No hay de qué amigo Eminencio, y el agradecimiento vaya para Ernesto quien confeccionó el artículo y proveyó la grabación. Disfrútala! Un saludo y vuelve cuando quieras.
como puedo conseguir la partitura de invierno porteño?
No sé responderte ahora, pero voy a averiguarlo.
¡Gracias por tu visita!
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